LOS  ´ISAWA

 

  Pocas Tariqas son tan conocidas como la de los ´Isawa, aunque este conocimiento sea tan sólo aparente, ya que se refiere únicamente a sus espectaculares prácticas externas, mientras que la dimensión interna de esta vía sufi es  un misterio para los estudiosos que se han dedicado a ella.

 

´Isawa o ísawía es el colectivo que  designa a una Tariqa fundada a principios del siglo XVI por Shayj Muhammad Ibn ´Isa  (Ben Ísa) as Sufiani al Muhtari, más conocido como el Maestro Perfecto (ash Shaij al Kamil). La biografía de Sidi Ben ´Isa, si apartamos los aspectos legendarios, se reduce a pocos datos.

 

Nació el año 1467 en el Sus o en el Algarbe del Magreb. Realizó estudios coránicos desde muy joven y viajó a través del Norte del actual Marruecos en compañía de su padre, hombre de intensa ´Ibada y condición modesta. Durante estos viajes estrechó relaciones con las tribus de los Bani Sufian, Bani Mujtar (de los que tomó esposa) y Bani Hassán, que más tarde apoyarían decididamente la Tariqa Ísawía conformando su grueso. Se instaló en Meknés, donde conoció a su primer maestro sufí, el Shayj Ahmad al Harizi as Sufiani, de la Tariqa Shadilía-Yaçulía. Tras la muerte de este último, completó su formación con otros continuadores de al Yaçuli.

 

Comenzó a impartir sus lecciones en la Aljama de Meknes, pero cuando aumentó considerablemente el número de sus discípulos que no cesaban de llegar atraídos por la fama de su Wilaya, adquirió unas tierras que constituyó en Waqf destinado a servir de cementerio y en su centro hizo edificar la Zawiya que aún existe y le sirve de mausoleo: fue enterrado en ella en 1523.

 

Sidi Ben ´Isa fue un sufi completo “de un ascetismo y una devoción a toda prueba”, como ha dicho de él algún arabista. En él, el amor a Allah estaba estrechamente ligado a una práctica constante de las virtudes y a la solidaridad activa con los demás musulmanes. Estaba dotado de la aptitud de penetrar en los pensamientos de su interlocutor, y también poseía asombrosos poderes de curación, de igual modo los prodigios que se le atribuyen son innumerables.

 

Vivió en un época muy turbulenta –la que sucedió al fin de la Dinastía Meriní, el reinado de los cuatro sultanes Wattasíes, y el principio de la Dinastía Sa´dí-, pero no parece que tomara parte personalmente en las disensiones entre estos jefes locales. Pero su popularidad lo hizo sospechoso para las autoridades de Meknes, y en cierta ocasión tuvo que exiliarse con un grupo de discípulos: condenados a errar por el desierto, obtuvo para sus compañeros la Báraka de ser invulnerable al veneno de los escorpiones y de las serpientes. Finalmente, regresó triunfante a Meknés entre la aclamación del pueblo.

 

La obra literaria del Shaij al Kamil Sidi Ben ´ISA es poco abundante. Se trata de algunos “Awarad” (invocaciones extraídas del Quran), algunos “Ahçab” (recitaciones sufies) entre los que destaca el muy popular  “Hiçb Subhana ad Daim”, algunos poemas o qasidas que los ´Isawa cantan en sus reuniones, y un “Testamento” (“Wasía”) que es la base teórica de la Tariqa.

 

Ben ´Isa tuvo numerosos discípulos en vida, entre los que figura su sucesor inmediato, Abu ar Rawáin, que se destacó con un relieve particular: pertenecía a la clase de sufies llamados “los censurados”, los malamatía –en árabe-, es decir, aquellos que esconden su sabiduría bajo el manto de las extravagancias, Se ganó el sobrenombre de el “Contestatario”, jamás se casó y aún las mujeres evitan aproximarse a su tumba por temor a ser maldecidas; en una ocasión llegó  a vender a un personaje rico o poderoso un terreno sobre el que no poseía ningún derecho. Nadie le rechazaba nada, si alguien se atrevía a hacerlo era atacado por alguna desgracia; si sus deseos eran ejecutados, Allah derramaba su bâraka sobre quién complacía a este Shaij, mientras él repartía entre los necesitados las sumas que conseguía con estas poco ortodoxas tácticas. Abu ar Rawain apoyó decididamente la lucha de los muÿahidín contra los portugueses que comenzaban a ocupar lugares estratégicos en las costas del Magreb. Tras su muerte en 1556, la dirección de la Tariqa volvió a los descendientes de Ben ´Isa que la mantiene hasta hoy por filiación hereditaria.

