EL ISLAM

 

           Islâm es el nombre con el que se conoce al Mensaje Revelado (Dîn) que trasmitió Muhammad (s.a.s.). El Islam es un Dîn, un Mensaje Revelado y una Senda sobre la que el ser humano redescubre a su Creador y se orienta hacia Él. El Islam, lo que significa y representa, es el Dîn por antonomasia, la Senda, y sólo metafóricamente se da el nombre de dîn a cualquier otro sistema espiritual o religión. El Islam, en tanto que rendición incondicionada al Creador, es el Dîn de Allah (Dîn-u-llâh), es decir, la manera de vivir y de situarse en el mundo que le satisface, pues ha sido revelada por Él mismo y es conforme a su Verdad (es Dîn al-Haqq). Dîn e Islâm son, por un lado y antes que nada, sinónimos; por otro, Dîn tiene un sentido ancestral e Islâm se aplica entonces a la forma que adopta bajo la predicación de Muhammad (s.a.s.); en este sentido, Islâm es la recuperación del Dîn por parte del Último Mensajero. Esta denominación para el Dîn, la de Islâm, no fue elegida por el Profeta (s.a.s.), sino que forma parte de la Revelación. Allah dice en el Corán: “Me complace el Islam para vosotros como Dîn”.

         En principio, la palabra Islâm deriva de la raíz s-l-m, que contiene varias ideas. Primero, la idea de salud (estar libre de enfermedades de cualquier tipo tanto externas y físicas como internas y espirituales). Segundo, la idea de paz (ausencia de conflicto, bienestar, sosiego). Tercero, la idea de obediencia (rendición, claudicación), que significa sintonía con el Imperativo que rige la existencia.

         Esos conceptos iniciales adquieren con la Revelación unos matices especiales. De modo general, Islâm significa declarar la Unidad-Unicidad del Creador de todo lo que existe (Allah) sometiéndole todo el ser con sinceridad y autenticidad, manifestándolo con la aceptación de la enseñanza de su Mensajero (s.a.s.).

         En el Corán, Islâm aparece como antónimo de Shirk, asociación, idolatría, politeísmo, es decir, concebir que algo o alguien comparte alguna de las características exclusivas de Allah: “Diles: ¿Adoptaré a parte de Allah algún aliado? Él es el Creador de los cielos y de la tierra, y alimenta y no es alimentado. Diles: Se me ha ordenado ser el primero en sometérsele y ‘no seas de los que le asocian algo’...”.

         El Corán también presenta Islâm como opuesto a Kufr, rechazo, ingratitud, es decir, la negación de Allah, ya sea por ignorancia o rebeldía: “(Allah) no os ordena tomar a los ángeles y a los profetas como señores. ¿Os ordenaría el Kufr después de haberos hecho musulmanes?”.

         En otras ocasiones, Islâm aparece en el Corán con el significado de sinceridad, autenticidad y pureza en la intención de afrontar a Allah y aceptarlo como único Señor: “¿Quién sigue un mejor Dîn que quien rinde (áslama) su rostro ante Allah y es excelente?”.

         Otras veces, es sinónimo de sumisión y obediencia a Allah: “Volveos hacia vuestro Señor y claudicad (aslimû) ante Él”.

         El verbo áslama-yúslim (rendirse a Allah, ser musulmán) es aplicado a veces en el Corán a todas las criaturas, ya sean o no formalmente musulmanas, y es porque todos los seres están sometidos en la raíz de su esencia al Imperativo creador de Allah, lo acepten o no lo acepten: “¿Vais a seguir un Dîn que no sea el de Allah? A Él se han rendido (áslama) quienes están en los cielos y en la tierra, voluntariamente o a la fuerza. Y a Él volveréis”.

