LOS OPUESTOS

 

 

Uno de los elementos de la sabiduría profética que ha sido transportado en mitos y leyendas y plantado en diversas doctrinas filosóficas y espirituales es el de los “opuestos”, representado en los principios “masculino” y “femenino”.

 

Estos principios los encontramos primeramente en el microcosmos, ese mundo invisible, oculto a nuestras capacidades perceptivas y donde se encuentran lo que podríamos llamar las plantillas universales, los patrones sobre los que se construirá el universo. Si en este microcosmos observamos el funcionamiento del átomo de hidrógeno, veremos que tiene una fuerte tendencia a transferir –donar– un electrón a un aceptor –como por ejemplo el átomo de oxígeno– que por el contrario tiene una fuerte tendencia a recibir un electrón. En este caso, el hidrógeno actúa como un elemento masculino, un elemento activo que da, que penetra desprendiéndose de un electrón, mientras que el oxígeno actúa como un elemento femenino, pasivo, aceptor que recibe el electrón del átomo de hidrógeno.

 

Si ahora trasladamos este funcionamiento al antropocosmos, caeremos en la cuenta de que todo ser humano, a lo largo de su vida, va adquiriendo funciones a la vez masculinas y femeninas.

 

Con respecto a Allah el Altísimo el hombre es un elemento femenino. No puede darle nada a su Señor. No puede transferirle poder, bienes, conocimiento… ya que es el hombre quien recibe de Él todas las cosas. Por el contrario, Allah es dador –wahab– masculino, provee a Sus siervos de todo lo que necesitan.

 

En este ejemplo vemos claramente la relación que se establece entre los principios masculinos y femeninos. Cuando esta relación está perfectamente armonizada, surge la fecundación, la vida, el amor entre dichos elementos. El amor de Allah hacia Sus siervos se manifiesta en Su acción de dar (en el caso de Allah, constantemente y absolutamente), mientras que el amor del hombre hacia su Creador se manifiesta en el agradecimiento. Lo único que puede hacer el hombre es agradecer después de haber recibido.

 

Todos somos elementos femeninos en relación con el Creador. Lo vemos claramente en el Haÿÿ donde hombres y mujeres hacen juntos la salat, pegados unos a otros, pues todos son ante Allah femeninos y por lo tanto desaparece la diferenciación sexual.

 

Esta misma relación es la que se establece entre alumno y maestro. Cuando somos alumnos adquirimos características femeninas. Somos aceptores, recibimos su conocimiento y no podemos hacer otra cosa que mostrarle nuestro agradecimiento –estando atentos a su discurso, sirviéndole en todo aquello que podamos y respetándole. Al mismo tiempo, el maestro adquiere características masculinas –es un elemento activo, dador.

 

El esposo a su vez es un elemento masculino con respecto a su esposa –trae la provisión al hogar, la protege, cuida de ella, se sacrifica por ella. Por el contrario, la esposa funciona femeninamente al recibir todo lo que el esposo le da, funciona como aceptor. Este hecho se manifiesta de forma más contundente en la relación sexual –el hombre actúa como un elemento activo, que da y penetra, mientras que la mujer actúa como un elemento pasivo que recibe. Sin embargo, la mujer es un elemento masculino con respecto a sus hijos y estos, a su vez, son elementos femeninos con respecto a la madre ya que de ella lo reciben todo –el alimento, la protección, el cuidado, la educación. Por lo tanto, la manera en la que se manifieste el amor del esposo hacia la esposa, será dando; y la de la esposa hacia el esposo, será agradeciendo. De igual forma, el amor de la madre hacia sus hijos se manifestará dándoles todo lo que necesiten, y la de éstos hacia ella se manifestará agradeciéndoselo.

 

En todos los aspectos de la vida humana vemos este mismo proceso, esta misma relación. Armonizarla debidamente nos llevará a evitar la mayor parte de los conflictos sociales y psicológicos. Los elementos masculinos deben actuar como tales, deben ser dadores, activos y protectores. Por su parte, los elementos femeninos deben ser receptores, aceptores y agradecidos. Cuando ambas funciones se armonizan surge la fecundación, el amor y la vida. El hidrógeno se armoniza con el oxígeno originando el agua, la sustancia de donde sale todo ser vivo. El hombre se armoniza con la mujer y surge una nueva vida, una nueva criatura. Dos hombres o dos mujeres pueden armonizarse en el placer, pero no habrá fecundación. Para generar vida hacen falta los opuestos, la totalidad partida y unida de nuevo.

 

Nada más importante en el proceso educativo que comprender la adecuada relación de los opuestos y sus funciones.

