Al-Ándalus
según Blas Infante.
“...Volver
a ser lo que fuimos...”
Manuel Ruiz Romero(1)
Introducción
Al-Ándalus constituye uno de los puntos más
importantes en el pensamiento político de Blas Infante, (l.885~1.936). Para
ello, hemos extraído de su obra datos significativos que hacen referencia a
estos siglos de la Historia de Andalucía, y posteriormente, los analizamos
construyendo de este modo, una valoración diferente de la presencia musulmana
en nuestro país.
De este modo Blas Infante nos invita a una nueva
aceptación, descubrimiento e interpretación de Al-Ándalus, paralela a la
liberación de la Andalucía que propugna el Padre de la Patria Andaluza según
denominación del Parlamento de Andalucía (3 abril de 1983).
1. Blas
Infante: síntesis del Ideal Andaluz
El Ideal político de Blas Infante de superación
de la dependencia económica, cultural y política de Andalucía, supone la
recuperación de la memoria histórica de Al-Ándalus, el estudio de las
implicaciones actuales que la impronta de la cultura musulmana nos legó, y el
rechazo a toda teoría centralista, basada en una hegemonía ideológica de lo
cristiano que impone, menosprecia y rechaza. En una palabra: el falseamiento de
la historia y cultura de un pueblo para su mejor sometimiento: “Mejor es
callar lo que supuso desde el alba del Estado moderno la uniformidad religiosa
determinada por la confesión central”.
A partir de sus contactos con los intentos
regionalistas de principios del siglo XX en España, Infante elabora su teoría
y práctica política. Es difícil encontrar incoherencias entre su pensamiento
de su obra. Notario, investigador autodidacta, y "amigo de todas las
revoluciones" se vincula al movimiento del nacionalismo andaluz al que
dedicará sus fuerzas, recursos, estudios, escritos y su propia vida. Desde su
radicalidad será rechazado, pero en los últimos días de su existencia será
reconocido institucionalmente, nombrándole Presidente de honor de lo que podría
haber sido en Septiembre de 1.936, el futuro gobierno andaluz de no ser por la
Guerra Civil española.
Infante descubre Al-Ándalus en la dialéctica del
estudio del pasado, la observación de la realidad, y la búsqueda de futuro
para la prostituida historia de Andalucía. Blas Infante encuentra tres momentos
en los que Andalucía es una nación reconocida; en aurora protohistórica con
Tartessos; luego, en la Bética senatorial, y en la etapa de Al-Ándalus.
Su nacionalismo opuso el '1Principio de
las nacionalidades" de Wilson (1.918) como propuesta germánica,
racionalista y cartesiana, al "Principio de las culturas" entendido éste
como dinámico y revolucionario: el deseo voluntario de ser pueblo. En Al-Ándalus
encontrará una Andalucía islámica que estudiará a través de sus principales
autores con nuevos ojos, y elaborará su síntesis histórica económica y
socio-cultural de la que derivará gran parte de la Andalucía de hoy. La
comprensión de esta etapa marginada, será vía obligada en la recuperación de
la conciencia de pueblo para el andaluz.
Fruto de esas horas de estudio dará a luz a su
libro "Motamid, último rey de Sevilla" que él mismo publicará en su
imprenta, fundada a fin de difundir la cultura popular entre el campesinado. En
fecha aún no localizada por el biógrafo Enrique Iniesta, escribe un segundo
drama también de temática andalusí, hoy aún inédito: "Almanzor"
en el que vuelve a recrearse en los contenidos históricos, artísticos y
culturales de la Historia del Califato. Entre sus escritos destaca la continua
presencia de reflexiones y versos en lengua árabe, así como de etimología
musulmana.
Su interés en torno al tema que nos ocupa le obligan a visitar el
extranjero. Será en 1.928 cuando marche a Al-Garbe, en concreto a Silves en
Portugal, para asistir a un homenaje al Rey poeta Motamid. En 1.924 viaja a
Marruecos en plena guerra colonial española frente Abd-el-Krim. Visita como
peregrino en Agmat la tumba de Al-Motamid, último rey andalusí de Sevilla al
que ya había dado vida a través de su pluma. El impacto de la visita la Kutubía,
las nubas, los apellidos y barrios andaluces en el Norte de Africa, serán
motivos de estudios que darán lugar a nuevas teorías socio-políticas.
