El "Hiÿab" o el velo de la mujer en el Islam
Carta de Jalid Monedero, musulmán, biólogo y profesor titular,
para Musulmanes
Andaluces
En la sociedad occidental actual, muchas pautas de comportamiento y roles sociales adquieren una importancia capital, en la cual el aspecto externo es primordial y la valía de la persona es juzgada, muy a menudo por su imagen.
La mujer occidental cree erróneamente
estar liberada del machismo y la injusticia social que el hombre ha implantado
siempre, desde los albores de la humanidad.
Miremos todo cuanto nos rodea y
veamos cuán liberada se encuentra la mujer en un país europeo como España.
La televisión siempre tiene una
excusa para ofrecernos el cuerpo desnudo o semidesnudo de una mujer. La imagen
de la mujer se usa de forma discriminatoria y descarada, como un trozo de carne
que sirve para satisfacer los deseos de los hombres. Si salimos a la calle nos
encontraremos con las mismas escenas, pero en carteles publicitarios. En las
paradas de autobús, en las grandes avenidas, en la propaganda que insertan en
nuestros buzones. Una lluvia sin parar de imágenes que incitan al sexo, al
libre descoque y al placer sin más sentido que el de satisfacer los más bajos
instintos animales que el ser humano posee. En este fenomenal despliegue de
bombardeos, el cuerpo de la mujer está en primera fila, como un objeto.
A la gente no se la educa en los
valores morales para prevenir no solo las enfermedades sexuales, sino también
para prevenir la enfermedad social, como es el adulterio y la destrucción del
matrimonio y la familia, pilar fundamental de la sociedad humana. Por el
contrario, prefieren distribuir máquinas expendedoras de preservativos en los
colegios e institutos. Occidente se equivoca, esta no es la vía correcta.
Muchas personas acusan al Islam y a
los musulmanes de vivir en la Edad de Piedra, sin embargo en esa edad, la gente
vivía precisamente así, sin ropa, sin ningún prejuicio moral y únicamente se
movía por el instinto animal de supervivencia. Claro que la gente de ahora se
mueve por el simple instinto hedonista, en el que lo único que se busca es el
placer del cuerpo. En Oriente el ser humano se ha desarrollado con otras
facultades, muy necesarias para todos: son las facultades espirituales. Pero de
lo que se trata tampoco es que seamos unos puritanos. En medio de esos dos
mundos surge el Islam, una filosofía de vida donde se equilibran perfectamente
estas dos naturalezas que componen el ser humano: cuerpo y alma. El Islam no
desprecia los sentidos corporales, sino que los encauza y los equilibra para
dirigirlos al Ser Superior. Materia y espiritualidad conviven a la perfección
en el musulmán y musulmana practicante.
La mujer occidental gasta su energía
en embellecerse para los demás, en hacer valer su físico antes que su
inteligencia. Por el contrario, la mujer musulmana vive hacia dentro. Su belleza
o su fealdad la reserva para los suyos, mientras que muestra únicamente su
inteligencia, su nobleza y sus virtudes si las posee, al exterior. Eso es lo que
importa de un ser humano, sea hombre o mujer.
Que nuestras mujeres lleven velo o
no, a nadie le importa. Como tampoco les importa que existan monjas, también
cubiertas del mismo modo que nuestras hermanas musulmanas. Sin embargo, el tema
de las monjas ni se toca, porque dicen que no es lo mismo. ¿Cómo no va a ser
lo mismo?
La monja se cubre por causa de la
religión, al igual que las musulmanas. Sí claro, las monjas son religiosas...
¡Pero también lo son nuestras hermanas musulmanas!. La diferencia está en que
nuestras hermanas se casan y tienen hijos y viven su religión dentro del
matrimonio y las monjas se excluyen de la sociedad y se privan de un derecho
natural que Allah nos ha dado, como es el matrimonio y la sexualidad.
Ambas lo hacen voluntariamente y no
obligadas. En el caso de las musulmanas, una vez adultas deciden si van a llevar
una vida religiosa o no, o si desean practicar su filosofía de vida al cien por
cien o solo parcialmente. Así hay musulmanas que llevan el Hiÿab y otras no,
aquí en España y en sus países de origen.
Nadie se escandalizó cuando en mis
tiempos de universitario unas monjas acudían a clase con el pelo cubierto. O
nadie se puso a vociferar cuando unas religiosas con pelo cubierto realizaron
sus estudios de bachillerato. ¿Qué hay de malo en ello? ¿A qué viene tanto
escándalo porque una niña de trece años (una mujercita) vaya a la escuela con
un pañuelo en la cabeza?
