LIBIA, MUCHO MÁS QUE PETRÓLEO

 

Publicado en La Voz de Cádiz el 07.06.2011

 

Lo que está sucediendo en Libia es la réplica, punto por punto, de la guerra de Iraq.  Si aquella no era una guerra autorizada por la ONU,  esta tampoco lo es, ya que la Resolución 1973 del Consejo de Seguridad, impuesta a contrapelo e ignorando la posición de países de tanto peso como Alemania, Rusia, Brasil, China o India, se adoptó solo para abrir un pasillo aéreo con la finalidad de proteger a la población civil de unos supuestos bombardeos (de los que no existe una sola foto, ni una sola prueba). Las condiciones que establecía estaban cumplidas a finales de abril. 

 

Esa Resolución no autorizaba a orquestar una oposición que no existía,  ni a entrenar a los mercenarios rebeldes, ni a desplegar “asesores” por el territorio, ni a bombardear a una población que iban  a proteger,  ni a promover un golpe de estado, ni a arrasar el país, ni a asesinar a los tres nietos de Gadafi (de edades comprendidas entre 4 meses y 3 años de edad, junto con el padre de uno de estos pobres críos), ni tampoco a asesinar a Gadafi, como pretenden. Son los libios quienes deben decidir su futuro, no Obama, ni Cameron, ni Sarkozy, ni Zapatero...El Tribunal Penal Internacional continúa missing

 

¿Por qué han atacado a Libia?  Me remito a “Claves para entender la Guerra en Libia: ¿Petróleo o Bancos Centrales?”, de Elen Brown, Presidenta del Public Banking Institute. Se refiere a una entrevista al General Wesley Clark –en Democracy Now-  en la que éste explica que unos diez días después del 11-S, otro general le dijo que iban a atacar Iraq. No sabía por qué. Más tarde le revelaría que el plan era atacar a 7 países: Iraq, Siria, Líbano, Libia, Somalia, Sudán e Irán.  ¿Qué tienen estos 7 países en común?   Que ninguno de ellos es miembro del Banco de Compensaciones Internacionales, es decir: están fuera del alcance del  Banco Central y de los movimientos relacionados con el dólar, una moneda devaluada, que ha arrastrado en su caída a toda la economía mundial. ¿Pero quien decide los ataques? La Reserva Federal Norteamericana, un club privado, integrado por los verdaderos amos del planeta: Los Rothschild, Rockefeller, Morgan, Warburg, Moses Israel Seif, Lazard, Lehman Brothers, Godman Sach, etc. La RF es propietaria de la CIA, el Pentágono, el FMI…y maneja a la ONU y a la OTAN. Su objetivo es el asalto a los bancos centrales de esos países y hacerse con sus reservas de oro. Comenzaron  por Iraq, ahora le sigue Libia y van a por el resto ya mencionado, sin desdeñar el petróleo u otros recursos.

 

Distintos analistas comentan que Iraq había empezado a aceptar euros, en lugar de dólares en pago por su petróleo, lo que desató las iras de EE.UU.  Por su parte, Libia, con una moneda fuerte, estaba planteando la unión monetaria en África en torno al dinar de oro.  En este contexto no pasa desapercibido que los mercenarios  rebeldes, antes de empezar la contienda, legalizaran un Banco central en Libia. Y es que el objetivo de la Reserva Federal de EE.UU. en esta guerra, petróleo aparte, como ya hemos comentado,  es hacerse con las importantes reservas de oro de Libia, estimadas en 144 toneladas de oro, para respaldar al dólar.    

 

Libia era un polo de prosperidad, con la  mayor renta per cápita de toda África y el mayor índice de desarrollo humano, según el PNUD de la ONU: niños escolarizados, esperanza de vida (casi 78 años), reparto de las rentas del petróleo (reducidas últimamente por imposición del FMI), tratamientos médicos gratuitos, dote de 60.000 dinares (50.000 dólares) a las parejas que se casan, préstamos sin interés, pensiones, pleno empleo, etc.  (¿A quien no le agradaría un régimen así?, se pregunta Elen Brown). En Libia hacían buenos negocios bastantes empresas españolas -como Repsol, Dragados o ACS-, que se han visto obligadas a marcharse. En un país de 6 millones de habitantes había 3 millones de extranjeros trabajando (1.500.000 egipcios, 800.000 tunecinos, etc,), que ahora huyen de los bombardeos de la OTAN, junto con los libios, y perecen en el mar tratando de llegar a Europa.

 

En unos meses, Libia ha pasado de ser un país próspero a un infierno: empresarios asesinados, hospitales y guarderías infantiles bombardeados, explosiones por doquier, actividad económica paralizada, etc.  Pero lo último que quedaba por conocer ha  sido la  creación –con dinero de nuestros bolsillos- de los Escuadrones de la Muerte, unas patrullas a las que se refiere la noticia publicada en distintos medios de que “la Brigada 17 de febrero despierta inquietud”. En un foro de internet  relataban una entrevista concedida a un canal de televisión por un mercenario rebelde, apresado y amnistiado en Misratah, en donde comentó algunas de las atrocidades que vienen cometiendo,  sin temor a ser llevado ante los tribunales ya que cuenta con el apoyo occidental.   Los rebeldes le pagaban hasta 10.000 LYD por cada persona asesinada, en función del rango. “Por las noches llegaba un coche y recogía las cabezas”. Contó que también les pagaban por violaciones a mujeres, deteniéndose en un caso concreto en que “cogieron a dos hermanas y, frente a sus familiares, las violó todo el grupo de rebeldes, y luego les cortaron los pechos hasta que perdieron el conocimiento”. Se animaban a hacer estas barbaridades todos porque así cobraban también todos. Contó que una vez mataron a 52 militares libios y se llevaron a 22 vivos hasta un matadero de animales, los degollaron y les cortaron las cabezas.  Y también contó que no había visto ningún bombardeo (de Gadafi) sobre población civil.

Magnífica la labor de los Cruzados de Occidente (que tanto aplauden, por cierto, a Arabia Saudí o a los Emiratos Árabes, en donde todavía mantienen la esclavitud). Hay que felicitarlos porque, reproduciendo el itinerario que marcaron en Iraq, el terror, que es su modus operandi, va en aumento cada día que pasa.

 

¿Qué hicieron los libios para merecer esto?  Solo manifestarse libre y modestamente. Los manifestantes libios que vi en televisión, en su momento,  pedían vivienda y no llegaban ni a 300, pero nos contaron que pedían democracia y que eran miles. ¿No es eso lo que piden los cientos de miles de manifestantes que llenan las plazas de España durante las últimas semanas? 

 

¿Vendrá también aquí la OTAN, con sus misiles de uranio empobrecido y sus bombas de racimo a traernos esa democracia que tan insistentemente demandamos? Quizás nos salve el que estemos inmersos en la crisis del dólar.        

                                

                                Purificación González de la Blanca