LA REALIDAD ACTUAL 

DEL DISCURSO ISLÁMICO

 

El discurso islámico actual no puede dejar de estar influido por el contexto político, cultural e intelectual del mundo islámico y por la coyuntura económica y social de las sociedades musulmanas. La situación general del mundo islámico se refleja sobre la dinámica intelectual, científica, cultural y mediática de la que forma parte el  nuevo discurso islámico.

 

Puesto que expresa la situación islámica en su conjunto, el discurso islámico varía de un medio a otro y de una sociedad a otra en términos de fuerza y debilidad, de moderación y extremismo, de potencia e incapacidad, de perfección e insuficiencia, tanto a nivel interno como externo. Tres fenómenos permiten diagnosticar este estado de hecho:

 

1- La debilidad general, característica de varios tipos de discursos islámicos actuales. Al nivel de contenido, se observa que el saber está en proceso de perder terreno en beneficio de la ignorancia religiosa, lo cual ocasiona una precariedad en el contenido y una comprensión defectuosa de las cuestiones que deben ser tratadas desde un punto de vista islámico y presentadas a la opinión pública islámica e internacional.

 

2- La improvisación y la inexperiencia, resultado de una falta de planificación y la ausencia de una aproximación científica a los temas que necesitan del examen de especialistas. El acantonamiento en las capacidades individuales y en las iniciativas privadas en la mayor parte de las ocasiones y la ausencia de cooperación, de complementariedad, de coordinación y de aprovechamiento de los esfuerzos. Ausencia de una acción colectiva y concertada para afrontar los cambios que necesitan una reacción común.

 

3- La limitación de las perspectivas, la reducción del campo de visión, la preocupación por el solo instante presente, olvidando el futuro, la acción sobre el medio y el plazo largo, lo que se traduce en la aparición de varios tipos de discursos islámicos en el cuadro de la reacción a los cambios. En cuanto a la toma de iniciativas, se hace en raras ocasiones.

 

4- El impacto de las diferencias doctrinales, intelectuales y culturales y de las luchas políticas a niveles local, regional e internacional sobre el discurso islámico en su globalidad, lo que lo convierte en un discurso fragmentado, contradictorio, que desarrolla varias visiones y está falto de armonía y cohesión.

 

El discurso islámico se ve influido por esos fenómenos negativos y por la situación de subdesarrollo que afecta al mundo islámico, hasta el punto de hacerle perder credibilidad, eficacia e influencia. Por consiguiente, ese discurso se hace negativo y queda reducido a palabras dichas al aire.

 

El discurso islámico moderno no refleja en absoluto la imagen luminosa del Islam, salvo en casos limitados y gracias a esfuerzos más o menos sostenidos.

 

Además de los aspectos negativos a los que hemos pasado revista, la insuficiencia del discurso islámico tiene por origen los desafíos a los que hace cara la Umma islámica. Esos desafíos son de una doble naturaleza: desafíos internos y desafíos externos. El primer tipo de desafío es de tal gravedad que causa un estado de desgarro, de desunión, de pobreza y de subdesarrollo y no favorece la solidaridad islámica y se traduce en el disfuncionamiento político, económico, administrativo, cultural, artístico y mediático y parasitan los esfuerzos de desarrollo. Todos esos desafíos tienen un impacto profundo en el nivel y la función del discurso islámico y sobre su misión en la sociedad musulmana y en el medio regional e internacional. En la hora actual, es este estado de cosas el que predomina en el discurso islámico a niveles interno y externo.

 

En el plano interno, hay discursos islámicos que dividen en lugar de reunir y siembran la discordia en lugar de establecer la confianza, la serenidad y el respeto mutuo y reforzar los lazos entre hermanos. Este tipo de discursos tiene el efecto de debilitar a la Umma, desintegrar los esfuerzos y herirla en sus derechos de una manera o de otra.

 

En el plano externo, el discurso islámico sigue siendo débil y desgarrado entre múltiples pertenencias. Viciado por disonancias de todo tipo, no hace sino consagrar la imagen deformada que hay sobre el Islam y los musulmanes proporcionando un pretexto a los enemigos del mundo islámico para conspirar contra la Umma, atacar sus derechos e intentar imponer un nuevo colonialismo a los países islámicos.

 

El discurso islámico a falta de fundamentos científicos, profesionales y técnicos, se hace aburrido por no decir inútil e incluso peligroso. Su efecto es, en este caso, inverso desde el momento en que es un discurso que no reposa sobre la sabiduría, y no invita al diálogo que preconiza el Corán.