La mezquita de Córdoba

 

La construcción originaria bajo el reinado de 'Abd ar-Rahmán I

 

        La construcción más espléndida de Córdoba, la Gran Mezquita, fue encargado por el emir 'Abd ar-Rahmaán I en el año 785, tras haber escogido Córdoba como capital del califato. Se construyó en el terreno de la iglesia de San Vicente, cuyos cimientos se descubrieron al hacerse excavaciones en el interior de la mezquita en la década de 1930. Hacia el 785 se inició la construcción de la mezquita, cuya situación en las proximidades del Guadalquivir, al final del antiguo puente (hoy restaurado) no sólo se aprovechaba de las redes de comunicaciones ya existente, sino que daba testimonio del respeto por la herencia visigoda de la ciudad. Efectivamente, se cuenta que en las cercanía de la mezquita, colindante con el distrito eclesiástico de San Vicente, se encontró un palacio visigodo, que 'Abd ar-Rahman I convirtió en su residencia. Los centros espiritual y político del nuevo emirato quedaban ¡de esta manera uno al lado del otro y unidos de forma inseparable. Los trabajos de edificación de la construcción originaria de la Gran Mezquita de Córdoba debieron de durar sólo un año. Esto se explica por el deseo y el apremio personales del emir por construir una mezquita digna que estuviera a la altura de la importancia metropolitana de Córdoba y porque en su construcción se utilizaron expolios de antiguas construcciones romanas y visigodas.

 

        La mezquita de Córdoba consta de una sala para realizar el salat y un patio abierto. La circunstancia de que el patio sea casi tan grande como la sala del salat se explica porque originariamente los creyente se reunían en el patio para hacer el salat cuando la sala ya estaba llena. La sala del salat de la Gran Mezquita de Córdoba, con una extensión de 79,02 por 42,21 metros, tenía once naves perpendiculares a la pared de la qibla La nave central, que está orientada hacia el mihrab, mide 7,85 metros de anchura, casi un metro más que las restantes naves laterales, que tan sólo miden 6,86 metros. Esta acentuación de la nave central realza el eje longitudinal de la mezquita, que está orientado al mihrab. Por este motivo se habla de un tipo de mezquita "dirigida hacia el mihrab". La nave central no sólo es más ancha que las naves restantes, sino que además está ligeramente elevada, lo que se aprecia especialmente en el aspecto exterior, sobre todo si se observa la mezquita desde la vecina torre de la catedral. La mezquita de al-Aqsa de Jerusalén, cuya construcción se inició en el año 715, de modo que es 70 años más vieja que la construcción originaria de Córdoba, presenta una disposición similar. Está igualmente concebida como un espacio formado por varias naves con una nave central claramente más ancha que desemboca axialmente en el mihrab. A pesar de todo, la Gran Mezquita de Córdoba llegó a dar forma a un tipo propio de planta, que preveía una sala con once naves, distinto de los que se pueden apreciar en las primeras mezquitas conservadas hasta hoy. El tamaño de la sala del salat se debe no sólo a la importancia de la mezquita como centro espiritual del reino islámico occidental, sino también a la extensión de la ciudad y a su elevado número de habitantes, que hacía necesaria la construcción de una sala para la realización del salat, grande y con varias naves.

 

        En la edificación originaria (785-786) se renunció a la construcción de un alminar. Según fuentes islámicas se llamaba al salat desde la torre de un cercano palacio visigodo, entonces utilizado como sede del gobierno.

        En un principio la mezquita debía de tener cuatro entradas, una de las cuales, la puerta de los Visires (Bab al-Wazara), se ha conservado casi inalterada en la fachada occidental. Esta puerta data del año 786, según una inscripción del dintel. Esta puerta, llamada hoy día puerta de San Esteban por la capilla de San Esteban, situada enfrente, permitía acceder directamente a la mezquita a los funcionarios de la corte desde el palacio gubernamental, situado justo delante.

