SUBLIME INVOCACIÓN

(Du'â al-'Adîm)

 

 Abu Nasr al-Fârâbî

 

¡Allahumma! A Ti, Ser necesario, Causa de las causas, que existes desde siempre sin cesar, te pido que me preserves del error y que permitas esperar de mi aquellas acciones que de mi deseas.

 

¡Allahumma! Concédeme aquellas virtudes que se pueden atesorar. Dame bellos resultados en mis asuntos. Haz que tenga éxito en mis propósitos y en mis objetivos. 

¡Señor del Oriente y del Occidente!

Señor de los siete planetas

que fluyen desde el Ser con la más brillante fluencia.

Ellos son los agentes de Su voluntad,

cuyas virtudes se hacen extensivas a toda esencia.

He esperado el bien de Ti y he dudado

de Saturno y de los mismísimos Mercurio y Júpiter.

 

¡Allahumma! Vísteme con los mantos de la belleza, el carisma de los Profetas, la felicidad de los ricos, la ciencia de los sabios y la humildad de los piadosos.

 

¡Allahumma! Líbrame del mundo de la miseria y de la nada. Sitúame entre los Hermanos de la Pureza, los Amigos de la Fidelidad, los moradores del cielo, junto con los justos y los mártires. Tú, único, fuera del cual no hay otro, Causa de las cosas, Luz de la tierra y del cielo, concédeme una inundación desde el Ti, el dador de formas. Tú, que posees magnificencia y majestad, purifica mi alma con las luces de la sabiduría; impúlsame a agradecer aquel don que me has confiado; hazme ver la verdad que es tal realmente e inspírame su consecución; permíteme ver lo que realmente es falso e impídeme creerlo y prestarle oídos. Purifica mi alma de la sustancia material, Tú, que eres la Causa Primera.

¡Oh Causa de las cosas todas, Aquel

por quien lo que fluye procede de su emanación!

Señor de los cielos superpuestos y centro

en medio de ellos desde la tierra y los mares.

Yo te imploro como trasgresor que busca protección,

 perdona la falta de un negligente.

Con una inundación procedente de Ti, Señor del universo,

purifica mi materia de la suciedad de la naturaleza y de los elementos.

 

¡Allahumma! Señor de los individuos celestiales, de los cuerpos de las esferas celestes y de los espíritus empíreos. Sobre tu siervo ha triunfado la concupiscencia humana, el amor de las pasiones y el mundo terrenal. Dame tu protección, desvíame del delirio. Que tu fuerza me haga inexpugnable al abandono. Tú, ciertamente, estás al corriente de todo.

 

¡Allahumma! Sálvame de caer prisionero de los cuatro elementos naturales y llévame a tu lado más cercano y a tu proximidad más contigua.

 

¡Allahumma! Dame suficiente capacidad para romper los reprobables vínculos que hay entre los polvorientos cuerpos y las cuitas del ser y entre mi propio yo. Dame la sabiduría para que mi alma se una con los alzados mundos y los espíritus celestes.

 

¡Allahumma! Apacigua mi alma con la noble presencia insondable. Que la perfecta sabiduría se impresione en mi entendimiento y en mi facultad sensible. Dispón que los Ángeles ocupen el lugar del mundo de la naturaleza humana.

 

¡Allahumma! Inspírame el buen camino, confirma mi Islam con la fortaleza y haz que mi alma odie todo amor superficial.

 

¡Allahumma! Fortifícame contra el sometimiento a las efímeras pasiones. Haz entrar en las moradas de las almas eternas a mi propia alma. Sitúala entre todas las nobles y preciosas substancias, en los sublimes paraísos.

 

¡Alabado seas, Allah, anterior a los seres que hablan con muda expresión y con expresión verbal! Tú, ciertamente, eres Él que da a cada una de las cosas lo que de sabiduría merece; Él que les da, como gracia y misericordia, su ser en relación a su no-ser, sus substancias y sus accidentes, merecedores de tus favores y agradecidos por las excelencias de tus beneficios: «No hay nada que no cante sus alabanzas, pero no comprendéis su glorificación» (Corán, XVII, 44).

 

¡Alabado y Altísimo seas, Allah! Tú eres el único, sin par, sempiterno, Aquel que «no ha engendrado ni ha sido engendrado y no tiene igual» (Corán, CXII, 3-4).

 

¡Allahumma! Tú has encarcelado mi alma en la cárcel de los cuatro elementos. Te has encargado de hacerla presa de las pasiones como animal.

 

¡Allahumma! Ocúpate de ella, protegiéndola. Inclínate sobre ella con la misericordia que te es propia y con la desbordante nobleza que de Ti mana y que te es connatural. Concédele el arrepentimiento que te permita retornar a su mundo celestial. Aprémiala para que regrese a su noble lugar. Que el sol del Intelecto Agente (Sidna Muhammad -s.a.s.-) se levante sobre sus tinieblas. Aléjala de las tinieblas de la ignorancia y del error. Que lo que en sus facultades está en potencia, se convierta en acto. Hazla pasar de la oscuridad de la ignorancia a la luz de la sabiduría y a la iluminación del Intelecto. «Allah es el amigo de los que creen, los saca de las tinieblas a la luz» (Corán, II, 257).

 

¡Allahumma! Mira mi alma. Las formas de lo oculto son útiles para su sueño. Sustitúyele las alucinaciones por la visión del bien y de la verdadera buena nueva. Purifícala de las suciedades que la afectan desde sus cosas sensibles y desde sus fantasías. Aleja de ella lo turbio de la naturaleza y hospédala en el mundo de las almas, la excelsa morada.

        ¡Que Allah me guíe rectamente, me sea suficiente y me dé asilo!