El afán de estudio por el esplendor de Al-Ándalus, le lleva a estudiar
la lengua árabe. Aprendizaje que realiza con una suficiencia como para ejercer
de docente en los salones del propio Alcázar de Sevilla. La abundancia de
textos manuscritos en lengua árabe y que tratan temas islámicos en su legado
de inéditos, nos da idea del interés de la persona sobre el tema.
Incluso, en 1.931, las Juntas Liberalistas inician una campaña a favor
de la construcción de una mezquita en Sevilla “no con ánimo de hacer profesión
o confesión de una religión determinada, sino con el objeto de afirmar la
libertad y pluralidad religiosas, elementos de síntesis de la Historia de
Andalucía". Para ello, elaboran un cuestionario para los lectores: "¿Qué
lugar de Sevilla seria el más a propósito (sic) para situar el templo musulmán?.
¿De cuáles medios pudiéramos valernos para allegar los necesarios
recursos?".
2. El reconocimiento de Al-Ándalus
como fundamento de la Andalucía del futuro
2.1 Para Blas Infante, Al-Ándalus es la continuidad del espíritu
griego. El reconocimiento de una nueva influencia cultural y de una síntesis
autóctona peculiar (aculturación). Quizá el hecho histórico que más estudia
la obra de Infante es el de la llamada “invasión-conquista”. Punto en el
que no sólo se adelanta a los investigadores de su época, sino por el que hoy
en día aún no se han posicionado con sentido crítico muchas de las
Universidades de Andalucía.
A través de los Centros Andaluces primero y de las Juntas Liberalistas más
tarde, Infante promociona Andalucía como unidad distinta y viva; un pueblo debe
ser culto e ingenioso. Trata de conseguir su liberación por medio de la fuerza
cultural y renovadora.
En gran parte de las actividades motivadas desde estas entidades, sus
publicaciones, manifiestos y llamadas, se intenta conseguir la deseada
concienciación al pueblo andaluz.
Aunque Al-Ándalus no significa la Andalucía de hoy, no se puede
despreciar el hecho Algunos autores contemporáneos a Infante sugieren la
necesidad -más correcta en esta línea- de afirmar que España, capituló ante
los musulmanes antes de hablar de conquista. Otros, como en el caso de Ignacio
Olagüe, hablan de integración de la Península en la cultura islámica en
lugar de ocupación armada
Al margen de las interpretaciones legendarias que justifiquen la
presencia de musulmanes en la península, lo cierto es que no se puede hablar
rotundamente de conquista:
El relato de Blas Infante de la llegada de los árabes a Andalucía es
claro: los andaluces les llaman tras los años de invasión de los "bárbaros",
éstos acuden, "reconocen la tierra y encuentran a un pueblo culto
atropellado, ansioso de liberación. Acude entonces Tarik (14.000 hombres
solamente!)" . Andalucía se levanta a su favor y en menos de un año
34.000 hombres consiguen establecerse en la Península Ibérica.
Los ochocientos años siguientes supusieron la inoculación de sangre semítica
entre los andaluces, si bien, Blas Infante sostiene que el "genio
andaluz" supuso la creación de un nuevo mundo árabe, tolerante y libre.
En concreto durante estos siglos los cristianos conservaron sus leyes, sus
principios, sus tributos, sus cobradores,...
"Ha flotado siempre, flota aún, sobre esta tierra hermosa y
desventurada que hoy se llama Andalucía. Su sangre, ha podido enriquecerse con
las frecuentes infusiones de sangre extraña; pero sus primitivas energías
vitales se han erguido siempre dominadoras; no ha sido absorbidas, como simples
elementos nutritivos, por las energías vitales de una sangre extranjera"
2.2. Al-Ándalus va a ser considerada como una etapa de libertad y
brillantez cultural: "Lámpara única encendida en la noche del Medievo".
