LOS CRÍMENES SILENCIADOS EN LA TIERRA UYGHUR

Abdullah Fiol

 

Bismillahi Arrahmani Arrahim

En el Nombre de Allah, el Compasivo, el Misericordioso

 

 

        En el Oeste de China, junto a la frontera de Kazajistán, observamos en los mapas un vasto territorio que dobla en extensión a España llamado "Sinkiang". Este nombre significa el calificativo imperial de "Nuevo Dominio". Es el país al que sus naturales -llamados Uyghures- se refieren como Turquestán Oriental.

 

        El Turquestán Uyghur marca el límite oriental dentro del Asia Central, hasta donde se ha afianzado nuestro Din. Más hacia el Este comienzan los territorios históricos de la nación china desde su conocida Muralla. A partir de ella, la composición étnica, lingüística y el paisaje cambian totalmente y nos encontramos al pueblo chino propiamente dicho, los Han. De tradición mayoritariamente Budista, Taoísta o seguidores de Confucio, hay entre ellos también una minoría musulmana, a quienes llaman "Hui", afincada en las urbes costeras (Shangai, Cantón, Hong Kong, Pekín...). Empezaron a aceptar el Din en contacto con comerciantes árabes, indios y persas hace ya mil años y habitan en barrios de estructura y arquitectura muy peculiares.

 

        Mas hoy hablaremos sobre la situación de los Uyghures. Este pueblo es de origen turcomano, al igual que sus vecinos uzbekos, kazajos, kirguizos o tártaros, pertenecientes todos ellos a la antigua URSS. Su presencia en las estepas donde habitan como nómadas y guerreros está documentada desde hace más de 3000 años. En el siglo III a. C. constituyeron un poderoso reino que llegó a someter toda China y fue contra ellos precisamente que levantaron la Muralla los emperadores de la dinastía Tang.

 

        Hacia el año 900 d. C. se inicia su primer contacto con el Islam. Varios sultanes procedentes del actual Pakistán se coaligan para derrotar las incursiones que el ejército chino efectúa sobre sus tierras. Para ello contarán con el apoyo de los Uyghures que sufrían el mismo problema y derrotarán al enemigo común. En 936, el rey Surgut Khan recibe a mensajeros de sus aliados que le hacen Dawa. Alhamdulillah, sus enseñanzas calarán en el corazón de Surgut que hará Shahada y con él todos sus súbditos. Las ciudades de Urumchi y Kashgar -paradas importantes en la Ruta de la Seda- se llenarán de hermosas mezquitas y Madrasas de azulejos que atraerán a estudiantes de lejanas zonas. De esta manera los Uyghures fueron el primer pueblo de raíz turca que aceptó el Din.

 

        Pasados los siglos y en un contexto muy distinto, a finales del XVIII, Rusia y China deciden someter a los musulmanes del centroasiáticos en ofensivas simultáneas. Los dominadores acuerdan dividir la parte occidental para los Zares y la oriental – tierra de los Uyghures- para el Celeste Imperio. Las tropas del Emperador entran y devastan la capital del Khan, Kashgar, pero los musulmanes agrupados bajo la bandera del Jihad hostigarán permanentemente a los dominadores. Por fin en 1848, el levantamiento general consigue derrotar y expulsar a los chinos. El nuevo Khan (sultán) declara el Emirato islámico y da su Bayá al Califa Otomano de Estambul. Rusia e Inglaterra reconocen la independencia ganada.

 

        Pero las cosas no van a continuar así durante muchos años, puesto que el ejemplo uyghur se extiende a los demás musulmanes circundantes. Uzbekos, tadjikes, kazajos, pashtunes... comenzarán luchas victoriosas contra los colonialistas rusos e ingleses. Moscú y Londres se dan cuenta de que hay que acabar con el ejemplo "contaminante" y arman de nuevo al ejército chino para que vuelva a ocupar el Dominio perdido. A pesar de las modernas armas recibidas no lo conseguirán hasta 1888.

