Compartiendo los beneficios del crimen:

¿Por qué los EE.UU. tienen tanta afinidad con los Sionistas?

 

Yusuf Al-Jabbaz

 

         Los Judíos están saqueando Palestina, mientras el mundo mira para otro lado. Una cuantas fútiles declaraciones y unas cuantas resoluciones ineficaces todo lo más, nadie con capacidad de decir o hacer algo parece preocuparse. La gente en la calle vocifera en alto su preocupación, pero el silencio en las antesalas del poder se hace el sordo. Con pocas excepciones, los regímenes Musulmanes y los medios de comunicación buscan la ayuda de Occidente, sobre la grave situación de Palestina. Muchos se preguntan por qué el civilizado mundo Occidental, con sus ensalzados valores de paz y justicia, mira a otro lado, ¿por qué la “única superpotencia mundial” parece incapacitada para actuar?

 

         El problema es que todo esto no son más que mitos. El mundo Occidental no ama la paz ni la justicia, y posee un estilo peculiar de civilización que ha normalizado sus propios crímenes. Para que Occidente condenase a Israel debería condenarse a sí mismo, desde el momento en que Israel es Occidente, de una forma un tanto concentrada, pero tan asesino, racista y virulento como aquel. Israel se parece demasiado al estándar Occidental de colonialismo e invasión, como para que el mundo Occidental se sienta motivado a actuar. Los individuos pueden actuar de forma diferente, pero los poderes políticos y económicos son totalmente indiferentes.

 

         América pretende liderar el mundo hoy en día; pretende que es la “única superpotencia.” América ha sido el fiel aliado de Israel desde que este naciera a mediados del siglo XX. Una rápida ojeada a la historia de América explica esta complicidad. Colonos Europeos, con una ideología basada en la Biblia, asombrosamente similar al Sionismo de hoy día, invadieron el territorio Americano y destruyeron a las civilizaciones indígenas que habían prosperado durante milenios en aquellas tierras. Los nuevos Americanos no mostraron la más mínima consideración hacia los derechos de los nativos, que fueron masacrados y deportados de sus hábitat, o bien murieron en masa a consecuencia de las enfermedades transmitidas por los Europeos al continente Americano.

 

         Pero este es tan solo un crimen de los nuevos Americanos. Además de estar construida sobre las tumbas de millones de nativos del este y parte central del continente, América se construyó sobre las espaladas de millones de Africanos, secuestrados y explotados hasta la muerte en el nuevo mundo para construir el paraíso del hombre blanco.

 

         Este doble crimen de genocidio y esclavitud fue incrementado inmediatamente con un tercero, la sistemática despoblación de lo que en su día fue el gran México, el área conocida hoy en día como el Suroeste de Estados Unidos, de sus pueblos nativos. La máquina colonial Americana pronto ocupó todo el territorio que hoy se conoce como Estados Unidos, y legalizó y normalizó los frutos de sus crímenes.

 

         Crímenes similares se perpetraron en otros lugares. Los Españoles y Portugueses devastaron el sur y el centro de América y partes de África, en nombre de una ideología racista Cristiana, enardecidos por la Iglesia y una mentalidad de Cruzada. Los Franceses, Alemanes, Belgas e Italianos en particular invadieron y ocuparon extensas áreas de África y del Sudeste Asiático, iniciando guerras coloniales que costaron la vida de millones de personas, y todo en nombre de la civilización moderna Occidental. Los Británicos colonizaron la mitad del planeta, perfeccionando la práctica del gobierno indirecto, la cual, en asociación con el crimen y el pillaje, probó ser un método duradero de subyugación global que en diversas formas pervive hoy en día.

 

         Los regímenes de las antiguas colonias del ‘tercer mundo’ permanecen silenciosos ante los crímenes de los Judíos en Palestina. Esto es debido a que América y Europa han sobornado e intimidado a estos regímenes para que guarden silencio. Sanciones económicas, o sus opuestos en forma de subsidios, silencian a estos regímenes, embarcados en un sucio negocio patrocinado por el FMI (Fondo Monetario Internacional), el BM (Banco Mundial) y oras organizaciones económicas internacionales. Los pocos estados que hablan a favor de la causa Palestina, tales como Sudáfrica y Líbano, han sido o serán pronto atacados, bien militarmente o económicamente; otros han pasado a formar parte de la lista de objetivos de América de la “lucha contra el terror”.

 

         El mundo Occidental está viviendo de la renta de sus crímenes, ejemplificados a la vista de todos en la atroz brutalidad de los Judíos en Palestina. Las torturas, ejecuciones, internamientos y el terrorismo perpetrado hoy día por los Judíos no es más que lo que América, Gran Bretaña, Francia y oros poderes Occidentales han hecho en su propio pasado. Ahora todos ellos son “civilizados” (es decir, sofisticados, suaves, y expertos en desdibujar y en confundir consensos humanos y éticos acordados hace tiempo), comprometidos en educadas y diplomáticas conversaciones de paz y justicia, pero nada de esto hubiera sido posible sin los crímenes sobre los que la civilización Occidental ha sido construida. ¿Dónde está la corte que juzgue a los que perpetraron y a los que continúan perpetrando esta obscena legalidad? No hay tal tribunal, porque todo el sistema legal moderno fue puesto en pie por estos mismos criminales, por lo que los tribunales, los jueces y los ejecutores son todos también criminales, o al menos beneficiarios de aquellos crímenes.

 

         Una diferencia en la versión Judía del modelo colonial Occidental, es que su brutalidad es transmitida por la televisión a través de varias redes de satélites. Los USA han trabajado duro para cerrar estas televisiones, pero muchas de ellas siguen operativas e incluso los medios Occidentales, tremendamente parcializados, se ven forzados a mostrar parte de la realidad para mantener su ‘dudosa’ objetividad. Pero la sangre y la brutalidad de las pantallas de televisión de hoy día son sombras de los siglos de atrocidades cometidas por los poderes Occidentales en la formación de sus propios estados. Tales imágenes no son una aberración; son la norma en siglos de historia colonial.

 

         Es una tontería esperar algo más del llamado mundo civilizado de hoy día, el cual está obligado en el espantoso espejo de su propio terror a mirarse fijamente, y a ver que es lo que ha fabricado en todo el mundo.

 

         Israel es una lección de la desesperación colonial. Los antiguos poderes coloniales no pueden ser invocados para que adopten una postura de guía, hasta que decidan afrontar su propia legalidad. Hasta entonces actuarán como América, actuando al margen de los foros internacionales, tales como la conferencia de Naciones Unidas sobre racismo celebrada en Sudáfrica, mostrando su arrogancia al mundo al no afrontar sus acciones, prefiriendo continuar viviendo sobre los beneficios de sus crímenes.  

          

         Fuente: www.Muslimedia.com

         Traducción: www.musulmanesandaluces.org