Desde un lenguaje no exento de crítica y lejos de visceralidad que provoque
subjetividad, sentencia Infante la cuestión afirmando: Andalucía era libre;
hoy esclava.
Durante estos siglos todos sabían leer y escribir, era un país
industrial, con modernos métodos agrícolas, "y sobre todo de aquel
bienestar general que permitía ir a caballo a todo el mundo en lugar de ir a
pie". Andalucía brillaba con luz propia e iluminaba el oscuro pasado
europeo: Córdoba "apasionada por las ciencias", ciudad de
bibliotecas, escuelas, academias, médicos y escritores ilustres; Sevilla con
sus sabios: Abu Zacaría, Zeiat, Aben Motrif, .., Granada, Málaga, Almería, Jaén,..
todas con grandes personajes destacados en la ciencia y en el pensamiento de
aquellos años.
Para un planteamiento "oficial", y presentado como científicamente
serio, sólo se reconocerá la existencia de Andalucía a partir de la
consiguiente "reconquista". Pero no defiende Infante sólo la aparición
de un Estado Al-Ándalus (la nueva Castilla como se la llamaría después) como
unidad cultural, definida aún por oposición en el contexto peninsular; sino
también al conjunto de avances científicos con repercusión en lo cotidiano
que trajo consigo esta permanencia en el tiempo. Hechos que poco están
reconocidos, estudiados y en su justa medida valorados. Se potencia así al
nuevo Estado castellano-cristiano en paradigma de la nueva realidad histórica
que le toca vivir a Andalucía. La civilización andalusí presente alrededor de
cinco siglos en gran parte de Andalucía, se convierte en un paréntesis
temporal de escasa importancia y despreciable interés.
"La historia del Islam peninsular ha sido descuidada durante mucho
tiempo por el historiador profesional, el medievalista; quizá como resultado de
la pervivencia, a través del nacionalismo (español) moderno de la vieja idea
de "reconquista", que tendía a considerar la presencia del Islam en
la península como un accidente incapaz de sustentar derechos adquiridos de ningún
tipo. Esto, unido a la falta de documentación adecuada, justifica el retraso de
la investigación histórica sobre AI-Ándalus".
El auge alcanzado por las distintas capitales andaluzas Blas Infante lo
considera como el principio de su diversidad:
"Andalucía es un anfictionado de pueblos, animados por el mismo espíritu
y fundamentados en la misma historia; pero estos pueblos -(ni por su tradición
particular, la cual alcanza a distinguirse dentro de la unidad espiritual e histórica
de Andalucía, ni por el carácter cultural de esa historia, que, al contrario
de los pueblos de fundamento románico y gótico, no hace un fin esencial de la
política)- no pueden llegar a someterse a la regla inflexible de su estado político
homogéneo. Puesto que, además, nos encontramos actualmente con el instinto de
conservación de las capitalidades provinciales, las cuales, casi todas, han
sido cabezas de reinos durante Al-Ándalus, cada una de ellas debe llegar a
constituir un Estado, el cual venga a reanudar la tradición de 'las pequeñas
cortes erigidas en Academias, presididas por los príncipes'. Esto no se opone a
la existencia de una representación unitaria de Andalucía, en el orden político,
constituida por delegados de los Estados andaluces".
La convivencia durante los años de Al-Ándalus de beréberes, árabes,
gallegos catalanes, eslavos,... e incluso tres religiones judaísmo,
cristianismo e islamismo definen claramente el nacionalismo andaluz: anti-bélico,
"acogedor", "anti-regionalista" y
"antinacionalista", aspectos que quedan claramente reflejados en el
lema "Andalucía por sí, para España y la Humanidad". Este lema, en
palabras de Blas Infante no es una "fórmula arbitraria", sino que se
convierte en la "síntesis de la Historia de Andalucía"
Es más el castellano hablado en Andalucía -habla andaluza- se encuentra
claramente influenciado por los "sonidos" dejados por los musulmanes.
