Islamistas, ¿qué islamistas?

 

El Chino, uno de los responsables de los atentados del 11–M,

iba a montar un burdel en Marbella

 

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        La realidad siempre supera la ficción, se suele afirmar en las redacciones de los periódicos cuando llegan noticias que sobrepasan la capacidad de fabulación de cualquier ciudadano medio. En el caso del 11-M la realidad superó los planteamientos más increíbles convirtiéndose en auténtica pesadilla, desde el mismo momento de producirse los atentados. 

 

        Ha sido el periodismo de investigación quien ha ido colocando paso a paso y pieza a pieza, la realidad de unos atentados frente a la versión oficial que nos querían vender desde los órganos de poder y sus medios de comunicación.

 

        Nadie con un mínimo de honestidad ética se puede creer la tesis oficial del atentado islamista perpetrado por una célula local de musulmanes fanatizados, inspirados por la gracia de Alá e imitadores de las acciones terroristas de Al Qaeda.

 

        La sentencia dictada en el primer juicio por los atentados del 11-M lejos de aclarar la organización y ejecución de los mayores atentados de la historia de Europa, ha dejado abierta muchas incógnitas y sin respuesta muchas preguntas relacionadas con estos atentados.

 

        El diario El Mundo, publica en su edición de hoy, miércoles 9 de enero de 2008, un nuevo trabajo de investigación sobre la auténtica personalidad y actividades delictivas de los que nos han querido vender como organizadores y ejecutores de esta masacre.

 

        Según confiesa el agente de los servicios secretos españoles y colaborador A-1 de la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil, Mario Gascón, al periodista de El Mundo, Antonio Rubio, Jamal Ahmidan "El Chino" (muerto en la explosión del piso de Leganés y jefe de la célula integrista islámica que perpetró la masacre del 11-M) era también un confidente de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado y estaba protegido por un alto mando de la Guardia Civil.

 

        Estas excelentes relaciones con la Policía le permitían afrontar la apertura de una Casa de Putas en Marbella bajo la cobertura policial. Según Mario Gascón, "El Chino" le propuso a él encargarse de la Gerencia del negocio del prostíbulo bajo la dirección de Allekema Lamari, otro supuesto radical islámico, también muerto en Leganés y acusado de ser autor material de la masacre, pero que, según Gascón, trabajaría también para algún Cuerpo de la Seguridad del Estado.