EL IMÂM ABÛ HANÎFA

 

          Abû Hanîfa (699-767 de la era cristiana / 80-150 después de la Hégira) es el nombre del fundador de la primera de las cuatro corrientes (madzâhib) sunníes de Fiqh (derecho musulmán): el hanafismo (al-mádzhab al-hánafi). Su nombre era an-Nu‘mân ibn Zâbit, más conocido por Abû Hanîfa.

 

         El Fiqh, el Derecho derivado de la Revelación, es una de las ciencias centrales del Islam. Abarca todos los aspectos de la vida (las prácticas espirituales -‘ibâdat-, las transacciones comerciales -mu‘âmalât-, el derecho de familia, la guerra, los delitos, etc.). El Fiqh forma parte de la educación imprescindible de todo musulmán, ya que en esa ciencia aprende a actuar como tal, además de tener valor cohesionador de la Comunidad. La especialización en esta ciencia exige el estudio de sus Fundamentos (los Usûl al-Fiqh), que consiste en el análisis de los criterios a seguir a la hora de interpretar los aspectos normativos de la Revelación. Hay al menos cuatro escuelas de interpretación del Fiqh, y todas ellas, a pesar de sus diferencias (basadas en la diversidad de posibles criterios), son aceptadas por los musulmanes como correctas y válidas para una práctica del Islam ajustada a sus fuentes (el Corán y la Sunna). Esas cuatro escuelas (madzâhib, plural de mádzhab) son: el hanafismo (al-mádzhab al-hánafi), el mâlikismo (al-mádzhab al-mâliki), el shâfi‘ismo (al-mádzhab ash-shâfi‘i) y el hanbalismo (al-mádzhab al-hánbali).

 

         De origen centro-asiático, Abû Hanîfa nació y se crió en Kûfa (Iraq), donde se ganaba la vida como fabricante de telas de seda. Asistía a las conferencias de Hammâd ibn Abî Sulaimân que enseñaba Sharî‘a en la mezquita de Kûfa, y también oyó en Meca las enseñanzas en materia de derecho islámico de ‘Atâ ibn Abî Rabâh. A su vez, asistía a las sesiones en que una larga lista de maestros comunicaban al auditorio hadices del Profeta (s.a.s.). A la muerte de Hammâd, Abû Hanîfa se convirtió en la autoridad más eminente en materia de Fiqh y el principal representante de la escuela jurídica de Kûfa. Reunió en su entorno a una gran cantidad de discípulos, pero jamás ejerció como qâdî (juez).

 

         Se cuenta que el califa ‘abbâsí al-Mansûr lo llamó a Bagdad, recientemente fundada como capital del califato, para nombrarle qâdî de la ciudad. Su reiterado rechazo al ofrecimiento irritó al califa que ordenó que fuera azotado y finalmente lo encarceló. Efectivamente, Abû Hanîfa murió en la cárcel de Bagdad. Una cúpula fue construida sobre su tumba., y el barrio que surgió alrededor de su mausoleo aún hoy recibe el nombre de al-A‘zamía, pues el sobrenombre habitual de Abû Hanîfa es al-Imâm al-Á‘zam.

 

         Abû Hanîfa no compuso por sí mismo ninguna obra de Fiqh pero discutía sus opiniones con sus discípulos y se las dictaba. Algunos libros de estos últimos son las fuentes principales para conocer la enseñanza del Imâm, y en particular los de Abû Yûsuf y los de ash-Shaibâni.