En resumen, estos ochocientos años fueron de plena libertad, de desarrollo y
expansión:
"Hay que aprovechar esos períodos libres -dirá- para reencontrar
el río de la genialidad, fuerzas sociales culturales, para hacer del hombre
andaluz, hombre de luz, como lo fue antaño, cuando fue capaz de crear un foco
cultural como Tartesos e inundó el mundo occidental con la sabiduría de Al-Ándalus
(...) Recobrar la libertad andaluza no significa separación, insolidaridad,
sino tendencia a fortalecer la fraternidad, pero siendo uno, en sí.".
La demostración de la existencia de Andalucía y por lo tanto del
"genio andaluz", en definitiva el nacimiento, desde siglos atrás, de
la conciencia andaluza lleva a Infante al estudio de Al-Ándalus. Estos años
constituyen un ejemplo del amor a la libertad política y a la democracia de los
andaluces. Así, fueron en estos siglos cuando más concretamente se puede
apreciar la "libertad de conciencia" inspiradas en las escuelas
cordobesas, mientras que en Oriente la intransigencia y el fanatismo eran notas
dominantes. Córdoba y Granada de este modo fueron los refugios del genio democrático
griego "durante la barbarie medieval en el resto del mundo", ya que
fue tal la fuerza del genio andaluz que somete al árabe y lo diferencia del
resto del mundo islámico.
Es más, Al-Ándalus significó el hecho histórico "extraño a España
europeizada; algo completamente ajeno a Europa'1 . Por consiguiente,
Andalucía es Europa y Africa, una unidad rota en lo natural, lo político,
moral y social. No es de extrañar pues que entre sus propuesta políticas
figurara la unión con Marruecos, dos pueblos separados geográficamente por el
Estrecho de Gibraltar o "Arroyo Grande", de Abu-Bekr:
"¿Se comprende, ahora, bien por qué aspiramos a que Marruecos; el
Marruecos hoy sometido al protectorado de España, llegue a ser verdaderamente
protegido, viniendo a formar un estado autónomo federado con los demás
andaluces, dentro del gran Anfictionado de Andalucía?".
"En los hogares castellanos o españoles hase sugerido (sic) siempre
odio y desprecio al moro. En los hogares marroquíes, odio y desprecio al
cristiano (español). Los musulmanes expulsados de la península y acogidos en
Marruecos, legaron siempre a sus hijos odio eterno a la raza que les arrebató y
expulsó de su patria resplandeciente, Al-Ándalus".
2.3 Justificada la presencia del Islam en la península sobre la base de
contenidos militaristas; en la denominada "reconquista", se recurre a
todo tipo de tópicos para justificar los avances de pueblos recluidos durante
siglos en la Cordillera Cantábrica. Así, la recuperación de la unidad de España,
el establecimiento de la monarquía visigoda, y la restauración de la Iglesia
frente al Islam. Argumento este último que hizo del solar ibérico un espacio
de Cruzadas paralelas a la que existieron en Oriente próximo, y por cuyo objeto
incorporó a la causa recursos de países europeos. Este objetivo religioso sí
pudo ser compartido por otros núcleos políticos más distantes, y llegó a ser
el verdadero motor de la empresa.
Blas Infante rompe con el mito de la "reconquista" cristiana y
sostiene que esta "conquista" fue fruto de la continua rebeldía e
incompatibilidades psicológicas que también caracteriza al genio de los
andaluces. Tras la conquista se produce el retroceso histórico de Andalucía.
La opresión política provoca la expulsión de millares de andaluces (moriscos
y judíos) y "un bárbaro régimen económico jurídico; que produce la
opresión y la miseria, repartiendo el solar andaluz en grandes porciones entre
orgullosos guerreros y vanos magnates, incapaces de trocar la espada por el
arado, como los nobles árabes, ni hacer otra cosa que mantener sus tierras en
inacción o cobrar las rentas a sus colonos".
