EL IMÂM AL-BUJÂRI

 

          El Imâm al-Bujâri es el más célebre recopilador de hadices (dichos y tradiciones atribuidos al Profeta -s.a.s.-). Es considerado por los musulmanes sunníes como el mejor conocedor del legado de Sidnâ Muhammad (s.a.s.), y es la máxima autoridad en materia de crítica del hadiz. Su obra fundamental, el Sahîh, fue el resultado de detalladas investigaciones y análisis tan rigurosos que es tenido por el libro más auténtico, después del Corán, en el Islam. Los hadices recogidos por al-Bujâri en el Sahîh son una información certificada por la escrupulosidad extraordinaria de este Imâm, innegable experto y maestro en materia de hadiz (era un muháddiz).

         Su nombre completo es Muhammad ibn Ismâ‘îl ibn Ibrâhîm ibn al-Mugîra al-Yu‘fi, y nació en Bujâra (Asia Central) en el año 810 de la era cristiana (256 después de la Hégira). Su apellido árabe al-Yu‘fi lo debe a que su bisabuelo se hizo musulmán en presencia de Yamân al-Yu‘fi, gobernador de Bujâra, y adoptó el nombre tribal de su mentor.

         Al-Bujâri comenzó a aprender hadices de memoria a la edad de diez años, una vez finalizados sus estudios coránicos. Parece haber  sido un estudiante precoz, capaz de corregir a sus maestros desde muy joven. Tenía una memoria fuera de lo común: se cuenta que sus compañeros rectificaban textos que habían anotado en clase fiándose más de la memoria de al-Bujâri que de lo que creían haber oido.

         A los dieciséis años hizo a la peregrinación a Meca junto a su madre y su hermano, y permaneció ahí tras la partida de sus familiares con la intención de seguir recogiendo información sobre el Profeta (s.a.s.). A partir de entonces comenzaron frecuentes viajes guiados por el deseo de buscar maestros que le comunicaran hadices y lo autorizaran a comunicarlos. Visitó los principales centros, desde Jurasân (en Irán) hasta Egipto, y tuvo contacto con más de mil maestros (shuyûj).

         Se instaló en Nisapur para dedicarse a la enseñanza, y su rigor en la trasmisión de los hadices pronto lo hizo célebre atrayendo un creciente número de discípulos. Su fama despertó celos, y tuvo que abandonar Nisapur para regresar a Bujara, su ciudad natal, donde continuó con el mismo éxito su difusión de las tradiciones muhammadianas. El gobernador de Bujara, Jâlid ibn Ahmad adz-Dzuhli, le pidió que acudiera a su palacio con sus libros para que él pudiese estudiarlos, pero al-Bujâri se negó diciendo que era indigno llevar la ciencia a la casa de la gente y que si quería instruirse debía asistir a la mezquita, como el resto de los interesados o visitarlo en su casa. Más tarde, el mismo gobernador le propuso que diera clases privadas a sus hijos, y al-Bujâri volvió negarse argumentando que no daría trato de favor a nadie. Todo esto fue considerado un agravio por el gobernador, que mandó expulsar al Imâm de la ciudad, teniendo que refugiarse en Jartank, pueblo a bastante distancia, en la ruta hacia Samarcanda, donde permaneció en la casa de sus padres. Al mes siguiente, tras una noche en la que pidió a Allah que lo reuniera con Él, murió en el año 870 (256 de la Hégira).

         Su obra más importante y célebre es el Sahîh, que tardó en reunir dieciséis años. El Sahîh pretende reunir hadices cuya autenticidad sea indudable (es lo que significa precisamente la palabra sahîh, ‘hadiz correcto o sano’). Eligió los hadices más fiables de entre una masa de 600.000 que se sabía de memoria. No insertó ningún hadiz en su libro sin haber comprobado escrupulosamente su autenticidad y tras realizar abluciones y dos rak‘as previamente. Esta compilación de hadices está dividida en 97 grandes capítulos subdivididos a su vez en 3.400 apartados. En total cuenta 7.397 hadices, cada uno de ellos con su isnâd (genealogía) completa. En realidad, pues muchos son simples repeticiones, la cantidad de hadices es tan sólo de 2762. La causa de las repeticiones es la siguiente: el libro pertenece al género musánnaf o clasificado por temas (no se trata de una simple lista), y como muchos hadices abordan varias cuestiones son repetidos cada vez que lo exige un nuevo capítulo. La obra está dispuesta al modo tradicional de los tratados de Fiqh (derecho musulmán), siguiendo el orden habitual de los temas en esas exposiciones, pero también contiene otros materiales: el principio de la creación, las descripciones del Fuego y el Jardín, el comportamiento moral que debe seguir un musulmán, historias de los profetas, en especial las anécdotas relativas a la vida de Muhammad (s.a.s.), comentarios el Corán, todo ello citando siempre palabras textuales del Profeta (s.a.s.). Parece ser que al-Bujâri trazó el plan del libro dejando en blanco algunos capítulos para los que no encontró después hadices auténticos apropiados. Algunos autores han criticado la obra diciendo que a veces los hadices poco tienen que ver con título del capítulo en el que están incluidos.

         El Sahîh ha conocido una gran cantidad de comentarios (de todo el texto o de parte de él) así como resúmenes. Los comentarios más completos son los voluminosos trabajos de al-‘Asqalâni y de al-Qastallâni, muy empleados por quienes desean acercarse al Sahîh. Muy pronto, el libro de al-Bujâri fue considerado entre los musulmanes sunníes como la mejor fuente para estudiar y conocer el Islam después del Corán. Otra recopilación importante, con el mismo título y obra del Imâm Múslim, ocupa también un lugar privilegiado.

         Pero el Imâm escribió otros libros. En su Târîj ofrece las biografías de los trasmisores de hadices que aparecen en los isnâds (genealogías) de los hadices, y en la introducción declara haberlo escrito durante noches de luna llena junto a la tumba del Profeta en Medina. En vida, al-Bujâri fue reconocido por la comunidad musulmana como muháddiz (experto en hadices) eminente,  valorable por su conocimiento minucioso de los detalles y por su perspicacia en denunciar las trasmisiones falsas o defectuosas.