Aunque en gran medida emplearon
los mismos materiales y elementos -por ejemplo, ladrillos con formas, azulejos
esmaltados, relieves
de
estuco-, los artesanos de los países islámicos
orientales desarrollaron un tipo de ornamentación completamente distinto. En Irán,
por ejemplo, los estucadores de la época de los selyúcidas (siglos XI y XII)
revestían cada vez más los muros de ladrillo con ornamentos en tres
dimensiones y con esculturas, en particular, en los espacios interiores
importantes de las mezquitas como el mihrab. En las partes del edificio
expuestas a temperaturas rigurosas, como en el caso de lo portales exteriores,
los artistas utilizaban materiales resistentes como azulejos o ladrillos. Después
de que los selyúcidas conquistaran Anatolia e hicieran posible la colonización
musulmana, construyeron allí mezquitas en las que mezclaron las tradicionales labores de estuco de Irán con las tradiciones nativas del arte de trabajar
la piedra de Anatolia, Armenia y Georgia. Un resultado especialmente notable de
este influjo artístico es el portal
del norte de la Gran Mezquita de Divrigi (1228-1229). Forma parte de un complejo
dotado de hospital y mausoleo que fue construido por el soberano mengücekí
Ahmad Sha y su esposa, Turan Malik.
Los temas de los relieves de estuco y la decoración de azulejos iraníes se aplicaron a la abundante decoración de los portales y de los mihrabs de piedra. El portal rectangular del norte, formado por un arco ojival y un arco "roto; está adornado con una gran cantidad de motivos fantásticos y vegetales, arabescos y dibujos geométricos que sobresalen de la pared como altorrelieves, en parte casi exentos. La decoración geométrica realizada a modo de bajorrelieve en el borde del marco rectangular y en el interior del arco ojival está inspirada en los dibujos de las azulejos. En este sentido, el portal de Divrigi ilustra una característica importante de la ornamentación islámica: la transferencia de motivos a diversos medios.
En el mausoleo que el Ilkan Ulyaitu hizo construir entre los años 1305 y 1315 en la Sultaniya iraní, las bóvedas de las galerías muestran un nuevo planteamiento por la transmisión de motivos en la ornamentación islámica. Los complicados dibujos de las bóvedas muestran una gran cantidad de motivos en relieve y en estuco realizados en rojo, amarillo, verde y blanco. Muchas superficies de dibujo rayado copian de manera llamativa las iluminaciones de los manuscritos de esa época, lo que sin embargo no significa que los estucadores tomaran como modelo el frontispicio de los libros, sino que en algún lugar los delineantes profesionales elaboraron libros o rollos de modelos, probablemente de papel, que los artistas pudieron utilizar en diferentes escalas tanto en la arquitectura como en la ilustración de libros. La nueva función del modelo y del libro de modelos delata que con los delineantes apareció en los países islámicos una nueva clase de artistas, cuya importancia aumentaría aún más durante los siglos siguientes.
La estimación del arabesco continuó en el arte islámico hasta entrado el siglo XIV, cuando fue sustituido progresivamente por los dibujos de inspiración china con flores de crisantemos, peonías y flores de loto, así como cintas de nubes; no obstante, estos nuevos dibujos conservaron también algunos elementos geométricos fundamentales de los arabescos. Aunque algunos de los dibujos de influencia china se divulgaron por el conocimiento directo de obras artísticas, en la época de los timuríes aumentó la difusión de dibujos sobre papel, que se utilizaron para el embellecimiento de tejidos, manuscritos, objetos de piel, trabajos en metal, cerámica, pinturas murales e incluso para los relieves de piedra. La amplia divulgación de estos dibujos durante el siglo XV creo un "estilo internacional" timurí, que fue apreciado desde el interior de Asia hasta Egipto y los Balcanes.
La simultaneidad y la disposición
de los motivos en contrapunto era una apreciada actitud estética de los
dibujantes de ornamentos musulmanes. En la cúpula revestida de azulejos de la
mezquita del Sha de Isfahán, dos dibujos superpuestos rodean la superficie
abombada y bulbiforme superior. El primero es una red de líneas arqueadas de
color amarillo dorado que forman campos de arcos ojivales de tamaño
decreciente; por encima se extiende una segunda red de espirales blancas
ribeteadas de azul. El delineante provocaba ambigüedad y vitalidad
entretejiendo el dibujo dorado con el azul pálido. Además, la decoración se
va haciendo más intensa a medida que se estrecha la cúpula hacia el centro:
los arabescos azules se entremezclan con los elementos decorativos vegetales
dorados, y los arabescos en oro se confunden con las hojas azules y doradas de
formas simétricas.
Partiendo del
estilo decorativo timurí, de influencia china, los artistas otomanos crearon un
estilo mucho más natural, el llamado "estilo de saz" (caña),
que unía las hojas largas, plumosas y dentadas con complejas formas florales y
dragones de inspiración china, formando un determinado modelo, más libre y
menos geométrico. El estilo saz, que quizás deba su nombre a las plumas de caña
con las que se hacían los dibujos, se empleó en medios tan diferentes como
tejidos, alfombras o azulejos, y también en la cerámica. A lo largo del siglo
XV se desarrolló una variante popular de este estilo cortesano, que se aplicó
especialmente a la pintura de vasijas de Iznik. El pintor reproducía copias
exactas de determinadas flores, como claveles, jacintos, claveles silvestres y
tulipanes, además de cipreses y creaciones más abstractas, con una magnífica
gama de colores azul, verde, negro y rojo sobre un brillante fondo blanco.
Los artistas de los países islámicos
sólo utilizaron esporádicamente la naturaleza como fuente de inspiración,
mientras que en el siglo XVII, además de la forma otomana, apareció otra forma
del naturalismo que se desarrolló en la India. Mientras que el primer arte
decorativo mongol se remontaba a un estilo de arabescos vegetales de inspiración
persa, los artistas que decoraron edificios como el Taj Mahal en Agra,
construido como mausoleo del sha Jahan en el siglo XVII, introdujeron un tipo de
ornamentación vegetal completamente nuevo. Tanto en el interior como el
exterior del mausoleo, están adornados con una cenefa interrumpida realizada
como un bajorrelieve que corre por la parte inferior de la pared y muestra
plantas en flor que, fieles a la realidad, crecen de un tallo en el suelo; el
mismo motivo se repite a modo de mosaico florentino en los dos pabellones del
sha Jahan y su esposa,
y
en los edificios de piedra arenisca roja que rodean el mausoleo. Este tipo de
reproducción natural era en un principio ajeno a la tradición islámica del
arabesco. Estaba inspirado en los grabados sobre cobre de los libros de plantas
europeos, que fueron introducidos en la India por misioneros jesuitas a
principios del siglo XVII. Desde entonces, el motivo de las plantas fue
omnipresente en las obras de arte elaboradas para los soberanos mogoles. Este
ejemplo demuestra que en el arte islámico
el concepto de ornamentación vegetal siempre estuvo abierto a nuevos estímulos.