         Ahora bien, por lo general, el Corán aplica el verbo áslama-yúslim más específicamente a quienes se le rinden voluntariamente, y entonces llama musulmanes (muslimûn) a todos los profetas de la humanidad y a sus seguidores. Según el Corán, Noé dijo: “Y se me ha ordenado ser de los musulmanes”. Allah dice de Abraham en el Corán: “Y lo elegí en el mundo y junto a Mí para que fuera de los rectos. Cuando su Señor le dijo: ‘¡Claudica (áslim)!”, respondió: ‘Me rindo al Señor de los Mundos’...”. Y el profeta José dijo dirigiéndose a Allah: “Tú eres mi Aliado en este mundo y junto a Ti. Permíteme morir como musulmán y hazme alcanzar a los justos”. Moisés dijo a su pueblo: “Oh, pueblo mío, si estáis abiertos de corazón a Allah, confiad en Él, si es que sois musulmanes”. El Corán dice de Jesús: “Cuando presintió en ellos (una tendencia) al Kufr, les dijo: ‘¿Quiénes de vosotros seréis mis Compañeros hacia Allah?’. Los apóstoles le dijeron: ‘Hemos abierto nuestros corazones a Allah. Da fe de que somos musulmanes’...”.

         Es decir, todos los seres son musulmanes en su raíz, pero son plenamente musulmanes los que, al conocerse a sí mismos, reconocen y realizan también en el plano de la conciencia su sujeción a quien los ha creado y recrea en cada instante.

         Tras todos los profetas de la humanidad, Allah envió a su Mensajero Muhammad (s.a.s.) con la Ley que completaba todos los mensajes anteriores, y por ello Allah le dijo en el Corán: “Te hemos revelado lo que les revelamos a Noé y a los profetas que vinieron tras él, lo que revelamos a Abraham, a Ismael, a Isaac, a Jacob, a las tribus, a Jesús, a Job, a Jonás, a Aarón, a Salomón, y a David a quien di los Salmos”.

         De lo anterior deducimos que la Revelación hecha a la humanidad desde sus comienzos es un mismo Dîn, una Senda que tiene como fundamento el Tawhîd, que es, por un lado, la Unidad y Unicidad del Creador, y que consiste, por otro lado, en la absoluta e incondicionada claudicación a Él. Eso es Dîn al-Haqq, la Senda de la Verdad, el Dîn-u-llâh, el Dîn de Allah; ahora bien, existen muchas manifestaciones de espiritualidad y sentidos de la trascendencia incluso opuestos, y todo ello son sendas hacia Allah (adyân, plural de dîn). Es decir, el Dîn es uno, es la sensibilidad espiritual, y tiene su origen en Allah mismo, en la Verdad Creadora, pero en cada caso -en los individuos, en los pueblos, en las naciones- ha sufrido evoluciones históricas que determinan grandes diferencias que las convierten en religiones. El Islam es la recuperación del sentido original del Dîn, es el Dîn por antonomasia, lo es en la autenticidad de la emoción espiritual original; las demás sendas (adyân) coinciden con el Islam en su detonante pero se diferencian en su evolución. El Corán habla de este tema. Veamos lo que dice.

         En primer lugar, el Corán confirma que el mensaje inicial de todos los profetas es el Tawhîd, la Unidad y Unicidad de Allah. El sentido de la Verdad anterior a todas las cosas, Creadora de todas las cosas, Rectora de todas las realidades, es la intuición que está en el comienzo de las inquietudes espirituales del ser humano. Los profetas, sin excepción, han venido a reafirmar esa intuición, y así el Corán dice a Muhammad (s.a.s.): “No he enviado a ningún profeta antes de ti al que no hubiera revelado: ‘No hay más verdad que Yo. ¡Reconocedme!”.

         Ese sentido radical de la Unidad pura de Allah (el Tawhîd) y sus graves exigencias se perdían con el tiempo, y de ahí que se sucedieran a lo largo de la historia profetas y mensajeros que renovaban su espíritu. También la misión de Muhammad (s.a.s.) consistía en un Recordatorio de lo mismo: “Diles: ‘Oh, gentes del Libro (judíos y cristianos), acudid a una palabra en la que estamos de acuerdo, que no reconozcamos como Señor más que a Allah y no le asociemos nada, y que unos de nosotros no tomen a otros como señores al margen de Allah’. Si vuelven la espalda, decidles: ‘Dad fe de que nosotros somos musulmanes’...”.

         De lo anterior se deduce que la función principal de todos los profetas era comunicar a la humanidad una enseñanza básica, la de que no la creación tiene más que un Señor, y es su Creador, Allah Señor de los Mundos. Esto es el Tawhîd, y todo lo que vaya en contra de esta base universal y clara es un añadido ilegítimo a las enseñanzas de los profetas.

