LO IMPRESCINDIBLEMa la budda minhu lil-murid
MUHYI
D-DIN IBN AL ‘ARABI |
Esta
es la maldición del profeta Moisés (que la paz sea sobre él) contra el Faraón.
Cuando Allah quiso la destrucción del Faraón y sus jefes, el profeta Moisés
(que la paz sea sobre él) rogó a Allah, el Juez Absoluto, que padeciesen la
maldición de la mezquindad. Como consecuencia de dicha maldición, los egipcios
estuvieron aquejados de mezquindad y envidia. Los pobres y los débiles morían
de hambre. Allah juzgó al Faraón ya sus seguidores, y los condenó al castigo
por culpa de su avaricia.
Aquellos
sobre quienes ha caído la maldición de la mezquindad no escuchan las palabras
del Profeta (que la paz y las bendiciones sean sobre él) cuando dijo:
«Allah tiene a dos ángeles junto a Él que ruegan todas las mañanas: 'Oh Señor,
aumenta tus dádivas para con los que dan y quítales lo que tienen a los que lo
guardan'».
Cuando Abu Bakr (Allah haya quedado complacido con él) deseó donar cuanto poseía
y lo trajo todo a la presencia bendita de nuestro Maestro, el Mensajero de Allah
(s.a.s.), éste preguntó: «¿Qué has reservado para el mantenimiento de tu
familia?». A lo que aquél respondió: «Les dejo bajo el cuidado de
Allah y de su Mensajero». Cuando 'Umar (Allah haya quedado complacido con
él) trajo la mitad de su fortuna para donarla y se le hizo la misma pregunta,
contestó: «He dejado la mitad de mis bienes para el sustento de mi familia».
El Profeta (s.a.s.) les dijo: «La diferencia entre vosotros dos está en
concordancia con vuestra respuesta a mi pregunta» .
Quien da de lo que tiene para su sustento consigue del Sustentador Último más
de lo que ha dado. El avaro, además de su pecado de avaricia, comete el de
acusar el Altísimo de mezquindad, al preferir y confiar en sus miserables
bienes antes que en la generosidad de su Señor. Este es el mismo pecado
imperdonable de atribuir socios a Allah, y puede dar motivo a que uno sea
rechazado por la misericordia de Allah y pierda su Islam. ¡Que el Altísimo nos
proteja!
Por lo tanto, gasta de lo que Allah te ha dado. No temas la pobreza: Él te dará lo que te ha prometido, lo pidas tú -u otra persona- o no. Nadie que haya sido generoso ha muerto en la miseria.
Si quieres encontrar la verdad y tener la aprobación de Allah y Su apoyo para
ello, evita ser persona de poco aguante y controla tu mal genio y tu ira. Si no
puedes evitar tu ira, al menos no la muestres. Haciéndolo así, complacerás a
Allah y defraudarás al diablo; empezarás a educar a tu ego, ya enderezar y
acortar tu camino. La ira es resultado y signo de que el ego no está
controlado, y anda como vil animal salvaje, desatado y desenjaulado. Cuando
vayas conteniendo tu mal genio, será como si pusieras una brida en su cabeza y
barreras a su alrededor . Entonces habrás empezado a domarlo, a enseñarle a
comportarse bien ya obedecer, para que no pueda lesionar a otros o a sí mismo
(es decir: a ti, dado que es una parte de tu ser). Cuando esta disciplina esté
reflejada en ti, revelando a alguien que puede controlar su temperamento y
aguantar su ira, tu adversario se calmará.
No reaccionarás a sus provocaciones. No lo castigarás ni responderás a su
iracundia, sino que lo ignorarás. Esto es más efectivo que castigarle. Puede
que esto le lleve a ver la realidad de sus actos, a darse cuenta de lo que es
ecuánime ya confesar sus defectos.
Presta atención a este consejo y conviértelo en un hábito. Si lo haces,
seguro que verás el resultado positivo y la recompensa aquí y en el Más Allá.