"Andalucía, con nombre islámico es librepensadora"; ahora
"el robo, el asesinato (...) presididos por la Cruz (...) empiezan a
quitarnos la tierra (...) distribuida en grandes porciones entre los capitanes
de las huestes conquistadoras (...) Y los andaluces, que tenían la tierra
convertida en vergel, son condenados a la esclavitud de los señores"
Según Blas Infante, en Sevilla, capital andaluza, durante los años de
la represión de la Inquisición "Dos mil personas fueron quemadas vivas en
los campos de Tablada (...) Se confiscó los bienes y encarceló a diecisiete
mil".
Tras la ocupación de Granada, las capitulaciones fueron rápidas y
sistemáticamente violadas por los vencedores, dando comienzo un proceso de
destrucción de la cultura andalusí. Un genocidio social y cultural que
comienza con las primeras deportaciones en masa, y continua con cargas económicas
y prohibiciones legales.
"El pueblo recién convertido por la presión de la intolerancia
iniciada por Isabel, sometido a una persecución que culmina después del
triunfo de D. Juan de Austria y de las terribles depredaciones que hicieron
decir a Mármol que los soldados del Rey eran tropas de delincuentes"
Andalucía fue conquistada por Europa, resistió y aún continua
resistiendo su invasión y por ello, jamás será Europa:
"Nosotros no podemos, no queremos, no llegaremos jamás a ser
europeos. Externamente, en el vestido o en ciertas costumbres ecuménicas
impuestas con inexorable rigor, hemos venido apareciendo aquello que nuestros
dominadores exigieron de nosotros. Pero jamás hemos dejado de ser lo que somos
de verdad: esto es, andaluces; euroafricanos,
euro-orientales, hombres universalistas, síntesis armónicas de hombres
2.4 En este contexto destaca el mito de Santiago "mata-moros".
Durante su visita a Galicia propone una revisión histórica de este mito frente
al hecho de entender que todos los malos son dignos de la espada del Santo
cristiano. A su vez, los historiadores árabes llamarán "gallegos" a
todos sus enemigos. "Es probable que en el siglo VIII el Santiago bélico
no hubiese penetrado en la literatura eclesiástica (...) medio siglo más tarde
(...) será convertido en el anti-Mahoma y su santuario en el anti-Kaaba".
Mitos como el de Santiago fue importado a América a fin de poder
predicar el Cristianismo "ni enseñar a los indios que Dios había muerto,
sino que era muy valiente y esforzado" . La actuación de Castilla en el
denominado Nuevo Continente no puede comprenderse sino como una extensión de su
conducta frente a AI-Ándalus nazarí. No falta pueblo aquí, pueblo
evangelizado y conquistado que no posea "una imagen de un feroz español
con una cruz en la mano y una espada en la otra, caballero en un caballo matando
hombres"
En Pontedeume y en unión de José Mas, Infante es testigo de una anécdota
que hará contar en sus publicaciones y en su inédito "Almanzor".
3. El legado de Al-Ándalus en la vida de Blas Infante
Toda la teoría política de Infante, tiene siempre su proyección en la
praxis cotidiana. Él, junto a las plataformas políticas y Socio-culturales que
promovió antes aludidas, defendió con sus propuestas y actuaciones el legado
de Al-Ándalus en Andalucía.
En primer lugar, por todo lo que significa la divulgación de estas teorías
a través de conferencias, encuentros, e incluso por medio de su propia
editorial Avante. En segundo lugar, por las propuestas que se defendieron desde
esos círculos andalucistas para con la realidad socio-política de Andalucía.
Los Centros Andaluces constituyen un ejemplo de ello. Así, entre las
medidas enunciadas en el Reglamento de la Sección de Sevilla aparece la de
despertar el espíritu regional a través de la enseñanza de la Historia. Se
consideraba imprescindible la redención de Andalucía para que ésta obtuviese
de nuevo el "centro de la civilización peninsular siente la nostalgia de
su grandeza pasada. Y se sonroja de su actual estado triste", fruto de la
actuación de una "tiranía extraña al servicio de dogmas de barbarie,
vació sus ciudades populosas, expulsando a sus hijos y dejando yermos sus
campos de jardines".
