CARTAS ANDALUCISTAS DE BLAS INFANTE
Salud: En esta carta, por razón de
orden, debiera tratar de la "nueva política". Redactada está ya la
comunicación destinada a este asunto. Y, aún, publicado hubiera sido ese
escrito, de no haberse verificado la convocatoria para las elecciones. Este
suceso ha determinado mi resolución de dilatar, hasta tanto que concluya este
periodo de lucha comicial, el daros a conocer, no mi invención, sino la
descripción pergeñada por mí y relativa a los anhelos populares expresivos de
la política nueva y de su información o estructuración correspondiente.
Considero que dada la proximidad de las elecciones y la índole de la contradicción actualmente planteada entre fuerzas beligerantes, no hay tiempo para propagar el conocimiento de las normas impuestas con respecto a la conducta de cada elector por la "nueva forma política"; ni va a ser en esta contienda la ocasión más propicia para ensayarlas. Hay que esperar a que el período electoral concluya. Para entonces, yo, que he dejado pasar tanta ocasión disfrazada de oportunidad política, según la visión equivocada de quienes hubieron de reprocharme incomprendidas pasividades; para entonces, creo yo que el fracaso nivelador de todos los partidos que actualmente combaten, sea cual fuere el que llegase a triunfar, vendrá a ratificar el acierto del criterio con el cual hasta ahora hube de mirar estas cuestiones; reafirmándome en el país, un ambiente propicio suscitador del momento que habrá que llamar con voz verdadera y no con espejismos de voces fingidas por laudables pero ciegos o sordos favores o entusiasmos, la actuación abnegada de los liberalistas del autodenominado "grupo político".
Porque la crisis del Estado seguirá
desarrollándose en una situación social y política cada vez peor; consumidas
o agotadas, como ya tiene aquél sus posibilidades vitales y solamente el
criterio liberalista, es el que pudiera venir a abrazar el Estado nuevo o la
nueva vida social en españa.
Aguardemos, un poco, todavía.
"No hay dificultad mayor que la de saber aguantar, en política". Este
axioma, que no es mío, sino de alguien que entendía más de política que los
políticos que se han usado por acá, quisiera yo apercibirlo inspirando siempre
las determinaciones de los andalucistas de ese grupo.
Voten, pues, ahora los andalucistas, y voten en la forma acostumbrada; por las
candidaturas que más simpáticas les sean o que más esperanzas les lleguen a
sugerir; aunque yo sé que la decisión de cada uno de ellos flotará sobre la
reserva de esta difusa convicción amarga. La de que, venza quien venza, el
anhelo profundo de españa, de ser en la forma, lo que es, esencialmente, quedará
inédito; porque ninguna de las fuerzas que van a la lucha es apta para sentir y
para desarrollar el sentido de la Revolución que en el fondo del alma del país,
alienta. Voten, los andalucistas: Porque yo sé también, que la intervención
de estos hombres puros en la contienda, llevará a ésta un poco de espíritu;
es decir, un poco de humanidad, a cuyo triunfo consagraron su vivir, mediante la
ofrenda de sacrificios verdaderos. Que buena falta va a hacer un poco de espíritu
entre estos beligerantes de hoy; energúmenos y no hombres; que se matan y no se
escuchan; que son como balas o impulsividades uniteralistas, tomados por el
sectarismo implacable de Europa, cuyo fanatismo de siempre ha culminado en el
signo catastrófico de dictaduras clasistas, desenmascaradas. Hasta un viejo
escritor vasco, de quien unos se ríen y otros admiran, decía no hace mucho
tiempo, que la "guerra civil es sinónima de civilizada".
Nosotros, sigamos siendo andaluces: esto es, no bélicos. La guerra civil sería
"civilizada"...si no fuera guerra, sino agonal pugilato. La guerra
civil sería "civilizada", si no fuera militar (en el sentido
profesional que tiene esta palabra) como todas las guerras.
