¿En 1492 perdimos todos?

 

        La pregunta del encabezado solo quiere incitar a la reflexión, sobre hechos y actitudes que aunque parezcan muy alejados en el tiempo, no han dejado de repetirse con el transcurrir de los años.

 

        La historia lo dice, en 1492 cae el último bastión del Islam en Al-Andalus, y a partir de entonces los hombres y mujeres de bien, musulmanes o no, han de afrontar momentos terribles para su  propia supervivencia como pueblo y cultura.

 

        No fueron todos y por igual, los que tuvieron que sufrir la imposición del yugo de la opresión y la intransigencia. Un grupo muy característico de personas, siempre supo sacar beneficio de la cambiante situación; me refiero a los hipócritas (los munafiqin), aquellos que precisamente y por su modo de ser, más responsabilidades se habían arrogado, aquellos, que más presumían de representar y defender los intereses de los musulmanes y del Islam en general. Son ellos y ellas, los que no dudaron en sacrificar a los suyos a cambio de los parabienes del señor del momento; ya que sólo les interesaba conservar su estatus y recibir a cambio las prometidas migajas, como precio a la traición. Si, fueron estos hipócritas usurpadores los que se aprovecharon de la nobleza y la generosidad de los que depositaron en ellos su confianza. Son, los que nunca perdieron ni perderán. Los demás, los engañados, si que están legitimados para decir:  "En 1492, perdimos todos". ¡Ellos No!.

 

        Desgraciadamente esta constante no ha cambiado con el paso del tiempo. Prestamos nuestra confianza a personas que a la mínima oportunidad, se dejan seducir por la posesión del poder y las promesas de dinero, traicionando a todos y todo aquello que decían representar y defender. Desgraciadamente, esto sigue ocurriendo hoy en día, y por que a lo que nosotros más nos incumbe, entre los musulmanes de Andalucía.

 

        Nosotros, los traicionados, ¿qué perdemos? Nada realmente valioso. Al-handulillah, nuestras actitudes o acciones no las motivan intereses egoístas. La victoria, la recompensa, el triunfo, la consecución de nuestras metas, sólo pertenecen a Allah (wu la galiba illa Allah), y a nosotros únicamente nos incumbe como musulmanes que aspiramos a ser sinceros, el actuar conforme a lo que Allah y su mensajero (s.a.s.) así han dispuesto. Lo material no tiene valor, y si se pierde, no pasa nada, Allah sabe más, y premiará la nobleza de la intención (nya) del que le fue humilde, leal  y sincero.

 

        Al-hamdulillah, Allah es más grande,  y hará que la verdad siempre resplandezca disolviendo todas las tinieblas. La retribución de Allah testimoniará contra los hipócritas en el Ajira, y todo lo que amasen no pesará a su favor en la balanza.

 

        Lâ ilâha illa Allah wa Muhammadu n-rasûl Allâh

            Allâhu Akbâr