 

El hijo mayor es femenino con respecto a sus padres y, por lo tanto, debe relacionarse con ellos a través del agradecimiento –ayudando, sirviendo, respetando a sus progenitores. Sin embargo, con respecto a sus otros hermanos será un elemento masculino y ellos un elemento femenino. Él deberá enseñarles, educarles, protegerles… y ellos deberán agradecerle como aceptores obedeciéndole y admirándole, pues la admiración es parte del agradecimiento, del amor femenino.

 

Ahora bien, ¿qué sucederá cuando el maestro no sea un verdadero dador por negligencia, ignorancia o avaricia? Se romperá la armonía entre los opuestos, se desequilibrará la ecuación y se generarán conflictos. El maestro habrá dejado de cumplir con su función masculina y el alumno no podrá ya agradecerle, respetarle y admirarle.

 

El elemento masculino no podrá cumplir con su función si carece de responsabilidad, de generosidad y de capacidad de sacrificio; todo ello características que emanan de la determinación. Ese maestro se ha despreocupado de su función, no investiga y su conocimiento se ha quedado obsoleto. Peor aún es el caso de aquel que no enseña todo lo que sabe por su nafs avaricioso. No quiere compartir con nadie sus hallazgos. Es como quien teniendo millones come pan duro y sopa de ajos, pues su placer es contar el dinero por las noches.

 

Ahora bien, la desarmonización puede venir de la parte del alumno. No se da cuenta del gran tesoro con el que su maestro le provee. Prefiere divertirse despreocupándose de su función femenina, su función de aceptor. En ambos casos se romperá el enlace, la conexión, la armonía, produciéndose un grave conflicto entre sus elementos.

 

Si el niño, en cuanto que hijo, no toma plenamente la función femenina con respecto a sus padres y la función masculina con respecto a sus hermanos o hermanas menores, habrá conflicto familiar. De la misma manera, si el padre no asume su función masculina con respecto a su esposa e hijos, y la esposa no asume su función femenina con respecto a su esposo y masculina con respecto a sus hijos, de nuevo habrá un gran conflicto familiar.

 

Qué decir entonces de un país en el que su gobierno no permite el pleno desarrollo de sus súbditos, su plena realización espiritual, social y laboral, o éstos viven en un continuo enfrentamiento con la autoridad, substituyendo el agradecimiento por la insubordinación.

 

En todos los dominios de la creación la armonía se establece cuando los opuestos cumplen debidamente con sus respectivas funciones.

 

Cuando el niño asume funciones masculinas con respecto a sus padres y maestros, podrá triunfar socialmente como médico, abogado o empleado en alguna oficina gubernamental, pero en tanto que ser humano se habrá convertido en una persona arrogante, déspota e individualista, rompiendo la armonía universal y separándose, repelido, de sus opuestos.

 

Los padres han dejado de tener determinación y por ello no pueden cumplir con las funciones masculinas que les son propias. Obedecen sumisos las órdenes de sus hijos, y los anteponen a Allah y a la comunidad de creyentes –los hijos del Cielo. Esta relación enfermiza afecta, su vez, a la relación maestro-discípulo. El alumno, apoyado por las leyes que emanan de los gobiernos tiránicos (de los gobiernos que no cumplen con su función masculina, su función de dador), asume las funciones masculinas obligando así al maestro a asumir las funciones femeninas. Los enlaces entre átomos y moléculas se van rompiendo provocando una dispersión que acabará en una total aniquilación, una explosión que lejos de provocar la fecundación, la vida, el amor… dará lugar al exterminio, la esterilidad y el odio.

 

Allah ha declarado en el Qur-an:

 Esos que rompen el Pacto con Allah después de haberse comprometido a cumplirlo, escinden lo que Allah ha ordenado que esté unido y corrompen en la tierra.

Esos son los perdedores.

Qur-an 2:27

 

Volviendo al átomo de hidrógeno, Allah el Altísimo ha jurado en la sura al-Faÿr por lo par (shafa’) y lo impar (witr) y a continuación ha preguntado: “¿No es éste acaso un juramento para los dotados de raciocinio?”. En verdad que lo es, ya que nos indica que en la dialéctica entre lo par y lo impar reside la base de la creación y de todos sus elementos. El witr es el átomo de hidrógeno con un único protón en el núcleo y un solo electrón girando a su alrededor (1-1):

 

        Luego se dirigió al cielo, y era humo… Y en dos días conformó el firmamento en siete cielos…

Qur-an 41:11-12

 

Ese humo primigenio originador de los siete cielos estaba formado por átomos de hidrógeno con apariencia de nube todavía hoy existente en nuestra galaxia:

 Las nubes de hidrógeno son masa interestelar en la que el hidrógeno existe en su forma neutral y no ionizado o molecular. La mayor parte de la materia entre las estrellas de la Vía Láctea, así como en otras galaxias espirales, consiste en gas de hidrógeno neutro y frío. 

Estas nubes pueden ser vistas como estructuras separadas en un medio de baja densidad interestelar o también en el contorno exterior de las nubes moleculares.