Serás el ganador el día en que pesen tus actos. Éste será el premio más
grande y la mayor gracia que recibirás. Ya que, si contienes tu mal genio, el
Todo Justo también se contendrá de castigarte por tus ofensas, que son
castigables con Su cólera. Tu perdón habrá sido premiado con Su perdón. ¿Qué
mayor beneficio se puede esperar por el esfuerzo de aguantar las pruebas a que
te someten tus hermanos y hermanas en el Islam?
Allah te tratará a ti del modo como te ha mandado tratar a los demás. Por lo
tanto, intenta asumir las buenas cualidades de ser justo, pacífico, servicial,
suave y cariñoso. Persiste en estas virtudes; actúa de acuerdo con ellas. Verás
que ese carácter emanará de ti a los otros que están a tu alrededor, creando armonía,
amor mutuo y respeto. El predilecto de Allah, nuestro Maestro, el Profeta (que
la paz y la bendición sean sobre él) nos ordena amamos los unos a los otros,
mantenemos en un estado de amor continuo. Lo repite de muchísimas maneras, en
numerosísimos relatos del hadiz. Dejar la ira, reemplazarla con el
aguante de las contrariedades, con el perdón, con ocuparse de quien nos causa
el contratiempo, esa es una de las piedras angulares de los cimientos del amor.
Abre
tu corazón para que puedas recibir la benevolencia divina. Un corazón
benevolente es el espejo en el que se manifiestan los favores de Allah. Cuando
estos favores queden manifiestos y lleguen a través de ti, cuando sientas Su
presencia, te sentirás avergonzado de tus actos inconvenientes. Esto hará que
tanto tú como los demás tengáis conciencia. De ese modo, tu benevolencia te
protegerá del pecado no sólo a ti sino también a los otros.
Cuando el arcángel Gabriel (Yibril) preguntó a nuestro Maestro, el Profeta (la
paz y las bendiciones sean sobre él): «¿Qué es la benevolencia de Allah?»,
el último de los profetas contestó: «Orar y glorificar a Allah como si
estuvieras en Su presencia, como si Le vieras. La reverencia refleja en el corazón
de un creyente quién ha alcanzado el nivel en el Salât como si estuviera
viendo a Allah». y prosiguió:: «Ya que, si bien es verdad que no tienes
posibilidad de verlo, Él ciertamente te ve» .Quien haya alcanzado ese nivel de
percepción de la benevolencia tendrá conciencia. Sentirá la mirada de Allah
sobre él y le dará vergüenza pecar. El Profeta (la paz y las bendiciones sean
sobre él) ha dicho: «La conciencia es el bien total». Si un creyente tiene
conciencia, sabe lo que hace y no puede obrar incorrectamente. A quien posea un
corazón lleno de conciencia no le ocurrirá ningún mal ni en este mundo ni en
el otro.
Lo que indica que un hombre tiene conciencia es su falta de arrogancia y de
engreimiento. Nunca oprime o intenta dominar a los demás. ¡Ojalá tú también
llegues al nivel de benevolencia y tengas conciencia! ¡Que tengas la fuerza y
la clarividencia necesarias para intentar lograrlo!
Despiértate antes de la salida del sol, acuérdate de Allah y arrepiéntete.
Cuando el arrepentimiento sigue a la ofensa, lo borra. La ofensa, el agravio
desaparece como si nunca hubiese ocurrido. Cuando el arrepentimiento sigue a una
acción benevolente o a un Salât, es como luz sobre luz, gracia sobre gracia.
Recordar a Allah y Alabarle unifica el corazón cuando está disperso como un
espejo roto de mil pedazos, lo recompone, lo vuelve a convertir en uno solo y lo
hace mirar hacia el Uno. Entonces todos los problemas abandonan el corazón, que
queda repleto del gozo de Aquél a Quien recuerda.
Cuando tu corazón esté rebosante de recuerdo, lee el Noble Corán. Cuando
leas, reflexiona sobre el significado de lo que hayas leído. Cuando unos versículos
te recuerden su Unicidad y el hecho de que Él no tiene semejantes y que está
libre de todo defecto, alábale.
Cuando leas versículos que describan Sus bendiciones, Sus dádivas, Su
generosidad y Su amor, o bien Su ira y Sus castigos, refúgiate de Él en Él y
suplica Su misericordia.
