El escritor antisionista Gilad Atzmon en Buenos Aires
“Lo que hace Israel con los palestinos no es apartheid, sino limpieza étnica”
El tipo habla desde las entrañas
cuando expresa con claridad que “el poder judío es el más peligroso en
función de la paz mundial”. Indudablemente hay que ser valiente para
desgranar esos conceptos y otros semejantes, en un país donde el lobby
sionista siempre inclina la balanza hacia la impunidad de sus acciones.
Se trata de Gilad Atzmon, filósofo, escritor, músico excepcional (sin
duda, el saxofonista más brillante después de Charlie Parker). Nacido en
Israel dentro de una familia de la extrema derecha sionista (lo cuenta
él mismo en la película sobre su vida: Gilad: And all that Jazz),
disfrutaba de las bondades que otorga el no enterarse demasiado de lo
que estaba ocurriendo fuera de su microclima. Pero un buen día, como le
suele pasar a todo joven israelí que se precie, fue enviado con un fusil
al hombro a guerrear a Líbano. Allí se topó de golpe con otra realidad:
vio prisioneros encadenados, maltratados, asesinados. Y además, toda esa
dolorosa experiencia coincidió con la masacre de Sabra y Chatila. No
tuvo dudas entonces: ”me di cuenta que esa no era mi guerra y que se
parecía muchísimo al nazismo del que tanto se hablaba en mi seno
familiar”, recuerda ahora.
En una ocasión, allí en Líbano, después de visitar un complejo de
horribles y malolientes “jaulas”, pecando de ingenuidad, le preguntó
indignado a su jefe militar: “¿Cómo es posible que se usen estos sitios
para encerrar a los perros?
Se quedó helado cuando éste le respondió: “No, soldado, estas celdas no
son para los perros sino para los terroristas palestinos”.
“Allí sentí –dice- que los palestinos eran los judíos de Auschwitz y yo
era el nazi, sin dudas”.
Con toda esa terrible experiencia sobre su espalda, Atzmon volvió a
Israel y tomó la decisión que muy pocos se atreven (por miedo o por
cómplice indiferencia): renunció a la nacionalidad israelí y se fue a
vivir a Londres, jurando que no regresará más hasta que ese sitio se
llame "Palestina". Desde ese entonces se ha convertido en un activo
militante de la denuncia al sionismo (al que ubica mayoritariamente en
la diáspora) y de “la judeidad” que envuelve con sus señas de
“superioridad” y “extremismo violento” a gran parte de la sociedad a la
que el propio Gilad tuvo la “desgracia” de pertenecer, hasta que le
afloró la conciencia.
Ahora Gilad (al que habitualmente se lo puede leer en la web Rebelión)
está en Buenos Aires, presentando un libro que no tiene desperdicio:
La identidad errante, publicado por Editorial Canaán*, con una
traducción impecable de Beatriz Morales Bastos.
La Editorial Canaán está dirigida por Saad Chedid, otro valiente como
Gilad, a quien hay que agradecer la edición de decenas de textos
vinculados a la denuncia de las barbaridades cometidas por Israel en más
de medio siglo y también otros importantes trabajos sobre el devenir de
las naciones árabes.
Ninguneado por la mal llamada “gran prensa”, como suele ocurrir cuando
alguien osa enfrentar al sionismo, Gilad no pierde el humor y señala que
su vida como escritor se ha convertido en una aventura peligrosa, ya que
se ha hecho común que en su dirección de correo electrónico reciba
decenas de amenazas de muerte e insultos irreproducibles, por parte de
quienes aplauden día a día el genocidio palestino en Gaza o Cisjordania.
Sin contar las veces que ha tenido que enfrentarse cara a cara con
fanáticos pro-israelíes que irrumpen en sus presentaciones de libros o
lo esperan a la salida para recriminarle por “antisemita”. O los
innumerables artículos
Sonriente, Gilad recuerda su anterior visita en 2003, cuando le tocó
lidiar con la infaltable (a la hora de defender posiciones anti
populares) Magdalena Ruiz Guiñazú, durante la Feria del Libro al que
había sido invitado a presentar uno de sus textos.
“El elemento más importante del poder judío, incluso más grave que las
masacres que promueve, es el de controlar a la oposición”, dice un Gilad
provocativo. Y explica, que “el sionismo no se conforma con desarrollar
lobbies poderosos que digitan la política y la economía de países
enteros, o de tener una poderosa influencia en los medios de
comunicación”, sino que también pesa determinantemente en grupos, ONGs y
colectivos que habitualmente actúan como críticos al Estado de Israel,
pero que por debajo reciben apoyo financiero de personajes o entidades
vinculadas al sionismo, como es el caso del multimillonario Georges
Soros. “Es el juego practicado por cierto sionismo liberal que influye
de esta manera sobre hasta donde deben ir las críticas del antisionismo.
Es decir, las edulcoran, las controlan, sin que la mayoría de las veces
se enteren los militantes o seguidores de estas organizaciones”. Según
Gilad, esto se ve muy claramente en las posiciones de algunos
columnistas o medios de comunicación de perfil crítico, todos ellos de
ascendencia judía, que casi siempre se quedan a mitad de camino en sus
embates contra el Estado israelí, o que suelen lanzar infundios hacia
las organizaciones de la resistencia palestina que no comulgan con el
comportamiento del ultra moderado Mahmoud Abbas.
Atzmon también denuncia que a la hora de hablar de lobbies o grupos de
presión sionistas en Estados Unidos y el Reino Unido, se puede decir que
el 80% de los conservadores ingleses y los republicanos estadounidenses
adhieren a esas iniciativas. Pero no sólo eso, sino que esta influencia
también se hace sentir con peso, entre los laboristas británicos y los
demócratas de EEUU. “Se desviven todos ellos, por demostrar su amistad
eterna con Israel, y lo mismo ocurre con Hollywood”.
Gilad no tiene dudas al expresar su compromiso constante con la causa
palestina. “El único pueblo que puede traer la paz son los palestinos,
-explica- en contra de todo pronóstico y a pesar del sufrimiento, la
humillación y la opresión interminables, siguen siendo una sociedad
ecuménica regida por la ética”.
Y agrega: “Tal como están las cosas, el Estado judío es categóricamente
incapaz de llevar a la región a la reconciliación”.
Por último, el autor de “La identidad errante” señala que discrepa con
que Israel esté aplicando una política de apartheid: “Es mucho peor que
eso, se trata de limpieza étnica. Lo más parecido a la Alemania nazi. No
quieren que los palestinos estén allí, los desprecian, y no se conforman
con invadirlos, sino que aspiran también ellos a una solución final,
como imaginaba Hitler”.
* Ediciones de Oriente y del Mediterráneo, colección Disenso, publicó
La identidad errante en 2012 en el Estado español.