al-‘Aqida
al-Islamiyya
Por Sayyd Sabiq
Traducción:
'Abd al-Wahid Gutiérrez
CAPÍTULO I
Islam, Imán y ‘Amal
El Islam es el Dîn que Allah
reveló a Muhammad (s.a.s.), y se compone de Imán y ‘Amal
El Imán representa la ‘Aqida y los fundamentos sobre los cuales se
asientan las normas del Islam.
El ‘Amal equivale a la Shari’a y las ramificaciones que pueden ser
consideradas como extensión del Imán y de la ‘Aqida.
Tanto el Imán y el ‘Amal, como la ‘Aqida y la Shari’a están entrelazados
entre sí uno con otro de la misma forma que el fruto con su árbol, lo causado
con la causa, o los resultados o conclusiones con sus premisas.
Y debido a estos firmes lazos aparece el ‘Amal asociado al Imán en la
mayoría de las Ayats del Corán al-Karim.
Y anuncia la buena nueva a aquellos que poseen Imán y realizan buenas
acciones que para ellos hay jardines bajo los cuales corren arroyos. (Al-Baqara,
25)
A quien actúe correctamente, sea hombre o mujer, y posea Imán, le
concederemos una vida pura y le recompensaremos de acuerdo con lo mejor de sus
obras. (An-Nahl, 97)
Aquellos que poseen Imán y obran correctamente depositaremos en ellos un amor misericorde. (Maryam, 96).
Concepto de Imán y de ‘Aqida
‘Aqida e Imán son sinónimos
cuyo significado es poseer una certeza absoluta.
El concepto de Imán y de ‘Aqida abarca seis elementos:
1)
El conocimiento de Allah; el conocimiento de Sus Bellos Nombres y de Sus
Cualidades Trascendentales; el conocimiento de las pruebas de Su existencia y
las manifestaciones de Su Grandeza en el Universo y en la Naturaleza.
2)
El conocimiento del mundo que está tras la Naturaleza, o también llamado
el mundo no visible, y el conocimiento de lo que hay en él en cuanto a las
fuerzas del bien representadas en los Malayka y el conocimiento de las fuerzas
del mal representadas en Iblis y en la existencia de los Shayatin; al igual que
también comprende el conocimiento en este mundo de la existencia de los Yinn y
de los Espíritus.
3)
El conocimiento de los Libros de Allah los cuales hizo descender para
delimitar lo verdadero de lo falso, el bien del mal, lo halal (lícito) de lo
haram (prohibido) y lo bello de lo feo.
4)
El conocimiento de los Profetas y de los Enviados que Allah ha elegido
como señales y guías para que conduzcan a la creación hasta la Verdad.
5)
El conocimiento del Yaum al-Ajir (la vida después de la muerte), y lo
relativo a ella en cuanto a recompensa y castigo, y lo relativo en cuanto al
Jardín y al Fuego.
6)
El conocimiento del Qadar de Allah (Destino) como fundamento sobre él que
se establece la estructura del Universo en lo referido a la creación y al orden
de la misma.
Este es un concepto que compete al Imán, como la ‘Aqida que Allah ha hecho
descender a través de Sus Libros, de Sus Profetas, haciendo de ella un
testamento tanto para las primeras como para las últimas generaciones de seres
humanos. Una ‘Aqida única, que no cambia con el paso del tiempo o el lugar, ni
cambia con los seres humanos ni los pueblos.
Él os ha prescrito el Din que impuso a Noé, y que te hemos revelado, y que impusimos a Abraham, Moisés y Jesús, diciendo: Permaneced perseverantes en la obediencia y no os dividáis en ella. (Ash-Shura, 13)
Aquello que ha legislado Allah para nosotros en cuanto a norma, así como
aquello de lo que nos ha hecho depositarios,
de la misma manera en que hizo herederos a los Profetas anteriores, es el
origen y fundamento de la ‘Aqida y de las bases del Imán y no las ramificaciones
ni las normas prácticas, pues cada Umma o pueblo ha tenido sus propias normas
conductuales en correspondencia con sus propias circunstancias, sus estados y
con sus niveles de pensamiento y espiritualidad,
“A todos les hemos dado una ley y una senda” (Al-Ma-ida, 48)
Pues en verdad Allah ha
hecho de esta ‘Aqida una ‘Aqida extensiva para toda la humanidad, y eterna por
encima del tiempo, en la que encontramos pruebas evidentes y un provecho útil
para la vida de las personas y las comunidades.
El resultado del conocimiento de Allah a través de esta ‘Aqida hace
brotar los sentimientos nobles y
despierta los órganos sensoriales del bien y educa el ámbito del autocontrol, e
incita la búsqueda de los actos más nobles y generosos y con ella se aleja el
hombre de los actos mezquinos y sus consecuencias.
