La transmisión de la herencia

 

Según una tradición (hadiz), «los sabios son los herederos de los profetas, y éstos no dejaron en herencia dinares ni dirham, sino la ciencia». Así pues, el Profeta Muhammad (s.a.s.) les indica a sus discípulos la senda de la pobreza para llegar a la ciencia. Los sufíes no tardaron en llamarse a sí mismos, según la expresión coránica, «los pobres de Allah» (al-fuqaraa ilallah).

 

    Unos entendieron la pobreza como la necesidad de la ascesis y el desprendimiento, otros como una necesidad existencial de Allah, de acuerdo con el sentido de la raíz FQR. En cuanto a la ciencia, ciertos hadices atestiguan que no se entendió únicamente, como ciencia de la Ley, y podía abarcar otros conocimientos destinados a una selecta clase espiritual, apta para recibirlos y transmitirlos. ¿Acaso no dice Abu Hurayra, el compañero que transmite el mayor número de hadices del profeta Muhammad (s.a.s.): «He recibido del Enviado de Allah dos vasos de ciencia. He di­fundido uno de ellos; si hubiera difundido el otro, me habrían cortado el cuello» Estos conocimientos, que no se pueden desvelar impunemente y que los sufíes reconocerán como suyos, ¿son la causa de las futuras de­savenencias que habrán de agitar la Comunidad? Hudzayfa ibn al­Yahman, otro compañero a quien el Rasul Muhammad (s.a.s.) confió algunos secretos, ha sido considerado como uno de los precursores del sufismo.

 

Le preguntaron a Hasan al-Basri: «¿Oh Abu Said, hablas de cosas que sólo tú entiendes, ¿quién te las ha enseñado?» «Hudhayfa ibn al-Yahman. Le preguntaron a este último: «Hablas de cosas que sólo tú entiendes, ¿quién te las ha enseñado?» «El Enviado de Allah me lo ha confiado en particular. Le preguntaban por el bien, y yo le preguntaba por el mal, por miedo a caer en él. »

 

Este hadiz, como tantas otros, hace hincapié en la continuidad de la transmisión de una herencia, en este caso reservada a un grupo redu­cido. Como tal, pertenece al relato fundador de las futuras táriqas sufíes.

 

A este respecto también sobresale la figura de Uways al-Qarani. Cuenta la sunna que el Profeta Muhammad (s.a.s.), al hablar de los shaijs ocultos e intercesores, anuncia la llegada de este personaje y le recomienda a 'Umar y a Alí que le busquen y le pidan que pida para ellos la magfira (disculpa) de Allah. ‘Umar, durante el último año de su califato, terminó por encontrarle en Arafat durante la peregrinación, mientras guardaba los camellos de su tribu. Él y Alí le reconocieron por las señas que el Profeta Muhammad (s.a.s.) les había dado, pero Uways se negó a pedir la magfira para ellos sin incluir a la Comunidad en sus du’as (peticiones a Allah). Un tal Harim ibn Hayyan logró encontrarle poco después a orillas del Éufrates, cerca de Kufa. Uways le dirigió la palabra, le llamó por su nombre pese a no conocerle, hablo del encuentro de las almas en espíritu y le exhortó recordándole el Yaum al-Qiama (día del juicio final) y la muerte. Le anunció la de ‘Umar, que efectivamente acababa de morir. Su insistencia en el recuerdo de la muerte, que no debe dejar el corazón ni un solo instante, en las obras y en la pertenencia a la comunidad de los musulmanes, marca la tónica de lo que fue la primera espiritualidad de los «compañeros». Se ha puesto en duda que estos relatos (hadices) correspondan a hechos históricos. De todos modos permiten entender dos modos de transmisión que se repetirán a lo largo de la historia del sufismo. En unos instantes de gran intensidad, Uways lega a Harim un mensaje para que lo viva y lo transmita. Él mismo lo ha recibido del Profeta Muhammad (s.a.s.) en espíritu; los que recibirán así la influencia de un maestro sin haberlo conocido en este mundo serán llamados uwaisi.

 

Muchos otros compañeros, jóvenes en el momento de la muerte del Profeta Muhammad (s.a.s.), tuvieron tiempo de formar varias generaciones de discípulos: Alí ibn Abi Talib, en Kufa, y Anas ibn Malik, que murió centenario en Basora (91/70)-10). Ambos figuran en los silsila (cadena de transmisión iniciática) de algunas órdenes. Pero muchos otros se pueden considerar precursores del sufismo, tanto por su apartamiento del mundo como por su dedicación a la ciencia y su actitud crítica y reservada frente al poder: Abu Darr al-Gifari en Siria, ‘Abdallah ibn Masud en Kufa y luego en Medina Ibn Abbas e Ibn Umar en Meca y Medina.