AHMAD IBN HANBAL

VIDA Y OBRA

 

La Vida de Ahmad ibn Hanbal

164 - 241 de la hégira

 

índice

 

El tiempo en el que vivió

y sus influencias

 

          Ahmad vivió en un tiempo en el que todos los elementos del califato de los Abbasíes alcanzaron su mayor cima. Fue un tiempo en el que aparecieron todos los frutos, ya fueran amargos o dulces, agradables o desagradables. En el frente político, se consolidó el estado Abbasí careciendo de poder político o militar que le hiciera frente. Los Jariyíes fueron borrados del mapa y dejaron de jugar un papel en la escena política. Después de Ar-Rashid, los ‘Alawites no tuvieron más poder con el que poder lanzar una ofensiva, por tanto quedó anulada cualquier oposición contra los Abbasíes.

          El gobierno se mostró severo contra todos aquellos que discrepaban, ya fueran o no  parientes, y aparecieron los conflictos y las rivalidades entre sus miembros, estallando una guerra civil entre Al-Amin y Al-Ma’mun, cuyo final no fue digno de elogio porque la victoria solo se consiguió con la ayuda del ejército persa, en realidad la batalla entre Al-Amin y Al-Ma’mun fue una contienda entre los ejércitos persas y los árabes.

          Tras su victoria Al-Ma’mun se centró en el Yihad tal y como hiciera Al-Mu’atasim y Al-Waziq tras éste, y el estado se convirtió en un poder muy temido. No obstante, y a la misma vez ya estaban contenidos los elementos que acarrearían la propia caída de los Abbasíes, y era el hecho de que la fuerza de los califas estaba sostenida por poderes que no pertenecían al mundo árabe. Al-Ma’mun se basó en la fuerzas persas y Al-Mu’atasim en las fuerzas turcas, ambos extrajeron sus fuerzas y sus ejércitos de estos pueblos. Con posterioridad serían estas fuerzas las que acabarían matando a los califas y apropiándose del poder ellos mismos, desmembrándose el califato Abbasí en pequeños estados.

          Tales eran las circunstancias políticas en las que en parte le tocó vivir a Ahmad; Ahmad era un árabe Shaybani y su abuelo fue uno de los que lucharon por el establecimiento del califato Abbasí pero no vivió para ver la descomposición del elemento árabe. Aquella situación no era del agrado de Ahmad, sino que por el contrario le encolerizaba bastante, aunque él no fue un hombre de espada y por tanto no tomó partido ni incitó a la sedición. No criticó a los gobernantes, sino que se apartó de los mismos dedicándose plenamente al estudio.

          Ahmad en lo referente a esta situación política adoptó una postura intermedia entre los dos Imames que le habían precedido, Malik y Abu Hanifa. Abu Hanifa criticó a los Abbasíes en sus enseñanzas y predispuso a la gente contra ellos a través de sus Fatwas fomentando claramente a los ‘Alawitas. Malik por el contrario pensaba que no estaba permitido rebelarse, y disuadió a la gente de hacerlo y se propuso a través de sus relaciones con los gobernantes que éstos cambiasen de actitud animándoles a que corrigieran las injusticias y rectificaran en sus comportamientos. Ahmad adoptó una postura intermedia entre ambos Imames. No animó ni llamó a la sedición, pero también rehusó el trato con los gobernadores negándose siempre a recibir cualquier ayuda o estipendio de los mismos.

          La dominación persa, o para ser más exactos, el califato de Al-Ma’mun, se acompañó de la influencia del movimiento de los Mu’atazilíes tanto en el ámbito del conocimiento como en el del poder público. Ahmad siempre consideró que sus métodos de deducción y sus conceptos suponían una desviación del Salaf y de la Sunna. Ello hizo que se acrecentara su repudio en relacionarse con los gobernadores, porque no podía permanecer en silencio antes las innovaciones de los Mu’atazilíes. Prohibió a sus alumnos que se sentaran y debatieran con ellos. En este punto hemos de hablar someramente acerca de los Mu’atazilíes.

