Tropas turcas en la frontera
con Siria. Turquía ha estado dando apoyo logístico a los
mercenarios islamistas de Al-Qaida y otros «rebeldes»
fundamentalistas implicados en el sabotaje de Siria por las
potencias occidentales y algunos países árabes del Golfo. Lo que
demuestra el doble rasero y la verdadera naturaleza del gobierno
turco y de sus dos estrellas políticas,
Recep Tayyip Erdogan, primer ministro y de su cerebro, el
ministro de Relaciones Exteriores, Ahmet Davutoğlu.
Fue tarde por la noche, en algún sitio
sobre Siberia, en un vuelo de Moscú a Beijing (¿BRIC
a BRIC?) cuando el pensamiento, como un relámpago, comenzó a
apoderarse de mí.
¿Qué diablos pasa con estos árabes?
Tal vez haya sido el efecto narcótico
del perennemente horrible Terminal F en el aeropuerto
Sheremetyevo [en Moscú]– sacado directamente de un gulag de
Brejnev. Tal vez fue la expectación de saber más sobre el
ejercicio naval conjunto Rusia-China programado para fines de
abril.
O fue simplemente otro caso de
«puedes sacar al muchacho de Medio Oriente, pero no puedes sacar
a Medio Oriente del muchacho».
Con amigos como estos… Todo tuvo que
ver con
la reunión de Amigos de Siria (¿locos por la guerra?) en
Estambul. Imaginad al ministro de Exteriores saudí Saud
al-Faisal –quien parece tener la habilidad de causar el
arrobamiento de la secretaria de Estado de EEUU Hillary Clinton–
argumentando febrilmente que la
Casa de Saud, esos paragones de la democracia, tiene «el
deber» de armar a la oposición «revolucionaria» siria.
E imaginad a al-Faisal ordenando un
inmediato cese al fuego del gobierno de Bashar al-Asad, culpable
–según la Casa de Saud– no solo de la cruel represión sino de
crímenes contra la humanidad.
No; no se trataba de un sketch de
Monty Python.
Para asegurarse de que iba por buen
camino, al-Faisal también dijo que el
Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) quería involucrarse
más con EEUU (traducción, por si fuera necesaria: el equipo de
boxeo EEUU-CCG, tal como se expresa en el armamento de los
«rebeldes» sirios, quiere golpear al cuerpo a Irán.
Tanto para la Casa de Saud como para
Qatar (los restantes del CCG no son más que extras), lo que
sucede en Siria no tiene que ver con Siria; siempre ha tenido
que ver con Irán.
Esto se aplica especialmente a la
promesa saudí de inundar el mercado global de petróleo con
capacidad de producción adicional que, como sabe cualquier
analista del petróleo, no poseen – o no utilizarían; después de
todo la Casa de Saud necesita altos precios del petróleo para
sobornar a su inquieta población de la provincia oriental para
que no piense en esas tonterías de Primavera Árabe.
Clinton recibió en persona la promesa
de la Casa de Saud, antes de aterrizar en Estambul. El regalo a
cambio de Washington fue tipo Pentágono: el CCG será pronto
protegido contra el «maligno» Irán por un escudo de misiles
suministrado por EEUU. Eso implica que un ataque contra Irán
puede ser descartado para 2012 – pero está ciertamente «sobre la
mesa» para 2013.
Las naciones asiáticas –especialmente
los miembros del BRICS China e India– seguirán comprando
petróleo de Irán; el problema qué harán los perros falderos
europeos. Otros problemas reales son que los kurdos en el norte
de Iraq están sacando su petróleo del mercado hasta que Bagdad
les pague la parte acordada. Y luego existen los 400,000
barriles por día de Siria, que han estado decreciendo durante
los últimos meses.
A pesar de todo, los saudíes seguirán
con el escenario imaginario del petróleo como obsequio para
Washington – mientras EEUU presiona a las dóciles economías de
la Unión Europea y a asiáticos extremadamente cautelosos que no
tienen motivos para seguir comprando petróleo iraní.
Pero entonces entra causando sensación
en el lío en Estambul el primer ministro iraquí
Nuri al-Maliki –cuyo poder es consecuencia directa de la
invasión y destrucción de Iraq por Washington.
Y aquí está, en sus propias palabras:
«Rechazamos cualquier armamento [de
los rebeldes sirios] y el proceso para derrocar el régimen [de
Asad], porque llevará a una crisis mayor en la región… La
posición de esos dos Estados [Qatar y Arabia Saudí] es muy
extraña… Llaman a enviar armas en lugar de trabajar a fin de
apagar el incendio, y oirán nuestra voz, que estamos contra el
armamento y contra la interferencia extranjera… Estamos contra
la interferencia de algunos países en los asuntos internos de
Siria, y esos países que interfieren en los asuntos internos de
Siria interferirán en los asuntos internos de cualquier país… Ha
pasado un año y el régimen no ha caído, y no caerá, ¿y por qué
debiera caer?»
Maliki sabe perfectamente que el
continuo y ya creciente armamento de sirios suníes –muchos de
ellos del tipo salafista y yihadista– se propagará
inevitablemente a Iraq, y amenazará su gobierno de mayoría chií.