Claro que si añadimos a este hecho
las mentes retorcidas que se empeñan en ver a los musulmanes como monstruos
machistas que obligan a las mujeres a hacer cosas terribles...
Dicen ¿Usted le obligaría a su hija
a ponerse el pañuelo? Y contesto ¿Usted le obligaría a su hija a hacer la
comunión o a desarrollar todas las pautas de comportamiento que exige su religión?
Aquí la cuestión no es quién obliga a quién, sino que cada uno educa a sus
hijos en las creencias o no creencias que uno posee. Esta no es una cuestión de
inmigrantes, como están intentando hacer ver constantemente, ni una cuestión
de retrógrados. Acusaban los españoles, en las entrevistas callejeras, que nos
ofrecían abundantemente estos días en todas las televisiones: "Que se
vayan a su país a practicar su religión", "Que se adapten a nuestras
costumbres y si no que se vayan ", "Que se integren en esta
sociedad"....
Muy bien y yo como musulmán español
y los miles de musulmanes y musulmanas españolas ¿qué tenemos que hacer? ¿a
qué país nos tenemos que ir nosotros para practicar nuestra religión, la cual
pertenece a la identidad cultural de este país, en el que estuvo presente por más
de 800 años?
La integración nada tiene que ver
con que uno preserve y practique sus propias creencias. Si no, se nos debería
decir que nos desintegremos antes de integrarnos, lo que va contra los derechos
fundamentales de todo ser humano.
Por la misma regla de tres, entonces
cuando los españoles se van a vivir a ciertos países asiáticos donde se
consume carne de perro, pues que la coman también sus hijos en las escuelas. Ya
que según comentaban muchos de los entrevistados, era el colmo que los niños
de los musulmanes tampoco comieran cerdo en las guarderías y escuelas. Vamos
que somos un problema allí donde vamos...
Lo malo de estas cosas es que se
buscan excusas para eludir un presunto problema. Decir que es un problema de
inmigrantes es una estupidez, aunque no tan grande como la que dijo el ministro
de trabajo, el señor Aparicio, el cual comparó el pañuelo, que dignifica y
eleva el estatus de nuestras mujeres, con la mutilación genital femenina que se
realiza en algunas partes de África. O como el "defensor del pueblo"
(entre comillas, porque no sabemos aun a que pueblo defiende), el cual declaró
que el pañuelo es un signo integrista y que no tiene cabida en la sociedad española.
Estos y otros comentarios deplorables no merecen más atención que la
proporcionaría un burro a un canapé de caviar ruso.
Lo que debería hacer la gente de
este país que habla así es informarse. El problema que tienen es la IGNORANCIA
y una gran desinformación, causada por la incorporación de tópicos y de
ejemplos de musulmanes que no practican bien el Islam y de los cuales se
alimentan todos los medios de comunicación que lo único que buscan son las
noticias sensacionalistas, sin importar la repercusión que esto puede tener en
el colectivo del cual "desinforman".
Estamos viviendo tiempos terribles en
los que la Humanidad debería llamarse de cualquier otra forma menos así, pues
la "humanidad" ya no existe. El enemigo del gran poder mundial se
llama ahora Islam y todo va contra nosotros. Desde luego el ser musulmán no está
precisamente de moda, sin embargo ahora está entrando gente al Islam de forma
sorprendente. Y esto es, sin duda, porque el Islam no es como a algunos les
interesa que parezca.
También hemos de decir que el famoso
burka nada tiene que ver con lo que es el Islam. El burka procede de una dudosa
y muy discutible tradición afgana, que no es más que un saco que entierra en
vida a la mujer, proporcionado por aquellos a los que los americanos financiaron
en su día y de los que aprovecharon para dar una imagen terrible del Islam, que
es de lo que se trata al fin y al cabo.
Y nuestras mujeres seguirán llevando
su velo, le guste o no le guste y diga lo que diga el mundo occidental.
Ese velo es para nosotros un símbolo
de respeto, dignidad, ensalzamiento y elevación de la persona, a la cual se la
valora por lo que es por dentro y no por su aspecto exterior.
"La corrupción se ha hecho patente en la tierra y en el mar a causa de lo que las manos de los hombres han adquirido, para hacerles probar parte de lo que hicieron y para que puedan echarse atrás." Coran. Sura de los Romanos (39-40).