LA RELACIÓN ENTRE EL HOMBRE Y ALLAH

Si queremos la esencia de la Shari’a, debemos entender la relación entre el hombre y Allah que el Islam enseña. No hay mas realidad que Allah y Muhammad es su enviado; esta simple declaración constituye el telón de fondo del pensamiento islámico.

Allah es el Creador; solo a Él, por tanto, pertenece el reino y Él es el único Soberano

             En verdad Tu solo Señor es Allah quien ha creado los cielos y la tierra…en verdad a Él pertenece la creación y la soberanía (Al-A’raf 7:54)

 Y,

                        Él ha creado los cielos y la tierra con un propósito. Él envuelve la noche con el día y el día con la noche…Él te creado a partir de un solo ser…Él es pues Allah, vuestro único Señor; Suyo es el reino. No hay otra realidad aparte de Él (Az-Zumar 39:5-6)

 Allah es el Creador. Por tanto, a Él y solo a Él, debe someterse el hombre con todo su ser.

             Allah es único, sólo a Él sométete (Al-Hayy 22:34)

            Él es Allah vuestro único Señor; no hay otra realidad que no sea Él, el Creador de todo. Solo a Él servid (Al-An’am 6:102)

 Allah es el único y verdadero sustentador. Él es quien ha concedido al hombre facultades y capacidades tales como la visión, la audición, el pensamiento, el habla, atributos sin los cuales el hombre no podría vivir, pero que tampoco podría crearlos por sí mismo. Él es quien ha hecho posible los recursos del medio que el hombre puede descubrir, explotar y desarrollar, aunque de nuevo, tampoco podría crearlos.

Seguramente la mayor necesidad del hombre es saber como vivir su vida para desarrollar satisfactoriamente el propósito de su creación.; cómo relacionarse con su Creador, consigo mismo, con el resto de seres humanos y con todo cuanto le rodea. Por tanto, solo a Él debe volverse en busca de guía, pues aparte de Él no existe nadie que pueda de forma segura proporcionar respuesta a las eternas preguntas del ser humano o que pueda guiarle de forma certera. Todo lo demás no es mas que especulación y conjetura. Entonces ¿por qué no habría de proporcionar una guía segura al hombre en los aspectos morales y espirituales Aquel que ha proporcionado el sustento de cosas más triviales y materiales?

Dice el Corán

             Dí: ¿alguno de aquellos que asociáis con Allah puede llevaros hasta la Verdad? Dí: solo Allah guía hasta la Verdad. Entonces, ¿quién merece ser seguido Aquel que guía hacia la Verdad o aquel que necesita ser guiado?, ¿Qué os pasa pues? ¿Cómo juzgáis? Y la mayoría de ellos no siguen sino especulaciones y la especulación nunca puede ocupar el lugar de la verdad (Yunus 10:35-6)

 Y también dice:

             O ellos dicen tener asociadotes que han hecho lícito lo que Allah no ha permitido (As-Shura 42:21)

Allah envió a Sus profetas en todo tiempo y para todas las naciones para solventar la mayor de las necesidades humanas, la guía hacia el conocimiento espiritual. Entre los profetas encontramos a Adam, Noe, Abraham, Moisés y Jesús. Muhammad fue el último de ellos y en nada diferente de los anteriores.

La relación del hombre con Allah viene expresada por el término Islam, sumisión a Él siguiendo Su voluntad y guía tal y como fue ejemplificada por Sus profetas. Pero esta sumisión ha de ser total y abarcadora. El musulmán somete su entera personalidad a su Creador como único Seño y Soberano. Ninguna parte  su vida puede quedar excluida de la necesidad de la guía de Allah o del mandato de Su soberanía. Allah y su Señorío son algo indivisible, y de igual manera la vida del ser humano y su sometimiento a Allah. Sería una experiencia imperfecta e incompleta si solo tuviéramos la experiencia de Allah bien en el dominio solamente de lo espiritual o bien solamente en el dominio de las necesidades materiales. Al hombre le ha sido dada la elección de apartarse voluntariamente de la guía de Allah, pero una vez que Le ha aceptado, debe seguir Su guía. El hombre no es libre para seguir una parte de la guía e ignorar otra, ni buscar orientaciones en otras fuentes diferentes a Allah. Negar una parte es negar el todo.

             ¿Acaso aceptáis una parte del Libro y negáis otra?, No hay pues recompensa alguna para aquellos de vosotros que así actúen, salvo la ignominia en la vida presente, y el más severo de los sufrimientos en Día de la Resurrección (Al-Baqara 2:85)

            ¿Acaso buscan otro camino que no sea el de Allah?, pues a Él se le somete todo cuanto hay en los cielos y la tierra ya sea de forma voluntaria o involuntaria (Al-‘Imran 3:83)

            Y a todo aquel que busque otro camino que no sea el Islam no le será aceptado (Al-‘Imran 3:85)

 En su sentido más amplio Shari’a es por lo tanto sinónimo y puede utilizarse de forma intercambiable con el término Din, que tan solo puede traducirse de forma inadecuada como “religión”. Din significa literalmente “estilo de vida”, “sumisión”, “seguimiento” o “camino”. Aunque el término Shari’a en sus formas derivadas puede encontrase en cinco lugares del Corán, su uso extensivo solo apareció mucho más tarde, pues los términos Islam y Din eran empleados más frecuentemente para expresar el mismo significado en los primeros tiempos del Islam.