 

        Hoy día, al entrar en la mezquita, sorprende hallar una catedral en su interior. El cabildo de Córdoba ordenó la construcción de la catedral en 1523, al pasar a sus manos el terreno de la mezquita tras finalizar la conquista cristiana. Para ello se retiraron 63 columnas a fin de construir una catedral exactamente en el medio de ella. Su edificación y decoración se prolongaría durante tres siglos.

 

        Ya al iniciarse los trabajos de construcción debieron de producirse rebeliones de los obreros, que se negaron a realizar una intervención tan drástica en la mezquita. Estos incidentes, que no están probados históricamente, se citan de buen grado en la literatura una y otra vez, para probar que la población de Córdoba todavía en el siglo XVI se sentía fuertemente ligada a la herencia islámica de la ciudad. Al parecer, sólo gracias a la intervención de Carlos V, que fue llamado como juez supremo, se llegó a un entendimiento entre trabajadores, ayuntamiento y cabildo.. Una vez autorizó la construcción de la catedral, ésta pudo ser construida "sin mala conciencia", por así decirlo, ya que se trataba de una orden imperial. Cuando el mismo emperador visitó más tarde Córdoba, parece que manifestó, muy afectado por la construcción de la catedral: "Si hubiera sabido lo que aquí había, no me habría atrevido nunca a tocar el viejo edificio. ¡Habéis destruido lo que era único en el mundo para colocar algo que hay en todas partes!. Es posible que estos o similares pensamientos pasen hoy día por la cabeza de los visitantes al poner los pies en la catedral. Pero también se debe tener en cuenta que quizás la mezquita se ha conservado tan sólo porque en ella habría una catedral. Un edificio que es visitado regularmente para asistir a los oficios divinos se mantiene en buen estado, mientras que otro que está vacío está prácticamente condenado a la decadencia. Esto habría sucedido, seguramente, con la Gran Mezquita de Córdoba tras la expulsión de los musulmanes, en caso de que no se hubiera utilizado para el culto católico.

 

        En ocasiones se ha comparado las arcadas de dobles arcos superpuestos de la Gran Mezquita de Córdoba con el acueducto romano de Mérida, que también tiene arcos de ladrillos, por lo que puede decirse que ambas construcciones tienen algunos puntos en común. De todos modos, es más probable encontrar sus antecedentes en las primeras mezquitas, que apenas se han conservo completas. Más acertada es la comparación con la Gran Mezquita omeya de Damasco (que se empezó a construir en el año 707) que también tenía unas arcadas de dos pisos. Al contrario que la Gran Mezquita de Córdoba, las arcadas no se suceden en sentido perpendicular, sino paralelamente al muro de la quibla. Las arquerías inferiores presentas grandes arcos de medio punto que se apoyan en altas columnas coronadas por capiteles. Las arquerías superiores están determinadas por una serie de arcos de medio punto más pequeños que están ordenados de tal modo que a un tramo de arcos de la arcada inferior le corresponden dos de la superior. Aun cuando la ordenación de los arcos de la Gran Mezquita omeya de Jerusalén no se corresponde del todo con el modelo cordobés, por lo menos está probado que las arcadas de dos pisos eran corrientes en la arquitectura de los omeyas orientales.

 

        En lo que a la ordenación de los arcos se refiere, Christian Ewert apunta a anteriores mezquitas del norte de África. En la mezquita de Amr de Fustat (situada en el actual El Cairo y datado en el año 827), así como en la mezquita de la Zaytuna, en Túnez (siglo IX) encima de las columnas de las arcadas coronadas por capiteles hay impostas en forma de pirámides truncadas invertidas situadas bajo bloques de forma cúbica, sobre los cuales descansan los arcos de la mezquita. Estos bloques recuerdan un poco a los pilares de la arquería superior de la Gran Mezquita de Córdoba y tienen una función de importancia semejante, de tal modo que se debe concebir su tipo de arcadas como una posible variación del sistema desarrollado en el norte de África. De todos modos, cabe calificar de llamativas las uniones de arcos de herradura y arcos de medio punto de la Gran Mezquita de Córdoba. El arco de herradura tiene su antecesor en edificios locales visigodos, pero también puede encontrarse en edificaciones pre-islámicas del Próximo Oriente. Por el contrario, la combinación de arcos de herradura con ladrillos y sillares puede considerarse como una creación original de Córdoba que en los siglos posteriores siguió siendo una peculiaridad estilística de la mezquita.