El conocimiento de los Malayka tiene como consecuencia su imitación y la
colaboración con los mismos en el ámbito de la verdad y el bien, así como
también conlleva la adquisición de una conciencia plena y de un despertar
completo, no emergiendo del hombre entonces mas que aquello que es hermoso,
actuando gracias a ella con un
objetivo generoso.
El conocimiento de los Libros revelados conlleva la gnosis del Sendero
recto ordenado por Allah al hombre para que al transitar por el mismo llegue a
la plenitud tanto material como espiritual.
El conocimiento de los Profetas tiene como objetivo seguir sus huellas y
adoptar sus naturalezas, seguir sus ejemplos, pues ellos representan el Sendero
correcto y el ejemplo de vida limpia que Allah quiere para los hombres.
El conocimiento de la Vida Próxima es el motor más fuerte que impulsa a
hacer el bien y abandonar el mal.
El conocimiento del Destino provee al hombre de fuerza y energía para
afrontar todas las dificultades y pruebas relativizando así los grandes
acontecimientos.
Queda así claro pues, que el fin de la ‘Aqida es la educación de la
conducta humana, la depuración de los egos encaminándolos hacia los modelos más
elevados y nobles de actuación, gracias a que ella está basada en verdades
firmes, siendo considerada como el más elevado de los conocimientos humanos.
La educación del camino individual por medio de la implantación de la
‘Aqida islámica constituye el método o camino más grande entre los diferentes
métodos educativos, pues el Dîn del Islam posee un poder sobre los corazones y
los egos y una influencia sobre los sentimientos y lo sentidos que apenas
alcanzan otros medios inventados o ideados por los sabios, los juristas y los
educadores.
La siembra de la ‘Aqida en los egos de los individuos es el camino o
método más perfecto para dar lugar a la existencia de individuos correctos e
íntegros que puedan desempeñar un papel completo en la vida y que participen de
forma importante en dotar a la sociedad de aquello que es más útil y recto, pues
este aspecto de la educación colma a la vida de belleza y plenitud coloreándola
de amor y paz.
Cuando es el amor el que domina desaparece la disputa, el litigio y la
armonía reemplaza la discordia, convergiendo y armonizándose la gente en su
esfuerzo y trabajando los individuos para el bien comunitario y a su vez la
comunidad actúa promoviendo la felicidad y la integridad del individuo.
Por tanto queda manifiesto que el Imán es algo universal y eterno y que
Allah nunca ha abandonado a ninguna generación, y que a toda nación le ha
proveído de un Profeta que invoca este Imán y a la profundización de las raíces
de esta ‘Aqida.
A menudo este llamamiento ha caído bajo la corrupción de la conciencia
humana haciéndose manifiesta la necesidad del hombre del milagro que le haga
regresar a su naturaleza armónica primigenia con el objeto de corregir la
existencia terrena y reforzar la confianza de la existencia.
Sin lugar a dudas esta ‘Aqida constituye el espíritu de todo individuo, gracias
a ella la vida se hace esplendorosa y su ausencia produce la muerte espiritual
del hombre; ella es la luz sin la cual el hombre deambula ciego por las sendas
de la vida extraviándose en los valles de sombra.
“Quien estaba muerto y le devolvimos la vida, dándoles una luz con la que anda
entre los hombres, ¿puede ser acaso como quien está en las más profundas
tinieblas de las que no puede salir?
(Al-An’am, 122)
Esta ‘Aqida es el origen y fuente de los sentimientos nobles y la tierra de
cultivo de los sentimientos excelentes y elevados; de ella no emerge otra cosa
que la virtud y la acción correcta. Toda virtud deriva de ella, y toda acción
correcta igualmente procede de ella.
Cuando el Corán al-Karim habla de la acciones correctas coloca a la
‘Aqida a la vanguardia de las acciones justas, como fuente y origen sobre las
que ha de cimentarse. Dice Allah (s.t.)
“La veracidad no consiste en que volváis vuestros rostros a Oriente o
a Occidente, sino que la veracidad está en aquel que posee el Imán con Allah,
ante el Último Día, ante los Malaika, ante el Libro y ante los Profetas, y da su
dinero por amor a Él a los parientes y a los huérfanos, al necesitado y al
viajero, y a los que piden por caridad, y para el rescate de los cautivos, y
establece el Salat y cumple con el Zakat, y los que cumplen su promesa cuando la
hacen y el paciente en la pobreza y en la desgracia y el constante y firme en
tiempo de guerra; éstos son quienes se han mostrado veraces y quienes siente
sobrecogimiento ante Allah”, (Al-Baqara, 177)
Los diferentes Profetas han expuesto esta ‘Aqida
a las gentes de forma sencilla y fácil, dirigiendo sus miradas a los
reinos de los cielos y la tierra, despertando sus intelectos a la reflexión en
los signos de Allah y estimulando en su Fitra original aquello que ha sido
plantada en la misma en relación al Dîn y al mundo espiritual que está tras este
mundo material.
