Existen pruebas claras y
contundentes de que el levantamiento para derrocar al
presidente al-Assad de Siria es un violento robo de poder
dirigido por combatientes apoyados desde el exterior que han
matado y herido a miles de soldados, policías y civiles
sirios, a partidarios del gobierno y de su oposición
pacífica.
La indignación expresada por los
políticos de Occidente y de los Estados del Golfo y en los
medios de comunicación sobre el asesinato de pacíficos
ciudadanos sirios que protestaban por la injusticia está
cínicamente planificada para encubrir los informes
documentados de la toma violenta de barrios, pueblos y
ciudades a manos de bandas armadas que blanden
ametralladoras y colocan bombas en las márgenes de los
caminos.
La
agresión a Siria está respaldada por fondos,
armas y formación
extranjeros. Sin embargo, debido a la falta de apoyo
interno, y para tener éxito, será necesaria la intervención
militar extranjera directa. Por esa razón se ha montado una
enorme campaña de propaganda y diplomática con el fin de
demonizar al legítimo gobierno sirio. El objetivo es imponer
un régimen títere y reforzar el control imperial occidental
en Oriente Próximo. A corto plazo, ello aislará aún más a
Irán en la preparación para un ataque militar de Israel y de
Estados Unidos y a la larga, eliminará otro régimen laico
independiente amigo de China y Rusia.
Con el fin de movilizar el apoyo
del mundo a esta toma de poder financiada por Occidente,
Israel y los Estados del Golfo, se han utilizado diversos
ardides propagandísticos que justifiquen otra violación
flagrante de la soberanía de un país tras su exitosa
destrucción de los gobiernos laicos de Iraq y Libia.
El contexto más
amplio: la agresión en serie
-
El seudo
intelectual
francés
Bernard
Henry
Lévy
(izquierda)
en
compañía
de sus
compatriotas
Laurent
Fabius
(centro)
y
Bernard
Kouchner,
alias "french
doctor",
respectivamente
predecesor
y
posible
sucesor
del
ministro
de
Relaciones
Exteriores
francés
Alain
Juppé,
reunidos
durante
un
meeting
para una
Siria
"democrática",
el 4 de
julio de
2011.
Estuvo
ausente
el líder
centrista
francés
François
Bayrou
quien
dejó un
mensaje
grabado.
Este
lobby
logró
convencer
y hacer
jurar a
toda una
asamblea,
en la
cual
estaba
incluso
la
responsable
del
partido
ecologista,
la Sra.
Cécile
Duflot,
para una
"democratización"
de Siria
bajo
modelo
aplicado
en
Libia.
La actual campaña occidental
contra el régimen independiente de al-Assad en Siria forma
parte de una serie de ataques contra los movimientos pro
democracia y contra los regímenes independientes desde el
Norte de África hasta el Golfo Pérsico. La respuesta
imperial-militarista al movimiento democrático egipcio que
derrocó la dictadura de Mubarak ha sido respaldar la toma de
poder de la Junta militar y la
campaña criminal de encarcelar, torturar y asesinar a más de
10.000 manifestantes a favor de la democratización.
Enfrentados a movimientos
populares democráticos similares a los [de otras partes] del
mundo árabe, los dictadores autocráticos del Golfo apoyados
por Occidente aplastaron sus respectivos levantamientos en
Bahréin, Yemen y Arabia Saudí. La agresión se extendió al
gobierno laico de Libia, donde potencias de la OTAN lanzaron
un bombardeo aéreo y marítimo masivo en apoyo de las bandas
armadas de mercenarios destruyendo con ello la economía y la
sociedad civil de Libia.
El despliegue de mercenarios
mafiosos armados condujo a un ataque despiadado contra la
vida urbana en Libia y a la devastación del campo. Las
potencias de la OTAN eliminaron al régimen laico del coronel
Gadafi y a él mismo asesinándolo y mutilándolo con sus
mercenarios. La OTAN supervisó las lesiones, el
encarcelamiento, la tortura y la eliminación de decenas de
miles de civiles partidarios de Gadafi y funcionarios del
gobierno. La OTAN respaldó al régimen títere cuando éste se
embarcó en un sangriento pogromo contra ciudadanos libios de
ascendencia africano-subsahariana, así como contra
trabajadores inmigrantes africano-subsaharianos —grupos que
se habían beneficiado de los generosos programas sociales de
Gadafi. La política imperial de arruinar y gobernar en Libia
sirve de “modelo” para Siria: crear las condiciones para un
levantamiento popular dirigido por los fundamentalistas
musulmanes, financiados y entrenados por mercenarios
occidentales y los Estados del Golfo.
El sangriento
camino de Damasco a Teherán
-
La
Secretaria
de
Estado
de EEUU,
la Sra.