John S. Mathis, Hydrogen Cloud

 

Y lo mismo que ocurre a nivel astronómico ocurre a nivel celular:

 El enlace de hidrógeno entre amino ácidos en una molécula de proteína lineal determina la forma en la que se comprimirá en su configuración funcional. El enlace de hidrógeno entre las bases nitrogenadas de los nucleótidos en las dos cintas del ADN (la guanina se une con la citosina y la adenina con la timina) da lugar a la estructura de doble hélice, crucial para la transmisión de la información genética.

Enciclopedia británica, Hydrogen Bonding

 

El átomo de hidrógeno es el elemento base de la creación del Universo, tanto a nivel de los Cielos como a nivel de los bloques microscópicos.

 

El universo se originó a partir de la expansión de un núcleo extremadamente denso hace algo más de 5 billones de años. Este núcleo estaba formado primordialmente de neutrones, y debido a la inmensa presión existente, los electrones se comprimieron hasta dar lugar a los protones. A medida que la gran bola de neutrones comenzó a expandirse, algunos de los neutrones se transformaron en protones. Cada protón capturó rápidamente un neutrón, formando cada par un deuterón, el núcleo del isótopo de hidrógeno de masa 2. Algunos deuterones capturaron otro neutrón transformándose en el núcleo del isótopo de hidrógeno de masa 3 (tritio). Este núcleo pronto emitirá un electrón transmutándose en helio 3. De esta forma, a través de una rápida captura de neutrones y cambio de electrones, se fueron construyendo todos los demás elementos, dando lugar más tarde a la formación de estrellas, planetas y galaxias.

George Gamow, The Creation of the Universe, 1961

 

El Uno, el impar, el witr, da lugar al par de cuya unión se originarán todos los demás elementos, toda la creación. El impar contiene en sí todas las cosas, y las manifiesta, las actualiza, en su transformación en par –el hidrógeno en helio, el witr en shafa’. El helio es pues el par. Su átomo consiste en dos protones en el núcleo y dos electrones girando alrededor de él. A través de esta unión, de esta transformación, se van creando el resto de los compuestos químicos hasta llegar al oxígeno, un elemento par con 8 protones y 8 electrones, y en su unión con el impar, con el witr, con el hidrógeno, surge el amor, la gran fecundación –el agua; la sustancia en la que todo flota y en la que todo vive.

 

De ninguna forma puede el sol dar alcance a la luna, ni la noche puede adelantarse al día. Y todos nadan en el firmamento siguiendo sus órbitas.

Qur-an 36:40

 

¿Es que no ven los encubridores que los cielos y la tierra estaban cosidos y los hemos descosidos? ¿Y que hemos producido del agua todo lo que tiene vida? ¿No van a creer?

Qur-an 21:30

 

Todos los elementos químicos pueden clasificarse en tres categorías –el hidrógeno (el witr, el impar, sin que pueda corresponderse con ningún otro elemento), los gases nobles (cuya estructura atómica es tal que en su última Shell siempre hay ocho electrones, constituyendo la forma más estable) y el resto de elementos. Lo importante de esta clasificación es que el resto de elementos tienden a configurar su última Shell, o la más alejada del núcleo, como la de los gases nobles; y esta tendencia es la que pondrá en movimiento la creación a través de los “enlaces”. Lo que hemos dado en llamar “el resto de los elementos” donarán electrones o los capturarán para conseguir la configuración de los gases nobles, lo que originará, a su vez, infinitud de enlaces atómicos y moleculares dando lugar al universo y a todo cuanto contiene.

 

Es el mismo proceso que encontramos en nuestro mundo, en al antropo cosmos –los seres humanos, como elementos químicos, se mueven y actúan para conseguir la perfección de los gases nobles, la felicidad. El ignorante busca (aceptor de electrones) el conocimiento; el sabio tiende a enseñar (dador de electrones) a los que desean aprender; el pobre busca la riqueza; el ambicioso busca el poder… originándose de esta forma millones de enlaces que pondrán en movimiento la historia humana, de la misma manera que los enlaces químicos ponen en movimiento la materia.

 

El microcosmos nos enseña a través del comportamiento de los elementos químicos la importancia de los “enlaces”, ya que son ellos los que configurarán nuestra vida en este mundo y en el Otro –en el Ájira. En el Qur-an, Allah el Altísimo nos enseña los mejores enlaces para el creyente –el resto de creyentes, el Qur-an, la sunna de los profetas (principalmente la de Muhammad (s.a.s)) y la mil-la de Ibrahim. Enlazarnos con todo ello nos llevará a la felicidad en esta vida y en la Otra, nos llevará a transformarnos en gases nobles, en perpetuo enlace con la Divinidad.

 

ABU BAKR GALLEGO