LAS TRIBUS AHABICH

Continuación de la obra "El Profeta del Islam"

 

       En los capítulos precedentes, hemos hablado varias veces de los Ahabich. Se trataba de un grupo de tribus, aliadas de los coraichíes que vivían alrededor de Meca, sobre todo en el Sur y en el Norte. Su nombre no tiene nada que ver con Abisinia: etimológicamente algunos lo traducen como “confederados” otros lo relacionan con Monte Hubchi, al Sur de Meca, donde se concretó la alianza. En cuanto a la de, Hammâd ar-Rawiya data de Qusaiy; las demás tienen su origen en su hijo, ‘Abd Manat. Después del golpe de fuerza que llevó a Qusaiy al poder, obligando a la Juzâ’a a evacuar Meca y como era natural la nueva tribu reinante pensó en consolidar su poder por medio de alianzas.

 

        A parte de las dos ramas de los Juza’a –a saber al-Haya y al-Mustaliq- originarias del Yemen, sin lazos genealógicos, todos los demás confederados estaban emparentados. Esta es la genealogía de estos aliados:  MUDRIKA con los HUDHAIL,  LIHYÂN y JUZAIMA, estos últimos con los KINÂNA y los Al-HAUN. Los KINÂNA con los ‘ABD MANAT  y los AN-NADR. Los Al-HAUN con los Al-QÂRAH  y los ‘ADAL  Ad-DICH. Los ‘ABD MANAT con los BAKR y los Al-HÂRITH. Los BAKR con los NUFÂTHAH y los JADHÎMAH. Los Al-HÂRITH con los AHMAR QARIZ ‘AMIR.

 

       Aunque las fuentes  no hablan expresamente de los Lihyan en esta red de alianzas, nosotros nos hemos atrevido a deducirlo, a la inspección de los hechos. Estas mismas fuentes precisan que esta alianza fue originalmente pactada contra los Banû Bakr; pero más tarde veremos a los Banû Bakr que se solidarizan con los coraichíes contra el Profeta, no solo en la tregua de Hudibiya, sino incluso en la conquista de Meca por el Profeta. Se trataba sin duda de dos ramas distintas de la misma tribu. En todo caso, los Banû Bakr, aliados de los coraichíes, se llamaban Banû Nufatha ibn Bakr. Resulta asombroso que los Ahâbich, tan inquebrantablemente fieles a los coraichíes, no hubiesen participado en la tregua de Hudaibiya.

 

       Hachim nació hacia el año 443 de la era cristiana. Esta fecha nos da una idea aproximada del momento de esta alianza, concertada por su padre ‘Abd Manaf, o su abuelo Qusay. Se sabe del casamiento de Raita, hija de ‘Abd Manat, con el principal jefe de los al Harith ibn ‘Abd Manat.

 

       Para limitarnos a la época Islámica, antes de la Hégira, cuando Abû Bakr quiso escapar a la persecución mequí expatriándose, y fue recogido a medio camino, del país de Al-Qârah por el jefe de los Ahabich, ibn ad-Dughunnah. Este último proclamó en Meca que él había prestado protección a Abû Bakr. Más tarde cuando sugirió a Abû Bakr que no practicase el Islam públicamente, éste renunció a su protección. Además cuando el célebre pacto de boicot contra el profeta y su tribu por los paganos de Meca, los Ahâbich se adhirieron también a este pacto como nos dice Bujari entre otros.

 

       Los coraichíes lamentaron no haber esperado, en su precipitación la llegada de los Ahabich, en su salida para la batalla de Badr.

 

       Los Ahabich se comportaron fielmente al lado de los coraichíes cuando la batalla de Uhud. Su jefe era entonces al-Hulais ibn Zibbân. Este había expresado su horror con el comportamiento de los coraichíes (mutilación de los cuerpos musulmanes). Fue igualmente una ahâbaichí, ‘Amza, quien llevó el estandarte de los coraichíes en Uhud, después de que nueve portaestandartes hubiesen sido muertos sucesivamente, y que ningún coraichí se atreviera ya a coger la bandera; ella la cogió y la mantuvo en alto hasta el fin de la batalla.

