AHMAD IBN HANBAL VIDA Y OBRA |
La Vida de Ahmad ibn Hanbal
164 - 241 de la hégira
Los fundamentos del Fiqh Hanbali
La
Sunna
Ésta constituye el segundo pilar del Fiqh del Imam Ahmad, o para ser más preciso, la segunda mitad del primero, el Corán, pues como ya hemos explicado en otro lugar la Sunna aclara y especifica al Corán no pudiendo haber ninguna contradicción entre ellos. A menudo el Imam Ahmad afirmaba que el conocimiento del Libro solo se obtiene a través de la Sunna, y que el camino más fácil para buscar el Fiqh del Islam así como sus normas es por medio de la Sunna. Aquellos que se atienen exclusivamente al Libro sin buscar la ayuda de la Sunna se acabarán apartando del Sendero Recto, y hay varias razones para ello:
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El texto coránico afirma que es obligatorio la obediencia al Mensajero,
y esta obediencia solo puede venir dada siguiendo la Sunna y aceptando los
juicios que el Mensajero hiciera a lo largo de su vida y lo que fue relatado de
él tras su muerte. Allah dice en el Corán, “No, por vuestro Señor, no
serán musulmanes hasta que te establezcan a ti como juez en las disputas que
entre ellos se susciten.” (4:65) Esta ayat fue revelada cuando el
Mensajero de Allah juzgó a favor de az-Zubayr ibn al-‘Awwam en una disputa
con un Ansari sobre quien tenía derecho a ser el primero en extraer agua de un
canal. Cuando el Ansari se enfadó por la sentencia del Profeta fue entonces
cuando se produjo esta revelación. Hay muchas otras ayat que indican esta
obligación, tales como, “Obedeced a Allah y a Su Mensajero” (5:93),
y “Cualquier cosa que el Mensajero os de debéis tomarla y cualquier cosa
que os prohíba debéis dejarla.” (59:7)
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La segunda razón es la evidencia hallada en los hadices que afirman la
obligación de seguir la Sunna y no limitarse solo al Libro. Ha sido relatado
que el Profeta dijo, “Alguno de vosotros dirá, ‘Este es el Libro de Allah:
lo que en él sea lícito nosotros lo consideramos lícito y lo que es ilícito
en él nosotros lo consideramos ilícito.’ Aquel al que se le relate un hadiz
proveniente de mí y lo niegue habrá dejado por mentiroso a tres: Allah, Su
Mensajero y al que transmitió el hadiz.” Y también dijo, “Llega un tiempo
en el que se os narrará a alguno de vosotros un hadiz proveniente de mí y dirá,
‘Entre nosotros y tú está el Libro de Allah. Consideramos lícito lo que éste
declara lícito e ilícito lo que declara ilícito.’” Estos textos indican
la obligatoriedad de buscar las leyes del Din en la Sunna del Mensajero de Allah
y que limitarse solo y exclusivamente al Libro constituye una innovación.
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La tercera razón es que muchas de las normativas islámicas sobre las
que hay un acuerdo entre los musulmanes están tomadas de la Sunna, o descansan
en gran medida en ella. La prohibición por ejemplo de matrimonio con alguien
emparentado con uno a través del amamantamiento o la prohibición de casamiento
con una mujer que sea tía a la vez son parte de la Sunna. Los detalles del
Salat, el Zakat o del Hayy forman parte de la Sunna. Todo aquel que ignore el
Fiqh de la Sunna pierde nueve partes de diez del Fiqh islámico o incluso más.
No
obstante, debe aclararse que la Sunna no es un todo uniforme, sino que posee
diversos grados dependiendo de las autoridades que la han transmitido y sus
cadenas de transmisión, debiéndose por ello aclarar la cantidad de decisiones
que pueden fundamentarse en ellos, las regalas a aplicar cuando hay un
conflicto, y saber cual era la posición de Ahmad al respecto.
Los alfaquíes han dividido los hadices en cuatro categorías en relación
a sus diferentes isnads (cadenas de transmisión de un hadiz): hadices
mutawatir; hadices famosos y bien conocidos; hadices con un solo
transmisor, y hadices cuyo isnad no está completo sino que está
roto a algún nivel.