Hillary
Clinton,
en
compañía
de sus
homólogos
extranjeros,
el jeque
Abdullah
Bin
Zayed
Al-Nahyan
de los
Emiratos
Árabes
Unidos,
el Sr.
William
Hague,
del
Reino
Unido y
Ahmet
Davutoglu
y de
Turquía,
pidiendo
intervención
"humanitaria"
en la
conferencia
de
"Amigos
de
Siria"
24 de
febrero
de 2012.
De acuerdo con el Departamento de
Estado, el camino a Teherán pasa por Damasco: el objetivo
estratégico de la OTAN es destruir al principal aliado de
Irán en Oriente Próximo; para las monarquías absolutistas
del Golfo el propósito es reemplazar una república laica por
una dictadura teocrática vasalla; para el gobierno turco el
propósito es fomentar un régimen dócil a los dictados de la
versión del capitalismo islámico de Ankara; para al-Qaida y
los aliados fundamentalistas salafistas y wahabíes, un
régimen teocrático suní despojado de sirios laicos, alawíes
y
cristianos servirá como trampolín para proyectar poder
en el mundo islámico; y
para Israel, una Siria ensangrentada y dividida garantizará
aún más su hegemonía regional. No fue sin previsión
profética que el sionista por antonomasia estadounidense,
senador Joseph Lieberman, exigiera días después del ataque
de al-Qaida del 11-S de 2001: “Primero tenemos que ir a por
Irán, Iraq y Siria” antes de considerar quiénes eran los
verdaderos autores de los hechos.
Las fuerzas armadas anti-sirias
reflejan una variedad de perspectivas políticas en conflicto
ligadas únicamente por su odio común al régimen
nacionalista, laico e independiente que ha gobernado la
compleja y multiétnica sociedad siria durante décadas. La
guerra contra Siria es la principal plataforma de
lanzamiento para un resurgimiento del militarismo occidental
que se extienda desde el Norte de África hasta el Golfo
Pérsico, apoyada por una campaña sistemática de propaganda
que proclama la misión democrática, humanitaria y
“civilizadora” de la OTAN en nombre del pueblo sirio.
El camino a
Damasco está lleno de mentiras
-
Combatientes
del
«Ejército
Sirio
Libre» (ASL).
Integrado
principalmente
por
mercenarios
y
fanáticos,
financiados
por las
fuerzas
armadas
de
Qatar,
armados
por
parte de
Turquía
y
dirigidos
por
Francia
y Gran
Bretaña,
no es un
ejército
de
Siria,
ni
libre.
Un análisis objetivo de la
composición política y social de los principales
combatientes armados en Siria desmiente cualquier afirmación
de que el levantamiento persiga la democracia para el pueblo
de ese país. La columna vertebral de la insurrección está
integrada por combatientes fundamentalistas autoritarios.
Los propios
Estados del Golfo que financian a estos matones brutales
son monarquías absolutistas. Tras haber endosado un brutal
régimen de gánsteres al pueblo de Libia, Occidente no puede
reclamar ninguna “intervención humanitaria”.
Los grupos armados se infiltran en
las ciudades y se sirven de los centros de población como
escudos desde los que lanzan sus ataques contra las fuerzas
del gobierno. En el proceso, expulsan a miles de ciudadanos
de sus hogares, tiendas y oficinas que utilizan como puestos
militares avanzados.
La destrucción del barrio de Baba Amro en Homs es un
caso clásico de bandas armadas que utilizan a civiles como
escudos y como carne de cañón para la propaganda en la
demonización del gobierno.
Esos mercenarios armados no tienen
credibilidad nacional entre la masa del pueblo sirio. Una de
sus principales fábricas de propaganda se encuentra en el
corazón de Londres, el denominado “Observatorio Sirio de
Derechos Humanos”, desde
donde se coordina estrechamente con los servicios de
inteligencia británicos produciendo historias
espeluznantes y atroces para agitar el sentimiento a favor
de una intervención de la OTAN. Los reyes y los emires de
los Estados del Golfo proporcionan estos combatientes.
Turquía proporciona las bases militares y controla el flujo
transfronterizo de armas y el movimiento de los dirigentes
del llamado “Ejército Sirio Libre”.
Estados Unidos, Francia e
Inglaterra ofrecen las armas, el entrenamiento y la
cobertura diplomática. Yihadistas fundamentalistas
extranjeros, incluyendo combatientes de al-Qaida en Libia,
Iraq y Afganistán, han entrado en el conflicto. Esto no es
una “guerra civil”. Es un conflicto internacional que
enfrenta a una infame triple alianza de los imperialistas de
la OTAN, los déspotas de los Estados del Golfo y
fundamentalistas musulmanes en contra de un régimen
nacionalista laico independiente.
