EL PROFETA DEL ISLAM

SU VIDA Y OBRA

 

Traducción: 'Abdullah Tous y Naÿat Labrador

 

 

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La reforma del estatus femenino

 

         Aunque el Profeta estuviera preocupado de la defensa y seguridad del Estado, las reformas en lo concerniente a la vida religiosa y social le preocupaban mucho más. Ya hemos visto como había transformado las relaciones del hombre con la divinidad, que no eran antas más que una formalidad sin consecuencia, en una realidad viva que influía sin cesar en la vida cotidiana: el fiel debía celebrar los oficios cinco veces por día, ayunar durante todo un mes cada año. El Profeta Muhammad había también instituido las cantidades correspondientes al auxilio a dar a los pobres. Las guerras pusieron de relieve ciertos defectos de la ley consuetudinaria relativos a la herencia. Ibn Habib nos indica que según la costumbre de Medina, solo los hijos en edad de servicio militar heredaban de sus padres, excluyendo a sus hermanos menores, hermanas e incluso a su madre; y si no había hijos adultos, eran los hermanos, y los sobrinos, y otros parientes del difunto quienes heredaban. Es después de la batalla de Uhud cuando el Corán interviene para mejorar la suerte de la mujer, en materia de herencia, ya que abolió no sólo las desigualdades entre mayores y menores sino que confirió derechos a los parientes femeninos, tales como madre, hija, hermana, tía, abuela, nieta etc., derechos que no podía anular un testamento contrario. En efecto una musulmana acababa de perder en esta batalla no solo su marido sino también, como consecuencia, todos sus bienes por no tener más que hijas. Samhûdi (2ª ed., p. 1125) da pintorescos detalles de como ella invitó al Profeta a una comida, luego le contó su doble desgracia. Algunos días más tarde fueron revelados los versos sobre la ley de herencia. Las consecuencias fueron muy comentadas.

 

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