 

        El efecto que produce el espacio interior de la Gran Mezquita de Córdoba se ve acentuado por la iluminación, que sin embargo no transmite una impresión del espacio original. En un principio hay que decir que las arcadas de la fachada del patio estaban abiertas de tal manera que la luz entraba en la sala de la realización del salat desde el patio abierto que está situado justo enfrente de la mezquita, sumergiéndola en un cálido y fascinante brillo. Como el suelo estaba cubierto de alfombras, no importaba que las columnas (de procedencia romanas o visigóticas), debido a su diferente altitud, estuvieran profundamente enterradas en el suelo. Llama la atención que en la nave central sólo se utilizaran columnas rojas, con lo que se acentuaba el eje longitudinal orientado hacia el mihrab, mientras que en las naves laterales se alternaban columnas de mármol negras y rojas. Los capiteles de la mezquita merecen una especial atención. En la construcción originaria generalmente se utilizaron capiteles de tipo corintio. Pero también se aprecian capiteles visigodos e incluso, aisladamente, piezas procedentes del Mediterráneo oriental. Los capiteles visigodos se diferencias de los romanos por su relieve plano y por su simplificación esquemática de las formas vegetales, que se reduce a veces a puros trazos geométricos. Los capiteles de mayor calidad se encuentran en la nave central, del tal modo que el eje central también se realza mediante una disposición especial de los capiteles. 

 

        El hijo de 'Abd ar-Rahmán I, Hisham I, ordenó por primera vez en el año 793, la construcción de un alminar. Éste debió de estar situado en la pared norte de la mezquita, si bien no se ha conservado ningún resto arqueológico del mismo. Y tampoco se hicieron grandes modificaciones hasta mediados del siglo IX.

 

        La extraordinaria importancia de la Gran Mezquita de Córdoba no se atribuye sólo a que era la mezquita principal de la ciudad, sino también a la estrecha unión del poder terrenal y el espiritual, que la convirtió en centro cultural del reino. No servía tan sólo de punto de encuentro para hacer el salat, sino que en ella también se discutían las leyes que una vez aprobadas, tenían carácter obligatorio para todo el mundo islámico occidental. Todo gobernante que quisiera manifestar el vínculo que lo unía a Abd ar-Rahmán I para legitimar su poder, debía mostrar también un gran respeto por la mezquita fundada por él, respeto que podía expresarse en generosas donaciones, en la construcción de un alminar o incluso en la edificación de un anexo.

 

        Esto también explica por qué se siguió trabajando en la Gran Mezquita de Córdoba durante siglos, prácticamente hasta la decadencia del califato.

 

 

La primera ampliación bajo el reinado de Abd ar-Rahmán II

 

        Debido a un incremento de la población de la ciudad, Abd ar-Rahmán II ordenó entre el 833 y el 848, una ampliación de la Gran Mezquita de Córdoba, que consistió esencialmente en un ensanchamiento de la sala de realización del salat hacia el sur. En el transcurso de los trabajos de construcción se derribaron el mihrab y la mampostería de la pared de la qibla para añadir otros ocho tramos a la mezquita, de tal manera que la sala de realización del salat acabó ocupando una superficie cuadrada de unos 79,29 por 69,09 metros.

 

        Dignos de mención son los capiteles que junto a los capiteles romanos y visigóticos, aparecían por primera vez capiteles islámicos. Estos capiteles representaban un nuevo tipo  que fue llamado capitel "emiral", debido a la época en que surgió. El reparto de los capiteles tampoco fue aquí arbitrario. Los capiteles más bellos están emplazados en la nave central y se pueden ver en el último tramo frente a la pared de la quibla, hoy desaparecida. De todos modos, la catedral, construida en el siglo XVI en medio de la mezquita, y sus contrafuertes entorpecen considerablemente la contemplación.