Nosotros, andaluces, antiguerreros: aunque no sea más que por repugnancia a esta palabra, una de las pocas que debemos a nuestros dominadores germánicos. Wher es la raíz de las dos palabras, guerra y germano: wher-man, igual a "hombre de guerra". Nosotros, hijos de muchas razas, abierto el espíritu a la tolerancia para todas las costumbres y todas las religiones; nosotros, que como resumen de nuestra Historia, hubimos de escribir en nuestra Constitución de Ronda: " En Andalucía no hay extranjeros"; nosotros los nacionalistas-antinacionalistas (esta paradoja sí que no la podrá llegar a entender el escritor vasco); los que repugnamos el concepto europeo; sin realidad verdadera de nación política; entidad permanente unitarista, excluyente y ególatra, mero metomentodo; instrumento de la dictadura más o menos encubierta de una clase o de una casta; nosotros los que creemos, siguiendo nuestra tradición, en la única realidad de la Alomna (2), entidad constituida por la comunidad de Estilo, y formada por la por la confederación espontánea de pueblos libres; nosotros, los que hubimos de lograr durante siglos, la única manera de fraternidad que es la práctica de la tolerancia; sólo con espíritu de paz podemos llegar a realizar la personalidad de nuestro pueblo. Corregir con aliento de paz las truculencias de la guerra civil, ya que no se pueda llegar a desvanecer; saludarla con el "es-selam", la paz, fórmula la más querida por nuestros padres; rellenando este vacío del actual desprecio europeo por las vidas y valores humanos, con nuestra avaricia de humanidad y de Espíritu; combatiendo al salvajismo presente con todas nuestras fuerzas, pero no suprimiendo al individuo que la conduzca, único medio de matar al salvaje y de salvar al hombre.
Ya he comentado algunas veces la anécdota
representativa del espíritu de Andalucía, victoria blanca sobre negruras de
rencores. Es la anécdota del rosal de Seisdedos. Y, fue, el principio de la
vida de este símbolo, en Casas Viejas, cuando el asesinato que recordaba
aquellas razzias de las cuales hubimos de ser objeto, desarrolladas por las
tropas cristianas contra nosotros, cuando nos llamaban moriscos. Ya sé que
después ha habido unos cuantos Casas Viejas en Asturias. Veis, pues, cómo no
podréis poner ahora intención política en mis palabras. Y fue allí, en
Benalup, cuando yo tenía desgarrada la sensibilidad, por todos los dolores y
encendida el alma por todas las indignaciones que laceraban y conmovían al
genio andaluz, otra vez humillado, ensangrentado e intentando asesinar en los
hermanos caudos de mi pueblo jornalero; cuando uno de los condenados a la
matanza, a quien el milagro salvó, mi amigo, el jornalero Barberá, tuvo un
gesto de elegancia suprema, viniendo a arrancar y a depositar en mis manos, el
consuelo de un rosal, cubierto de barro sangriento, plantado en el arriate,
junto al quicio de la casa de Seisdedos, ennegrecida por las llamas. Aquel
rosal, sobre cuyo tallo habíanse derrumbado los cuerpos de nuestros hermanos,
fusilados en la corraleta que se abría delante de la pobre choza; era el único
ser vivo, ya muriente, que los vandálicos matadores, dejaron en aquel lugar.
Yo, traje el rosal, y lo plante en mi huerto. Y, contaron, de él, los
escritores, que cuando arraigara y llegara a florecer las rosas de su cosecha,
serían rojas como la sangre que hubo de regarle a borbotones, manando de las
fuentes abiertas por las balas en los cuerpos caídos durante la matanza. Y,
hasta alguno de esos escritores hubo de nombrarle el Rosal de Andalucia, quien
por el color grana de sus flores habría de servir para que hablase al Mundo,
pidiendo por siempre venganza, al espíritu de Seisdedos.
Pues bien: llegó la primavera; floreció el Rosal de Andalucía: Deliciosas mosquetas blancas de aroma penetrante, aparecieron salpicando el verdor de las hojas y de las ramas, completando los colores suaves de nuestra bandera andaluza. Una eclosión de paz será la Primavera de nuestro triunfo, la energía de nuestra Esperanza. Habló Seisdedos: el "felah mengu"; hablaron sus compañeros los despreciables flamencos asesinados; los jornaleros andaluces atormentados en vida y matados como alimañas, tal como sus padres moriscos. Y, su palabra perfumada de blancas mosquetas, ungiendo y curando resquemores de venganza, viene diciéndome, desde entonces, lo mismo desde el rosal arraigado en el huerto, que desde el búcaro puesto sobre la mesa de un Estudio; este Verbo Soberano de la Andalucía libre, Madre siempre fecunda de las culturas que encarnaron su Estilo en creaciones de humanidad intensa: Es Selam: Es Selam. La Paz: La palabra más divina entre los hombres. La palabra de venganza de Seisdedos, articulada con pétalos blancos sobre verdor de un Rosal, en el verbo fragante de una mosqueta...
