Historia de Sahabas

   Rabiah Ibn kaab (r.a.)

 

         A continuación presentamos la historia Rabi'ah contada por él mismo:

         "Era aun bastante joven cuando la luz del Iman brilló en mí y mi corazón se abrió a las enseñanzas del Islam. Y cuando mis ojos repararon en el Mensajero de Allah por primera vez, lo amé con un amor que poseyó todo mi ser. Lo amé con exclusión de todo otro que no fuera él.

 

         Un día me dije a mi mismo:

         'Que pena de ti, Rabi'ah, ¿por qué no te pones completamente al servicio del Mensajero de Allah, (s.a.s.). Ve y díselo. Si se muestra encantado contigo, encontrarás la felicidad en su cercanía. Tendrás éxito en tu amor por él y tendrás la fortuna de encontrar el bien en este mundo y en el próximo.'

 

         Hice esto con la esperanza de que aceptara mis servicios. Mis esperanzas no se vieron frustradas. Estaba contento con que yo pasara a ser su sirviente. Desde aquel día, viví a la sombra del noble Profeta. Iba a todas partes con él. Le acompañaba en todo momento y lugar a donde fuera. Bastaba una sola mirada suya para que de un salto me presentara ante él. Siempre que manifestaba cualquier necesidad me encontraba solícito en cumplirla. Le servía a lo largo de todo el día. Cuando el día finalizaba y había finalizado el Salat del 'Isha y se retiraba a su casa, pensaba en retirarme, pero pronto me dije a mi mismo.

 

         '¿Dónde vas Rabi'ah? quizás el Profeta necesite algo durante la noche.' Así pues, permanecí sentado al lado de su puerta sin abandonar el umbral de la misma. El Profeta solía pasar parte de la noche dedicado al Salat; le escuchaba recitar la sura Fátiha del Corán y algunas veces continuaba repitiéndola durante un tercio o la mitad de la noche. A veces se apoderaba de mi el cansancio, mis ojos se cerraban y el sueño me vencía.

 

         Era la costumbre del Profeta (s.a.s.) devolver el bien del que era objeto a la persona que se lo hacía; amaba devolver los favores con algo aún más excelente. Quería hacer algo por mí en gratitud por mis servicios. Así, un día vino hasta mí y me dijo: 'Oh Rabi'ah ibn Kaab,' 'Labbayk ya rasulullah wa sadark; a tus órdenes, oh Mensajero de Allah y que Allah te conceda la felicidad,' respondí. 'Pídeme algo y te lo concederé.'

 

         Pensé un poco y dije: 'Dame un tiempo, oh Mensajero de Allah, para pensar que te pediría. Después te lo haré saber.' Asintió a mi petición.

 

         Por aquel tiempo, yo era un hombre joven y pobre. No tenía ni familia, ni bienes, ni lugar de residencia. Solía alojarme en la Suffah de la mezquita junto con otros musulmanes pobres como yo. La gente solía llamarnos los "huéspedes del Islam". Siempre que algún  musulmán traía algo como muestra caritativa para el Profeta, él nos lo enviaba todo a nosotros, y si alguien le obsequiaba con algún regalo tomaba algo del mismo para él y el resto nos lo regalaba.

 

         Así, se me ocurrió pedirle al Profeta por algún bien terrenal que me sacara de la pobreza y me hiciera igual a los demás que tenían bienes, familia e hijos. Sin embargo, pronto me dije: 'Ojala mueras Rabi'ah. El mundo es efímero y pasará. Tu tienes la parte de sustento que Allah te ha otorgado y que te ha garantizado. El Profeta, (s.a.s.) tiene un lugar junto a su Señor y ninguna petición suya será rechazada. Pídele por tanto que Allah te otorgue alguna de las magnificencias de la próxima vida.'

 

         Me sentí contento y satisfecho con este pensamiento, me encaminé hacia el Profeta y me preguntó: ¿qué me dices, oh Rabi'ah?, 'Oh Mensajero de Allah,' le dije, 'te pido que supliques a Allah el más Elevado en mi nombre que me haga tu compañero en el Paraíso.'

         '¿Quién te ha informado y aconsejado esto?' preguntó el Profeta.

         'Nadie, por Allah', le dije, 'nadie me ha aconsejado. Pero cuando me dijiste 'Pídeme algo que te lo concederé,' pensé pedirte por algún bien de este mundo, pero antes de que transcurriera mucho tiempo, fui guiado a elegir lo que es permanente y duradero contra lo que es temporal y perecedero. Por lo tanto te he pedido que supliques a Allah en mi nombre que sea tu compañero en el Paraíso.'

 

         El Profeta permaneció en silencio durante un tiempo y luego me preguntó: '¿Alguna otra petición además de aquella, Rabi'ah?', 'No, oh Mensajero de Allah, nada puede rivalizar con lo que te he pedido.' 'Entonces, en este caso, ayúdame por tu bien realizando muchas postraciones a Allah.'

 

         Entonces comencé a esforzarme en la práctica de las 'ibadas para conseguir la buena fortuna de estar en el Paraíso junto al Profeta tal como había tenido la fortuna de estar a su servicio y compañía en este mundo.

         No mucho después, el Profeta me llamó y me preguntó: '¿No quieres casarte, Rabi'ah?', 'No quiero nada que me distraiga de tu servicio', le dije. 'Además, no tengo nada que ofrecer como dote a una mujer ni lugar donde pueda ofrecerle una residencia.'