          La existencia de los Mu’atazilíes aparece en la época de los Abbasíes como una necesidad para hacer frente a los zindiqs (dualistas, maniqueos), quienes proclamaban puntos de vista que corrompían la comunidad de los musulmanes, y preparaban complots para destruir al Islam y a los musulmanes en general. Entre ellos había quienes querían destruir el gobierno islámico y revivir el viejo gobierno persa, como fue el caso de Al-Muqanna en el Jurasán, quien se rebeló contra Al-Mahdi. En esta situación los califas no tuvieron mas remedio que alzar la espada contra los mismos y animar a los sabios islámicos a que encontraran la forma de derrotarlos en el ámbito intelectual. Los Mu’atazilíes se situaron en la vanguardia de este frente intelectual y por tanto los califas les dieron la bienvenida y les abrieron las puertas de sus palacios en los tiempos de Al-Mansur, Al-Mahdi, Al-Ma’mun, Al-Mu’atasim y Al-Waziq. Los Mu’atazilíes efectivamente refutaron a los zindiqs, a los Zoroastrianos y a otros movimientos contra los cuales sostuvieron arduos debates en defensa del Islam. Utilizaron el método deductivo para arribar a sus conceptos utilizando técnicas diferentes a las utilizadas por los Sahaba y los Tabi’in. Utilizaron los mismos medios dialécticos que sus oponentes tanto en el ataque como en la defensa, y entablaron discusiones acerca de los mismos temas que sus contrincantes, embarcándose de esta forma en cuestiones filosóficas en las que nunca entraron las generaciones del Salaf. Debatieron acerca de la voluntad y de las acciones del hombre y del poder de Allah en ellas, y sobre los Atributos de Allah y de si aquellos formaban parte o no de Su Esencia.

          Los alfaquíes y los sabios del hadiz contemplaban toda esta situación, viendo como se tomaban otros métodos diferentes a los que fueron utilizados por los Sahaba y los Tabi’in. Estos últimos derivaban sus doctrinas del Libro (el Corán) y la Sunna, ejerciendo el Iytihad (el esfuerzo intelectual) cuando no hubiera texto referente al asunto que se hubiera planteado, mientras que los Mu’atazilíes buscaron la afirmación de sus ideas a través de la lógica y los métodos analíticos de la filosofía para todo el Din del Islam.

          Ambos grupos siguieron de forma separada sus caminos. Pero desde el califato de Al-Ma’mun hasta el de Al-Mutawakkil, los califas intentaron por la fuerza que los sabios islámicos abrazaran algunos de los puntos de vista de los Mu’atazilíes, particularmente el de la creación del Corán. Se produjo un fuerte antagonismo entre ambos grupos, y es por esto por lo que Ahmad sintió tanta aversión hacia los Mu’atazilíes.

          Dejando a un lado por el momento el Kalam, veremos la ciencia del Fiqh y del Hadiz por aquella época. Tal y como ya hemos dicho, fue una época de frutos intelectuales, el Fiqh alcanzo su madurez y se establecieron su métodos. Los sabios viajaron en busca del conocimiento difundiendo de una región a otra los diversos conocimientos. Los libros de Ash-Shafi’i son una muestra de los diferentes esfuerzos de sabios de diversa regiones por alcanzar el conocimiento. Cada escuela jurídica era recordada por un grupo de Muytahids (aquellos que realizan el esfuerzo intelectual). Malik escribió la Muwatta’ y sus estudiantes sembraron la base del Fiqh Malikí. Abu Yusuf escribió libros conteniendo el Fiqh de Abu Hanifa y Muhammad ash-Shaybani escribió una colección del Fiqh iraquí. Con posterioridad Ash-Shafi’i escribió Al-Mabsut, que reflejaba todo el Fiqh de la época y llegó a ser conocido como Al-Umm.

          Ahmad heredó todo este inmenso legado, lo leyó y estudió con diversos maestros. Estudió con Ash-Shafi’i durante su segunda estancia en Bagdad donde escribió su Risala y su Mabsut tal y como relata Az-Za’farani. Ya había tenido contacto con los alfaquíes de Iraq y las fuentes aseguran que abandonó este fiqh después de haberlo estudiado y decidir un camino diferente. No obstante, su intelecto fue alimentado por todo este legado, del cual tenía perfecto conocimiento, además de su conocimiento de la Sunna.

          También había llegado a su madurez en la época de Ahmad el estudio del Hadiz. El estudio de la Sunna y la Tradiciones aún no estaba completo. Mucho era lo que se transmitía como proveniente del Mensajero de Allah, pero no había reglas para distinguir lo que era verdadero de lo dudoso. ‘Umar ibn ‘Abdi’l-‘Aziz había querido reunir los hadices sanos pero murió antes de que pudiera llevarlo a cabo. Los sabios recopilaron la Sunna, Malik compuso su Muwatta’, Ash-Shafi’i su Musnad, y Abu Yusuf y Ash-Shaybani compilaron las Tradiciones. No obstante todas estas recopilaciones tenían un carácter regional; la Muwatta’ contiene las Tradiciones de Medina que Malik consideró auténticas y lo mismo puede decirse de otras colecciones de aquel tiempo. En la época de Ahmad los hadices de diferentes regiones fueron reunidos y empezaron a ser clasificados bajo diferentes encabezamientos, todo ello acompañado por la comparación de los diferentes isnads (cadenas de transmisión de los hadices), sopesando la fuerzas de las diversas vías de transmisión y la adquisición de un conocimiento comprensivo de los textos abrogados y de los abrogantes.