Los hadices mutawatir son relatados por tal cantidad de gente y en
lugares tan diferentes que hacen imposible imaginar que sean falsos. Existen
muchos hadices de este tipo los cuales conllevan un conocimiento
incontrovertible. Hadices bien conocidos son aquellos que la segunda o tercera
generación de musulmanes aceptaron y que eran famosos entre ellos, aunque
fueran hadices transmitidos por tan solo un narrador. Otra categoría de hadices
son los denominados mursal. Mursal puede significar dos cosas: una
de ellas es un hadiz cuyo isnad se detenga en un Tabi’in sin mencionar
el Compañero del cual lo recibió, y la segunda es cualquier hadiz en el que el
isnad no conecta directamente ni de forma continuada hasta el Profeta. Su
aceptación por los alfaquíes es diversa. Malik y Abu Hanifa aceptaron los hadices
mursal siempre y cuando consideraran que eran correctos. Resulta evidente
tras el estudio de la Muwatta y los libros de Tradiciones adscritos a Abu Hanifa
que ellos consideraban al hadiz mursal del mismo rango que los hadices
con un solo transmisor, sin embargo, ash-Shafi’i no les concedió a los
hadices mursal el mismo estatus en su Musnad. Aceptó los hadices mursal,
pero les impuso determinadas condiciones.
Ahmad consideró a los hadices mursal como evidentes, pero los
puso por debajo de las Fatwas de los Compañeros, igualándolos a los hadices débiles,
ya que cuando no encontraba otra cosa los prefería antes que recurrir a la
analogía u opinión que solo utilizaba como último resorte, pero queda claro
que consideró a los hadices mursal como transmisiones débiles cuya
evidencia puede ser algunas veces refutada y no aceptada, y es por esto por lo
que antepuso a ellos las Fatwas de los Compañeros, pero tampoco antepuso una
Fatwa de un Compañero a un hadiz sano.
Ahmad
nunca transmitió de personas de dudosa reputación, sino siempre de gente de
integridad reconocida. En relación a su postura en cuanto a la Sunna, le dijo
en una carta a Musaddad ibn Mufassara al-Basri: “Nosotros consideramos la
Sunna como una transmisión que proviene del Mensajero de Allah (s.a.s.). La
Sunna explica el Corán y es el árbitro de éste. La analogía no se aplica con
respecto a la Sunna, ni puede estar sujeta a las opiniones y a los caprichos de
la gente. Se trata de seguir aquello que nos ha llegado y abandonar el
capricho.” No puso como condición para aceptar la Sunna que esta estuviese de
acuerdo con determinados preconceptos o que su valor viniese determinado de
acuerdo a los mismos. No rechazó ningún aspecto de la Sunna salvo que
existiese alguna otra Sunna aún más fuerte sobre dicho aspecto que entrase en
conflicto con la primera y cuya transmisión y valor fuese mayor.
Sabemos que Ahmad tan solo prohibió la transmisión proveniente de gente con reputación de mentiroso, aconsejando a su hijo ‘Abdullah, “Casi nadie de aquellos que recurren a su propia opinión está exento de algún defecto en su corazón. Prefiero los hadices débiles a la opinión”. ‘Abdullah dijo, “Le pregunté por situaciones donde las únicas alternativas son una persona con conocimiento de un hadiz que no conoce acerca de la integridad de un hadiz débil y alguien que es conocido por la utilización de su opinión: ¿a cuál de los dos habría que preguntar para obtener un dictamen?, y él dijo que uno debería preguntar a aquel que sabe el hadiz, y no al de la opinión.” Así pues vemos como Ahmad antepuso el hadiz débil a la analogía. Le dijo a su hijo ‘Abdullah, “Hijo mío, No me opongo a un hadiz débil a menos que haya algo que lo refute claramente.” Igualmente, Ahmad evitó el uso de su propia opinión aceptando las Fatwas de los alfaquíes que le precedieron y que eran conocidos por seguir la Tradición antes que la innovación, tal como el Imam Malik, ash-Shafi’i, az-Zawri y otros juristas que poseían un gran conocimiento de la Tradición, y este fue el curso que siguió cuando ejerció el Iÿtihad.