 

         La comparación entre los sucesores de Abû Hanîfa y sus predecesores nos permite determinar su aportación al pensamiento y a la doctrina jurídica del Islam. El pensamiento jurídico de Abû Hanîfa es en general muy superior a la de su contemporáeno Ibn Abî Lailà, el qâdî de Kûfa de esa época, con quien el Imâm sostuvo debates. En relación a las doctrinas de Ibn Abî Lailà y en relación al razonamiento jurídico en Kûfa durante esa época, Abû Hanîfa jugó el papel de un teórico que permitió un progreso considerable en la técnica jurídica. No ostentando el cargo de juez, Abû Hanîfa estaba menos absorbido que Ibn Abî Lailà por los problemas prácticos. El análisis del Fiqh de Abû Hanîfa es coherente. Sus ideas jurídicas están más sólidamente fundadas y más sistemáticamente aplicadas que las de sus contemporáneos, y también mejor desarrolladas, más prudentes y refinadas. Su pensamiento jurídico se caracteriza por un razonamiento elevado.

 

         Abû Hanîfa utilizó como criterio el razonamiento subjetivo (ray) y las soluciones por analogía (qiyâs), lo cual era frecuente en su época. Estaba menos dispuesto que los representantes de otras escuelas (la de Medina, por ejemplo) a desatender la doctrina tradicional en favor de ‘tradiciones aisladas’ del Profeta, trasmitidas por un solo individuo en una generación dada, y que comenzaron a a ser corrientes en los estudios jurídico-espirituales del siglo VIII. Cuando esa categoría de tradiciones, dos generaciones más tarde, y gracias principalmente a los trabajos del Imâm ash-Shâfi‘i, fueron estimadas como fuente de derecho, Abû Hanîfa fue tenido, por causas accidentales, como representante de la resistencia a la ‘tradición profética’ y, paralelamente, del ejercicio del juicio personal es propio de las antiguas escuelas jurídicas: muchas opiniones escandalosas le fueron atribuidas por los partidarios de la valoración a ultranza de los hadices. Al-Jatîb al-Bagdâdi se hizo portavoz de esa tendencia hostil al Imâm. Los recursos jurídicos (híyal, estratagemas), que Abû Hanîfa había desarrollado como una consecuencia lógica de su razonamiento técnico, fueron criticados igualmente, pero más tarde se convirtieron en una de sus máximas glorias.

 

         Abû Hanîfa igualmente ejerció una influencia considerable en tanto que mutakallim (pensador exponente de la cosmovisión islámica y de sus fundamentos teóricos). Es el padre de una tradición popular de pensamiento espiritual que pone el acento sobre las ideas de comunidad musulmana, de su principio de unidad, la Sunna, y de la mayoría de los musulmanes (la ÿamâ‘a) que sigue el camino medio, evitando los extremismos, y apoyándose en los argumentos revelados. Su tradición está representada en el libro Kitâb al-‘Âlim wa l-Muta‘állim (falsamente atribuido a Abû Hanîfa), y el titulado al-Fiqh al-Ábsat, dos obras provenientes del círculo de discípulos de Abû Hanîfa, y más tarde por los mutakallimîn hanafíes entre los que destacó el Imâm at-Tahâwi (el autor de la al-‘Aqîda at-Tahâwía) y la obra de Abû l-Láiz as-Samarqandi. Otro libro sobre ‘Aqîda que popularmente se atribuye a la pluma de Abû Hanîfa es el al-Fiqh al-Ákbar. Se conserva inserto en medio de comentarios falsamente atribuidos a al-Mâturîdi. El texto consiste en diez artículos que expresan la postura de los sunníes frente a las doctrinas de los jâriÿíes, los qadaríes, los shí‘íes (chiitas) y los ÿahmíes. No hace referencias a los mu‘taçilíes por la sencilla razón de que el Imâm vivió antes de que aparecieran en la escena del pensamiento musulmán. Todas las tesis del al-Fiqh al-Ákbar, salvo una, se encuetnran en al-Fiqh al-Ábsat, que contiene las respuestas de Abû Hanîfa sobre cuestiones de cosmovisión islámica que le proponía su discípulo Abû Mutî‘ al-Balji. El contenido del al-Fiqh al-Ákbar expresa, pues, las ideas originales del Imâm, aunque hay quienes dudan de que haya sido realmente el autor de ese breve texto. Hay otros tratados atribuidos también a Abû Hanîfa pero su autoría aún no ha sido establecida rigurosamente.