Cuando oigas las parábolas sobre los profetas antiguos y sus pueblos, toma nota
y saca conclusiones de lo que les ocurrió. Existen infinidad de significados
dentro de las frases del Generoso Corán, dentro de cada palabra, que varían en
consonancia con tus estados, niveles, conocimiento y capacidad de comprensión.
Por lo tanto, posiblemente no te cansarás, ni te hartarás, ni te aburrirás
leyéndolo.
Intenta desatar los nudos de tu persistencia en el error. Un nudo sobre otro te
mantienen atado ¿cómo vas a salvarte a ti mismo? Te hará falta la ayuda de
quien ató esos nudos: tu propio yo. Habla y razona con él. Dile: «Oh carne
temporal, escucha aunque te moleste escuchar a la razón. ¿Estás segura,
mientras respiras, de que no será tu último aliento? El próximo puede ser
(Allah es quien mejor lo sabe) tu último aliento en este mundo, al cual te
sientes tan apegado. La muerte te agarrará por el cuello, pero persistes en
apilar mal sobre mal, agravio sobre agravio. El Juez Último avisa a quienes
persisten en ofender con castigos tales que montañas rocosas no podrían
sostener. ¿ Cómo puedes entonces, tú que eres débil como una paja, imaginar
que podrías soportar tormentos tan tremendos? No des la espalda a Quien te creó.
Ponte de cara a Él y arrepiéntete. Hazlo ya, sin demora, porque no sabes cuándo
te partirá en dos la muerte: «Que
no espere perdón quien sigue cometiendo el mal hasta que, en el artículo de la
muerte, dice: 'Ahora me arrepiento'». [Corán
4:18].
Habla así contigo mismo: «De veras, después de que el aura de la muerte te
haya dejado postrado y la vida comience a desvanecerse, si es que puedes
recordar algo y arrepentirte, ese arrepentimiento no será aceptado por Allah.
El Profeta que Él envió al universo, como acto de misericordia, dijo que
aunque el Altísimo acepta tu arrepentimiento hasta el momento en que el aliento
se te esté agotando, en la hora de tu agonía es demasiado tarde. La muerte
acude sin previo aviso: a algunos les llega mientras comen; a otros, mientras
beben; a otros, mientras están en el lecho con sus mujeres; a otros, en el sueño
profundo del cual no se despertarán. Quien, antes de ese instante, no haya
vuelto a la verdad abandonando la mentira, quien no se haya arrepentido, sino
que siga pecando, se precipitará en el abismo de la muerte» .
Intenta disciplinar y educar los deseos de tu carne. Dado que ellos son tercos
en la ofensa, sé terco tú en intentar convencerles para que dejen de hacerlo.
Si no cesas de amonestar a lo más bajo de tu ser, con la ayuda de Allah, los
nudos que aprisionan tu corazón se soltarán. Es la única forma de salvarse.
Teme a Allah, tanto en tus acciones como en lo profundo de tu corazón y de tus
pensamientos. El temor al Altísimo es el temor a sus castigos. Quien de verdad
teme, ante los avisos del Juez Absoluto no puede sino actuar acorde con la
voluntad del Creador y buscar el bien con preferencia al mal. El Dueño mismo de
la Palabra Final dijo: «
y Allah te pone en guardia contra Su retribu- ción». «iSabed
que Dios conoce lo que hay en vuestras mentes, de modo que cuidado con Él!» [2:235]
Temer a Allah es una protección, es lo que te preserva del daño. La protección
del Altísimo es la más fuerte de todas las corazas y la más inexpugnable de
todas las fortificaciones: ningún daño puede penetrar. El mismo Profeta de
Allah (s.a.s.), a quien Él envió al Universo como un acto de Su misericordia,
se refugió en su Señor. En su oración, decía: «Me
refugio de Tu ira y de Tu fuerza en Tu voluntad, en Tu belleza, en Tu suavidad.
Me refugio de Tu castigo en Tu divina misericordia y compasión. En Ti me
refugio de Ti».