 

        En el interior de la nave central de la ampliación destaca especialmente la zona del mihrab. Mientras que en la sala de realización del salat sólo se utilizaron las columnas de mármol alternando el color rojo y el negro, en la nave central se colocaron justo delante del mihrab dos columnas estriadas de mármol blanco. Además se adornaron con capiteles de gran calidad  las columnas del último tramo de las arcadas que terminan justo delante de la pared de la quibla. La acentuación de la pared de la quibla, que se extiende transversalmente y que señala la dirección en la que debe orientarse el salat, unida al eje longitudinal de la mezquita orientado al mihrab, da como resultado una T, por lo que aquí se habla de una disposición en T.

 

 

Obras de Abd ar-Rahmán III en la mezquita

 

        Cuando Abd ar-Rahmán III se proclamó califa en el año 929, dirigió su interés sobre todo a la ciudad palaciega de Medina Azahara (936-1010), situada a sólo 13 km al noroeste de Córdoba, que él constituyó en el año 936 como sede administrativa y gubernamental de su reino. Como el control de las obras de Medina Azahara le llevaba mucho tiempo, el califa sólo realizó trabajos insignificantes en la Gran Mezquita de Córdoba. Se amplió el patio de la mezquita, lo que conllevó una amplificación de las galerías destinadas a las mujeres. Además, hizo derribar el alminar construido por Hisham I, que ya no satisfacía sus aspiraciones y al parecer tampoco las necesidades de la comunidad, e hizo construir uno nuevo. Su alminar se edificó en la parte sur del patio y actualmente no se conserva nada de él, ya que en su lugar se erigió en el siglo XVI el campanario de la catedral, al que todavía se añadió en el siglo XVII, un remate barroco. En un escudo en relieve del siglo XVI se aprecia una reproducción del alminar. Este escudo está situado en el exterior, en la facha oriental de la Gran Mezquita, donde decora una pechina de la puerta de entrada este del patio de la mezquita. El alminar tenía planta cuadrada y estaba compuesto por dos partes. La parte inferior tenía forma cúbica y 23 metros de altura. La parte superior era más baja y delgada y se utilizó como puesto de guardia para el almuecín. Encima se alzaba una construcción parecida a la de la cúpula con aberturas de arco a cada lado. Al Maqqari, un compilador magrebí que había visto el alminar en su estado original, describe muy impresionado el remate del alminar (yamur) en forma de asta con dos esferas doradas y una plateada rematadas por una pequeña granada. El alminar y su corona sirvieron de modelo para otras mezquitas del al-Andalus.

 

 

Ampliación de la Gran Mezquita por al-Hakam II

 

        Al-Hakam II hijo de Abd ar-Rahmán III, inició inmediatamente después de ser nombrado califa (961) los trabajos de remodelación de la mezquita. La ampliación por él realizada entre los años 962 y 966, refleja el nivel artística más alto del califato de Córdoba. Fiel a los modelos de construcciones anteriores, la mezquita se amplió hacia el sur con otros doce tramos. Al final de este periodo de construcción la sala de realización del salat ocupaba una superficie de 79,29 por 114,60 metros y era considerablemente más grande que el patio. Para ampliar la mezquita fue necesario derribar la pared de la quibla y el mihrab de la construcción anterior. Los capiteles y las columnas del mihrab original se desplazaron hacia el nuevo mihrab construido en la ampliación califal (entre los años 962 y 966) por respeto a la complicada construcción de arcos dobles superpuestos compuestos por arcos poli lobulados entrecruzados y coronados por una imponente cúpula nervada. Esta parte de la mezquita se denominó en tiempos cristianos "Capilla de Villaviciosa".

 

        La nave central de la ampliación de la mezquita realizada por al-Hakam II es acentuada por la utilización homogénea de columnas de mármol rojo.