Y eso sin considerar el hecho de que su gobierno apoya la
estrecha relación entre Irán y Siria.
Maliki, a propósito, volvió al poder
en otoño de 2010 porque Teherán intervino hábilmente para
asegurar que los sadristas lo apoyaran. Para aumentar el enojo
de Maliki, Qatar se niega a extraditar al vicepresidente iraquí
Tareq al-Hashemi, acusado de ser el cerebro tras un golpe de
estado pro suní en Bagdad.
Cuán verde era mi valle
yihadista
Por lo tanto Washington se lanza ahora
alegremente a un remix de la yihad afgana de los años ochenta
que –como lo sabe cada grano de arena desde el Hindu Kush a
Mesopotamia– condujo a esa fantasmagórica entidad, al Qaida, y a
la subsiguiente
«guerra contra el terror».
La Casa de Saud y Qatar han
institucionalizado el variopinto equipo conocido como el
Ejército Libre Siria como organismo mercenario; ahora lo tienen
en su nómina, al precio de 100 millones de dólares (y suma y
sigue). ¿No es maravillosa la democracia – cuando monarquías del
Golfo Pérsico aliadas de EEUU pueden comprar por una miseria un
ejército mercenario? ¿No es grandioso ser un revolucionario con
un talón de sueldo asegurado?
Sin perder un instante, Washington
también ha establecido su propio fondo, para ayuda «humanitaria»
a Siria y ayuda «no letal» a los «rebeldes»; «no letal», es como
en el caso de un equipo ultramoderno de comunicaciones
satelitales listo para la batalla, más gafas de visión nocturna.
El sedoso sesgo de Clinton fue que el equipamiento permitiría a
los «rebeldes» «evadir» ataques del gobierno sirio. No se habla
de que ahora ya tienen acceso a información accionable
estadounidense mediante un enjambre de drones desplegados sobre
toda Siria.
Maliki puede ver claramente la
advertencia escrita sobre la pared (suní). La Casa de Saud
invadió a Bahréin, mayoritariamente chií, para proteger a la
extremadamente impopular dinastía suní al-Khalifa en el poder –
sus «primos». Maliki sabe que una Siria post Asad significaría
que la Hermandad Musulmana suní estaría en el poder – salpicada
de yihadistas/salafistas.
En su peor pesadilla, Maliki ve ese posible futuro distópico
como un remix de al Qaida en Iraq con esteroides.
Eso es lo que resultaron ser los
«Amigos de Siria» basados en Estambul: una desvergonzada
legitimación –por árabes aliados con EEUU- de una guerra civil
en otro país árabe. Las víctimas
serán sirios comunes y corrientes atrapados en el fuego cruzado.
Esa armamentización por EEUU y el CCG,
disuelve enteramente el plan de paz en seis puntos del enviado a
Siria y ex secretario general de las Naciones Unidas
Kofi Annan. El plan plantea un cese al fuego; que el
gobierno sirio «cese los movimientos de tropas» e «inicie el
retiro de concentraciones militares»; y un arreglo político
negociado.
No habrá cese al fuego. El gobierno de
Asad aceptó el plan. Los «rebeldes» armados lo rechazaron.
Imaginad que el gobierno sirio inicie el «retiro de
concentraciones militares» mientras
una multitud de «rebeldes» armados y de mercenarios de todo
tipo (de Libia, el Líbano e Iraq) siguen desplegando sus
tácticas de tortura y lanzando
una andanada de artefactos explosivos improvisados.
Aterricé en Beijing ansioso de saber
más sobre el próximo ejercicio naval conjunto de Rusia y China
en el Mar Amarillo, pero en su lugar tuve que aguantar un
artículo de opinión de
Henry Kissinger en el diario Washington Post. [1]
En las propias palabras del Dr. K:
«La Primavera Árabe es ampliamente
presentada como una revolución regional, dirigida por la
juventud, a favor de principios liberales democráticos. Pero
Libia no es gobernada por fuerzas semejantes; apenas sigue
existiendo como Estado. Tampoco Egipto, cuya mayoría electoral
(posiblemente permanente) es en su abrumadora mayoría islamista.
Los demócratas tampoco parecen predominar en la oposición siria.
El consenso de la Liga Árabe sobre Siria no es conformado por
países previamente distinguidos por la práctica o la
propugnación de la democracia. Más bien, refleja en gran parte
el conflicto milenario entre chiíes y suníes y un intento de
recuperar la dominación suní de una minoría chií. Es también
precisamente el motivo por el cual muchos grupos minoritarios,
como ser drusos, kurdos y cristianos, se sienten incómodos
respecto a un cambio de régimen en Siria.»
Bueno, el experto en China, doctor K,
por lo menos tiene razón en este caso (y en total acuerdo con
Maliki, nada menos). Un ejército mercenario hecho y derecho
pagado por autócratas árabes para derrocar un gobierno árabe es
pura y simplemente cambio de régimen – a pesar de la retórica
estadounidense sobre «democracia» y «libertad». Solo tiene que
ver con dividir para gobernar clásico, imperial, que se
beneficia de enfrentar a suníes contra chiíes.
Y luego, mi divino pato asado me
reveló que hoy en día el doctor K, baluarte de la realpolitik
, no cuenta con mucha aceptación en Washington.