De esta forma sembró el Profeta (s.a.s.) esta ‘Aqida en las almas de su Umma
(Nación del Islam), dirigiendo sus miradas, dirigiendo sus pensamientos,
despertando sus inteligencias, despertando sus naturalezas primordiales (Fitra),
y cuidando esta siembra en su crecimiento hasta que alcanzó el éxito deseado
para poder llevar a su Umma desde la dualidad y el politeísmo hasta la ‘Aqida
del Tawhid (la Unidad y Unicidad de Allah) llenado sus corazones con el Imán y
la Certeza (Yaqín) de la misma manera que hizo posible que sus Compañeros se
convirtieran en guías e Imames rectos que condujeran al bien para dar lugar a
una generación fortalecida por el Imán, aferrada a la Verdad (Al-Haqq) y que
fuera esta generación como el sol para el mundo y la medicina para los pueblos!.
Allah ha distinguido a esta generación con la superioridad y el
privilegio, y ha dicho:
“Sois el mejor pueblo para la gente, ordenáis lo bueno prohibís lo
malo y poseéis el Imán con Allah” (Al-Imran, 110)
En el hadiz de Hariz ibn Malik al-Ansari (r.a.) se nos da una imagen
brillante de lo que es este Imán:
En cierta ocasión Hariz pasó por el lado del Profeta (s.a.s.) y le dijo
éste:
‘¿Cómo has amanecido Hariz?
Dijo: Ciertamente he amanecido como un Mumin (aquel que posee Imán en su
corazón)
Dijo el Profeta (s.a.s.): Mira lo que dices, pues cada cosa tiene su
propia realidad, ¿cuál es la realidad de tu Imán?
Dijo: Mi alma se ha despegado del mundo. He pasado la noche en vela. Me
he esforzado durante el día. Y he contemplado el Trono de mi Señor emergiendo. Y
he visto a la gente del Yanna (Jardín) paseando en él. Y he visto a la gente del
Fuego pidiendo auxilio.
Dijo el Profeta (s.a.s.): En verdad has conocido Hariz’.
Relatado por at-Tabarani con una cadena débil.
La desviación de la senda de los Profetas
Desde la instauración del
Tawhid a manos del sello de los Profetas de Allah, permaneció la ‘Aqida
fundamentada en la Revelación de Allah y en la enseñanza celestial, basándose
básicamente en el Libro y en la Sunna, dirigiéndose desde los aspectos más
básicos del ser humano hasta la educación de las facultades humanas así como de
las características más elevadas del hombre proporcionándole una guía en su
camino para elevar al mismo a lo más elevado de acuerdo con la nobleza del
Tawhid. Pero posteriormente surgieron las diferencias políticas y el seguimiento
de las diferentes escuelas de pensamiento y el arbitraje de la razón en los
ámbitos para los cuales no estaba facultada, siendo esto la causa de la
desviación de la senda de los Profetas como también fue la causa de la transformación del Imán en un asunto de orden filosófico,
y de comparación en el ámbito de la Lógica, así como el objeto de debates
acercándolo al ámbito de un debate bizantino.
Y así el Imán dejó de ser el Imán mediante el cual es depurado el Ego del
hombre, sus acciones, se alzan los individuos y es vivificada la Umma del Islam.
La
consecuencia de las diferencias políticas, de la desviación de la senda de la
Fitra original y de la impronta de las diferentes escuelas de pensamientos que
sobrevinieron, así como del imperio de la razón, fue la división del contenido
de la ‘Aqida en escuelas diferentes, cada una de ellas representadas por un
color intelectual definido reservándose cada una de ellas el detentar la verdad
y quien no entrara en su círculo de enseñanza era considerado bajo su punto de
vista como fuera del Islam.
El resultado de todo esto fue la disputa y los efectos de esta división
atrajo sobre los musulmanes peligrosas cosechas: la ‘Aqida se estremeció
en los individuos y el Imán se tambaleó en los corazones, y la ‘Aqida dejó de
ser considerada como algo supremo en la senda de los individuos y el Imán perdió
el poder sobre las facultades de los mismos.
La debilidad de la ‘Aqida se siguió de la debilidad del individuo, de la
familia y de la sociedad, y de todos los aspectos de la vida. Y esta debilidad
empezó a avanzar lentamente en todos los frentes hasta que la Umma se mostró
impotente en su seguimiento y en asumir sus responsabilidades tanto en lo
interior como en lo exterior, y la Umma dejó de ser tal y como Allah deseaba que
fuese, una Umma íntegra para conducir y guiar al resto de pueblos y sociedades.
Puesto que la causa del retraso de la Umma respecto a sus grandes fines radica en la debilidad de la ‘Aqida, es necesario por tanto que nos afanemos en el esfuerzo de implantarla en nuestras almas y que recordemos el plan que dibujó el Profeta (s.a.s.) en su cuidado a través de su desarrollo y fomento hasta que su fines adquieran fuerza y se alcance la certidumbre que conduce hasta la nobleza de la vida y que nos ayude a alcanzar los más elevados grados de fuerza y nobleza.