 

        En las naves laterales hay columnas rojas y negras alternadas que, unidas en diagonal, confluyen en el mihrab. Las columnas están coronadas por capiteles, según la manera habitual. Mientras que en las construcciones precedentes se podían admirar diferentes tipos de capiteles, ahora se ven por doquier capiteles homogéneos de piedra sin decoración foliada. Sólo en la nave central se distinguen, a la altura de la arquería superior, en lugar de pilares lisos, relieves de estuco. Están coronado por capiteles de relieve compuestos de tipo islámico hechos con estuco y servían para resaltar especialmente la nave central.

 

        Llama poderosamente la atención la fachada del mihrab, cuyo extraordinario efecto se debe sobre todo a los brillantes mosaicos dorados y a la arcada transversal antepuesta con arcos poli lobulados cruzados. Ante el mihrab se encuentra la zona de la maqsura, el lugar  reservado al califa. Es de suponer que los dos últimos tramos del sur pertenecen a las cinco naves centrales de la mezquita. La zona de la maqsura está separada de la sala de realización del salat por una arcada poli lobulada transversal, que discurre paralelamente a la pared de la quibla, para destacar la zona del califa respecto de la del pueblo. Los arcos poli lobulados sustituyen a la celosía tradicional, que originariamente separaba al soberano del pueblo; dichos arcos eran además portadores de decoración, de manera que pudiera destacarse la importancia de la maqsura y el mihrab. La arcada poli lobulada, que discurría junto a la zona central de la maqsura, se derribó al construir posteriormente en esta zona capillas cristianas y tumbas.

 

        El mihrab muestra el conocido esquema: un gran arco de herradura enmarcado por un rectángulo (alfiz) y coronado por una arquería ciega de arcos poli lobulados. El arco de herradura se abre a un nicho de planta octogonal que por razones de acústica está abovedado por una gran pechina. Esta bóveda reforzaba tan bien la voz del imán que se situaba ante el mihrab, que se podía oír en toda la mezquita. El arco de herradura del mihrab está flanqueado por las ya mencionadas columnas de mármol y por capiteles emirales de la construcción predecedente de la mezquita. En la parte baja del mihrab se aprecian unas grandes placas de mármol adornadas con motivos vegetales. Éstas se cuentan entre los relieves más bellos y espléndidos realizados en la época califal de Córdoba en lo referente a la decoración de edificios. Las enjutas del arco central del mihrab están decoradas con grandes arabescos de estuco en forma de medallón. Sigue un marco rectangular del arco, llamado alfiz, que tiene inscrita una cita del Corán compuesta con teselas doradas sobre fondo azul. En la parte superior de la franja de escritura se extiende una arquería ciega, cuyos compartimentos están adornados con "árboles de la vida" realizados asimismo en forma de mosaico. Encima se asientan los soportes de la gran cúpula, que se alza sobre la estancia anterior al mihrab y que, como el mihrab, está decorada con mosaicos dorados. En fuentes escritas consta que al-Hakam II pidió al emperador bizantino que le enviara artesanos capaces de imitar los mosaicos dorados de la Gran Mezquita de Damasco. Aunque el maestro que supervisaba los trabajos de los artesanos se había formado en la tradición bizantina, la riqueza de formas de estos mosaicos dorados estaba ligada al arte andalusí, lo que indica la influencia de talleres locales.

 

        La cúpula central está flanqueada en la zona de la maqsura por dos cúpulas similares formalmente a la cúpula de la "capilla de Villaviciosa". Los precedentes de esta cúpula provenían posiblemente de Oriente Próximo, si bien hasta el momento no han sido lo suficientemente estudiados, de manera que las cúpulas nervadas de Córdoba han de ser consideradas creaciones originales debido a la falta de modelos anteriores convincentes. Su existencia guarda una estrecha relación con las construcciones de arcos de la zona de la maqsura de la mezquita, zona reservada al califa  y que no se observa en ninguna otra mezquita del mundo. La singularidad de la Gran Mezquita de Córdoba se deriva, también, por lo tanto, de la peculiar posición del califa, que inspiró con su presencia estas soluciones arquitectónicas en la zona de la maqsura. A cada lado del mihrab hay cinco estancias cuadradas, a las que no tenían acceso los visitantes de la mezquita. Las estancias del ala oeste eran utilizadas por el califa como pasaje de seguridad secreto, que conducía directamente desde el palacio vecino hasta la zona de la maqsura de la mezquita, mientras que las cámaras del este servían al parecer para guardar tesoros. Encima de estas diez estancias había un piso superior con once cámaras, estando la cámara central ubicada directamente sobre el mihrab. Su función no está todavía suficientemente clara. Quizás se archivaran en ella los innumerables documentos de la mezquita.