 

        La indómita nación proseguirá la resistencia bajo los sagrados principios de la Risala. En 1911, el Emperador es derrocado por un golpe republicano y el nuevo gobierno llamado "nacionalista" acrecenta aún más la política Han de genocidio. También el odio antiislámico va a ser sufrido por los musulmanes Hui que ven destruidas sus mezquitas ancestrales.

        En 1927 comienza la Guerra Civil cuando el Partido Comunista liderado por Mao Tse-Tung se lanza contra el régimen nacionalista. Proclama la voluntad de instaurar una República Popular que reconozca el derecho a la autodeterminación de las naciones sometidas (entre ellos los Uyghures) y el respeto a las minorías internas, como los Hui. Por ello, miles de ellos se unieron a las tropas del Ejército de Liberación Popular.

 

        En el Turquestán mientras, una Asamblea de líderes proclama la República Islámica independiente, la primera del mundo en ostentar ese nombre y que durará del 33 al 36. La proclamación se repite del 44 al 49, año en que el país cae bajo control del nuevo poder comunista de Pekín.

 

        Sin embargo, el régimen de Mao cumple con su política de corregir los peores efectos del imperialismo Han. Así, dentro de la República Popular, los Uyghures se autogobiernan con amplio margen, la enseñanza en su idioma se implanta en las escuelas y la práctica del Din se realiza con toda libertad. Sólo el oscuro período de la Revolución Cultural (66-69) rompe esa situación.

 

        Mas tras la muerte del "Gran Timonel" y la restauración progresiva del capitalismo en China, las prácticas de agresión antiislámicas renuevan su carga. El dirigente Deng Xiao Ping ordena la clausura de madrasas y mezquitas, la restricción en el uso del idioma, obliga a los musulmanes a romper el Ramadán en público e inicia una política de colonización demográfica: cientos de miles de Han son desplazados rápidamente para minorizar a los Uyghures, otorgándoles las responsabilidades administrativas y económicas. Las pruebas nucleares y el deshecho de residuos peligrosos se realiza desde los 80 allí, convirtiendo en desiertos lo que eran estepas. La tortura y el asesinato de opositores musulmanes se convierte en siniestra norma de ocupación. Así subsisten cada vez más miserablemente 8 millones de autóctonos.

 

        Desde hace diez años, comienza de nuevo la lucha de resistencia. Se organiza un Hizbullah turcmeno que asesta golpes a las fuerzas militares enemigas. Políticamente y en el exilio aparece un Congreso Nacional del Turquestán Oriental que lleva a los Foros internacionales la opresión Uyghur. El tema se aborda en la Comisión de Derechos Humanos del Parlamento Europeo en 1999 con una condena a China. En la Organización de la Conferencia Islámica (OIC), el asunto es denunciado por Arabia Saudí. También hay una iniciativa de condena en el Congreso Norteamericano.

Pero el 11 de Septiembre de 2001 empeora mucho la escena. China aprovecha la ocasión para vincular la Resistencia Uyghur al "terrorismo internacional" y apoya la guerra imperialista de EE.UU sobre Afganistán a cambio de manos libres sobre "su" Sinkiang. El número de víctimas musulmanas aumenta y Estados Unidos frena cualquier condena por violación de derechos humanos. A su vez, presiona a Arabia Saudí que recibe al ministro de Asuntos Exteriores de Pekín para facilitarle información sobre el activismo Uyghur. Así permanece oculto el genocidio contra ese pueblo islámico.

 

        Norteamérica expone periódicamente el tema del Tíbet y el Dalai Lama cuando desea presionar diplomáticamente a la potencia asiática. Pero la realidad de los turquestanos –mucho más cruel que la de los tibetanos- queda sistemáticamente silenciada por su condición de musulmanes.

 

        Tengamos todo ello presente al menos en nuestro Doá. Que la voz de los hermanos mustadafín se refleje en la nuestra propia cada ocasión que nos dirijamos a Rabbu al-Alamín. Aquéllos que en fechas próximas se encuentren en el Máusem del Hajj tienen la especial ocasión de llevar su ruego ante Beit Allahi al-Haram. Amín.