Indaga, infórmate e imita las acciones benevolentes de tu Creador que se
manifiestan en derredor tuyo. Protégete contra la ira divina con actos acordes
con la voluntad de Allah. Si una acción, un objeto, un camino está bajo la
sombra de la duda o el temor , no te acerques a él, déjalo.
Debes saber que conocer y obedecer a tu Creador es el único camino que te
conducirá a la paz ya la felicidad. La rebeldía y el egoísmo son una vía
muerta. Sólo obteniendo el beneplácito divino puedes librarte de la cólera de
tu Señor. Sólo emprendiendo el camino puedes salir del abismo a que te ha
conducido esa vía muerta. Sólo mediante acciones propias del Paraíso puedes
mantenerte alejado del fuego del Infierno. Dice Allah: «iTemed a Allah y
temed el fuego!» [Corán 3:130 y 131]
Con el temor de Allah sube, alejándote del fuego, hacia la felicidad.
Mientras persistes en tus ofensas y te niegas tercamente a reconocer tus
errores, ¿porqué estás tan orgulloso de que Allah te trate con paciencia,
bondad y generosidad a pesar de tus agravios? Quizá estés engañado por lo que
el diablo te susurra al oído, diciéndote: «Si no fuera por tus ofensas y
tu rebeldía, ¿cómo manifestaría Allah Su infinita misericordia, compasión y
generosidad?» ¿No ves cuán irracional es esa enseñanza diabólica? ¿Sería
menos misericordioso y benévolo para el Dueño de la Sabiduría Infinita evitar
que su esclavo se opusiera a Su voluntad ya Su deseo?
Entonces el diablo podría susurrarte de nuevo en el oído: «No tienes
ninguna esperanza de lograr el nivel de bondad de aquellos que nacieron con un
carácter bueno y obediente. Vinieron al mundo y mostraron su obediencia a la
voluntad de Allah, consiguiendo Su misericordia y benevolencia en este mundo, y
luego lo dejaron. La verdadera misericordia, generosidad y bondad de Allah se
manifestarán en el Más Allá en el día del Juicio de Final, cuando juzgue a
Sus siervos desobedientes que necesitan de su misericordia» .
Sólo alguien que haya perdido la razón podría
creer y dejarse engañar por tales elucubraciones. Protégete contra esas
tentaciones, diciéndole a tu demonio: «Es verdad lo
que dices acerca de la paciencia y generosidad infinitas de Allah para con Sus
esclavos, y realmente, si no existiesen la rebeldía, la desobediencia y el
pecado, no veríamos la manifestación de Sus atributos. Nos cuentan abundantes
ejemplos de ello en los libros sagrados y en los relatos de la Tradición. Pero
tú, malvado, estás empleando la verdad para tus aviesos fines: ¡para que se
manifieste la misericordia de Allah me estás incitando a errar! ¡Intentas
hacer que me rebele con la excusa de que Él es paciente y bondadoso!».
«Me
pides que ponga a prueba la misericordia y benevolencia de Allah, pero ¿cómo
sabes, Maldito, que soy uno de los que serán perdonados? En verdad, el Altísimo
perdona a quien desea y castiga con justicia a quien quiere. ¿Cómo sabré yo a
qué grupo pertenezco? Todo lo que sé es que estoy repleto de peca- dos. E
igual que fui dejado en este mundo sin la capacidad de arrepentirme y solicitar
Su perdón, Él puede muy bien negarme Su misericordia antes de que yo entre en
el Infierno, y castigarme con el fuego. Aunque uno muere como ha vivido, y la
ofensa es el anunciador de la ausencia de apertura al Islam, si soy tan
afortunado como para dar el último suspiro siendo creyente, entonces me
purificará en el fuego del infierno, de donde me sacará y me concederá la paz
en Su misericordia.
«Si
supiese con seguridad que no existe el Día de rendir cuentas de mis pecados,
que no hay castigo, y si estuviera seguro de que recibiría la absolución
divina, puede que hubiera tomado en cuenta tu retorcido razonamiento. Aun en ese
caso, no es mejor que admitir la propia insensatez, pues es realmente un
comportamiento imperdonable para un siervo poner a prueba la paciencia de su señor
.