          No solo se desarrolló las colecciones de hadices sino que también tuvo un gran desarrollo el estudio de los mismos. Malik comenzó examinando a aquellos que transmitían los hadices tal y como uno examinaría una moneda para comprobar su validez, y luego analizó los hadices a la luz del Libro y de los textos bien conocidos de la Sunna. Ash-Shafi’i estudió las diferentes categorías de hadices, muttasil, mursal y muntaqi’, estudiando el peso de cada uno de ellos para las argumentaciones legales, sus rangos, y cuales debían ser aceptados en caso de contradicciones entre los mismos.

          En los tiempos de Abu Hanifa y Malik, quienes eran muy próximos a la generación de los Tabi’in, la gente solo se preocupaba de aquel del que tomaba y transmitía, porque aún vivían muchos Tabi’in que habían tenido un contacto con los Sahaba. Aceptaron los hadices mursal porque confiaban en aquellos que se los habían transmitido y por su proximidad en el tiempo a los Tabi’in. En el tiempo de Ash-Shafi’i y en los tiempos posteriores a éste los isnads habían llegado a ser mucho más largos, y por tanto fueron objeto de estudio las diversa cadenas de transmisión de los hadices.   

          Fue un tiempo de frecuentes debates, algunos verbalmente y otras veces mediante cartas, tales como la carta de Malik a al-Layth ibn Sa’d referente a no juzgar de acuerdo a la practica normativa de Medina y la réplica que la envía al-Layth. Estos debates tuvieron lugar en numerosos lugares –en Meca durante el Hayy (Peregrinación) y en otra ciudades musulmanes, así como también en las reuniones mantenidas por los califas y gobernadores con tal propósito. Tales debates tuvieron lugar no solo entre los alfaquíes sino también entre éstos y los seguidores del Kalam, los Mu’atazilíes, los Yahmíes, lo Muryi’es y otros. Igualmente los seguidores del Kakam también debatieron entre sí, tal como sucediera entre Mua’tazilíes y Yabaríes; igualmente había debate entre los seguidores del kalam y otros movimientos enemigos al Islam, o entre ellos y filósofos no musulmanes que vivían en tierras islámicas, tales como los Socráticos, los Cínicos, libre-pensadores, Maniqueos y otros.

          Fue este un tiempo de encuentro intelectual entre diversas religiones, diferentes opiniones teológicas y diferentes escuelas jurídicas.

          Quizás el ejemplo más claro del espíritu de conocimiento de la época, y del fermento intelectual y el fruto del mismo, fue el Imam ash-Shafi’i. Fue él quien encarnó el espíritu de la época en relación a sus conclusiones intelectuales referentes al Fiqh y a la Sunna. Hubo quienes entre los eruditos de la Escuela de Basora rechazó aceptar la evidencia de la Sunna., y otros que no aceptaban la validez de un hadiz singular y único o tampoco aceptaban la Sunna a menos que fuese mutawatir, es decir transmitida por toda la Comunidad. Su respuesta a los mismos fue dura y severa y refutó todos sus argumentos. También estaban los que ponían la analogía por delante de una única Tradición. En general, no había un libro que tratase de las formas legales del Iytihad, y este fue el tiempo en el creció y se desarrolló Ahmad ibn Hanbal, hasta que se produjo la aparición del libro Kitab al-Umm de ash-Shafi’i, en él se recogen todas las opiniones, se diferencian aquellas que tienen un fuerte fundamento de aquellas que no lo tienen, y constituye probablemente el ejemplo más representativo del espíritu de la época en estos campos.

          Pero, ¿cuál fue el efecto que produjo sobre Ahmad toda esta agitación intelectual y toda esta maduración de las ciencias islámicas?. Un entorno intelectual como fue el del califato de los Abbasíes en el que vivió Ahmad pudo haber tenido muchos diferentes efectos ya que había una gran cantidad de corrientes de pensamiento. Había eruditos que aceptaban las Tradiciones únicas, otros que las rechazaban prefiriendo la analogía, otros que consideraban las fatuwas de los Compañeros como formando parte de la Sunna, y otros que insistían en considerar como Sunna aquello que procedía exclusivamente del Profeta mismo.

          Ahmad tomó de todo este caldo intelectual aquello que armonizaba más con sus tendencias naturales. Desde el principio, su método consistió en volverse hacia la Sunna y aprender la fatwas de los Compañeros y de los Tabi’in y transmitirlas, y por eso fue muy escrupuloso a la hora del estudio de las narraciones provenientes de los Compañeros y de los Tabi’n. A pesar de la gran cantidad de debate de aquel tiempo, también estaban aquellos que sentían aversión por el debate porque consideraban que podrían llevar a la confusión y a la corrupción del Islam. Malik, Sufyan az-Zawri, Ibn Mubarak y otros rechazaban el debate referente a los asuntos del Din y Ahmad prefirió seguir este camino y evitar el debate teológico.