 

         Entre sus descendientes se destacaron su hijo Hammâd y su nieto Ismâ‘îl, qâdi de Basra y de Raqqa (muerto en el 827), que se distinguieron en los estudios jurídicos. Entre sus discípulos más importantes figurn los siguientes: Çúfar ibn al-Hudzáil, Dâwûd at-Tâi, Abû Yûsuf, Abû Mutî‘ al-Balji, ash-Shaibâni, Ásad ibn ‘Amr y Hásan ibn Çiyâd al-Lúlui. Entre los estudiosos del hadiz (muhaddizîn) que tenían en alta estima al Imâm Abû Hanîfa se cuenta a ‘Abd Allâh ibn al-Mubârak.

 

         Bajo la presión creciente de la influencia de los hadices los sucesores de Abû Hanîfa, comenzando por Yûsuf, el hijo de Abû Yûsuf, se empezaron a recoger las tradiciones del Profeta que el Imâm había utilizado a la ocasión des sus razonamientos jurídicos.

  

LA ESCUELA HÁNAFI

          La escuela o corriente hánafi de Fiqh (al-mádzhab al-hánafi) recibe su nombre del de su fundador Abû Hanîfa an-Nu‘mân ibn Zâbit. Se desarrolló a partir del cuerpo principal de la antigua escuela de Kûfa y absorbió igualmente a la antigua escuela de Basra (ciudades iraqíes). Los discípulos de Abû Hanîfa, tales como Abû Yúsuf y ash-Shaibâni, ya hablaban de él como ‘eminente jurista’. Sus alumnos conformaron un círculo que fue considerado como ‘adeptos de Abû Hanîfa’ (hanafíes). El Imâm ash-Shâfi‘i (muerto en el 820) hablaba de los hanafíes como de un grupo homogéneo. La trasformación de la masa de la antigua escuela de Kûfa en escuela hánafi fue favorecida por la intensa actividad literaria de Abû Yûsuf y ash-Shaibâni cuyas principales obras se convirtieron en los textos de base de la escuela. Abû Yûsuf y ash-Shaibâni fueron considerados los dos principales compañeros de Abû Hanîfa y con él forman la tríada de las máximas autoridades de la escuela, si bien otros discípulos del maestro, tales como Çúfar ibn al-Hudzáil y Hásan ibn Çiyâd al-Lúlui, fueron también eminencias. A veces, no estaban de acuerdo entre sí. La uniformidad es mucho menos pronunciada en el mádzhab hánafi que en las otras escuelas de Fiqh (las divergencias de opinión de las tres autoridades fueron recogidas en un libro por Abû l-Láiz as-Samarqandi). Por razones fortuitas, Abû Hanîfa y su escuela fueron mal vistos por los defensores del hadiz (los Ahl al-Hadîz), que atacaban el empleo de la opinión subjetiva (ray) en materia Fiqh.

 

         Originaria de Iraq, la escuela hánafi se vió favorecida por el aprecio de algunos califas ‘abbâsíes. Siempre ha estado bien representada en su país de origen y en Siria. Muy pronto, se expandió hacia el este, hacia Jorasán, Transoxiana y Afganistán. En el Magreb junto a los mâlikíes, la escuela hánafi también tuvo algunos partidarios en los primeros siglos del Islam (sobre todo en Túnez y Sicilia). Finalmente, el mádzhab hánafi fue adoptado por los soberanos silÿuqíes y otomanos. Gracias al apoyo otomano, la escuela se extendió grandemente por las zonas de influencia del califato (alcanzando a la India), e incluso se difundió por regiones donde la población musulmana local seguía mayoritariamente otras escuelas como Egipto, Sudán, Jordania, Palestina, Líbano y Siria.