«Es
más; incluso si estuviera seguro de que recibiría el castigo, lo más
apropiado para mí sería la vergüenza y la gratitud por haber demorado Él Su
castigo, y gastar todos los esfuerzos de que soy capaz intentando obedecer los
mandamientos de mi señor.
«No
he oído hablar de la buena nueva de que todos los agravios serán perdonados.
Antes al contrario; cada uno ha sido dejado libre para escoger entre el bien y
el mal, y el Juez Último es libre de castigar o perdonar. Aunque en tu caso, oh
ego que me das órdenes inicuas, no existe elección; ¡Eres constante en tu
deseo del mal y de lo prohibido!».
Se escrupuloso. La escrupulosidad consiste en mantenerte vigilante e intentar
abstenerte de todo cuanto sea impuro y pecaminoso. Es protegerte de todo cuanto
es dudoso y sospechoso dentro de ti ya tu alrededor. Cuando el Mensajero de
Allah dijo: «Dejad lo dudoso y tomad lo seguro», hablaba de la
necesidad de abandonar las cosas que te dejan duda e indecisión, que crean
incertidumbre, ansiedad y temor en tu corazón, y de volverte hacia los cosas
que te dejan seguro y tranquilo.
Es incumbencia tuya examinar cada acción, cada palabra, cada acto de Islam, cada relación con los demás, tales como la amistad o el matrimonio. Ante cada cosa, debes averiguar si es buena o mala, pura o impura, correcta o incorrecta; en una palabra: legal o ilegal. En algunos casos, estará claro; entonces has de escoger el bien y dejar el mal. En algunos otros, será dudoso; entonces has de dejarlo como si fuera malo y buscar aquello que sea seguro.
Sigue esa consigna del Profeta (que la paz y las bendiciones sean sobre él).
Incluso si tienes necesidad de algo que resulta dudoso, incluso si no puedes
conseguir otra cosa, no lo tomes: déjalo por amor a Allah. Eso es la
escrupulosidad. Ten por seguro que Él recompensará al escrupuloso con bienes
abundantes mucho mejores que la cosa dudosa que hubo de ser abandonada. Pero, no
esperes tu recompensa in- mediatamente.
La escrupulosidad es la base del Islam y el camino hacia la verdad. Si eres
escrupuloso, todas tus acciones serán puras y sinceras, todo lo que hagas
terminará bien, estará en armonía con el mandato de Allah. Serás el receptor
de la generosidad de Allah; todos recurrirán a tu ayuda. Estarás bajo la
protección de Allah. Si eres escrupuloso y riguroso en tu Islam, evitando lo
incorrecto y lo dudoso, no cabe duda que recibirás todas estas bendiciones.
Pero, si vuelves la espalda a la escrupulosidad y a la humildad, el Juez
Absoluto te colocará en un puesto deshonroso, y te encontrarás falto de ayuda
y aterrorizado. Te dejará a tu suerte en manos de ti mismo. Entonces serás un
juguete para el Diablo, que no encontrará ninguna resistencia, ninguna oposición
a sus tentaciones, y te desviará de la verdad. Emplea todos tus esfuerzos en
permanecer en el camino de la piedad, y que Allah te ayude.
Este mundo es un lugar de preparación, donde te dan muchas lecciones y pasas
por numerosas pruebas. En él escoge lo menos antes que lo más. Conténtate con
lo que tienes, aunque sea menos de lo que poseen los otros. Verdaderamente debes
preferir tener menos.
Este mundo no es malo. Al contrario, es el campo del Más Allá: lo que cultives
aquí, allí cosecharás. El mundo es el camino hacia la felicidad eterna, y por
lo tanto es bueno, merecedor de ser querido y alabado.