La Shari’a incluye por tanto, un aspecto interior espiritual y su práctica exterior. Abarca tanto aspectos individuales del hombre en su relación con Allah como normas y leyes sociales, políticas, económicas, familiares, penales o civiles. En un sentido más restrictivo también puede significar lo que puede o no puede hacerse. En los últimos tiempos su sentido ha quedado relegado al de leyes islámicas.

Por lo tanto la Shari’a no es otra cosa que el estilo de vida ordenado por Allah para la vida del hombre. Si el hombre quiere poner en práctica la Voluntad de Allah debe seguir la Shari’a. Vivir el Islam es vivir acorde a la Shari’a. Dejar la Shari’a o parte de la misma de forma consciente y deliberada, es renegar del Islam., de aquí la insistencia, persistencia, compromiso y pasión por la misma del musulmán.

El total sometimiento a Allah de acuerdo a la Shari’a dada por Él de ninguna manera disminuye la dignidad humana, su libertad o su responsabilidad. El acto de total sumisión es el mayor acto de libertad humana, pues significa la ruptura total con las cadenas y yugos del sometimiento a otros hombres, ideas, a la naturaleza, a todo ídolo hecho por la mano del hombre o toda institución. Antes de afirmar el principio de la unicidad y unidad de Allah el ser humano debe haber acabado previamente con los falsos dioses. Lo que es más importante, el total sometimiento a Allah eleva al ser humano a la categoría califa, el lugar supremo de la creación. La responsabilidad de seguir la Shari’a de acuerdo al Corán (Al-Ahzab 33:72) es la realización y cumplimiento de la amana, la confianza que incluso los cielos, la tierra y la montañas rechazaron.

Las fuentes de la Shari’a son cuatro:

  1. El Corán

  2. La Sunna del Profeta Muhammad (s.a.s.)

  3. El Iyma’ (consenso)

  4. El Iytihad (esfuerzo)

 

El Corán

La principal fuente de la Shari’a no puede ser otra que la de la palabra de Allah revelada al Profeta Muhammad (s.a.s.). Estas palabras fueron compiladas en el Corán acerca de lo cual nadie lo pone en duda, el Corán nos ha llegado palabra por palabra tal y como fue transmitido por el Profeta (s.a.s.)

Tanto el significado como la las palabras son de Allah, tal y como queda claro en diferentes lugares y maneras. El término “descender” aparece de forma abundante de forma preferente a cualquier otro término para designar el proceso de revelación. La primera revelación fue “Lee”. El mismo Profeta (s.a.s.) siempre diferenciaba de forma clara cuando utilizaba sus propias palabras y cuando estaba utilizando las palabras que recibía en la revelación.

El principal énfasis del Corán es sin lugar a dudas el aspecto moral y espiritual de hombre y de los pueblos, no obstante, delinea igualmente de forma clara y concisa normas y reglas esenciales para la formación de la comunidad islámica. Pues ambas cosas van unidas indisolublemente. La realidad de la Shari’a no puede ser puesta en práctica de forma completa sin la presencia de gobernantes de una cualificación moral elevada.

El argumento de que como el principal objetivo del Corán es el aspecto espiritual y ético su aspecto legislativo no puede tener un valor eterno, podría ser así si el mismo Corán lo ratificara, sin embargo el propio Corán no valida este razonamiento en ninguna de sus partes. No hay absolutamente ningún argumento coránico del que se deduzca que hacer el Salat es un imperativo eterno mientras que “cortar la mano al ladrón” o la permisividad de la poligamia es válido para ciertas épocas y bajo determinadas circunstancias:

            ¿Tenéis acaso un Libro en el que leéis, que ciertamente tendréis en él cuanto queráis? (al-Qalam 68:37)

           

La Sunna

 El Profeta (s.a.s.) mismo no fue un simple mensajero que repitió el Libro de Allah y luego desapareció, sino que asistido y guiado por Allah además lanzó todo un movimiento. Cambió a los hombres y la sociedad, fundó una comunidad, estableció una nación y empleó todo el tiempo de su profecía en guiar y dirigir a sus compañeros. Su ejemplo vivo guiado por Allah en cuanto a lo que dijo, hizo o aprobó es lo que  forma la Sunna la segunda fuente de Shari’a. La autoridad de la Sunna está firmemente enraizada en el Corán y en el consenso  a lo largo del tiempo de la Umma o nación de los musulmanes.

