Ramadán mes de Taqwa

 

         “El mes de Ramadán es aquel en el que se hizo descender el Corán como guía para la humanidad, con pruebas claras de dirección y discernimiento” (Sura al-Baqara, 185) 

 

En la medida en que la celebración del nacimiento del Profeta (s.a.s.) puede verse como la celebración de la grandeza del mismo en su aspecto de hombre perfecto (Insan al-Kamil), y en la medida en que el Día de Ashura puede entenderse como la celebración de la salvación del Profeta Moisés (a.s.) de la opresión de la tiranía faraónica, de igual modo el mes de Ramadán puede entenderse como la celebración del mes en el que se produce la revelación del Corán. Se trata de una celebración del Corán tanto como de una guía viva como de prueba viviente para la humanidad. El Corán emerge como prueba viviente de la trascendentalidad de Allah Ta’ala, como prueba viviente de la autenticidad del hecho profético de Muhammad (s.a.s.) y de la supremacía de la revelación sobre todo lo demás.

 

         Pero el Corán también es Huda (una guía). Y como Huda –como guía auténtica- nos enseña como conducir nuestras vidas como seres humanos completos. Nos enseña como debemos vivir nuestras vidas con respeto, dignidad, honor y amor. Y nos enseña que Allah Ta’ala abarca todas las problemáticas de toda la humanidad. También es importante recordar que la guía de Allah Ta’ala no se limita a aspectos meramente teóricos o idealistas. La guía de Allah Ta’ala nos sumerge en la corriente de nuestra existencia terrenal. Una de las formas en las que Allah Ta’ala ha llevado a cabo esto es haciendo del ayuno de Ramadán una obligación sobre todos nosotros.

 

         No solo se nos pide que tengamos una empatía con el pobre y el hambriento, sino que también somos arrojados en la experiencia del hambre. No solamente se nos requiere que reflexionemos sobre nuestra condición en una sociedad con su moral, sus costumbres, hábitos, reglas y su rutina, sino que se nos fuerza además a reflexionar sobre la auténtica naturaleza de esta sociedad. Es muy fácil convertirse en un engranaje más de la maquinaria política, económica, social e industrial de esta sociedad, para llegar en breve a ser un ser espiritualmente dormido en el proceso materialista y mecánico de la vida cotidiana.

 

         El ayuno nos fuerza a romper este olvido, este letargo, forzándonos a aferrarnos a tomar conciencia de la realidad y la espiritualidad en todos los dominios de nuestra existencia, es decir, a actuar en base a la verdad del Islam y a vivir según su espiritualidad.

 

         El ayuno, al privarnos de los placeres y delicadezas de nuestra existencia mundanal, afirma la supremacía de nuestra condición esencial como seres dotados de espíritu (Ruh) por encima de nuestra condición de seres materiales y temporales. El ayuno, por tanto, nos involucra en el seno de Allah Ta’ala y nos permite reflexionar sobre los elevados valores morales, sociales y espirituales que el Islam ha dispuesto para nosotros. En otras palabras, el ayuno focaliza nuestra atención en el significado más extenso del término Taqwa tal y como se expresa en la siguiente aya, “Oh vosotros que os habéis abierto a Allah, el ayuno ha sido prescrito sobre vosotros del mismo modo que fue prescrito sobre aquellos os precedieron para que así tal vez sintáis Taqwa” (Sura al-Baqara, 183)

 

         El término árabe Taqwa ha sido traducido de diferentes formas como miedo, piedad, autocontrol o preservarse contra el mal. Sin embargo, para hacer justicia con el término, y para entender mejor el nexo entre el Corán como Huda (guía) y Taqwa como una de las virtudes más deseadas en el hombre, se requiere una comprensión más abarcadora del término. Esta comprensión depende a su vez de nuestra comprensión de la naturaleza del hombre y de la mujer.

 

         Según la perspectiva islámica el ser humano está compuesto de cuerpo y alma o de materia y espíritu, y de igual manera, el hombre es considerado tanto vice regente de Allah en la tierra (su califa) como su siervo (‘ibadullah). Como califa, al hombre se le exige que perfeccione su existencia terrenal ya sea a nivel privado, social o político, y como siervos, se nos ordena perfeccionar nuestra existencia espiritual. La Taqwa abarca ambos dominios. En otras palabras, significa observar nuestro deber para con Allah Ta’ala en todas nuestras relaciones sociales y comunitarias (tanto hacia los musulmanes como hacia los no musulmanes) y observar nuestra relación espiritual para con Allah Ta’ala mismo. Se trata de una tarea difícil y uno de los medios que Allah nos ha otorgado para conseguirla es el ayuno. Pero, y típico del “pragmatismo” coránico, no existen falsas promesas. En el texto árabe es claro que el énfasis es puesto en la frase “l’allakum” (tal vez, quizás).

 

         Los medios para la consecución de la Taqwa, a través de la importante institución del ayuno, han sido dispuestos a nuestra disposición. Nos incumbe a nosotros usarlos, mal usarlos, o incluso ignorarlos. Esta aseveración se halla contenida en el siguiente dicho profético: “Para todos aquellos que no se abstienen de mentir o actuar según tales mentiras, Allah no necesita que abandonen su comida y bebida” (Bujari)

 

         La Taqwa puede obtenerse a través de las tres oportunidades que nos brinda el ayuno:

1.     La disciplina de la voluntad (tarbiyat al Irada)

2.     La depuración del ego (tazkiyat an-Nafs)

3.     La depuración del espíritu (tasfiyat ar-Ruh)

 

Allah dice al final de la citada aya:

         “Él quiere que completéis el periodo prescrito de ayuno para que seáis capaces de magnificar la grandeza de Allah al haberos guiado, y así tal vez seáis agradecidos”. (2:185)

 

         La grandeza de Ramadán, por tanto, radica en la oportunidad que ofrece para el desarrollo de la Taqwa –una virtud que nos permite participar verdaderamente en aquella gran celebración cósmica en honor de la revelación del Corán como Huda (guía) para toda la humanidad. Además es una virtud que nos permite magnificar a Allah Ta’ala como Él debe ser magnificado, es decir, con completa conciencia de nuestros deberes terrenales y de nuestra espiritualidad; y ser por tanto, uno de aquellos que agradecen sinceramente a Allah. Y por último se trata de una virtud ensalzada y celebrada por el propio Corán cuando Allah dice:

         “El mejor de entre vosotros es aquel que posee Taqwa” (49:13)

 

         Shayj Siray Hendricks, Gran Mufti de Ciudad del Cabo, Sudáfrica.