La pintura en las artes islámicas

 

 

 

La representación figurativa en las artes islámicas tiene un importante papel y ha dejado obras de indiscutible belleza. Aunque es cierto que esta prohibido representar figuras humanas, los artistas se las apañaban para realizar sus obras pictóricas sin infringir la prohibición. Esta circunstancia ha marcado la evolución y el estilo de la pintura en el arte islámico.

 

            Mientras que en Europa la pintura pasaba de las paredes, de la pintura al fresco, al lienzo de tela como soporte principal, en los países musulmanes el soporte donde se desarrollaron plenamente las artes pictóricas fue el libro. La fabricación y utilización del papel alcanzó gran difusión a partir del año 750, y fue gracias al comercio árabe con China que llegó a Europa donde el pergamino era el material habitual en la elaboración de los libros. En el siglo X el invento había llegado ya al extremo más occidental del Dar al-Islam y Ceuta (Sabta) se había convertido en un importante centro productor de este material. Mas tarde la fabricación del papel prosperó en los talleres de Fez en Marruecos y Játiva en Al-Andalus. El libro no era considerado una obra de simple artesanía, no era en absoluto un objeto artístico menor como podría parecer desde un punto de vista occidental, al contrario, los libros eran muy apreciados y muchos se convertían en verdaderos objetos de lujo y ostentación. En la elaboración de un buen libro participaban un sin fin de artesanos y artistas: joyeros, ingenieros, carpinteros, decoradores, grabadores de cuero, miniaturistas, calígrafos, maestros de dorado…

 

            El valor estético de un libro no reside exclusivamente en su concepto de “objeto bello” las cualidades que debían desplegar todos los que participaban en la elaboración del libro eran muchas: equilibrio, elegancia, claridad…y están vinculadas con todo un código de conducta y un modo de pensar que determina el modo de sentarse, de coger el kalam o de iniciar o finalizar cualquier acción. El hecho de que la pintura se desarrollara en los libros no prueba por si mismo que esta rama del arte tuviera una consideración menor o fuese despreciada.

 

            Representar a Allah es un acto de idolatría, ya que no se puede representar lo que no tiene forma ni limites, lo que es inaprensible por nuestra mente. Representar al ser humano es creer que puedes imitar la obra de Allah. Es por esta razón que la representación figurativa en las artes islámicas tiene una gran dosis de irrealidad que destaca ante los ojos del observador que lo que ve no es real. Así pues, aunque la representación figurativa desapareció de los espacios públicos como mezquitas o madrasas, perduró en el ámbito privado en los libros.

 

            El camino hasta llegar a la intervención del pintor en el libro era largo, como ya he dicho en la elaboración intervenían muchas manos. Para empezar el artífice principal del libro elegía el masdar, es decir la base sobre la que se construye el libro que solía ser de cartón o madera en la que se disponía un entramado de finos hilos de seda. Encima de este entramado de hilos se colocaba una hoja de papel y se frotaba hasta que se imprimía en relieve los hilos sobre el papel. El masdar determinaba la pauta, el espacio de las líneas, las columnas, los márgenes y la disposición de los grabados y las ilustraciones. Textos e imágenes eran colocados sobre papeles teñidos, decorados, jaspeados e incluso esparciendo oro muy fino. El siguiente paso era el  jadbal, que consistía en unos pequeños hilillos de colores muy finos, en tonos oscuros, que hacían de marcos para los textos y las imágenes. Las líneas se componían mediante tiralíneas cargados de tinta. Una vez terminadas estas dos fases el libro pasaba a manos del calígrafo que escribía el texto.

 

            Una vez completado el texto del libro se pasaba a ilustrarlo. El número de ilustraciones que aparecían en un libro es variable, y dependían mucho del tema del libro. Por ejemplo en los tratados de botánica o medicina abundan las imágenes en referencia al tema tratado, así aparecen dibujos de flores o animales estudiados en detalle. Pero son los libros de historia o poesía los que contienen las ilustraciones que nos interesan. Entre las obras mas destacadas tenemos “Shahnama y Kalila y Dimma”, bellas miniaturas persas de la década de 1430 o el “Jamsa”  de Nezami también de origen persa, el “Baburnama” (las memorias de Babur)  o le “Akbarnama” ambas de manufactura mogol pero de clara influencia persa. Los ilustradores de estas obras competían en habilidad usando pinceles muy finos, que requerían una gran pericia. El tamaño de una de estas ilustraciones podía ser como máximo unos 22 cm., las figuras alcanzaban un tamaño de unos 5 cm., las caras de las figuras 7 Mm., los ojos 1 Mm., las pupilas un tercio de milímetro.