 

         El Profeta permaneció en silencio. Cuando me volvió  ver de nuevo, me preguntó: '¿No quieres casarte, Rabi'ah?' y le di la misma respuesta anterior. Cuando estuve a solas conmigo, me lamenté por lo que había dicho y me reprendí a mí mismo diciendo: 'Que pena de ti, Rabi'ah. Por Allah, el Profeta conoce mejor que tú lo que es bueno para ti en este mundo y en el próximo y también sabe mejor que tú lo que posees. Por Allah, si el Profeta, (s.a.s.) me volviese a preguntar de nuevo si quiero casarme, le responderé afirmativamente.' No pasó mucho tiempo, cuando el Profeta volvió a preguntarme de nuevo: '¿No quieres casarte, Rabi'ah?'; 'Oh sí, Mensajero de Allah,' repliqué, 'pero quien querrá casarse conmigo sabiendo tú en el estado en que me hallo.' 'Ve a la familia de tal y tal y diles: el Profeta os ordena que me deis en casamiento a vuestra hija.'

 

         Tímidamente fui hasta dicha familia y les dije: 'El Mensajero de Allah, (s.a.s.), me ha enviado para que me entreguéis en casamiento a vuestra hija,' '¿nuestra hija?, preguntaron con incredulidad al principio. 'Sí', respondí.

         'Bienvenido sea el Mensajero de Allah y su mensajero. Por Allah, que el mensajero del Mensajero de Allah volverá con su misión completamente cumplida. 'De esta manera, hicieron un contrato de matrimonio entre su hija y yo. Regresé hasta el Profeta y le informé:

         'Oh Mensajero de Allah, he regresado del mejor de los hogares; me creyeron, me dieron la bienvenida, e hicieron el contrato de matrimonio entre mí y su hija. Pero, ¿de dónde saco la dote para ella?'

         El Profeta entonces mandó llamar a Buraydah ibn al-Khasib, uno de los líderes de mi tribu, los Banu Asiam, y le dijo: 'Oh Buraydah, recoge el peso de un nuwat en oro para Rabi'ah.

 

         Así lo hicieron y el Profeta me dijo: 'Toma esto y dáselo a la familia diciéndoles, esta es la sadaq de vuestra hija.' Así lo hice y ellos lo aceptaron. Se mostraron satisfechos y dijeron, 'esto es mucho y bueno'. Regresé hasta el Profeta y le dije: 'Nunca he visto una gente tan generosa como ellos. Estaban satisfechos con lo que yo les ofrecí a pesar de que era poco...¿dónde puedo conseguir algo para la walimah (festín de bodas), oh Profeta de Allah?

 

         El Profeta le dijo a Buraydah, 'recolecta el precio de un carnero para Rabi'ah.' Compraron un gran carnero para mí y entonces el Profeta me dijo: 'Ve a Aishah y pídele que te de toda la cebada que tenga.'

 

         Aishah me dio un saco con siete saas de cebada y dijo: 'Por Allah, que no tenemos otro alimento.' Entonces fui con el carnero y la cebada hasta la familia de mi esposa. Ellos me dijeron: 'Nosotros prepararemos la cebada y tus amigos que preparen el carnero.'

 

         Degollamos el carnero, lo desollamos y lo cocinamos, y así tuvimos pan y carne para la walimah. Invité al Profeta el cual aceptó mi invitación.

 

         Luego el Profeta me concedió un terreno cerca de los de Abu Bark. Desde aquel momento empecé a preocuparme por los asuntos terrenales, con las cosas materiales. Tuve una disputa con Abu Bakr a cuenta de una palmera. 'Ella está en mis tierras,' insistía yo. 'No, está en las mías,' replicaba Abu Bakr. Empezamos a discutir y Abu Bakr me maldijo, pero tan pronto pronunció la palabra ofensiva, se apesadumbró y me dijo: 'Rabi'ah, dime la misma palabra que yo te dije para que pudiera considerarse como un acto de qisas, justa venganza.' 'No por Allah, no lo haré,' dije.

 

         En este caso, replicó Abu Bakr, 'Iré al Mensajero de Allah y me quejaré ante él de tu negativa a vengarte contra mí de la misma forma en que yo te injuríe´.'

 

         Se marchó y le seguí. Mi tribu, los Banu Aslam, también venía destrás mía protestando indignadamente: 'Él fue el primero que te injurió y va al Profeta a quejarse de tí!', me volví y les dije: ¡Qué desgraciados sois!, ¿sabéis quien es él?, él es As-Siddiq...y es el anciano más venerado de los musulmanes. Marchaos antes de que se de media vuelta y os vea y piense que habéis venido a ayudarme contra él, se indigne aún más y llegue encolerizado al Profeta, y éste se enfurezca con el relato de lo sucedido y Allah entonces se encolerice con su relato y esto acabe con Rabi'ah.' Se dieron media vuelta y se marcharon.

 

         Abu Bakr cuando llegó hasta el Profeta le relató lo sucedido tal como había sucedido. El profeta levantó su cabeza y me dijo:

         'Oh Rabi'ah, que sucede entre tú y As-Siddiq?'

         'Mensajero de Allah, él quería que yo le dijese las mismas palabras que él me había dicho a mí y yo no lo hice.'

         'Sí, no le digas las mismas palabras que las que él te ha dicho. En vez de eso dile: 'Que Allah te perdone Abu Bark.' Con lágrimas en sus ojos, Abu Bakr se marchó diciendo: 'Que Allah te recompense con una bondad en mi nombre, oh Rabi'ah ibn Kaab...'Que Allah te recompense con una bondad en mi nombre, oh Rabi'ah ibn Kaab..."

 

         Fuente: Khurasaan.com

         Traducción: Asociación Cultural Zawiya