 

 

La última ampliación hecha por el califa Almanzor

 

        La última ampliación (987-988) de la Gran Mezquita de Córdoba fue ordenada por Almanzor, primer ministro y regente del califa Hisham II. Mientras que el califa, todavía menor de edad, vivía como un prisionero en su palacio de Medina Azahara, Almanzor tomaba las riendas del gobierno con el consentimiento de la madre del califa, Subh. Debido a su alto cargo pudo disponer, como representante del califa, la ampliación de la mezquita. Como Almanzor ere regente pero no soberano oficial, no podía acometer una ampliación hacia el sur, ya que hubiera podido interpretarse como un intento de ponerse al mismo nivel que los mires y los califas. Además, semejante proyecto chocaba con el obstáculo añadido de que los terrenos de la mezquita en dirección sur presentaban un pronunciado declive hasta el río.

 

        Ya al-Hakam II se vio obligado a autorizar el terraplenado y la nivelación del subsuelo de la mezquita en el transcurso de la ampliación de ésta (962-96), de tal modo que por motivos topográficos era imposible otra ampliación de la mezquita hacia el sur. Se descartó una ampliación hacia el oeste por estar situados allí los palacios gubernamentales y administrativos; en el norte estaba ubicado el patio de la mezquita, que quería conservar para recibir en él a los creyentes. A continuación se consideró una ampliación de la mezquita hacia el este. Para Almanzor era muy importante que la mezquita estuviera bien orientada hacia La Meca, ya que en anteriores construcciones no se había orientado con exactitud geográfica. Como cabe excluir prácticamente las imprecisiones de cálculo en la orientación de la construcción originaria, debido al alto nivel de desarrollo de las ciencias exactas por entonces, especialmente la astronomía, la geometría y las matemáticas. Por el contrario, con su ampliación, Almanzor volvió a dirigir su mirada hacia La Meca.

 

        Esta ampliación de la mezquita fue la mayor realizada en Córdoba. Se dice que Almanzor quiso justificar con ella frente al pueblo sus elevados gastos públicos. Se añadieron ocho naves laterales, con lo cual la mezquita ganó 50 metros hacia el este. Las puertas de la fachada este del edificio precedente, construido por al-Hakam II, fueron tapiadas y se practicaron once grandes aberturas de arco, a través de las cuales se podía acceder a las nuevas partes de la mezquita. Con las estancias situadas junto al mihrab no fueron prolongadas, las naves longitudinales eran dos tramos más profundas y se extendían por lo tanto hasta el muro circundante sur. Se abandonó el principio de la hilera de arcos transversales, que destacaba la zona de la maqsura en la ampliación de al-Hakam II. Por el contrario, se continuó la arquería que separaba la parte del edificio de Abd ar-Rahmán II de la de al-Hakam II.

 

        La Gran Mezquita de Córdoba contenía un total de diecinueve naves. La longitud de muro sur, que era idéntica a la del muro de la quibla, había sido ampliada a 128,41 metros. Las medidas de la sala para la realización del salat ascendían a 114,60 por 128,41 metros y las del patio a 60,42 por 128,41 metros. Con ello, la mezquita, incluido el patio delantero, había alcanzado un tamaño de 175,02 por 128,41 metros, lo que corresponde a una superficie de 23.400 metros cuadrados. Con la ampliación de Almanzor, la Gran Mezquita de Córdoba adoptó la forma que tiene hoy día, si se hace abstracción de los edificios cristianos construidos con posterioridad.