Carta abierta al ministro de Defensa israelí, Ehud Barak
Del padre de Abir Aramin, niña de diez años que mataron los soldados
con una bala de caucho delante de su hermana Areen, de once
Yaba Yaba
Traducido por Carlos Sanchis y revisado por Caty R. |
Honorable general Ehud Barak, usted no me conoce personalmente. Soy un luchador por la paz y trabajo con todas mis fuerzas y capacidad para conseguir una paz justa que traiga calma y prosperidad a palestinos e israelíes juntos. Personalmente, he padecido su criminal ocupación y he pagado un precio muy alto. En primer lugar, me encarcelaron a los 17 años y pasé siete años de mi vida en sus bárbaras prisiones. En segundo lugar, ¿ha leído usted o quizás ha oído hablar de lo que le pasó a Abir Aramin? Esta niña tenía diez años cuando sus soldados la mataron con una bala de caucho a una distancia de unos 5 metros , el 16 de enero de 2007, delante de su hermana Areen, de 11 años. A pesar de eso yo, el padre de Abir -que en paz descanse- creo en el derecho del pueblo israelí, como en el derecho de todos los pueblos, a existir y vivir en paz y seguridad. Por lo tanto, ¿por qué usted no cree en nuestro derecho a disfrutar de las mismas cosas, señor?
¿Dónde estaba el carácter democrático de su Estado cuándo sus valientes soldados asesinaron a mi hija ante los ojos de sus amigos a la entrada de su escuela en Anata? ¿Dónde estaban sus ideales democráticos cuándo archivó el expediente de la investigación sobre el asesinato de Abir por falta de pruebas, a pesar que el crimen está claro y se cometió ante más de diez testigos? ¿Abir era realmente una amenaza para sus soldados, señor?
Aún
conservo las armas con las que Abir amenazó a sus soldados. Tengo en mi
mano su mochila escolar reforzada y acorazada y, por supuesto, la
lapicera que ella cargó con peligrosos cartuchos de minas de grafito; y
su libro de matemáticas, en cuya clase tenía un examen el mismo día que,
por supuesto, incluía instrucciones detalladas de cómo preparar armas
químicas. Además llevaba un sacapuntas que seguramente se podría usar
como arma para apuñalar a alguien. Por último, hallé entre sus cosas dos
trozos de chocolate que quizás contuvieran un poco de uranio enriquecido
que sin duda habría conducido a la devastación de su Estado, si Abir no
hubiera cedido a la tentación de tomarlos en la mano para saborearlos
segundos antes de que la asesinaran.
Aquí tengo que felicitar a sus
soldados por su magnífica habilidad para incapacitar y matar con
semejante y mortal precisión. La bala de Abir entró exactamente a un
centímetro del hipotálamo, lo que originó un coma inmediato y después la
muerte que la llevó ante Dios y le ahorró el dolor y la angustia
permanentes que quiero expresar en este documento.
Por lo tanto, señor, Abir Aramin se puede
añadir a la lista de grandes éxitos y logros de la seguridad en el
nombre del Estado de Israel. Pero yo, como padre de esa niña, señor
ministro y general, pido que como mínimo asuma la responsabilidad de ese
asesinato y se abra un proceso. Es su obligación llevar al soldado que
asesinó a Abir ante un tribunal para que pueda ser juzgado un criminal
asesino.
Creo que no hay ninguna
solución militar al conflicto, y cuando esos cobardes asesinaron a mi
hija declaré que no quería venganza, quiero justicia, aunque la venganza
es mucho más fácil. El verdadero combatiente es quien opta por el camino
más difícil, la causa de la paz. La venganza es el camino de los
cobardes.
Señor, el pueblo palestino no
puede seguir pagando eternamente el miedo y las sospechas del pueblo
israelí. Libere a mi pueblo de esta abominable ocupación para que su
pueblo pueda vivir en prosperidad y librarse del miedo.
Durante sesenta años, la población palestina ha pagado el precio de la
ocupación militar israelí, una ocupación que se celebra como el
establecimiento del Estado israelí festejando las contiendas que vierten
la sangre de los combatientes palestinos, mujeres, niños y ancianos, sin
distinción. El pueblo palestino en general es el blanco de su máquina de
guerra que no protege a los pequeños de los grandes. Nuestro pueblo se
enfrenta al mismo asesino desde 1956 en Gaza. Y seguimos.
No le recordaré ahora las matanzas que su gobierno ha perpetrado contra mi pueblo; usted las conoce mucho mejor que yo. Yo leí y oí hablar de ellas, pero usted tomó parte.
La
pregunta que le propongo a usted es esta: a la luz de su rica
experiencia militar y como alguien que ha visto pasar sesenta años de
conflicto, ¿cuándo tendrá Israel la fuerza para terminar el conflicto
militarmente y obtener una victoria completa sobre el pueblo palestino?