Lo que es malo es tu modo de servirte del mundo cuando te vuelves ciego para la
verdad y totalmente consumido por tus deseos, tus apetitos y tu ambición
mundana. A nuestro Maestro, el Profeta (que la paz y las bendiciones sean sobre
él), en quien la sabiduría era transparente como el cristal, alguien le
preguntó: «¿Qué es lo mundanal?» Contestó: «Todo cuanto te hace
estar menos vigilante y olvidar a tu Señor».Por consiguiente, los bienes
de este mundo no son dañinos en sí mismos, sino sólo cuando dejas que te
vuelvan olvidadizo, desobediente y despreocupado del Señor que te los ha
ofrecido generosamente. Es tu sentido del mundo, tu relación con él, tu
preferencia por él en detrimento de Quien te lo dio, lo que te hace insensible
y es causa de que rompas tu conexión con la Verdad.
El Mensajero de Allah (la paz y las bendiciones sean sobre él) dice: «A
quien prefiere el mundo por encima del Más Allá se le obliga a padecer tres
cosas: una carga insoportable que nunca se aligerará, una pobreza que nunca se
aliviará y una ambición, un hambre que jamás se saciará". Así
pues, quien vive exclusivamente para este mundo, queda reducido a sentir sus
penas y sus dificultades: intentando resolver él sólo los problemas que éste
causa, siendo totalmente dependiente del mismo como si fuera un mendigo,
intentando satisfacer las necesidades de su carne y de su ego a partir de él.
Esa carne, ese ego cuyos apetitos no conocen la saciedad, cuyas ambiciones no
conocen límite, siempre deseando, siempre con hambre, siempre con insatisfacción.
Estas son las recompensas que el mundo reserva para aquellos que hacen de él su
señor, olvidando al Señor de todos los universos.
Esto no quiere decir que debas abandonar el mundo, no cumpliendo con tus deberes
en él ni participando en sus asuntos retirándote a un rincón sin esforzarte,
sin trabajar. El Profeta (la paz y las bendiciones sean sobre él) dice: «A
Allah le gusta ver al creyente trabajando en su profesión ".
«En
verdad que a Allah le gusta quien tiene oficio». «El que gana su sustento
legalmente con sus esfuerzos es el predilecto de Allah».
Estos dichos (hadices) significan que la benevolencia de Allah abarca a todos
los que en este mundo trabajan duro en un oficio o negocio. Por esta razón,
todos los profetas trabajaron para su sustento.
Se cuenta que un día 'Umar (Allah haya quedado complacido con él) se encontró
con un grupo de personas sentadas perezosamente sin hacer nada. Les preguntó
quiénes eran. «Somos -respondieron- de aquellos que
han puesto sus asuntos en manos de Allah y en Él confiamos» «¡En verdad que
no lo sois! -replicó lleno de cólera- ¡Sois sólo holgazanes, parásitos del
esfuerzo de otra gente! Pues alguien que confía de verdad en Allah primero
planta la semilla en el vientre de esta tierra y luego confía, espera y pone
sus asuntos en las manos de Quien todo lo sostiene».
Algunos sabios auténticos llegan casi a afirmar que el trabajo -en las
profesiones, los oficios y los negocios que son legales según la Sharia- es un
requisito del Islam. Afirman que se tiene verdadera apertura en Allah cuando se
realizan las prácticas del Islam ('ibadas) y que el trabajo es una de ellas. Se
basan en el siguiente versículo: «Terminada
el Salât (del viernes) ¡id a vuestras cosas, buscad el favor de Allah!
Recordad mucho a Allah! Quizá, así, prosperéis». [Corán
62:10]
Así pues, dejar lo mundano y el mundo no significa no cumplir con tus deberes
en él.
Tal
vez lo que se quiere decir con ser mundano sea el hecho de entregarse
exclusivamente a acaparar las ventajas del mundo. La persona mundana se
identifica con lo que ha acaparado y está orgullosa de ello. Llena de ambición
se dedica a acumular bienes de este mundo sin ponerse a considerar si son
legales o no, no sólo su parte sino también la de los otros. Peor aún es no
ver nada malo en todo esto, pensar que es el camino correcto, el único camino.
Cuando el amor a este mundo llena totalmente tu corazón, no deja espacio para
recordar a Allah. Olvidando el Más Allá, prefieres este mundo efímero.