 

        Cuando los enemigos del Islam organizaron una gran alianza para invadir Medina (Guerra del Foso), el Profeta emprendió diversas acciones separadas contra los aliados de sus enemigos. De esta forma envió a un agente para asesinar al jefe de los Lihyaníes (Sufyân). El agente vio en territorio linhyaní que “Sufyân tenía a unos Ahâbich que marchaban tras él”. Este incidente, relatado por Maqrizi, nos permite determinar que los lihyaníes formaban parte de los Ahâbich. Recordemos otra acción aislada del Profeta contra los Banû’ l-Mustaliq en la que ellos también formaban parte de los Ahâbich, operación de la cual ya hemos hablado. Por otro lado los ahâbichíes  estaban presentes en Medina cuando la Guerra del Foso.      

 

        Cuando el Profeta, partió para Hudaibiya, en el año 6 H. supo que había efervescencia entre los Ahâbich, convocó su Consejo de Guerra, y le consultó si no sería necesario marchar primero contra ellos antes de ir a Meca. Se cedió a la opinión de Abû Bakr, que pensaba que no era necesario desviarse del objeto de la peregrinación.

 

         En las negociaciones de Hudaibiya, el Profeta envió a Jirach ibn Umeya a Meca para entablar conversaciones. Los mequíes abatieron su camello, y estuvieron a punto de asesinar al mismo embajador, cuando los Ahâbich intervinieron y lo liberaron. Volvió entonces al campamento musulmán, y el Profeta envió a ‘Uthmân en su lugar con el mismo objeto (cf. supra 419). 

         Más tarde, varios embajadores mequíes se presentaron ante el Profeta; entre ellos se iba al-Hulais, jefe de los Ahâbich. El Profeta les enseñó los animales destinados al sacrificio en la peregrinación. Al Hulais se fue convencido de la misión pacífica de los musulmanes; a su vuelta a Meca, aconsejó a los coraichíes que hicieran la paz con los musulmanes, permitiéndoles la piadosa visita a la Kaaba, y les amenazó diciéndoles que si rechazaban la entrada de los musulmanes en la ciudad, los Ahâbich se volverían contra los mequíes. La paz fue por fin pactada entre Hudaibiya y los Banû Bakr –o sea Ahâbich- adhiriéndose con ello al lado de los coraichíes. Recordemos que estos son los mismos Banû Bakr que más tarde fueron causa de la ruptura de la tregua, ruptura que trajo consigo el ataque y ocupación de Meca por los musulmanes. Recordemos asimismo que la única resistencia cuando la ocupación vino de parte de los Ahâbich.

 

        Probablemente en el conocido incidente de los Banû Yadhima, acontecido al día siguiente de la toma de Meca, se trataba también de los Ahâbich. Está admitido que los Nufathah formaban parte de los Ahâbich; y los Yadhima no son otros que los descendientes del hermano de Nufathah. Sea lo que sea, los Yadhima vivían en al-Ghumaisa’, al Sur de Meca, y el Profeta envió a Jalid Espada de Allah para invitarlos a abrazar el Islam. No siendo un misionero profesional, el comandante los trató con tal severidad –acordándose evidentemente de su constante asociación con los enemigos del Islam- que el Profeta lo desautorizó públicamente, y dio lugar a compensaciones extraordinarias. Los préstamos que obtuvo el Profeta de banqueros no musulmanes de Meca, se gastaron, según Baladuri, como precio de sangre a los Banû Yadhimah.

 

 

Posición de los Ahâbich en la alianza

 

         Es verdad que cuando eran compañeros de armas de los coraichies, los Ahâbich percibían subvenciones mequíes, pero no por ello eran simples mercenarios, sino aliados de pleno derecho iguales que los mequíes. Lo vemos en el consentimiento de los mequíes a la protección dada por ibn ad-Dughunna a Abû Bakr, en el reproche que hizo al-Hulais a Abû Sufyan en Uhud por haber mutilado los cadáveres musulmanes, y en la amenaza de los Ahâbich de combatir a los coraichíes si no hacían la paz con los musulmanes venidos para la peregrinación ( en Hudaibiya).

 

 

Hechos diversos

 

         Ibn Habib precisa que los Ahâbich adoraban a los ídolos Isaf y Na’ila, y asistían a la gran feria anual en ‘Ukaz.

         Es probable que después de la conquista de Meca, en el año 8 H., todos los Ahâbich abrazaran el Islam para imitar a sus aliados coraichíes.

         Esta alianza duró sin debilitarse ni interrumpirse durante casi dos siglos, y constituyó un destacable testimonio del espíritu árabe preislámico.

 

 

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