¿Usted sigue creyendo que lo que no se puede conseguir por la fuerza se
conseguirá mediante más fuerza? ¿La ocupación guarda en la manga otros
métodos adicionales de masacres que el pueblo palestino todavía no ha
tenido la desgracia de conocer.
Si es el caso, quizás sea una buena idea para el gobierno israelí utilizar esos métodos. Y acaso podrá lograr esa tentadora victoria total… en otros 60 años.
Señor ministro, ¿cuándo entenderá que el
conflicto entre nosotros no se solucionará con el ejército? A pesar de
todos los esfuerzos y la arrogancia de la ocupación, no pueden evitar
que nuestros hijos lancen piedras sobre los soldados ocupantes. ¿Cómo
podrá detener la rebeldía palestina? Es un sueño que nunca se hará
realidad, ni en 1.000 años. ¿Por qué no les dice la verdad a los
residentes de Ashkelon y Sderot: que no hay una solución que pueda
detener los Qassam que les lanzan desde una Gaza destruida y sitiada,
salvo el final de la ocupación?
Esta
es la verdad de la que usted ha estado escapando durante mucho tiempo.
Créame, señor, usted no gana nada por seguir deteniendo a la gente. Más
de 750.000 palestinos han sido detenidos desde 1967 hasta hoy. ¿Qué
resultado se ha logrado excepto una creciente determinación por nuestra
parte para el enfrentamiento y la resistencia?
La política de la ocupación sólo contribuye a crear cada vez más gente que se levanta para luchar contra la ocupación y se niega a aceptar su yugo. Entre los presos palestinos encerrados en sus cárceles están los más sabios y eruditos de nuestro pueblo, los más sensibles y humanistas. Se han educado en la tradición de la libertad y la democracia y por esta razón nunca estarán de acuerdo en aceptar la ocupación y el sometimiento. Esos hombres y mujeres combaten por la paz; y si usted quiere hacer realidad la paz no tiene otra opción que poner en libertad a esos combatientes. Combatientes por la paz, por encima de todo.
¿Cuáles han sido realmente los
beneficios de su estrategia de demoliciones de casas, arranques de
árboles, confiscación de tierras con dudosas razones, para después
establecer asentamientos ilegales en esas mismas tierras? ¿Cuánto ha
ayudado que usted erigiera vergonzosos puestos de control en cada
esquina, carretera o cruce de Cisjordania y Gaza para humillar a los
residentes, obreros, estudiantes y líderes políticos? ¿Cuál es la
conveniencia de todo esto, señor?
¿Cuándo se saciarán las sanguinarias balas de sus soldados de la sangre de nuestros hijos? ¿Cuándo se sentirá satisfecho de derramar sangre palestina y nos dejará vivir en paz? ¿Cuándo se marchará de nuestros ríos y nuestro cielo? ¿Cuándo dejarán sus soldados de escribir en sus cascos «nacido para matar»? ¿No se cansa de ver a sus valerosos hombres matando niños todos los días? ¿Cómo puede usted impedir a la población de Gaza que adquiera gas para cocinar y al mismo tiempo enviarles gases lacrimógenos, tanques y aviones de guerra?
Sólo ahora entiendo la voluntad de una
mujer israelí en Italia; mi colega Eidan y yo la conocimos cuando
participamos en una marcha por la paz de Perugia a Assissi como
representantes de Combatientes por la Paz. Cuando le pregunté, «¿Usted
no piensa regresar a Israel?», me respondió que «había jurado que si
Ehud Barak ganaba las elecciones, abandonaría Israel para siempre». Esa
mujer sigue viviendo en Italia porque usted, señor, sigue una política
que afirma que no existe el interlocutor palestino.
No podría enumerar en esta pequeña misiva la magnitud de los fracasos morales que han dañado la sociedad israelí. El periódico Yediot Ahronot informó de que el 40% de los nuevos reclutas de las IDF tiene antecedentes penales y esto puede explicar en gran medida la larga lista de los crímenes contra la población civil palestina que los soldados cometen durante su servicio militar. Se supone que éste es el ejército más distinguido y moral del mundo entero, ¿no? ¿Por eso encontramos que el 25% de los soldados del ejército de la ocupación participaron en casos de torturas y castigos a civiles inocentes o fueron testigos de semejantes actos?
Señor, quiero contarle que he leído el
vergonzoso informe, que horrorizaría a cualquier persona con conciencia,
que informa de las torturas a niños en Hebrón, como el estrangulamiento
para comprobar cuánto tiempo pueden aguantar sin respirar, que fueron
perpetradas por capitanes de su ejército, el ejército más ético del
mundo. La corona de laurel de la vergüenza de la ocupación.