Así se vengan los jornaleros
andaluces; los conductores verdaderos de Al-Andalus, escarnecido por su historia
heterodoxa. Con fin y como método: La Paz. Triunfará. Con este fín y este método
habrá de triunfar sobre todos los pueblos, Andalucía. El Profeta de nuestra última
Era de libertad, nombraba al Paraíso Dar es-selam, Casa de la Paz. Ese es el
Paraíso al cual aspiran hasta después de muertos, los jornaleros que antes de
ser esclavos, fueron los hombres luminosos de Al-Andalus.
Introducción
(1)
Algunos liberalistas se interesan acerca de la necesidad de mantener una relación con los demás autonomistas peninsulares. Por lo que a mí respecta, aprovecho esta oportunidad que me depara el que la anterior carta electoral no viene a ocupar el espacio acostumbrado por las que hubieron de precederla, para tener el gusto de publicar la correspondencia que tuve, durante estos últimos tiempos con hombres destacados en la política o en las letras catalanas.
1ª Carta a los Señores Consejeros de la Generalidad, cuando llegaron al
Penal del Puerto de Santa María.
Señores Luis Companys y compañeros de la Generalidad Catalana en la Cárcel
del Puerto de Santa María:
La llegada de ustedes a Andalucía nos tiene impresionados profundamente. Y
nuestra reacción fluye, desde que vinieron ustedes, en la tristeza de una pena
grande; cual es la de considerar que la verdadera Andalucía, restaurada en
nuestro espíritu, quisiera alojar en sus mejores palacios a los hermanos
ilustres de Cataluña; para quienes, por haber todavía Andalucía irredenta, se
ha dispuesto actualmente una prisión en una de nuestras infortunadas ciudades.
Creo, señores, expresar el sentir de la Junta Liberalista de Andalucía ofreciéndoles
con vehemencia cuantos servicios pudieran ustedes necesitar; esperando que con
sencillez o libertad de hermanos dispongan ustedes de nosotros. Les remito unos
libros por si les distrajese leer cual fue el pensamiento de nuestra Andalucía
cuando españa dijo con su palabra República, que quería llegar a se lo que
fue y lo que realmente es a pesar del uniforme exótico con que la hubieron de
vestir sus reyes, inspirados por normas extranjeras.
Aquellos individuos del Gobierno Provisional no pagarán nunca el mal que
hicieron cuando llegaron a difamarnos y a perseguirnos con furia; preparando
entre otros males este de que haya venido a abrirse en Andalucía una cárcel en
vez de un palacio para alojar a nuestros hermanos del generoso país Catalán.
2ª
Carta a los mismos señores don Luís Companys, etc.
Espero que dentro de unos días irán a visitarles algunos amigos del grupo
gaditano. Yo también quiero ir a saludar a ustedes.
Hablamos mucho de ustedes. Sufrirán mucho en esa cárcel, sobre todo con este
horrible calor de Andalucía. Sufrimiento transcendente para la fecundidad
catalana. La vida de Dios es el goce puro del sufrimiento por la fecundidad que
es la alegría. El único enemigo de Dios es el dolor estéril de los que no
sufren por ella.
Por tierras de españa, ya lo sabrán ustedes, cada vez más intensa la guerra civil o su alma latente; recíproca e irreductible incomprensión. El infierno en españa. Ya lo dijo nuestro antiguo Profeta: "El día en que un alma no comprenda a otra alma, este es el único infierno". Cuando perdimos Granada, salmodiaban nuestros mártires esta profecía que recoge el Cancionero de Palacio:
"Pobre
españa, sin ventura
Todos
te deben llorar
Despoblada
de alegría
Para
nunca en tí tornar".
Acaso la alegría de todas las españas, y por consiguiente de la inmortal
Cataluña, dependa de esa condición que, en relación con aquella profecía, se
pudiera venir a simbolizar diciendo que la alegría o libertad de las españas,
ha de ser coincidente con la resurrección de Granada, es decir, de Andalucía.
Es una clave extraña, pero la fluencia de la españa verdadera bajo capa de
cinco siglos de historia fingida, de ser considerada con atención, tal vez la
viniera a justificar.
Acuérdense, recuerden que hasta que no llegó a derrumbarse con Granada el
baluarte postrero del puro vivir andaluz; nuestro asidero último a la libertad
en el seno de la Patria común; hasta entonces no pudo comenzar a erigirse el
estado político absolutista en españa; y fue desde entonces, iniciado el
proceso de la centralización determinante de una involución hacia el desvivir
en cuanto a la existencia de los pueblos españoles.
