JUTBAS
Primera
Parte
Todo
musulmán tiene derecho a que le saludes y a que respondas a su saludo. Todo
musulmán tiene derecho a que aceptes
su invitación. Todo musulmán tiene derecho, cuando estornude, a que le desees
la Rahma de Allah. Todo musulmán tiene derecho a que le visites si
enferma. Todo musulmán tiene derecho a que asistas a su entierro. Todo musulmán
tiene derecho a que, si jura, le ayudes a cumplir su juramento. Todo musulmán
tiene derecho a tu consejo si te lo pide. Todo musulmán tiene derecho a estar
protegido por ti cuando esté ausente, es decir, que lo guardes de tus calumnias
y de las de los demás. Todo musulmán tiene derecho a que quieras para él lo
que quieres para ti y detestes para él lo que detestas para ti. He aquí un
resumen de lo que se dice en muchos hadices de Rasûlullâh (s.a.s.), y en los
que emplea la palabra Haqq, Derecho, que también significa Verdad. Y
esto implica, que si faltas a esos derechos te hundes en la hipocresía: tu
Islam no es auténtico.
No dañes a ningún
musulmán, ni de palabra ni con actos. Se humilde ante los musulmanes: no te
vanaglories ante ellos, ni te muestres altanero, ni orgulloso, ni desatento, ni
desapegado. No seas un correveidile entre ellos. Si alguna vez te encolerizas
con un musulmán, no le niegues tu trato por más de tres días, dando así
tiempo a que se enfríe tu ira para volver después a una relación normal. Rasûlullâh
(s.a.s.) dijo: “No es lícito para un musulmán abandonar el trato con otro
musulmán por más de tres días”. Una vez hayan pasado los tres días que se
dan para desfogar tu irritación, toma la iniciativa y ve a saludarlo: si te
devuelve el saludo compartirá tu recompensa ante Allah,
y si no te responde quedará él solo en la Ira de Allah.
Haz el bien a todo
musulmán que puedas. No accedas a la intimidad de ningún musulmán sin haber
pedido permiso, y si a la tercera vez no te responde, aléjate. Trata a todo el
mundo con un buen carácter (Husn al-Júluq), que es la virtud que debe
adornarte. Y encuéntrate con cada cual según exijan las circunstancias. Enseña
al ignorante, sé alfaqih para el que tenga que conocer el Islam, sé claro con
el que tenga entendimiento escaso, sin fingimientos ni altanería, sin abusos ni
indiscreciones ni pretensiones, sin aburrir ni enredar a nadie. A todo esto
tienen derecho los musulmanes, y se exige respetarlos y responder a ellos.
Respeta y venera a
los ancianos, sé cariñoso y tierno hacia los menores, y muestra tu mejor
rostro a todo el mundo, pues la sonrisa del musulmán es un obsequio de Allah.
Cumple tus promesas, sé fiel a tu palabra, sé siempre equitativo y justo. No
trates a nadie de un modo con el que no tee gustaría ser tratado.
Que tu respeto y tu
veneración sean aún mayores ante los sabios, ante los responsables, ante
aquellos de los que depende la Comunidad. Sé conciliador, media entre tus
hermanos, allana las dificultades entre ellos, aclara los malentendidos, y
disimula los defectos de tus hermanos. No divulgues sus secretos ni saques a
relucir sus intimidades y corre un
velo sobre sus torpezas y sus fallos. No sospeches de nadie, no escuches
acusaciones contra ningún musulmán, no espíes a ningún hermano tuyo. Al
contrario, intercede en favor de todos, reconcíliate con todos, respétalos a
todos, satisface las necesidades de todos los que puedas.
Sé tú el primero en
saludar y estrecha la mano de tu hermano. En un hadiz, Rasûlullâh (s.a.s.)
dijo: “Cuando dos musulmanes se encuentran y estrechan sus manos, Allah se
obliga a sí mismo a satisfacer sus invocaciones y a que no se suelten las manos
sin haber disculpado todas sus torpezas”. En otra ocasión dijo que cuando un
musulmán estrecha las manos de otro, sobre ambos descienden cien misericordias
de Allah, de las que noventa y nueve son para el más alegre de ambos y el de
mejor trato para con su compañero. No están mal otras muestras de afecto y
respeto como los abrazos, besar la mano, y otras formas de consideración. Lo
que sí está prohibido en el Islam es cualquier gesto de sumisión, como
agachar la cabeza ante alguien.
Lo que sí es
importante es velar por la dignidad de los musulmanes, defenderlos en las
injusticias, luchar por ellos, interceder en su favor, hacer todos los esfuerzos
posibles por su bienestar y su felicidad. Se debe evitar la preferencia por los
ricos,; al contrario, se debe preferir el trato con los pobres y atender a los
huérfanos y necesitados.
al-hámdu
lillâh...
Todo lo
dicho en la Jutba anterior, y mucho más, fue lo que enseñó Rasûlullâh
(s.a.s.) en lo relativo al trato que debe haber entre los musulmanes. Y todo
ello tiene un fundamento tremendo que hace fácil el esfuerzo para quien
comprende su alcance. Todos los musulmanes son Awliyâullâh, Íntimos de Allah,
Aliados de Allah. Y Allah responde por los suyos. Cualquier agresión contra
ellos tiene a Allah como Valedor de esos derechos a los que se haya faltado, y
quien sabe Quién es Allah sabe que tras ello hay algo inmenso y terrible. Quien
ve en cada musulmán a un walí, a un Íntimo de Allah, a alguien sumamente
valioso, sabe cómo comportarse ante él. Por desgracia, esto es algo que se está
olvidando. Nos incumbe a nosotros recuperar ese valor de cada musulmán con el
que recuperaremos también el Islam en todo su alcance. Y en ello no podemos
fallar.
du‘â ...