AL-ÁNDALUS,
ANDALUCÍA
La resonancia de la
palabra al-Ándalus tienen poderosos ecos en el mundo islámico. Los españoles
gozan de una especial acogida entre los musulmanes gracias muchas veces a que se
les identifica con al-Ándalus, ¡olvidando que España se creó contra al-Ándalus!
Recuerdo el caso de un reportero que, desde el norte de Afganistán, en el
remoto centro de Asia, comentaba el favor de una calurosa hospitalidad en razón
de su condición de andalusí, para después mofarse de los afganos. La
inocencia de los musulmanes se veía así recompensada por la ironía de un
‘español’, educado seguramente en el odio o el desprecio a lo moro.
La conquista
cristiana destruyó al-Ándalus, arrasó un mundo mucho más amable que el de
los pequeños y bárbaros reinos del norte de la península ibérica, y sobre
sus cenizas se erigió el primer Estado moderno, siguiendo una estrategia
genocida y de anulación de la memoria, de uniformización y desintegración. El
resultado fue España, a la que sólo ha servido de articulación el espíritu
de lucha contra el Islam o sus rescoldos, y cuando ese objetivo se pierde de
vista, como ha sucedido en los últimos siglos, la ‘unidad patria’ se
resquebraja y pierde sentido. El espíritu de ‘reconquista’ ha sido el mito
que ha dado cohesión a la artificialidad del primer Estado.
Andalucía fue el último
reducto de al-Ándalus, su corazón a lo largo de ocho siglos. Es donde el Islam
fue vivido con una intensidad más prolongada, y donde, soterradamente, pervive,
de modo que la identidad andaluza debe gran parte de su originalidad a ese
componente esencial, aunque desvaído por siglos de represión y negación. Eso
es lo que da también sus caracteres propios al Islam que renace en esta tierra.
El andaluz, por lo general, no ‘se convierte’ al Islam, sino que lo
recupera: ésta es una conciencia muy extendida entre los nuevos musulmanes
andaluces. El andaluz se hace andalusí, se vuelve a sentir a sus anchas en el
Islam, a pesar de los problemas y conflictos de la movida historia de las
distintas comunidades que hoy se reparten por la geografía andaluza.
Sin que sea el
resultado de ningún proyecto, los andaluces que retoman el Islam comienzan a
recrear al-Ándalus. Inevitablemente, al-Ándalus se convierte en referencia
para los nuevos musulmanes en esta tierra. Hay un modelo, aunque sea muchas
veces una simple idealización, pero ahí está su fuerza. A pesar de las
contradicciones, la existencia de ese modelo confiere una audacia al Islam
andaluz que no existe en otras comunidades islámicas en Occidente, lo que hace
de él un fenómeno único. Ahora bien, también esa ventaja se convierte en
muchas ocasiones en una desventaja, cuando se convierte en tema de disputas o
interpretaciones. Al-Ándalus es una posibilidad para el Islam y para Andalucía,
y en los amplios márgenes de lo que esto significa tenemos que aprender a
movernos.
Andalucía necesita
el Islam. Lo necesita para comprenderse, para recordarse. Muchos de los que se
sienten europeístas en estos tiempos sólo lo hacen por despecho hacia de su
presentida condición de moros. El Islam sigue estando demasiado presente,
aunque sea en negativo.
Si algo impide a los
andaluces reconocerse ahora en el Islam es la pésima presentación que se hace
de éste. Reducido a los estrechos límites de una ‘religión’, ofrecido
como simple posible elección personal, pierde toda su fuerza, toda su
contundencia y toda su verdad. Con ello, el Islam aparece como una
‘frivolidad’ más en el amplio mercado de banalidades de este mundo. Pero el
Islam es infinitamente mucho más: no es una elección personal, sino la raíz
del ser humano, y del andaluz en especial. Saber comunicar esto es la clave para
la recuperación de algo más que una ‘religión’...