         El Dîn es uno, la Senda hacia Allah es la de la rendición a su Verdad. Pero los hombres le han buscado sustitutos, a los que han dado también el nombre de dîn (los adyân, en plural). Las religiones, sistemas espirituales, jerarquías sagradas, etc., han surgido a lo largo del tiempo como resultado de celos, rencores, enemistades e intereses (todo a lo cual se le llama en árabe bagy). El Corán lo denuncia: “El Dîn junto a Allah es la Rendición a Él (el Islam). Aquellos a los que les fue dado el Libro disputaron -tras que le llegara la Ciencia- por imponerse unos a otros (por bagy). Quien niega los Signos de Allah,... Allah no tarda en pedirles cuentas. Si buscan polemizar contigo, diles: ‘Yo he rendido mi ser a Allah, y así lo han hecho quienes me siguen’. Y diles a los que les ha sido dado el Libro: ‘¿Sois musulmanes?’. Si lo son, están sobre el buen camino. Si vuelven la espalda, has de saber que tú sólo eres un comunicador. Allah ve a los hombres”.

         El Dîn es uno, y no es legítima ninguna disputa en torno a él, porque pertenece a Allah, y Él es Uno, nítido. Pero las divergencias de opinión (el jilâf o ijtilâf) surgió entre los seguidores de los profetas. Se crearon grupos y entre ellos se desató la discordia. El Islam consiste en la recuperación de lo que se olvidó en medio de las disensiones y las polémicas. El Corán dice: “Allah ha establecido para vosotros lo que legó a Noé, lo que te ha sido revelado a ti (Muhammad), y lo que fue legado a Abraham, a Moisés, a Jesús: erigid el recogimiento ante Allah y no os dividáis. Para los idólatras es grave aquello a lo que les invitáis, pero Allah elige y atrae hacia Sí a quien quiere, guía hasta Él a quien se vuelve. (Los que os precedieron) se dividieron tras haberles sido comunicada la Ciencia intentando imponerse unos a otros (bagy). Si no fuera por una Decisión de tu Señor anterior que determina el momento de su extinción Él habría decidido entre ellos. Y los que vinieron después de ellos heredando el Libro se debaten entre dudas...”. En este texto coránico se nos dice que Allah ha ordenado a la Nación de Muhammad la Ley que impuso a Noé, a Abraham, a Moisés, a Jesús, y entre las bases de esa Ley se cuenta como la más importante el Tawhîd, la Unidad de Allah, y junto a ella la Rectitud (Istiqâma). Esto es en lo que coinciden todas las revelaciones. Los aspectos formales son derivaciones sujetas a las necesidades de los hombres, y el Corán mismo lo sentencia cuando dice: “Para cada (nación) establecimos una ley particular y un método”. Lo esencial, por tanto, son el Tawhîd y la Rectitud (Istiqâma). Esos son los ejes sustanciales del Dîn. El Dîn, junto a los aspectos particulares de las enseñanzas de Muhammad (s.a.s.) constituyen el Islâm en el segundo sentido de este término, tal como lo hemos visto a la cabeza de este artículo.

         Un detalle a tener en cuenta en el texto coránico citado es cuando dice: “Y los que vinieron después de ellos heredando el Libro se debaten entre dudas”. Efectivamente, y es evidente, las disputas surgidas en el seno de las grandes tradiciones espirituales de la humanidad han creado situaciones de desencanto e incertidumbre entre sus seguidores. Esa ‘duda’ es el indicio de la intervención humana en el devenir del Mensaje inicial. Contra esa duda, el Corán nos invita a un constante retorno a la fuente: “Por ello, invoca a Allah y sé recto tal como te ha sido ordenado y no sigas sus frivolidades, y diles: ‘Me he abierto de corazón a lo que Allah ha revelado como su Libro y se me ha impuesto ser justo hacia entre vosotros. Allah es nuestro Señor y vuestro señor. Nuestras son nuestras acciones y vuestras las vuestras. No haya rivalidades entre nosotros. Allah nos juntará. Hacia Él es el devenir”.

         Allah ha sellado la Revelación con el Islam, que es una vuelta a los orígenes del Dîn: “Quien desee como Dîn otra cosa que no sea el Islam, no le será aceptado y junto a Allah, tras la muerte, estará entre los arruinados”.