Fíjense; está muy claro. Ningún pueblo español, muerta Granada, pudo evitar
la vigencia en la península de la fórmula general renacentista Europea
referente al absolutismo político: Del mismo modo; en la gran era hegemónica
de Andalucía sobre el resto Ibérico. También hubieron de impedir el que la
Europa uniformista siempre, activista siempre, asimilista siempre, llegase a
implantar en españa su fórmula política medievalista coincidente con el
feudalismo. Y es que para que españa sea españa, se precisa de que dentro de
ella aliente un genio o un pueblo que por ser diferente de Europa, evite, la
absorción por Europa de españa.
Y perdonen ustedes estas letras que acaso no sirvan para distraer ni para
orientar. Sólo el fervor implica la alegría y excluye la necesidad de
consuelo. Allá va la fe nuestra a fundirse fraternalmente con la de ustedes por
la libertad verdadera de españa.
Salud y la Paz les desea respetuosamente su afectísimo.
Poco después, además de los liberalistas del grupo gaditano, fuimos a
entrevistarnos con los prisioneros del Puerto de Santa María, una representación
de los liberalistas de Sevilla. Tuvimos la alegría de
distraerles un poco, departiendo con ellos, a través de las rejas y de
explicarles las especiales características de nuestra empresa, o lo que es
igual, las particularidades de la inspiración andalucista, así como las de
nuestros métodos o modos de nuestra acción.
3ª
Carta al escritor catalanista señor Cases-Carbó, 16-1-36.
Don Joaquin Cases-Carbó.
Mi querido señor: El goce de ser en los demás se experimenta al saber que vive
en los demás el pensamiento propio. Sea para usted ese goce por esta carta
mediante la cual le comunico que ha llegado a vivir en mí su pensamiento, en
correspondencia agradecida a la amabilidad que tuvo conmigo remitiéndome su
libro admirable, el cual, capítulo tras capítulo, he aprendido con lectura
seguida; sobre todo, los dos estudios que usted hubo de señalar, en su grata, a
la preferencia de mi atención.
Nosotros, hemos practicado la táctica política. No hay más que una táctica:
acomodación de la conducta política ( u ordenada al beneficio de la
Comunidad), según las exigencias o permisiones de las circunstancias vigentes.
Durante un cuarto de siglo hubimos de dirigirnos atentos a un aprovechamiento
completo o exhaustivo de aquellas permisiones, elaboradas por nosotros mismos, o
suscitadas por el azar, que a nuestra acción se iban ofreciendo. Pero, !con qué
tacañería nos proporcionó el trabajo los medios de preparar las ocasiones, y
la suerte nos brindó las oportunidades de avanzar sobre la tierra a nuestros
anhelos de restauración!. Además: A todos los autonomistas peninsulares, salió
al paso solamente una dificultad o prejuicio: el españolista. Contra nosotros,
a más de este obstáculo, otros tres enemigos llegaron a oponerse, con
tenacidad desesperante intentando obstruirnos definitivamente la posibilidad de
abrir camino para nuestra marcha:
Primer enemigo: El prejuicio europeísta, contrario al devenir y, por
consiguiente, a la acción política, referidos a la Andalucía auténtica.
Hablar de restaurar, adecuándolas a las condiciones de los tiempos actuales,
nuestras instituciones liberalistas de Al-Andalus, su ambiente cultural, su
pensamiento acerca del mundo; su sentido de orientación vital; los únicos que
pueden llegar a formalizar y a satisfacer, y a ordenar por cauces propios, el
alma original de este pueblo. Esta pretensión tenía caracteres de sacrificio
y, nuestras evocaciones, resonancias de blasfemia hasta para los mismos
seudo-andaluces creyentes todavía en la mítica creación de Europa-Arquetipo;
modelo mesiánico o salvador de todos los pueblos de la tierra.
¡Con cuánto sigilo tuvimos que deslizarnos en el desarrollo vigilante de una inspiración de complot siempre enmascarados con la careta pragmatista, midiendo palabras, disfrazando acciones, hasta llegar a preparar alma tras alma, para llegar a recibir sin escándalo, nuestras revelaciones, casi iniciativas o comunicadas en tono de misterio! (2)
Segundo enemigo: Depresión de la psiquis andaluza:
Vosotros
sois un pueblo de señores con relación a nosotros, pobre pueblo conquistado;
estilo no europeo, a quien la dureza de la acción conquistadora asimilista,
llegó a sugerir un concepto de sí mismo, coincidente con la creencia en la
propia espureidad o en una inferioridad racial dimanante de un inexorable
Destino; procedente de una fatalidad ineludible, escrita, para siempre y desde
siempre, en un Decreto ineludible de la Naturaleza, ordenada por una necesidad
del Cosmos o para el Cosmos.