Al-Ándalus era considerado como el referente histórico más destacado,
en donde el genio y la idiosincrasia andaluza se expresó con mayor nitidez Va a
ser una constante en todos los programas: "Restitución a Andalucía de la
conciencia de su personalidad cultural creadora en lo pasado de las más
interesantes culturas de Occidente". A su vez, "la reafirmación
consciente de las aspiraciones esenciales de Al-Ándalus, traducidos con
criterios modernos o actualistas".
Los andalucistas defenderán un "Estado Federal que delegue en
Andalucía las relaciones internacionales con los pueblos africanos y de
Oriente". Reclamando igualmente una máxima protección por el "Estado
Andaluz" hacia los "andaluces musulmanes y moriscos expulsados del
territorio peninsular".
El andalucismo como ideal cultural, comporta un anfictionado de pueblos
unidos por la cultura. Frente al Marruecos colonial de la época, Infante aspira
a hacer con este territorio, un "estado autónomo federado con los demás
andaluces, dentro del gran anfictionado de Andalucía". Postura igualmente
promovida por los andalucistas norteafricanos. Norte y Sur confederados y unidos
por las aguas del Estrecho.
En el caso del Estatuto de Autonomía que Andalucía pudo haber tenido en
la II República, Infante y los andalucistas promoverán que las relaciones con
Marruecos se cedan a Andalucía. En tanto que las relaciones con este país,
deben volverse "de colonizadoras en fraternidad política", a fin de
que sea posible "una cooperación de fundamento cultural a base de la
personalidad norteafricana en inteligencia federativa con Andalucía"
Infante y la Junta Liberalista procuran en los sucesivos encuentros y consultas,
que cuenten con "personas notables de nuestra zona de Marruecos, musulmanes
y mosaicos de procedencia andaluza". Insistiendo en esta presencia en base
a "la paz con Marruecos y la influencia de España respecto a África y al
Oriente"
A la hora de buscar los símbolos de Andalucía, Infante y los Centros
Andaluces piensan en la Historia de Andalucía. Sus ideas a este respecto serán
asumidas mediante Ley por la actual institución de autogobierno de Andalucía.
Para el caso del escudo, el lema; "Andalucía por sí, para España y la
Humanidad", y sobre éste, el Hércules como símbolo "de las fuerzas
de la vida Bética-Al-Andalus", como "símbolo divino (...) que vive
para crear la conciencia de la vida".
"Los regionalistas o nacionalistas andaluces -sentencia Infante-
nada vinimos a inventar: nos hubimos de limitar, simplemente a reconocer en este
orden lo creado por nuestro pueblo, en justificación de nuestra Historia".
En el ejemplo de la bandera andaluza (tres franjas horizontales de igual
anchura, verde-blanca-verde), aprobada en la Asamblea andalucista de Ronda en
1.918, algunos autores han asociado el verde al "estandarte de la dinastía
Omeya, en torno al siglo VIII", y el blanco a los ideales de reunificación
de los almohades con los distintos reinos andalusíes en el año 1.146 . Pero en
cualquier caso "símbolo de esperanza y paz". Ejemplos posteriores
confirmarán estas versiones: ondea en la Giralda de Sevilla hacia el año 1.198
para celebrar la victoria en la batalla de Alarcos, e incluso en el color de la
mayoría de los estandartes andalusíes conservados hoy. Incluso apoyan esta
tesis otros datos más contemporáneos aún.
Para finalizar este apartado, tenemos que aludir a lo que va a ser la
primera casa propiedad de Infante: "Dar Al Farah" (Villa de la Alegría).
Construida por jornaleros, el edificio es una muestra de la admiración del
propietario por el arte islámico. Entre los arcos de herradura, las columnas, y
los frescos de esta sencilla vivienda en planta, pero refinada en su decoración
interior, abundan las inscripciones en árabe.