Todo lo que necesitas de este mundo es algo legal para satisfacer tu hambre,
algo con qué cubrirte y un techo bajo el que cobijarte. Que éstas sean las únicas
cosas que pidas a este mundo, ninguna más. No envidies la aparente abundancia
temporal de que parece disfrutar la gente atada a este mundo, ni desees las
riquezas que han acaparado sin tener en cuenta el bien o el mal, lo legal o lo
ilegal. ¿ Cuánto tiempo permanece uno en este mundo?
Alguien que elija este mundo efímero prefiriéndolo al bien verdadero del
eterno Más Allá nunca alcanzará su meta, ni aquí ni allí. Ya que la ambición
de quien ambiciona este mundo nunca quedará satisfecha. ¿ No ves que el
Hacedor del Destino decide tu suerte en este mundo y que recibes ni más ni
menos de lo que estás destinado a recibir? Te guste o no, lo que Allah ha
establecido no cambia. Queramos más o no, sólo podemos lograr lo que está
reflejado en el espejo de nuestro destino. Dice Allah: «Nosotros
les dispensamos las subsistencias en la vida de acá,.. [Corán
43:32]
Pero, la gente que toma este mundo por su dios tiene deseos ilimitados. Sin
embargo, como no recibirán ninguna de las cosas que desean, si no las tienen
asignadas, estarán insatisfechos e infelices toda su vida, y en el Más Allá
tendrán que enfrentarse a la ira de Allah.
Los deseos mundanos son como el agua del mar , que, cuanto más bebes, más sed
sientes. El Mensajero de Allah (s.a.s.) comparó este mundo con un estercolero sólo
para decirte que te mantuvieras alejado de él. Conténtate con la porción de
bienes terrenales que Allah ha incluido en tu destino, pues, te guste o no, esa
es la parte que te corresponde.
Allah aconsejó y avisó al profeta Moisés (que la paz sea con él), diciéndole:
"Oh
descendiente de Adán, si estás satisfecho con lo que te he asignado, daré
reposo a tu corazón y serás merecedor de alabanzas. Pero, si no te sientes
satisfecho con lo que te he asignado, concederé al mundo poder sobre ti. Correrás
por él como corre un animal salvaje en el desierto. y ¡Por Mi poder y
majestad! no recibirás de él nada más que lo que te he asignado y merecerás
la condenación,..."
Esto significa que el hombre logrará la paz del corazón y alcanzará la
alabanza de Allah y Su gracia, si acepta y está contento con la parte que le
haya correspondido según la distribución de Allah. En cambio, si no
aceptas la parte que te ha sido destinada. Allah convertirá en, enemigo tuyo
este mundo que tanto deseas. La tierra será para ti algo así como un desierto
para un animal hambriento. Correrás y correrás hasta reventar sin poder
encontrar nada en él. Allah ha jurado que, por mucho que corran los apegados a
este mundo, no recibirán más que la parte que les ha sido asignada.
Supongamos que Allah te ha concedido todos los bienes de este mundo, todas las
riquezas materiales que puedas imaginar, ¿cuánto puedes usar, aparte de la
comida y la bebida que tu estómago pueda aguantar, de la ropa que cubrirá tu
cuerpo y de un lugar donde vivir? Los pobres de la tierra no tienen menos, y
además están mucho mejor situados, porque están en paz, sin preocupaciones en
este mundo y seguramente en el Más Allá tendrán menos de qué dar cuenta.
No cambies la paz del espíritu y la posibilidad de felicidad eterna por los
bienes temporales y perecederos de esta tierra. No importa cuán grandes y
seguros parezcan, morirán cuando tú mueras. La muerte te puede sobrevenir
cuando des tu próximo paso sobre esta tierra, y todos tus sueños terrenales se
evaporarán.
Así como los encadenados a este mundo son hijos de él, los vinculados al Más
Allá son hijos del Más Allá. Tal como el Mensajero de Allah aconseja, sed
hijos del Más Allá, atados a la eternidad, no efímeros hijos de la tierra,
que volverán a la tierra. Lee estas palabras de tu Señor y actúa
consecuentemente: «A quienes hayan deseado la vida de
acá y sus pompas les remuneraremos en ella con arreglo a sus obras y no serán
defraudados en ella».