Señor, ¿cómo justifica que sus soldados utilicen a niños de 10 años como escudos humanos a los que llevan atados delante de sus patrullas cuando van a buscar a personas para capturarlas o a enfrentarse a una manifestación? ¿Qué ley internacional lo permite? Estoy intentando comprender si esa utilización de los niños como escudos humanos de alguna forma estará relacionada con la ciencia de la guerra «moderna», porque la imputación que oigo en todos los casos de matanzas de niños en particular y de ciudadanos palestinos en general, es que son los combatientes palestinos quienes utilizan a sus propios ciudadanos como escudos humanos para esconderse detrás. ¿Cómo puede haber una justificación y distinción legales no sólo en la terminología israelí, sino también en la internacional, entre los israelíes y los palestinos?
¿Cómo puede justificar las muertes de
los inocentes que pretenden cruzar tranquilamente los puestos de control
que sus soldados pusieron en absolutamente todas las entradas de
pueblos, ciudades o campamentos que impiden a las mujeres embarazadas
llegar a los hospitales para, simplemente, dar a luz? ¿Usted estaría de
acuerdo si eso le ocurriera a su esposa? ¿Qué haría en ese caso?
A pesar de todo hay militares, soldados que se utilizan para luchar contra la población palestina, que a la hora de la verdad descubrieron que sólo son peones en manos de la ocupación. Personas que han tenido la valentía de declarar que se niegan a ser ocupantes y que han expuesto las mentiras de sus líderes que afirman que están tendiendo su mano a la paz pero no encuentran interlocutores en el bando palestino. Soldados israelíes que descubrieron que nunca se habían enfrentado a un combatiente palestino y su trabajo cotidiano consistía en cazar escolares, aplicar cierres, destruir casas y establecer puestos de control y barricadas para detener a niños que no tienen ni trece años. Esos soldados han tomado una postura moral y valiente y, sin ninguna dificultad, han descubierto a un compañero en el corazón del movimiento palestino, personas que vieron pasar la primavera de su juventud en las prisiones de su ocupación.
Juntos fundaron la organización
Combatientes por la Paz. El propio nombre revela la falsedad de sus
declaraciones y de la política que afirma que no hay ningún compañero
para la paz. Esta organización, unida en ética y valentía, está
compuesta por personas de ambos lados que entienden que sólo hay un
enemigo común que niega el camino hacia la paz y la posibilidad de vivir
juntos como dos naciones. El enemigo común es la ilegal e inmoral
ocupación israelí. Soy miembro de esa organización y llamo a todos los
que de verdad quieren la paz para que se unan a nosotros.
Nosotros decimos la verdad y
sólo la verdad a nuestros pueblos. Nos comprometemos a la resistencia
pacífica a la ocupación y desde esta misiva llamo al pueblo de nuestra
nación Palestina, que ha escrito una página de la historia como
paradigma de resistencia y capacidad de recuperación y ha tenido la
humanidad para resistir decenios de abusos y ocupación con la más pura
constancia. También llamo al pueblo de Israel a aceptar la
responsabilidad moral e histórica del establecimiento de los dos Estados
juntos y a una Intifada pacífica, nacional y humanista, un levantamiento
contra esta ocupación injusta que ha convertido a sus hijos en
criminales de guerra y asesinos abyectos. Ustedes, israelíes, dejen de
enviar soldados –sus hijos- a matar a los nuestros, porque la sangre de
los palestinos inocentes perseguirá a sus soldados y a los generales de
su ejército hasta que sean juzgados por tribunales internacionales como
los demás criminales de guerra de todo el mundo. Usted debe aprender
esta lección. El honorable general debe de ser consciente de que la
mayoría de los capitanes y generales del ejército israelí tienen
prohibido entrar en cualquier Estado europeo porque allí serán personas
en busca y captura, para ser arrestados y llevados ante los tribunales
como criminales de guerra y por crímenes contra la humanidad.
Una última palabra: la sangre de Abir
permanecerá como una corona negra en la frente de cada israelí y cada
judío del mundo hasta que su asesino sea llevado ante la justicia y pase
el resto de sus días en la cárcel, entre los asesinos y los criminales.
Traducido al inglés por Mimi Asnes
En inglés:
http://yishaym.wordpress.com/2008/05/29/an-open - letter-to-ehud-barak-by-bassam-aramin/
Bassam Aramin es uno de los fundadores
de «Combatientes por la Paz»
y presidente de Alquds por la Democracia y el Diálogo (AFDD).
Carlos Sanchis y Caty R. pertenecen a los colectivos de Rebelión, Cubadebate y Tlaxcala. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, al traductor y la fuente.