¡Si,
hasta nuestra historia llegaron a enterrar con saña u odio jamás igualados por
alguna empresa de coloniaje!. Como que nuestro mayor crimen era para Europa y,
para españa (triste instrumento de Europa, contra nosotros) precisamente
nuestra gran Historia. Único pueblo peninsular a quien le fue interdicto hasta
el goce del recuerdo. Único pueblo peninsular que tuvo que hablar un idioma
cuya prosodia repugnaba a su garganta y a quien proscribieron hasta el alfabeto
que contiene las grafías propias para representar los sonidos correspondientes
a la constitución particular de su laringe, condenándole a usar un alfabeto
extraño con el cual le privaron aún de la dicha de ver fotografiada su palabra
verbal, en la escrita: único pueblo que no sabe nombrar a sus antepasados
ilustres: Todavía, el nombre de andaluces, nos lo hubieron de conservar con
repugnancia; gracias a que los europeos llegaron a encontrar para este nombre
una germana o vandálica etimología: (Vandalusía) que viniera a desplazar,
aunque disparatadamente, el idioma odiado. Vosotros conserváis la altivez de
los pueblos vencedores porque en la anfictionía de esos pueblos hubisteis de
formar contra nosotros. Y pudisteis, por esto, obrar con la seguridad de señores
y con la firmeza de quien llega a actuar en su propio mundo, el cual, para
vosotros, es el de Europa. Nosotros, sumidos en un mundo extraño, aherrojados
secularmente, malditos y despreciados por la ortodoxia (no solamente religiosa)
europea; castigados desde siempre, primero con hogueras, después con el hambre
eterna, y siempre vejados, injuriados o escarnecidos; a contar desde aquellos
tiempos de las pretendidas expulsiones, en las cuales nos cazaban como los
espartanos a los ilotas; hemos tenido que avanzar, cautelosamente, después de
asomar a la superficie con la timidez correspondiente al ánimo desconfiado, de
quien, durante siglos, estuvo condenado a morar en escondrijos y a deslizarse
por subterráneos.
Tercer enemigo: La pobreza del pueblo andaluz:
El verdadero pueblo andaluz es muy pobre. Nada tiene: Ni aún su tierra por
donde vaga como un ciego. Nos lo quitaron. El pueblo andaluz, auténtico, es el
pueblo jornalero o campesino pequeño terrateniente o colono de nuestros
distritos rurales. Los pudientes, los amos de la tierra o los dueños de la
industria o del gran comercio, son los descendientes de los capitanes de las
mesnadas conquistadoras; o los inmigrantes de las montañas de Castilla o de
Asturias, o de otras regiones españolas o del extranjero. ¿Quién de entre
estos señores iba a sentir simpatía por nuestra empresa?. Al contrario; odio o
desdén; !no nos iban a facilitar medios económicos para una labor contraria a
sus intereses!. Y, así, sin más recursos que los que pudieron proporcionar con
su trabajo, y sustrayéndolos a necesidades apremiantes de los propios hogares,
profesionales liberales, empleados, industriales o artesanos y obreros modestísimos,
poco pudimos caminar; aunque a nuestro entender, dado lo que esperábamos,
hayamos avanzado mucho. Abrazados al jornalero, que es ir abrazados a Andalucía,
ya sabíamos que habríamos de adelantar muy poco. El pudiente, nos ve marchar,
lacerados por el dolor de conducir a nuestra madre hambrienta y atormentada; y
como hoy dicen proletarios y obreros a los jornaleros que personifican la pureza
de nuestra raza y la esperanza de nuestra Historia, creen que nos movemos, no
impulsados por el anhelo restaurador de un pueblo que fue muy grande cuando era
libre; sino por credos, sistemas o sectarismos de redención y tiranía de los
pudientes. Y, perdone señor Carbó, que sin pensar se corrió el escribir. Dije
que le remitieran algunos testimonios de nuestra táctica; correspondiente a los
diferentes momentos de nuestra actuación; y, le agradeceré me diga, para mi
tranquilidad, si los llegó a recibir, tal como yo lo encargué.
La Paz, y un saludo de su afectísimo Blas Infante.
(1)
Del libro "Blas Infante: Perfíles de un Andaluz". pp.115-120,
publicado por la Diputación de Málaga en su Colección Biblioteca Popular
Malagueña nº 15, en 1.979?, por varios autores.
(2) Se refiere Blas Infante a Al-Umma, la Comunidad de Naciones Musulmanas.
Recopilado
por:
FORO
ABEN HUMEYA
Al-Mansur
Castillo Morón (Secretario)