«Esos
son los que no tendrán en la otra vida más que el Fuego. Sus obras no
fructificarán y será vano lo que hayan hecho». [Corán
11:15-16]
«A
quien desee labrar el campo de la vida futura se lo acrecentaremos. A quien>
en cambio> desee la- brar el campo de la vida de acá, le daremos de ella,
pero no tendrá parte en la otra vida». [42:20]
Epílogo
Que la verdad eterna te
despierte del sueño de la despreocupación. Que te haga consciente del origen
al cual debemos volver todos y en el que permaneceremos durante el resto de la
eternidad.
Que Quien todo lo ve abra tus
ojos interiores para que puedas ver y recordar cuanto has hecho y dicho a lo
largo de tu estancia en este reino temporal que sirve de ensayo para la otra
vida. Entonces sabrás y recordarás siempre que has de dar cuenta de todo,
cuando seas juzgado en el Juicio del Último Día.
No dejes el recuento para el Día
de rendir cuentas. Aquí y ahora son el lugar y el momento de hacerlo. Tienes
que inspeccionarte a ti mismo y liquidar las cuentas. El único camino que lleva
a la salvación es ir puro y limpio de deudas al Más Allá. Presta atención al
siguiente consejo del Profeta (la paz y las bendiciones sean sobre él), quien
dijo: «Haz tus cuentas antes de que las hagan por ti, pesa tus pecados antes
de que te los pesen». Examina tu vida, pon en un platillo de la balanza tus
transgresiones y, en otro, tus acciones buenas.
Hazlo
mientras todavía te queda tiempo en este mundo donde todos tenemos las
respiraciones contadas; mientras todavía puedes, antes de que te dejen sólo en
ese agujero oscuro del suelo. Mientras estás vivo, tu yo mundano es como un
recolector de las ganancias que provienen de la generosidad de Allah, que te
vienen de minadas de manos. Lo que recibes no es realmente tuyo, pues eres como
un administrador que distribuye lo que ha recibido, habiendo de dar cuenta de
ello.
Si no lo haces hoy, ten por
seguro que mañana, en el abrasador Día de rendir cuentas, gritarás y pedirás
ayuda. Nadie vendrá a socorrerte. Oirás la voz divina surgir del centro de
todas las órdenes de Allah. Es la voz del Castigador Absoluto, que castiga al
culpable reduciéndolo a la nada, Dirá: "¡Lee
tu escritura [donde están registradas tus acciones]! ¡Hoy bastas tú para
ajustarte cuentas!» [Corán
17:14]
¿No te has enviado mensajeros
el Señor? ¿No te ha enseñado el camino correcto? ¿No te ha ordenado
recordarle y alabarle día y noche? ¿No te ha dado tiempo en el día y en la
noche para cumplir sus Órdenes?
Si esperas hasta el último
instante, no obtendrás ningún bien de tu arrepentimiento. Si insistes en
esperar y demoras tu rendición de cuentas, debes saber que todas las puertas y
ventanas estarán cerradas para ti, y te quedarás fuera. Si eso es así, sábete
que no existe otra puerta, ningún otro lugar en donde buscar refugio. No hay
sitio a donde ir -ni para ti, ni para nadie, ni para ningún objeto de la Creación-
excepto la puerta de la misericordia de Allah. Ve y arrodíllate en su umbral.
Deja caer lágrimas de arrepentimiento y suplica que te dejen
entrar.
Intenta ver lo que hay detrás de las cortinas. Existen tres peligros que pueden
mantenerse alejado de tu examen de conciencia, del recuento tus acciones y de
dar gracias a tu generoso Señor. El primero de estos peligros es la
inconsciencia, la despreocupación. El segundo es el torrente de gustos y
apetencias que emanan de tu ego, de tu ser bajo. El tercero son los malos hábitos,
que, de hecho, son todos los hábitos, que convierten al hombre una especie de
autómata. Quien pueda salvarse de esos tres peligros con la ayuda de Allah,
encontrará la salvación en ambos mundos.
Que las bendiciones sean sobre nuestro Maestro, Muhammad (s.a.s.), su familia y sus compañeros, en todas las lenguas, en todos los lugares y en todas las categorías.