Las declaraciones explícitas del Corán a este respecto son abundantes. Todo profeta fue enviado para ser obedecido (An-NIsaa 4:64). El Profeta Muhammad (s.a.s.) es el último y el modelo perfecto (Al-Ahzab 33:21,40). Obedecerle es obedecer a Allah ((An-Nisaa 4:80). Allah y el Profeta son mencionado a menudo juntos, especialmente donde se hace alusión a la obediencia, pero el imperativo “obedeced” también es utilizado por separado tanto para Allah como para el Profeta (s.a.s.) (An-Nissa 4:59). Seguir y obedecer al Profeta (s.a.s.) es el único camino mediante el cual podemos amar a Allah y ser amados por Él y nuestros errores ser dispensados (Al-‘Imran 3:31-32). Todo asunto donde haya diferencia o disputa ha de ser remitido a Allah y Su Profeta como autoridades últimas (An-Nisaa 4:59). Nadie puede ser un auténtico musulmán a menos que acepte al Profeta (s.a.s.) como árbitro final en todos los asuntos y acepte sus decisiones de forma libre y voluntaria (An-Nisaa 4:65). El Profeta (s.a.s.) posee la autoridad para permitir y prohibir (Al-A’raf 7:157). Finalmente, todo lo que el Profeta (s.a.s.) haga, debe ser tomado y todo lo que prohíba debe ser evitado (Al-Hashr 59:7)

El consenso histórico y la práctica de la Umma data de los tiempos de Abu Bakr, primer califa, quien en su discurso inaugural cuando asumió el mando dijo, “Allah y el ejemplo de Su Profeta ha de ser seguido y obedecido.” Desde entones ha habido un consenso ininterrumpido en la Umma sobre esto y las pocas voces que a veces se han levantado en contra no han tenido eco alguno.

La Sunna está fundamentalmente recogida en los libros de Hadices. Inicialmente la principal preocupación de la gente era que lo que dijera o hiciera el Profeta no se confundiera con el texto del Corán y por ello no se registraron a gran escala los dichos y  hechos del Proeta (s.a.s.). No obstante se hicieron muchas recopilaciones a nivel privado de las cuales existen evidencias auténticas. Cuando aquellos que conocieron al Profeta (s.a.s.) empezaron a morir, la necesidad de recoger por escrito la vida del Profeta (s.a.s.) se hizo imperiosa y se hicieron tremendos esfuerzos para llevarlo a cabo. A mediados del siglo tercero se completaron los primeros manuales sobre el tema aún en uso, Al-Bujari  y Muslim. Al-Bujari recoge 2.762 tradiciones y Muslim 4.000 sin contar las repeticiones.

Fue inevitable la falsificación por algunas facciones políticas y teológicas, la autoridad de la Sunna era tan evidente que la falsificación de la misma era un método para lograr sus objetivos de la gente sin escrúpulos. Esto implica por una parte que la Sunna ya contaba desde los primeros tiempos con una autoridad indudable, ¿sino por qué habrían de fabricarse falsos hadices?; en segundo lugar la existencia histórica de falsificaciones prueba que el problema fue prontamente reconocido y atajado lo antes posible, y por último sostener como hacen algunos de que todos los sabios del Islam formaron un complot para poner en boca del Profeta (s.a.s.) palabras que no dijo es algo insostenible pues hubiera requerido de un esfuerzo y de unos medios de comunicación más sofisticados que los de hoy en día. Resulta difícil creer como un Imam como Shafi’i, dos siglos después de la muerte del Profeta (s.a.s.) cuando ya el Islam se había extendido ampliamente, pudo haber convencido a lo sabios de su época y a la Umma entera contra su voluntad en aceptar la Sunna como fuente de Shari’a.

 

 Iÿma’ (Consenso)

El consenso de la Umma en la comprensión, interpretación y aplicación de las enseñanzas del Corán y la Sunna; forma la tecera fuente básica de la Shari’a.

Cualquier consenso que haya tenido una continuidad histórica desde los días de los cuatros califas y de los Compañeros del Profeta (s.a.s.) se acepta como vinculante. Cualquier otro consenso sirve como un fuerte precedente, pero reemplazable por cualquier otro consenso.   

El Iÿma’ (con los límites impuestos por el Corán y la Sunna) provee a la Umma de un mecanismo legislativo para afrontar determinadas cuestiones y problemas en un mundo siempre cambiante e incluso proponer nuevas interpretaciones de viejos problemas.

 

Iÿtihad (Razonamiento personal)

El ejercicio de la razón y el juicio para determinar la Shari’a recibe el nombre de Iÿtihad. Este apartado contiene a su vez varias categorías como la opinión (ra’i), la analogía (qiyas), la equidad (istihsan) el bien público (istislah), etc. El Iÿtihad es el precursor del Iÿma’ y debe ser ejercitado dentro de la estructura que provee el Corán y la Sunna. Es una llave que asegura el dinamismo de la Shari’a, aunque a menudo es mal interpretado, mal representado o mal empleado.

 

Khurram Murad

 Traducción: www.musulmanesandaluces.org