El relato sufí en la cultura

popular del Magreb

 

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            Fez

 

         Como hemos visto, nuestros conocimientos positivos sobre los primeros tiempos del Islam en el Magreb son pocos, basados en explicaciones que son muchas veces hipótesis. Pero lo que sí es cierto es que en el siglo VIII tuvo lugar otro acontecimiento de gran envergadura para toda la región: la instalación en Marruecos de los idrisíes, fundadores del primer reino musulmán magrebí, y presentados frecuentemente como los responsables de la islamización definitiva y de la arabización del país.

         Idris, descendiente de 'Ali por Hasan, escapó a la masacre de Faj (Siria, 786) en la que los abbasíes intentaron acabar con sus rivales. Su biografía se asemeja en muchos aspectos a la historia de Abderramán I, primer emir omeya de Córdoba. Al igual que Abderramán, Idris abandonó Oriente Medio, recorriendo todo el Norte de África hasta llegar a Volúbilis, donde fue bien acogido por las tribus beréberes. Aceptado como príncipe por la nobleza de su estirpe, pronto extendió su autoridad, que duró de 788 a 791. Fueron los años en que sometió a las poblaciones judías, cristianas y paganas que aún quedaban al margen de la autoridad musulmana, y hubo un gran avance de la islamización. Idris murió envenenado por un agente abbasí enviado por Harun al-Rashid, y se le enterró en Ŷbal Zarhun, en las proximidades de Volúbilis.

         La labor de Idris I fue continuada por su hijo, Idris II, que gobernó entre 803 y 829. Sin embargo, la obra más importante del nuevo emir fue la fundación de la ciudad de Fez, llamada a ser la verdadera capital del Magreb. A su muerte, fue enterrado en un mausoleo que se encuentra en el centro de la parte más antigua de la medina.

         Al lado de los datos anteriores, más o menos fiables, encontramos de nuevo la actitud popular, que ve en estos dos personajes a figuras rodeadas de un halo de santidad, bendición y misterio, que mueve a una gran veneración. Efectivamente, las tumbas de ambos monarcas son objeto de constantes visitas en busca de su intercesión para los asuntos más variados. Ambos fueron, más que reyes, los protagonistas de unos hechos fabulosos que les hacen merecedores de devoción. Sobre ellos se proyectó toda la imaginería popular que identifica a los santos taumaturgos, cuyos actos fecundan la naturaleza e irradian sobre su entorno una energía espiritual benéfica.

         Ŷbal Zarhun y Fez son, por ello, lugares de peregrinación y reunión en los santuarios de estos “verdaderos fundadores” del Magreb. Fez, especialmente, está vinculada de modo muy estrecho al poder sobrenatural de su fundador. Es una ciudad por la que sienten predilección los sufies, y en ella abundan las zawiyas y los lugares “mágicos” que son aprovechados para intentar alcanzar la iluminación.

         Pero de la historia de los idrisíes, queremos destacar otro hecho fundamental para el tema que nos interesa. Ellos debieron su carisma al hecho de ser descendientes del Profeta a través de su hija Fátima y de 'Ali. Eran miembros de los Ahl al-Bait, la Gente de la Casa del Profeta, y esta pertenencia conlleva de manera inherente la idea de altura espiritual tal como es concebida en el Islam popular. La rama idrisí, como otras muchas más o menos relacionadas entre ellas, gozan de una baraka “genética”, y forman una clase social, la de los shurfa (jerifes) o nobles. La condición de noble, en el sentido que estamos dando a esta palabra, conlleva casi automáticamente, por tanto, la de wali (los que han intimado con Allah), y puede, incluso, alzar al trono del país a quien goza de la pertenencia a la Gente de la Casa.

         Los protagonistas de los relatos que estudiaremos forman parte de alguna de las dos categorías, a la de los walies autóctonos o a la de la aristocracia de los shurfa. Con frecuencia, ambos conceptos se combinan o confunden, y muchas veces se reivindica una genealogía noble para todos ellos, pues la wilaya (cualidad que distigue al wali) no es algo que simplemente se adquiera sino que está marcada en la sangre, trascendiendo en realidad a la voluntad, apareciendo bajo la forma de un destino, conectada a valores que rigen el universo. En esto hay algunas observaciones que pueden ayudar a entender la significación cósmica de la wilaya (intimidad en el conocimiento de Allah) en el Islam magrebí.