LOS POMAKOS FRENTE A LA UNIÓN EUROPEA  

 Abdullah Fiol

 

Bismillahi Arrahmani Arrahim 

En el Nombre de Allah, el Compasivo, el Misericordioso

 

        Dentro de las fronteras de la Unión Europea existe un caso de discriminación fáctica y legal flagrante que cae en el olvido de algún informe empolvado en los archivos. El Estado involucrado en el confinamiento y "apartheid" de un pueblo que ostenta su ciudadanía se llama Grecia. Su apoyo principal, Francia.

 

        Efectivamente, en la denominada "Tracia Occidental", se encuentra ubicada la región de Ródope. Ésta se divide en una parte norte, dentro de las fronteras de Bulgaria, y otra meridional, bajo dominio heleno. Ése es el hogar natural del pueblo Pomako, una comunidad de casi un millón de miembros con larga historia, cultura propia y una identidad construida desde su adhesión al Islam.

 

        Sobre el 1400, los turcos otomanos llegaron a estas tierras liberándolas de la dominación imperial bizantina y sus aliados en la zona, los feudales del Reino de Bulgaria. A partir de ese momento, tanto en el Ródope como en el resto de la Tracia se establece una administración llamada "Sandjak" que aplica la Sharía. Los campos de cultivo en manos del antiguo Emperador son repartidos entre los siervos de lengua y origen eslavo, ahora libres. Este hecho ganará la simpatía de la población autóctona - entonces cristiana ortodoxa- hacia el Din de los otomanos. A partir de ahí empieza la Dawa o difusión del Mensaje Coránico y su progresiva aceptación entre los habitantes de idioma búlgaro.

 

        Un siglo más tarde y tras la la victoria definitiva sobre Bizancio –la actual Estambul- por parte del sultán Mehmet Fátih, las ciudades costeras del Mar Negro pertenecientes en la actualidad a Bulgaria (Burgas, Varna) se pueblan de musulmanes procedentes de Anatolia y de otros musulmanes eslavos que finalmente también se turquizarán a nivel lingüístico. Sólo en Ródope y Tracia los nuevos musulmanes permanecerán en el uso del búlgaro. A éstos, para distinguirlos de los turcófonos, se les denominará "pomakos". Su merecida fama de montañeses aguerridos, les llevará a despuntar en el cuerpo de élite de los ejércitos del Califato: los Jenízaros. Allí compartirán dirección militar con musulmanes procedentes de otra nación recientemente islamizada, los albaneses.

 

        Pero la historia se vuelca contra los pomakos a raíz de la Primera Guerra Mundial. Una vez terminada ésta con la derrota del Califato Otomano, las potencias vencedoras se lanzaron a repartirse las tierras y países que antes quedaban bajo su control.

 

        Bulgaria, también derrotada, deseaba el control de toda la Tracia Occidental y con ella de Ródope. Hubiera sido la ocasión para que al menos los musulmanes pomakos quedaran agrupados bajo una sola frontera como mal menor. Pero Grecia, victoriosa en la contienda, arrancó a los vecinos del nordeste el Sur de la Tracia. Los pomakos quedaron así debilitados y partidos en dos Estados hostiles y que hacían gala de una intensa islamofobia.

        En 1920, el gobierno ateniense da "reasentamiento" a pomakos y turcos tracios en

 lo que significó el antecedente de la limpieza étnica practicada por Serbia contra los musulmanes bosnios y kosovares. Miles y miles de ellos fueron expulsados a Anatolia mientras que sus signos de identidad, (singularmente mezquitas y madrasas) eran saqueados e incendiados.

 

        En 1923, tras la llegada al poder en Turquía de Mustafa Kemal, éste llegó a un acuerdo con búlgaros y griegos para dar acogida a los musulmanes turcófonos residentes en ambos países. Pero los pomakos, al no hablar esa lengua, no fueron incluidos en el pacto. Tampoco la garantía legal griega de reservar un asiento parlamentario para la minoría tracia de expresión turca les protegió de nada. Mientrastanto, el gobierno laico de Ánkara, presionaba a los turcos tracios para que no acepteran en sus Asociaciones políticas y culturales a los musulmanes pomakos, para evitar de esta manera la asociación de los pueblos turcos con el Islam internacionalmente.

 

        Pasada la Segunda Guerra Mundial, y con la formación de los dos bloques, Grecia pasaría a ser Estado miembro de la OTAN, mientras que Bulgaria, bajo dirección comunista, ingresaría en el Pacto de Varsovia. Atenas aprovecha la circunstancia para confinar a los pomakos del Sur en su zona natal, sin posibilidad legal de desplazarse por el interior del país sino con salvoconducto, y la prohibición total de salir al extranjero. Motivo: habiendo la mitad de la población pomaka dentro de las fronteras búlgaras, eran sospechosos potenciales de "alta traición" y servicio a Bulgaria. El Ródope quedó convertido en zona militar y los 200.000 musulmanes autóctonos perdieron la propiedad de sus tierras ancestrales o el derecho a establecer un sistema de educación propio.

 

        Al norte, en el Ródope búlgaro, los pomakos fueron acusados de ser...¡¡¡ "agentes griegos"!!!, y recibieron el mismo trato, o aún peor. En 1985 el presidente Teodor Jivkov lanzó una virulenta campaña de prohibición de nombres y cualquier expresión pública de Islam. Esta campaña se detuvo con respecto a la minoría turca por intervención del entonces primer ministro anatolio, Turgut Ozal. Pero de nuevo los pomakos quedaron fuera de protección.

 

        Hoy, 12 años después de la desaparición del Bloque del Este y del fin de la Guerra Fría, la tensión estratégica greco-búlgara que justificaba las zonas especiales militares, ya no tienen sentido. Sin embargo, 200.000 pomakos, ciudadanos de un país de la Unión Europea, continúan en las mismas condiciones de confinamiento y concentración. El desinterés de los demás Estados miembros por la suerte y los Derechos Humanos de esta población resulta evidente.

 

Una iniciativa presentada por representantes de este pueblo musulmán ante el Tribunal de Estrasburgo, quedó paralizada por el silencio impuesto por la diplomacia francesa. Es hora de que los organismos internacionales de Derechos del Hombre y en particular la OIC (Organización de la Conferencia Islámica, tome cartas en el asunto para internacionalizarlo.

 

        La Unión Europea demuestra de esta manera su naturaleza de Unión del Capital, la Banca y los Estados a su servicio contra los intereses de los pueblos, particularmente de aquellos sometidos sin voz ni presencia. Es hora de que los musulmanes que vivimos dentro de ese marco económico e institucional lo sepamos valorar en nuestra aceptación o rechazo.