 

            El ilustrador desarrollaba primero un boceto basándose en unos ejes determinados, esbozaba las figuras mediante una serie de líneas repetidas una y otra vez, después se procedía a la instalación progresiva y equilibrada de las formas. La pintura utilizada era guasch simple al agua y la goma arábiga se usaba como argamasa. La paleta de colores era la común a toda la cuenca mediterránea; blanco de albayalde, amarillo sacado de ocre amarillo o azafrán, naranjas de minio o de cinabrio, el rojo se obtenía a partir de lacas vegetales o de cochinilla…el lapislázuli, la azurita y el añil eran otros pigmentos utilizados. De la mezcla de estos elementos se conseguían los demás colores: añil más ocre amarillo daba el verde, lapislázuli más cinabrio y laca daba el violeta…También se usaban el oro y la plata disueltos o en laminas cinceladas. Los colores se aplicaban sobre fondos lisos y claros, después se marcaban los detalles y rasgos, y se bordeaban las figuras y objetos con tinta negra para destacarlas. Se añadían después los motivos decorativos más pequeños  y repetitivos. La confección de estos motivos podía ocupar horas y horas. Una vez terminada toda esta labor se pulen las paginas del libro hasta que esta lisa y tiene una apariencia esmaltada. En total se podían tardar hasta casi 6 meses o más en la elaboración de uno de estos lujosos libros.

 

            El color se usaba de un modo arbitrario, el pintor buscaba plasmar una gran diversidad de tonos pero no representar los matices del mundo real. Es por esta razón que el cielo aparece en muchas ilustraciones de color oro o las nubes son de color verde. Tampoco se representaban sombras y hasta que no se desarrollo la pintura mogol no se hacia distinciones entre el día y la noche. No se usaba ninguna técnica para el moldeado de los personajes, de modo que se parecen unos a otros al igual que ocurría en la pintura bizantina donde la única manera de identificar al basileus era por la corona, los rasgos faciales no eran importantes por lo que rara vez se incidía en ello. En ocasiones se trabajaba con pinceladas de acuarelas para dar cierto relieve a los fondos rocosos o montañosos. El punto de vista del pintor era siempre elevado, como si se contemplara la escena desde una torre o una montaña y aunque los planos están sugeridos no hay verdadera profundidad en las ilustraciones. No se considera la lejanía, tonos y tamaños son siempre iguales sin importar la distancia entre los objetos. La perspectiva es explicita, es decir, si se representaba a un personaje tumbado sobre una cama, la cama aparece como un rectángulo plano sobre el que se dispone la figura. Como ya he explicado antes esto es debido a una postura ideológica y no al desconocimiento de tal técnica como lo demuestran algunas ilustraciones de cuencos o tazones representadas en perspectiva con toda destreza. Todo la pintura esta cargada de irrealismo, como si lo que se representa ocurriera en un mundo de sueños. Incluso se llega a cubrir con un velo las representaciones del Profeta (s.a.s) o las del Ángel Gabriel.

 

            El arte de la miniatura se desarrollo en Egipto durante la dinastía Ayubí (1162-1260) partiendo de las ilustraciones en tejidos. Estas primeras ilustraciones muestran la vivacidad de los modelos de la antigüedad tardía y una gran influencia del arte bizantino. De época mameluca se conservan dos ediciones del Maqamat (asambleas) de Hariri, que era muy apreciado por su valor de entretenimiento. Existía incluso una famosa escuela de pintores en el Egipto mameluco llamada “escuela del maestro Sandal”, donde se perfeccionó el modelo de trenzado geométrico con una gran estrella central y paneles poligonales que lo enmarcaban, en los cuales se reflejaba el orden del cosmos. No obstante es la durante los siglos que van del XV al XVIII cuando la pintura en el arte islámico alcanza su mayor esplendor sobre todo a manos de persas y mogoles. Durante el s XIV existieron importantes escuelas de pinturas en Bagdad y en Tabriz y el emperador Timur hizo traer a los maestros mas destacados a su capital en Samarcanda, donde se realizaron obras de incalculable valor. En el siglo XV los contactos  comerciales de Samarcanda con las ciudades de Herat y Shiraz llevaron el arte de la miniatura a estas ciudades donde se produjo una gran mezcla de estilos (pintura china, bizantina, armenia, hindú). La variedad del género pictórico y las características individuales de los artitas destacan en las obras pictóricas de Herat. Mirak, Bihzad, Joya Muhammad, Shah Muzaffar y Qasim ‘Ali son algunos de los más importantes artistas de este periodo y entre todos ellos destacaba el famoso Kamal al-Din Bihzad, de gran estima entre los eruditos de la materia.

 

            La pintura mogol introdujo importantes cambios en el legado persa. Las memorias del emperador mogol Babur o de Akbar suponían un nuevo reto, pues al tratarse de biografías el objetivo era, en este caso, plasmar la vida real de estos personajes. Los contactos con comerciantes y religiosos europeos trajo consigo la adopción de sus técnicas y métodos en la pintura. Cuenta el cronista Abu Fadl al respecto: “… los artistas de Europa expresan a menudo nuestro estado de animo mediante el empleo de raras formas y conducen a un entendimiento interior a los que tan solo perciben el exterior de las cosas… percepción de las uniones entre el mundo visible y no visible”