EL INTELECTO

 

          El término árabe ‘Aql suele ser traducido por intelecto o inteligencia (también por razón), equivaliendo al griego nous.

 

          1- En las especulaciones neoplatónicas, que se asemejan en muchos puntos a la doctrina griega del Logos, ‘Aql es la primera (algunas veces la segunda) entidad que emana de la divinidad como causa primera, o procede de ella por vía de creación intelectual. Nafs (alma) y Tabî‘a (naturaleza) vienen a continuación de ‘Aql.

          En tanto que primera entidad creada, el ‘Aql es llamado también ‘el representante’ o ‘el mensajero’ de Allah en el mundo. La idea neoplatónica del ‘Aql: primera creación, aparece también en un discutido hadiz: “La primera cosa creada por Allah fue el ‘Aql”.

 

          2- Ya en el Kalâm, según los mutakallimûn (pensadores musulmanes), ‘Aql es una fuente de conocimiento, y, en tanto que tal, es la antítesis del naql o ‘tradición’. Las palabras Fitra y Tabî‘a son también utilizadas en ese sentido. ‘Aql es, así, un medio natural de conocer -independientemente de la autoridad de la revelación- la verdad y el error (corresponde al logos de los estoicos, quienes entendían por este término una ‘luz natural’ -lumen naturale- que les servía de criterio para distinguir el bien del mal). Ese ‘aql, poseído por todos los seres humanos, es también llamado ar-ray al-mushtarak (la opinión común). En relación con esta significación, está el punto de vista calificado por al-Fârâbî e Ibn Sînâ como punto de vista de las masas, según el cual el ‘aql debe conducir a una conducta loable, de modo que un hombre dotado de una natural malvado, por inteligente que sea, no es ‘âqil (no está dotado de ‘aql): aquí, ‘aql significa ‘sabiduría’.

 

          3- Los filósofos del Islam siguieron, en sus estudios del ‘aql, a Aristóteles y a sus comentadores griegos, muy particularmente Alejandro de Afrodisia. Según ellos, ‘aql es esa parte del alma (nafs) por la que ella ‘piensa’ o ‘conoce’, y, en tanto que tal, es la antítesis de la percepción. No obstante, en la mayor parte de los casos, el ‘aql no es considerado del todo como una parte del alma, reducida entonces a las funciones mentales inferiores, sino como una sustancia incorporal e incorruptible, diferente en especie del alma -equívoco que alcanza también a la psicología de Aristóteles. De un modo general, ‘aql está dividido entre el intelecto especulativo y el intelecto práctico; el primero recoge las quididades, o universales, mientras que el último delibera sobre las acciones futuras, y, por la facultad apetitiva, empuja al cuerpo a tender hacia el bien.

 

          El desarrollo del intelecto especulativo en el hombre es el punto más extensa y abundantemente discutido de la doctrina. En un pasaje breve y más bien oscuro (De Anima, III, 5), Aristóteles dijo que el intelecto potencial en el hombre se actualiza por un intelecto eternamente agente (aplicación de la regla de conjunto aristotélica según la cual para la realización de una potencialidad hace falta la intervención de un principio ya agente); este último actúa sobre el intelecto potencial como la luz actúa sobre nuestra facultad visual, o como el arte actúa sobre la materia. La disparidad entre las dos comparaciones hace oscuro el punto de vista de Aristóteles sobre las relaciones entre los intelectos activo y pasivo, pero fue la interpretación de Alejandro la que se convirtió en la base de las discusiones de los musulmanes. Según Alejandro, nuestro intelecto es en origen una potencialidad pura que se realiza por el intelecto activo, el cual es Dios; cuando nuestro intelecto realizado no es ejercido es intellectus in habitu, que se hace, cuando se ejerce, intellectus in actu. La mayor parte de los siguientes comentaristas, especialmente Temisto y el (pseudo) Filopon (Estéfano), rechazaron la asimilación propuesta por Alejandro del intelecto activo con Dios, y lo declararon parte del alma humana -de donde su nombre: wâhib as-suwar (dator formorum de los escolásticos posteriores). Según al-Fârâbî, la primera fase de la realización consiste en abstraer las formas de la materia por la ‘luz’ del intelecto activo; la segunda fase es alcanzada cuando el intelecto así realizado (‘aql bil-fi‘l: intellectus in effectu) reflexiona sobre sí mismo y llega al conocimiento de las categorías, y se convierte en ‘aql mustafâd (intellectus acquisitus o adeptus). Según Ibn Sînâ, el intelecto potencial (‘aql bil-quwwa o ‘aql hayûlânî, intellectus potentialis o materialis) alcanza la primera fase de su realización cuando adquiere las verdades axiomáticas (lo que se llama ‘aql bil-malaka, intellectus in habitu), la segunda fase cuando adquiere los inteligibles primarios o axiomas, y la fase final (‘aql mustafâd, intellectus acquisitus) cuando contempla realmente esos inteligibles y se hace semejante al intelecto activo. Ibn Sînâ, inspirado por el neoplatonismo, afirma que el universal no puede adquirirse por abstracción de los fenómenos particulares, sino por la intuición directa de la inteligencia activa. La fase final del cumplimiento humano es una con el intelecto activo, lo cual no tiene lugar, según al-Fârâbî e Ibn Sînâ, más que después de la muerte, si bien Ibn Rushd admite una tal unión durante la vida.

 

          Una de las principales dificultades de toda esta doctrina greco-musulmana es la individualidad del intelecto que se afirma como incorporal y de ahí, según su principio general de individualización por la materia, universal. Si bien su individualidad es reconocida, viendo que el sujeto del pensamiento es el ‘Yo’ individual, el principio de base de su teoría del conocimiento, es decir el de la identidad del sujeto y del objeto (principio propuesto por Aristóteles para asegurar la objetividad del conocimiento, pero rechazado por Ibn Sînâ) impedía la formulación del ego individual. Esta dificultad alcanzó su punto culminante con Ibn Rushd, quien consideró que el intelecto era para toda la humanidad, reconociendo que su teoría no hacía justicia a la individualidad del acto del pensamiento.

 

          Los filósofos musulmanes admitieron una jerarquía  de inteligencias separadas (‘uqûl mufâriqa), en la que cada inteligencia inferior emanaba de la que le era superior. Esos seres incorporales, generalmente en  número de diez, y dotados de vida, pensamiento intuitivo y facultad de cumplimiento en diversos grados, crean y gobiernan sus esferas respectivas, que son consideradas como dotadas de almas. Como los pensadores greco-cristianos, los musulmanes identificaron las inteligencias separadas con ciertos ángeles, el último de los cuales, el intelecto activo, llamado Gabril, es el ‘aql que gobierna la esfera sublunar.