El origen extranjero de las armas,
de la maquinaria de propaganda y de los combatientes
mercenarios revela el siniestro carácter imperial y
“multinacional” del conflicto. En última instancia el
violento levantamiento contra el Estado sirio supone una
campaña imperialista sistemática para derrocar a un aliado
de Irán, de Rusia y de China, aun a costa de destruir la
economía y la sociedad civil de Siria, de fragmentar el país
y de desencadenar prolongadas guerras sectarias de
exterminio contra las
minorías alawíes y cristianas, así como contra los
partidarios del gobierno laico.
Los asesinatos y la huida masiva
de refugiados no son el resultado de la violencia gratuita
cometida por un Estado sirio sediento de sangre. Las
milicias respaldadas por Occidente han cercado barrios por
la fuerza de las armas, destruido oleoductos, saboteado el
transporte y bombardeado edificios gubernamentales. En el
curso de sus ataques han desbaratado servicios básicos
esenciales para el pueblo sirio como la educación, el acceso
a la atención médica, la seguridad, el agua, la electricidad
y el transporte.
Por lo tanto, en ellos recae la
mayor parte de la responsabilidad por esta “catástrofe
humanitaria” (de la que sus aliados imperiales y los
funcionarios de la ONU culpan a la seguridad y a las fuerzas
armadas sirias). Las fuerzas de seguridad sirias están
combatiendo para preservar la independencia nacional de un
Estado laico, mientras que la oposición armada ejerce
violencia en nombre de sus amos extranjeros que le pagan
desde Washington, Riad, Tel Aviv, Ankara y Londres.
Conclusiones
-
El
proyecto
de
reforma
constitucional
sometido
a
referéndum
por el
actual
presidente
sirio
Bashar
al-Assad
fue
aprobado
por casi
el 90%
de los
votos
emitidos.
57,4% de
los
votantes
acudieron
a las
urnas,
más de 8
millones
de
sirios.
Esta
cantidad
de
votantes
participando
en estas
votaciones
fue la
elección
más
importante
realizada
desde
hace 60
años.
El referéndum al régimen de
al-Assad el mes pasado atrajo a millones de votantes sirios
desafiando las amenazas imperialistas occidentales y los
llamamientos terroristas de boicot. Ello indica claramente
que la mayoría de los sirios prefieren una solución pacífica
y negociada, y que rechazan la violencia mercenaria. El
Consejo Nacional Sirio respaldado por Occidente y el
“Ejército Sirio Libre” armado por Turquía y por los Estados
del Golfo han rechazado de plano los llamamientos de Rusia y
China para un diálogo abierto y negociaciones que el régimen
de al-Assad ha aceptado.
La OTAN y las dictaduras de los
Estados del Golfo están empujando a sus representantes a
luchar por un violento “cambio de régimen”, una política que
ya ha causado la muerte de miles de sirios. Las sanciones
económicas de Estados Unidos y Europa están diseñadas para
destruir la economía siria a la espera de que la intensa
privación impulse a una población empobrecida a los brazos
de sus violentos subsidiarios. En una repetición del
escenario de Libia, la OTAN propone “liberar” al pueblo
sirio destruyendo su economía, su sociedad civil y su Estado
laico.
Una victoria militar occidental en
Siria únicamente alimentará el creciente frenesí del
militarismo. Alentará a Occidente, a Riad y a Israel a
provocar una nueva guerra civil en Líbano. Después de
destruir Siria, el eje Washington-UE-Riad-Tel Aviv avanzará
a una confrontación mucho más sangrienta contra Irán.
La
horrible destrucción de Iraq, seguida del
colapso posbélico de Libia proporciona un patrón
aterrador de lo que le espera al pueblo sirio: un abrupto
desmoronamiento de su nivel de vida, la fragmentación de su
país, la depuración étnica, el gobierno sectario y
fundamentalista de bandas mafiosas y la inseguridad total de
la vida y de la propiedad.
Al igual que los “izquierdistas” y
“progresistas” declararon que el brutal ataque despiadado
contra Libia era la “lucha revolucionaria de demócratas
insurgentes” alejándose después y lavándose las manos de la
sangrienta secuela que ha dejado la violencia étnica contra
los libios negros, repiten los mismos llamamientos a favor
de una intervención militar contra Siria.
Los mismos liberales,
progresistas, socialistas y marxistas que están pidiendo a
Occidente que intervenga en la “crisis humanitaria” de Siria
desde sus cafés y sus oficinas en Manhattan y en París,
perderán todo interés por la orgía sangrienta de sus
victoriosos mercenarios después de que Damasco, Alepo y
otras ciudades sirias hayan sido bombardeadas por la OTAN
hasta la rendición.
Fuente: James Petras / Red
Voltaire.
Traducción de Loles Oliván.
Leer también: James Petras: La
revuelta árabe y el contraataque imperialista (en inglés),
Clarity Press: Atlanta 2012, segunda edición.