La formación de Ibn
al-Qáyyim fue particularmente extensa y sólida. Tuvo una gran cantidad de
maestros entre los que se contaban los más prestigiosos jueces de su época,
pero sobre todo Ibn al-Qáyyim fue el discípulo más eminente de Ahmad Ibn Taimía,
cuyas ideas abrazó totalmente y contribuyó a popularizarlas, guardando siempre
su propia personalidad. Al igual que su maestro, dedicó su interés a todas las
grandes disciplinas de su tiempo (exégesis coránica, crítica del hadiz,
fundamentos del derecho, aplicaciones del derecho, sufismo,...). También,
al igual que su maestro, fue adversario de lo que se consideró panteísmo,
especialmente las enseñanzas de Ibn ‘Arabi de Murcia. No obstante, Ibn al-Qáyyim
tuvo una fuerte inspiración sufí, mucho mayor que la de su maestro Ibn Taimía.
Se interesó particularmente por una obra de misticismo musulmán, los Manâçil
de al-Ansâri (muerto en 1089), que gozaba de un gran aprecio en su época, y la
comentó extensamente en un libro que tituló Madâriÿ.
Mucho menos polemista que su maestro, con más
gusto literario, Ibn al-Qáyyim ha dejado tras de sí una justificada reputación
de escritor de gran talento cuya elocuencia contrasta con la mordacidad incisiva
y la sequedad de prosa de su ilustre maestro.
En 1326 fue
encarcelado junto a su maestro en la ciudadela de Damasco, y no fue puesto en
libertad más que a la muerte de Ibn Taimía en 1328. En 1330 hizo la
peregrinación a Meca: la caravana siria, nos cuenta, fue acompañada por un número
considerable de ‘ulamâ, de expertos en ciencias islámicas.
La carrera como
jurista de Ibn al-Qáyyim fue modesta y sufrió la oposición a la que se
enfrentaba el neo-hanbalismo preconizado por su maestro. No obstante, en
1336 dio su curso inaugural en la
madrasa Sadría en la que se dedicó a la enseñanza hasta su muerte en
1350. Fue enterrado en el cementerio de Damasco, al lado de su madre. Su hijo
Yamâl ad-Dîn ‘Abd Allah lo sucedió a la cabeza de la escuela.
La obra escrita de
Ibn al-Qáyyim es muy considerable. Es de destacar, como ya hemos señalado, los
Madâriÿ en los que comenta los Manâçil
de al-Ansâri, obra sufí muy admirada por Ibn al-Qáyyim. Es más, los Madâriÿ
de Ibn al-Qáyyim son considerados una de las obras máximas del sufismo hanbali.
Escribió también guías para muftíes, como el I‘lâm
al-Muwaqqi‘în, y que contiene todo un tratado de metodología jurídica
conforme a Ibn Taimía en ese dominio. Escribió at-Túruq al-Hukmía sobre política.
Igualmente fue un fecundo poeta. Entre sus discípulos se cuenta a Ibn Kazîr y
a Ibn Háÿar al-‘Asqalâni. Ibn al-Qáyyim es muy valorado entre los
salafíes y los wahhabíes, que intentan en muchos casos, no obstante, negar o
disimular su sufismo así como el de su maestro Ibn Taimía.