EL MISTERIO

 

           La palabra Gáib, lo Incognoscible, lo Ausente a los sentidos, el Misterio, aparece con frecuencia en el Corán. Es una palabra que deriva del verbo gâba-yagîb, que significa estar ausente y permanecer oculto. En el lenguaje corriente, gáib (o gáiba) se aplica a ausencia (puesto en correlación con shuhűd, presencia, es un término técnico usado con frecuencia en el sufismo, que alude una desaparición del ego en la que se manifiesta Allah), pero sobre todo designa lo que está oculto, inaccesible a los sentidos y a la razón (ausente, por tanto, al conocimiento humano y oculto y velado en el Conocimiento de Allah). Es en en este sentido como aparece el término Gáib en el Corán, y se traduce a veces por Misterio.

 

         “El Gáib sólo pertenece a Allah “ (Corán, X, 20), “Él tiene las claves del Gáib, y sólo son conocidas por Él” (Corán, VI, 59). Se trata, pues, del Misterio de Allah, de su Verdad más profunda, su Esencia Indescifrable: “Allah conoce lo Incognoscible y no lo muestra a nadie” (Corán, LXXII, 26). A pesar de ello, el musulmán debe adherirse al Gáib, abrirse a él, porque es la Inmensidad que está en el fundamento de la existencia (a esta actitud se la llama Îmân, y el Islam exige el Îmân bil-Gáib, la apertura del espíritu hacia lo incognoscible). El Gáib no es irracional, sino inabarcable; no es definible, pero sí se intuye como aquello que estructura la existencia sin dejarse rozar por el entendimiento. La razón acepta el Gáib, pero no puede penetrar en él. El Gáib es rebelado al corazón, y siempre sólo parcialmente. El Corán mismo “forma parte de los relatos de lo Incognoscible que te revelamos” (Corán, III, 44). Por tanto, Gáib designa también a la Revelación que es la manifestación de una Realidad Trascendente. El Corán es presencia del Gáib, una presencia necesaria para conducir al ser humano hasta lo Insondable. Este es el sentido del término Hidâya, acto con el que Allah guía a un ser humano. El Corán no comunica todo el Gáib, pero es enteramente Gáib, y sólo Allah posee sus claves últimas.

 

         El término Gáib se aplica, por tanto, a Allah en Sí y a sus Actos (como la Revelación), pero también designa el Mundo Invisible (‘Âlam al-Gáib), en contraposición al Mundo Visible (‘Âlam ash-Shahâda). El Mundo Invisible se divide a su vez en dos, el Mundo Increado, que es Allah mismo (el Mundo del Yabarűt, puro poder inimaginable), y el Mundo Creado pero sutil (el Mundo del Malakűt, al que pertenecen las criaturas que no son percibidas por los sentidos humanos, pero sí por la imaginación). El Mundo Visible es llamado también Mundo del Mulk, el universo del reino, el de la materialidad y el devenir, es decir, en el que las fuerzas anteriores ejercen sus capacidades creadoras o de influencia).

 

         También con frecuencia, Gáib se emplea especialmente en referencia al Destino. En este uso, Gáib es el Misterio de las Cosas, la clave de su devenir, que escapa a las previsiones humanas.

 

         Si retomamos el significado sufí comprenderemos realmente a lo que nos estamos refiriendo. El Gáib no hace referencia a un mundo aparte sino el plano al que se accede cuando el ser humano deja de estar atado a su ego. El aspirante deja de estar hipnotizado por lo presente, por el Duniâ o Mundo Inmediato que, al reclamar toda la atención, le impide profundizar en su ‘significación’. El Gáib es el mundo de las significaciones espirituales, para las que no hay palabras. Es el espacio de acontecimientos interiores a los que se tiene acceso cuando la atención es centrada en la realidad unitaria que sostiene a la existencia.

 

         La penetración en el Gáib, la Ausencia, hace del sufí un gâib, un ausente al mundo y a sí mismo, un íntimo de Allah (wali). Allah está en el Gáib, está en el desmayo del ser humano (Gáib también es pérdida de conciencia). Cuando el ser humano se desata, cuando se libera de sus afanes, se vuelve ingrávido, plenamente espiritual, y entonces está en la Presencia (Shuhűd), y cuanto existe cobra sentido, recupera la Significación que lo ha forjado.