 

Cuando aún vivía el fundador, varias Zawiyas fueron fundadas fuera de Meknes, una de ellas en Figgig (sureste del actual Marruecos) desde donde la Tariqa se extendió hasta Argelia y Túnez. La Tariqa ´Isawía posee una estructura bastante homogénea, aunque totalmente descentralizada. En realidad, cada Zawiya es completamente independiente, guardando el respecto formal a la Zawiya-madre de Meknés; ésta es la causa de la desmembración de la autoridad y el origen de particularismos muy marcados según las zonas. Sin embargo, una vez al año, durante el Mawlid (fiesta de celebración del nacimiento del profeta (s.a.s.), acuden ´Isawis desde los lugares más remotos para congregarse alrededor de la tumba de Ben ´Isa en Meknés. Durante tres días se multiplican en la ciudad las procesiones, las danzas extáticas y las exhibiciones de poderes conferidos por la bâraka, que han fascinado y, a veces, han desagradado, a los observadores.

 

En lo que concierne a las enseñanzas acerca del Tawhid y los medios fundamentales para el acceso al conocimiento y la Wilaya, la Tariqa ´Isawía se inscribe directamente en la línea del sufismo clásico, que toma como base la Shari´a y conduce al aspirante (faqir o murid), gracias a un entrenamiento apropiado que recíbela dirección de su guía (murshid)- entrenamiento que constituye la “vía” (Tariqa) propiamente dicha-, al contacto directo con la Realidad de Allah (Haqíqa). Sidi Ben ´Isa, como sus predecesores, exhorta a sus discípulos a que se desapeguen de los deseos mundanos, de las pasiones y las pretensiones individuales para realizar el estado de dependencia total o “pobreza” ante Allah: el Faqr. De ahí la enorme importancia del Adab, la conducta que rige las relaciones entre los discípulos y el maestro, y de todos frente a Allah. El Shaij al Kamil ponía el acento especialmente sobre el amor (mahabba), en el que veía “el grado más completo de la perfección”, precisando que “hay cuatro clases de amor”: el amor por la inteligencia, el amor por el corazón, el amor por la intimidad y el amor misterioso... El amor por la inteligencia es el amor perpetuo por Allah, que da nacimiento al deseo de confundirse con el Objeto Amado, de gritarle... El amor por el corazón, al que le llama pasión, es la languidez propia de los amantes, las quejas, las lamentaciones, el olvido del mundo, el anhelo de Allah... El amor por la intimidad es traducido por la confusión, el asombro, la perplejidad, la sed, la locura. La pérdida de conciencia en Allah y la pobreza... El amor secreto consiste en encerrarse en Allah, en abismarse en su Alabanza, dejar de existir en la Existencia de Allah, siendo enteramente absorbido en la grandeza del Señor de los Mundos”.

 

El medio esencial para aproximarse a Allah es el recuerdo (Dzikr). Esta invocación reviste diversas formas: la recitación individual o colectiva de los Awrad propios de la Tariqa; la salmodia rítmica de los Ahçab, en particular el “Subhana as Dáim” y el Salat ´ala an Nabi; la repetición interiorizada de la Shahada, de los nombres de Allah y, finalmente, el Nombre singular de Allah; por último, la danza extática o Hadra a la que los ´Isawa llaman “Hayra”, perplejidad, o “Iydab, arrebato. Esta danza va acompañada por diversos instrumentos: tambores, panderos. Flautas o clarinetes, y cantos. Comprende una parte introductoria bastante lenta, durante la cual los danzantes, alineados y cogidos por la mano, ejecutan flexiones verticales y movimientos laterales; y una parte más rápida, compuesta de movimientos complejos, despojándose de sus chilabas y formando un círculo alrededor de su muqaddam. Las danzas acaban frecuentemente con ejercicios de faqirismo: aparentemente anestesiados, los fuqará caminan sobre carbones incandescentes, se hieren con sables o beben agua hirviendo.

Las prácticas de la Tariqa cuentan con otros aspectos insólitos, que no han dejado de suscitar la indignación de los 'Úlamá, dando lugar a vivas críticas: las curaciones por la recitación de fórmulas, la imposición de manos o por la puesta en contacto del con serpientes; la asociación con las serpientes, consideradas como una especie amiga, con la que el Shayj  al Kamil habría sellado un pacto, lo que ha permitido la existencia de una categoría especial de afiliados, los Hnashía o encantadores de serpientes; las prácticas de conjuración y exorcismo, indagando en el mundo de los ÿinns ; las representaciones animales o “carnavales” ´isawis: los fuqará encarnan especies animales cuyo comportamiento imitan de modo muy realista, alcanzando cotas de gran violencia, que en la actualidad va siendo atenuada: expresa esta costumbre el dominio del Shayj sobre las criaturas, pues la Tariqa Ísawía se constituye a modo de fraternidad entre hombres, animales y ÿinns.

