ÍNDICE

 

Periodo de Mec

570-622

La guerra de profanación y la orden de caballería

 

Entre los catorce y veinte años, Muhammad (s.a.s.) participó en algunas pequeñas campañas guerreras, muy frecuentes entre los beduinos. Luchó junto a sus parientes contra tribus que habían violado la tregua fijada durante unos meses determinados.

Entre los pocos recursos financieros de origen pacífico de la Arabia preislámica, destacamos el impuesto sobre las importaciones comerciales, impuesto que se entregaba al jefe de la ciudad o de la localidad de una feria. Para atraer a los extranjeros, se creó la feliz institución de los “meses de tregua”. Por supuesto cada feria coincidía con una peregrinación o una fiesta religiosa. A causa de las rivalidades tribales, esos meses sagrados diferían según las regiones. El mes lunar de Raÿab era el de una tranquilidad perfecta en toda la extensión del país en el que vivían las tribus mudaríes; el mes de Ramadán hacía del territorio de las tribus de Rabi’a un asilo para los extranjeros. La paz reinaba así en más de la mitad de la península árabe: los mudaríes comerciaban con los Rabi’a en el mes de Ramadan, y los Rabi’a entraban en el territorio de los mudaríes en el mes de Raÿab. La región de Makka – Taif – Medina (la Yazrib preislámica), estaba particularmente favorecida pues disfrutaba de cuatro meses de tregua, de los que tres eran consecutivos, lo que hacia posible el doble viaje, hacia los lugares mas lejanos de Arabia. Por lo general, se respetaba esta tregua con gran escrúpulo, pero cuando se profanaba la tregua con el uso de las armas, se denominaba a esa trasgresión: “guerra de profanación”. Los orígenes de esta institución son oscuros, y se habla de cuatro violaciones de esta tregua en Makka antes del Islam. Sin entrar en el detalle de esas guerras, cuyas causas eran generalmente bastante pueriles, es suficiente mencionar que Muhammad (s.a.s.) parece haber participado en los dos últimas, en su juventud, a menos que los dos incidentes que vamos a contar en realidad tuvieran lugar solo en una de ellas. En algunas crónicas leemos que Muhammad (s.a.s.) hirió con su lanza al célebre guerrero Abu Bara’ en una guerra de profanación. En otro relato se nos dice que Muhammad (s.a.s.) ayudaba a sus tíos, en la cuarta guerra de profanación, suministrándoles flechas. Pudiera ser que ambos hechos tuvieran lugar durante el mismo enfrentamiento o bien en la tercera y cuarta guerra de profanación respectivamente.

En este apartado lo importante es destacar que estas participaciones de Muhammad (s.a.s.) en los acontecimientos que tenían lugar normalmente en una sociedad tribal demuestran su integración en el medio en el que vivía. No se trataba de un personaje extraño a su medio sino que tomaba parte en los debates y en los conflictos. Su vida, antes de la Revelación, era la de cualquier habitante de Meca, sin distinguirse más que por sus valores éticos, que eran, por otro lado, los propios de su familia –los Banû Hashim- en general. Su comportamiento era el que se consideraba propio de los más nobles y mejores. En ningún momento fue un marginado, ni un personaje extravagante, ni fue tenido por nada de ello; al contrario, siempre fue estimado y considerado.