EL ISLAM EN JAVA

 

Sumán Kaliyaga, el más importante de los “nueve awliyá” tradicionalmente considerados como los introductores del Islam en Java, se convirtió en un héroe legendario y una figura ejemplar. Era hijo de un alto funcionario del último Estado hindú-budista de la zona, cuando la vieja civilización india se hacía musulmana. Sumán, comenzó siendo ladrón: robaba a su propia madre para beber y jugar.  Cuando hubo dilapidado toda la fortuna de su madre se convirtió en bandido, asaltando caminos y haciéndose famoso por su gran crueldad.

 

En este tiempo llegó a la isla  Bonang, musulmán indonesio revestido de túnicas suntuosas y cubierto de joyas: se dice que su bastón era de oro macizo. El joven ladrón, cuando conoció la noticia, persiguió al rico comerciante hasta que pudo vérselas a solas con él. Sacó su puñal amenazante, queriendo despojarlo de sus riquezas. Bonang rió y le dijo: “¡Pobre ladrón! , sólo vivimos durante un instante escaso. Mira ese árbol”. Sumán se dio la vuelta y vio que el banyán se había transformado en oro y de sus raíces colgaban joyas. Maravillado quedó Sumán ante un hombre que podía obrar tales prodigios pero para el que la vida “sólo duraba un instante”.

 

Bajo el efecto de ese poderoso impacto, Sumán sólo deseó ser instruido en esa “ciencia”. Bonang le dijo: “De acuerdo, pero has de saber que es muy difícil. ¿Tendrás bastante perseverancia?”. Sumán respondió que perseveraría hasta la muerte. Bonang buscó un lugar a la orilla de un río y le dijo: “Me esperarás aquí hasta vuelva”. El comerciante se fue y Sumán se quedó sentado junto al río, perdido en sus pensamientos.

 

Pasaron veinte, treinta o cuarenta años. A su alrededor crecieron árboles, a su vista fueron elevados edificios, mucha gente pasó a su lado, fue cubierto por inundaciones pero él seguía sentado, inmóvil. Por fin, Bonang volvió. Pero en lugar de enseñarle a Sumán el Islam, le dijo: “Has sido un buen discípulo. Ahora sabes lo que yo sé”. Y el maestro interrogó al alumno sobre el Tawhid y Sumán respondía sin titubear. Bonang le dio su nombre musulmán, Kaliyaga, en indonesio: “el que guarda el río”, y le ordenó que enseñara a la gente lo que sabía. Y con él el Islam entró en Java.

 

Sumán llegó al Islam sin haber leído jamás el Qurán, sin haber entrado nunca en una mezquita, sin saber lo que era el Salat. Se fue haciendo musulmán en un proceso transformador, era musulmán cuado su sentido de la vida recobró el Tawhid, aunque no conociera el modo de llamarlo, aunque no conociera sus formas. Primero se transformó en musulmán, y luego se reconoció a sí mismo en el Islam. No se hizo musulmán para cambiar, sino que cambió y resultó que era musulmán. Ciertamente, por su naturaleza original (Fitra), el hombre es apto para conocer la Verdad, es decir, el Islam: cuando el ser humano “se purifica” y se descubre a sí mismo encuentra en su propio fondo lo esencial del Din, sus enseñanzas primordiales. Cuando el espejismo que no nos deja ver más allá se desvanece, entonces podemos mirar directamente.