4. La vivencia de Al-Ándalus en la Andalucía de hoy: dos ejemplos
4.1 El flamenco como
herencia cultural
Una de las intuiciones más importantes de la visita a Marruecos ocurre
cuando Infante escucha una nuba. Cinco años después, y fruto de nuevo de su afán
investigador, nacerá su “Orígenes del flamenco v secretos del cante
hondo”. Identificando la nuba como un canto coral de la Andalucía del
destierro, la asocia en su origen a un módulo de canto individual. La música
de la Andalucía islamita, proscrita en época cristiana se vuelve en época
actual canto de "intimidad trágica".
Infante rompe con todos los precedentes flamencológicos. El cante
flamenco con su "ay" tradicional es del cante del "fallahmangu",
en boca de "los últimos descendientes de la cultura más bella del mundo,
ahora labradores huidos expulsados"
Es el cante del destierro de un pueblo obligado a vivir fuera de su medio
ideal: una forma de "liberar su pena prisionera". Por eso, este cante
es una "música democrática". Queda perplejo: "La música
andaluza, proscrita en la sociedad viene a refugiarse en el individuo: deja de
ser coral, se torna secreta, inaccesible, pero al mismo tiempo se
intensifica..., es una intimidad trágica".
4.2 El problema de la tierra
Para Blas Infante, "el problema de la tierra en nuestro país,
originariamente, antes que ser problema agrario, es el problema de un pueblo
privado por conquista de la tierra de sus mayores
El jornalero andaluz pierde su tierra y se convierte en el esclavo del
propietario, situación que dio origen a la miseria del campesinado:
"La tierra de Andalucía para el jornalero andaluz', es precisamente
el imperativo que actualmente viene a contener la vindicación esencial de un
pueblo privado de su tierra por la conquista cristiana o europea".
"los pobres andaluces (...); los cuales, privados durante siglos
-que duran aún en la tierra de sus padres- se arrimaban a las vallas de los
cotos cerrados, desecho el corazón en el llanto del Islam; apercibiendo, con
los ojos apagados y los cuerpos macilentos, cómo el ángel negro del feudalismo
europeo ordenaba al crecimiento de malezas y de eriales la savia de este suelo
nutricio de las culturas primitivas, antiguas y medieval, más intensamente
inspiradas en el Mundo por el anhelo santo de elaborar, en hechos vivos del Espíritu,
la creación de un cuerpo al imperativo creador de Divinidad".
Efectivamente, la reconversión del jornalero andaluz en campesino,
propietario de su tierra, al igual que ocurrió durante el período árabe se
convierte en uno de los ejes centrales de su teoría política y del
regionalismo en general:
“La aplicación del principio: nadie debe tener la tierra que no pueda
cultivar; con la cooperación obligatoria para el alumbramiento y conducción de
aguas, pudiéndose hoy llegar a extender la cooperación obligatoria, por la
sindicación, para abonos, maquinarías, etc.. Viviríamos, así, conforme a
nuestro genio verdadero: variedad: libertad para la variedad; de municipios, de
enseñanza y aprendizaje; de Religiones; de justicia, de cultivos y de
industrias, de inmigración y de emigración... Andalucía volvería a ser la
gran maestra de síntesis, científicas, religiosas, étnicas.. Una Isla de
Humanidad, en la Europa condenada; entre dos mares y dos continentes, residencia
del Espíritu, que a la Coordinación fecunda de las variedades llama. Dios
volvería a tener en ella su jardín. Y el efluvio de este jardín vendría a
condensarse en una mágica palabra, mensaje de Andalucía para el mundo: la paz.
La nobleza despojó a los trabajadores agrícolas de sus tierras y
repartió grandes extensiones (latifundios) entre apellidos de linajes ilustres.
"La tiranía eclesiástica destruyó la cultura de Andalucía", y
encendió las hogueras de la Inquisición para "enormes falanges de
esclavos jornaleros, de campesinos sin campos, campesinos expulsados" . La
solución para la reforma agrícola en las tierras de baldío es bastante clara:
"reforma de la agricultura, sin indemnización de los terrenos procedentes
de la conquista".