 

Las severas críticas de las que han sido objeto los ´Isawa debemos entenderlas en su marco islámico. Aunque si bien sus prácticas parecen contrarias a la sensibilidad general del Islam, tal como generalmente lo concebimos, son una expresión legítima de espiritualidad musulmana que debemos respetar: el Islam es un camimno ancho por el que todos transcurren y no debemos circunscribirlo tan sólo a nuestro entendimiento. Debemos recordar que un gran maestro como sin duda lo fue el Shayj al ´Alawi comenzó siendo ´Isawi antes de inclinarse hacia la Tariqa Darqawía: reconociendo la autenticidad de la enseñanza Ísawi y la calidad de sus maestros, lamentaba la importancia dada por sus afiliados a la búsqueda de los prodigios y a las prácticas de faqirismo. Las acusaciones de los arabistas que ven por todas partes reminiscencias pre-islámicas (totemismo, chamanismo, animismo....) no tienen ningún sentido, pues indiscutiblemente los ´Isawa son gentes del Tawhid y de nuestra Qibla. Sus acusaciones, que lamentablemente comienzan a recoger algunos Úlamá, exponentes de la occidentalización progresiva del pensamiento musulmán, son otra de las trampas con las que quieren confundirnos y hacernos compartir su sensibilidad y modo de entender el sentido de la trascendencia.

 

TEXTO QUE RECOGE ALGUNAS RECOMENDACIONES

DEL SHAYJ AL KAMIL

(extraído de la “Wasía” de Sidi ibn ´Isa)

 

“Es de sentido común que el faqir imite al Shayj que conoce las ciencias del Interior y del Exterior, y cese de hacer el mal, se esfuerce en la medida de lo posible en obrar el bien, que observe estrictamente la Sunna de Sidna Mamad (s.a.s.), sirva a los awliyá y combata a sus adversarios, que persevere en la enunciación del Nombre de Allah y el Salat ´ala an Nabi. El aspirante no debe odiar a ningún musulmán ni dejar de practicar el Salat en sus momentos obligatorios, ni debe desacreditarse vanagloriándose. No debe ser arrogante ni mostrarse tiránico ni suficiente en sus actos y sus palabras. Hablará con sabiduría, guardará silencio para meditar y juzgará sanamente. Su alegría será por Allah, los awliyá y los profetas.

 

No será calumniador ni pérfido: despreciará las riquezas, buscará relacionarse con gentes honestas y se alejará de los malvados. Deberá amar a los pobres y a los fuqará y adquirirá las ciencias que le aproximen a Allah. Le conviene aprender la Ciencia de Allah. La ciencia del Tawhid; y también la ciencia del Halal y del Haram, la ciencia de la Vía, la de los secretos de la Hadra y del Adab; y también la ciencia de la contemplación, la de la visión, la de la audición y la de la inspiración: No hay fuerza ni poder mas que en Allah.

 

Has de saber que hay siete cosas de las que merece la pena apartarse: la envidia, el odio, el orgullo, la hipocresía, la vanagloria, el amor a las alabanzas y el deseo de poder. No hay mayor estúpido que aquél al que el conocimiento lo hace vanidoso, empeore su carácter o le lleve a tener malos pensamientos hacia los musulmanes.

 

Allah me ha dicho: “Aclara tu luz con la mía, tu ciencia con la mía”. Yo le pregunté: “¿Qué es mi ciencia al lado de la tuya?”. Él me respondió: “Tu ciencia es tu grado de comprensión; la mía es el socorro con el que acudo a mis criaturas”. – Y yo he dicho a los sabios: Sólo seréis felices si sois sinceros, pues todos los méritos son inútiles sin sentimientos puros.

 

          El perro tiene diez cualidades que el faqir debe esforzarse por adquirir: duerme poco por la noche (es el signo de los que aman profundamente); no se queja del calor ni del frío (es el signo de los pacientes); no deja herencia (es el signo de los ascetas); no guarda cosas ni provisiones (es el signo de los que conocen la Ciencia de la Certeza); no tiene abrigo en ningún refugio fijo (es el signo de los que caminan buscando a Allah); duerme en cualquier lugar (es el signo de los que reconocen al Destino); no reniegan jamás de su dueño, aunque sea golpeado o reducido al hambre (es el signo de los que intiman con Allah); no rechaza lo que se le ofrece (es el signo de los que hacen méritos ante Allah).”