Si
lo que se dice en Washington fuese cierto –que la ofensiva iraquí del
Emirato Islámico en Irak y el Levante (EIIL, también conocido en árabe
como Daesh) realmente
sorprendió a Estados Unidos–, el presidente Obama tendría que destituir
de inmediato a todos los dirigentes de laUnited States Intelligence
Community, a la que pertenecen la CIA y las numerosas agencias
federales que se dedican al espionaje y a la ejecución de operaciones
secretas estadounidenses a escala mundial.
Pero no hay dudas de que, por el contrario, esos dirigentes han
recibido, en privado, las felicitaciones del presidente. El EIIL es,
en realidad, una herramienta de la estrategia estadounidense de
destrucción de Estados mediante guerras secretas. Varios de sus jefes
provienen de las formaciones islamistas libias que, inicialmente
clasificadas como terroristas, fueron armadas, entrenadas y financiadas
por los servicios secretos de Estados Unidos para derrocar a Muammar el-Kadhafi.
Y
es el propio EIIL quien viene a confirmarlo al conmemorar la muerte de 2
de sus comandantes libios. Se trata de Abu Abdullah al-Libi, quien
combatió en Libia antes de su muerte en Siria –el 22 de septiembre de
2013– a manos de un grupo rival; y Abu Dajana, quien también luchó
en Libia y murió en Siria el 8 de febrero de 2014 durante un
enfrentamiento con un grupo de al-Qaeda, que anteriormente había sido su
aliado.
Cuando se inició la guerra secreta por el derrocamiento del presidente
Assad numerosos combatientes que se hallaban en Libia llegaron a Siria,
donde se unieron a otros, que en su mayoría no eran sirios sino que
provenían de Afganistán, Bosnia y Chechenia, entre otros países.
Fue precisamente en Siria donde el EIIL edificó gran parte de su fuerza.
Y fue también en Siria donde los «rebeldes», infiltrados en ese
país desde Turquía y Jordania, recibieron cargamentos de armas,
provenientes también de Croacia, a través de una red organizada por la
CIA (red cuya existencia ha sido incluso documentada en una
investigación delNew York Times [1]).
¿Es posible que la CIA y las demás agencias estadounidenses –que
disponen de una vastísima red de espías, de eficaces drones y de
satélites militares– no supieran que el EIIL estaba preparando una
ofensiva de gran envergadura contra Bagdad, ofensiva por demás precedida
por una serie de atentados? Es evidente que no podían ignorarlo.
Entonces ¿por qué no dio Washington la alarma antes del inicio de esta
ofensiva? Porque su objetivo estratégico no era defender el Estado
iraquí sino controlarlo.
Después de haber gastado más de 800 000 millones de dólares en las
operaciones militares de la segunda guerra de Irak, Estados Unidos ve
ahora como China está cada vez más presente en Irak. China está
comprando cerca de la mitad de la producción petrolera iraquí, en pleno
aumento, y está haciendo grandes inversiones en su industria de
extracción.
Pero eso no es todo. En febrero, durante la visita del ministro chino de
Relaciones Exteriores, los gobiernos de China e Irak firmaron en Bagdad
varios acuerdos para la entrega de equipamiento militar chino al
gobierno iraquí. En mayo, el primer ministro iraquí Nuri al-Maliki
participó en la Conferencia de Interacción y Medidas de Confianza
en Asia (CICA, siglas en inglés) realizada en Shanghai, en la que
también participó el presidente de Irán, Hassan Rohani. Cabe recordar
también que en noviembre de 2013, el gobierno de al-Maliki desafió el
embargo estadounidense contra Irán al firmar con Teherán un acuerdo para
la compra de armamento iraní por una suma total de 195 millones de
dólares.
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De conformidad con la perspectiva de
rediseño del «Medio Oriente ampliado» concebida en 2001 por el
estado mayor estadounidense y el informe de la Comisión Baker-Hamilton
de 2006, el entonces senador Joe Biden y el presidente del CFR,
Leslie H. Gelb, propusieron retirar las tropas estadounidenses
de Irak después de lograr la federalización del país («Unity
Through Autonomy in Iraq», por Joe Biden y Leslie H. Gelb, The
New York Times, 1º de mayo de 2006.). En aquel proyecto de
federalización, el poder central iraquí conservaba solamente
3 funciones: la protección de las fronteras, las relaciones
exteriores y… el manejo del petróleo. Pero perdía otras
importantes prerrogativas del Estado, como la moneda y
la justicia. El plan fue presentado al Senado estadounidense por
el demócrata Joe Biden y el republicano Sam Brownback, dos
senadores cercanos al estado mayor de las fuerzas armadas
estadounidenses. “The Biden-Brownback Resolution” fue adoptada
en el Senado el 25 de septiembre de 2007, por 75 votos contra
23. Pero la administración Bush retrasó su aplicación porque
seguía esperando la oportunidad para desatar la guerra
contra Irán. La ofensiva conjunta de los yihadistas del EIIL y
los peshmergas kurdos viene a reactivar ese viejo proyecto.
Es en ese contexto que se produce la ofensiva del EIIL,
que incendia Irak recurriendo al material altamente inflamable
que encuentra en la rivalidad entre sunnitas y chiitas, una rivalidad
que la política de al-Maliki ha acentuado. Esto permite a Estados Unidos
reactivar su estrategia destinada a hacerse con el control de Irak.
Ante este panorama, no podemos perder de vista el plan que el actual
vicepresidente Joe Biden hizo aprobar en el Senado en 2007, plan que
prevé «la descentralización de Irak en 3 regiones autónomas: kurda,
sunnita y chiita» con un «gobierno central limitado a Bagdad».
En
otras palabras, el desmembramiento de Irak.