Conclusiones
La importancia práctica de la Andalucía musulmana, su trascendencia hoy
en todos los órdenes científicos, queda demostrada por la continua polémica
que viene enfrentando a los partidarios de una historiografía que revisa la
historia oficial, y los enfoques tradicionales. La escuela arabista Francesa -en
este sentido- es continuamente ignorada (Olagüe, Marcais, Dozy, Schack,
Burckhardt, e incluso Leví-Provenzal), tal y como sucede con especialistas o
con fuentes documentales árabes.
Blas Infante emerge en este contexto como un gran adelantado a su época.
Desde su proyecto político, no deja de buscar el lugar digno que se merece
nuestro pasado. Libre de tópicos, ideologizaciones por motivos religiosos, y
exentas de visiones centralistas.
Ninguna fase de nuestra historia es el paradigma de la Andalucía ideal:
todos los hitos y la sucesión de culturas han contribuido a configurar nuestra
realidad andaluza. Infante describe así su teoría política en favor del
nacionalismo andaluz, como la voluntad de ser por sí, de existir como pueblo
diferenciado, que surge de una común memoria histórica, de la realidad de una
cultura y unos intereses comunes. Objetivo que pasa por la aceptación y
valoración en su justa medida de todos los pueblos y culturas que pasaron por
esta tierra, y dejaron su impronta para conformar un pueblo diferenciado con
personalidad e identidad propia, cuyo sustrato original al mezclarse con otras
aportaciones, actúa como catalizador para terminar sintetizando y enriqueciendo
esas aportaciones.
Afirmamos que Al-Ándalus obtuvo un lugar destacado dentro del
pensamiento político de Blas Infante. Para afirmar esto, no tenemos más que
ver las continuas referencias que a este momento histórico hace el autor en su
bibliografía.
Así, Blas Infante considera que la historia de Andalucía no comienza
con la llegada de las tropas cristianas o europeas al suelo andaluz, con la fusión
de la "reconquista", sino que los siglos anteriores fueron de una
importancia tal que definen el "genio", o lo que es lo mismo, los
caracteres diferenciadores del resto de pueblos.
El líder andalucista no minusvalora los ocho siglos de presencia árabe.
Redescubre un pasado fulgurante, brillante, donde los andaluces vivieron una época
de esplendor con escuelas, tierras y cultura. Un pueblo culto a diferencia de la
oscuridad" de la Edad Media europea. Al-Ándalus se erige como la síntesis
de la peculiaridad griega y romana. Sin embargo, sus sentimientos no se quedaron
simplemente en la admiración, sino que a partir de estas ideas extrajo sus
consecuencias.
Es precisamente este punto el que lleva al ideólogo nacionalista a idear
una Andalucía futura estrechamente relacionada con el Oriente, una región en
la que Europa representa sólo una parte del hecho diferencial andaluz. Andalucía
es Europa y África en uno.
No es de extrañar, por tanto, que la "conquista" cristiana de
Al-Ándalus configurase la situación socio-económica de la región a través
de la implantación de un nuevo sistema de propiedad de la tierra basado en la
explotación del jornalero y en los latifundios. Esta "conquista"
supuso un paso atrás en el progreso de la región, un paso hacia la miseria
cultural y económica, rompe de nuevo con el mito de la "reconquista"
como hecho de avance y progreso.
De igual modo, la interpretación de la llegada de los árabes al suelo
andaluz también supone una quiebra de un viejo mito. La "conquista"
es entendida como mera asimilación, la venida como respuesta al llamamiento
realizado por el "genio" de los andaluces a las culturas vecinas para
defenderse de los abusos "bárbaros".
1. Licenciado en Historia es Secretario del Centro de Estudios Históricos de Andalucía (Apartado de Correos 2034 de Málaga), y colaborador honorario del Departamento de Historia Contemporánea de la Facultad de Historia de la Universidad de Sevilla. Su correo electrónico; ceha@arrakis.es