ALMINARES, CAMPANARIOS Y MANERAS DE VIDA

 

Se trata de enviar a los musulmanes una señal de que deben adaptarse a nuestra manera de vivir y no a la inversa.

 

        Un eurodiputado del vlaams belang belga en referencia al referéndum suizo sobre los minaretes.

 

            ¿Y cómo habría que definir eso de “manera de vivir”? ¿Cuál es esa manera de vivir europea a la que tenemos que adaptarnos? Maneras de vivir hay muchas; Por ejemplo tener perro y sacarlo a pasear todas las mañanas es una manera de vivir. Dejarse el sueldo y el tiempo en las máquinas tragaperras es otra manera de vivir. Irse de movida los sábados por la noche, leer el diario todos los días, hacer deporte, hacer régimen o ser hincha de tu equipo de fútbol son todas actividades que se engloban en la expresión “manera de vivir”. Hay tantas maneras de vivir como seres vivos hay en el mundo. A veces se entremezclan las maneras de vivir y combinamos actividades, ideologías y credos que son contradictorios entre sí y entonces somos tachados como “incoherentes”. Uno puede llevar una manera de vivir pública “intachable” y hacer todo lo contrario en privado. Es tal la variedad de maneras de vivir que conviven (valga la redundancia) en Europa y en el mundo que no sabemos a cuál se referirá el preclaro eurodiputado. Lo que si sospecho es que esta “adaptación de los musulmanes a la manera de vivir europea “pasa obligatoriamente por renunciar al Islam y convertirlo, todo lo más en una cuestión sentimental o una pieza de museo.

             Entre los musulmanes también hay muchas maneras de vivir que se integran a la perfección en el gran modo de vida que es el Islam; Mi amigo Abdelmalek corre todas las mañanas, tiene una ideología política conservadora, riega su jardín con fervor y no se pierde un partido de su equipo. Yo, también musulmán, soy más bien de izquierdas, huyo del fútbol como gato del agua fría y en cuanto al deporte en general, me van más bien las disciplinas orientales como el yoga o el tai Chi antes que sudar la gota gorda en un gimnasio o corriendo todos los días. Sin embargo ambos, como musulmanes en Europa (que no europeos, al parecer) tenemos que integrarnos en una especie de entelequia, en un “comme il faut” impreciso que intuyo tiene que ver, como ya hemos dicho antes, con renunciar al Islam y con llevar pantalón cortito estilo bávaro o adoptar el “look” del perro de Flandes. Vete a saber. Pero mientras nos perfilan el programa de integración en Europa. Ahí viene, desde Suiza con amor, la primera lección:

             Los muy demócratas ciudadanos suizos han optado por mayoría, por prohibir la construcción de alminares en las mezquitas de nueva planta; ¡Qué atrasados! Podrían aprender de España en la que ciudadanos tan demócratas como ellos lo que quieren es prohibir la construcción de mezquitas enteras, conminándonos a que vayamos a rezar a “nuestra tierra” (¡Ah! ¡Qué año aquel de 1.609 cuando expulsaron a los de nuestra ralea!). En el mejor de los casos conformémonos con sórdidos garajes y naves comerciales y gracias. Una mezquita en condiciones ocasiona problemas de aparcamiento, ruidos, molestias y bueno, ya lo saben….¡A saber lo que cuecen estos moros ahí dentro!

             Los cristianos andaluces (en esto muy diferentes de sus hermanos europeos) tienen un modo de vivir y celebrar su fe muy ruidoso y en ocasiones molesto para los que no profesan su credo. En mi calle hay una iglesia y un convento. Lo días festivos es muy frecuente oír a los fieles rezar el rosario de la aurora en la vía pública y cómo el nombre indica, al alba. A uno no le quedan más que dos opciones: O arrebujarse en las mantas mientras pasa la oleada de fervor o irse al salón, encender la tele y ver al jazeera hasta que pase (la oleada de fervor). Eso por no hablar de la semana santa, con sus calles cortadas, y su ambiente tétrico. La iglesia de mi calle tiene dos hermosos campanarios cuyas campanas doblan mientras estoy entregado a las más variadas facetas de mi manera de vivir. A veces su tañido me parece poético e inspirador, otras me molesta y algunas me resulta indiferente al haberme ya acostumbrado a él. En cuanto a las buenas hermanas del convento acompañan con sus maitines nuestros despertares. Por si fuera poco el hogar del pensionista sito en la misma calle organiza sus verbenas y todos los jueves por la tarde disfrutamos, nos guste o no, de los ensayos de canto de su coral flamenca. No importa; Son maneras de vivir que conviven día a día con la nuestra.

             Noche a noche también convivimos con otras maneras de vivir más bullangueras. Algunas como el carnaval son de interés nacional y si queremos dormir tendremos que emigrar a casa de mis padres que viven en la parte nueva de la ciudad a la que no llega la bulla. El resto del año, los fines de semana, la manera de vivir de esta juventud andaluza y sus ganas locas de divertirse se materializan en gritos pelados, riñas callejeras y bidones de basura estrellados con saña contra el suelo. Todo ello a horas tan recomendables como las cuatro y las cinco de la madrugada. No pasa nada, aguantar todo esto con estoicismo es mi contribución a la paz social; Son mis paisanos y no voy a censurarles porque tengan un modo de vida diferente al mío. Eso sí, no se me ocurra exigir reciprocidad, que en lo que a moros (y renegados) se refiere es mejor “sostenella que enmendalla”. ¡Pardiez!. Aquí no se prohibieron nunca los alminares; Se derribaron y se los sustituyó por campanarios y cuando no hubo dinero para ello se desmocharon y se tocaron con horribles postizos más acordes con la nueva situación. Así se nos envió un mensaje claro y contundente de adaptarnos a “su” (de los conquistadores castellanos) manera de vivir y si no, se nos envió a  la hoguera, a destierro o a galeras. ¿Será esta la manera de vivir o de morir a la que estos  descendientes de Torquemada que vociferan enardecidos desde Copenhague hasta Sevilla su oposición a que contemos con lugares de culto tan dignos como los suyos, quieren que nos adaptemos?.

             En fin. Ciudadanos suizos que vayan a hacer turismo a Egipto; Fíjense en las muy rutilantes iglesias católicas de El Cairo y díganme si son un peligro para la identidad nacional egipcia.

 

Allah es El que sabe.

 Ahmad Jalil Moreno