Himno de Andalucía 

Himno morisco

 

                  Aunque para la mayoría de los andaluces nuestro himno no tiene más vida que la del actual estatuto de seudo-autonomía, su historia se remonta, de manera más inmediata, a su aprobación como <<Himno Nacional de Andalucía>> por los Centros Andaluces en la Asamblea de Córdoba de 1919, que a su vez lo tomaron de la propuesta de Blas Infante presentada en la Asamblea de Ronda de 1918. Letra del mismo Blas Infante y música del Maestro Castillo –director de la Banda Municipal de Sevilla en la época- fue inspirado por un canto innumerables veces oído por don Blas: el Santo Dios. ¿Qué sucede entonces? Que debemos pues retrotraernos en la historia de nuestro himno a siglos atrás, y así, lo que perecería significar una base ultra católica del nacionalismo andaluz, como sucede en otros muchos nacionalismos europeos –Euskadi, Bretaña francesa, Irlanda-, es absolutamente lo contrario. Veamos.

 

                  El Santo Dios es un himno religioso que cantaban los jornaleros andaluces a la salida y puesta del sol y cuyo estribillo es:

 

                   <<Santo Dios,

                       Santo Fuerte,

                       Santo Inmortal,

                       Líbranos, Señor,

                       De todo mal>>

 

                   Una letra que perfectamente podría haber venido a sustituir (mal-) intencionadamente el Allahu akbar, o al lema nacional andalusí de Wa la galib illa allah, en los años de represión religiosa y étnica en la que suponemos que esta letra fue impuesta. Tras la conquista europea de Andalucía a sangre, sal y fuego, los andaluces fueron poco a poco relegados, en su mayoría, a la larga lista de trabajos duros de la época, y entre ellos y de manera importante, a la agricultura, a convertirse en la futura clase de jornaleros (<<pueblo jornalero, por excelencia morisco o andaluz>>, Blas Infante). Por lo tanto, el campo era un importante terreno para evangelizar hasta bien entrado ya el siglo XVIII, usando y cristianizando para ello las costumbres autóctonas ya existentes, por un lado, y los mismos moriscos por otro, siendo condenados a encubrir sus ritos y tradiciones con una tupida manta de un catolicismo que entre ellos era inexistente y extraño.

 

                   Vayamos al grano. Este himno religioso, que debía ser cantado tres veces a la salida del sol y tres veces a su puesta, simbolizando la Santísima Trinidad, y precisamente a la hora de dos de los salats más importantes en el Islam, es bastante sospechoso según algunas fuentes de haber sido impuesto a los moriscos jornaleros para que abandonaran la unidad de Allah, el Tawhid, y para sustituir los intermedios religiosos de los jornaleros moriscos con la cosmovisión de los conquistadores. Al mismo tiempo, según d. Enrique Iniesta, tiene visos de ser un antiguo himno al sol, lo que también nos recuerda la importancia del astro rey y del Este en los preceptos islámicos. Nos podríamos atrever a pensar que nuestro himno tiene una base y un estrato, quizás no abiertamente islámico, pero sí morisco.

 

                   Por tanto, y sin buscar caer en el tópico, podemos decir que una vez más conquistamos a nuestros conquistadores; que una vez más tenemos otra prueba de cómo nuestro pueblo se agarró a sus tradiciones tras la conquista castellana, de cómo pervivieron rasgos culturales que, aunque debieron recubrirse con disfraces foráneos, guardaban y guardan el sabor y el recuerdo de tiempos pasados que, si bien no mejores, al menos sí propios. Aunque, evidentemente, carecemos de memoria histórica para verlo.

   

                   <<Un día llegará, llegará una noche en que los andaluces que lean su historia de adalid, canten sabedores de que los jornaleros (esos ignotos abuelos del pasado) lo que cantaban bajo el Sol de la tierra era el Himno de la Patria>> (Enrique Iniesta)                                                                                                           

                                                                                                                   ‘Isa Bergara