COLECCIÓN DE HADICES

 

 

KITAB AL-YIHAD WA S-SIIAR

LIBRO DEL YIHAD ([1]) Y DE LA EXPEDICIÓN

 

 

anterior

 

 

SEGUNDA PARTE

 

 

KITAB AL-YIHAD WA S-SIIAR

LIBRO DEL YIHAD ([1]) Y DE LA EXPEDICIÓN

 

 

 

XIV

RECOMPENSA EXTRA PARA LOS COMBATIENTES Y LA REPATRIACIÓN DE LOS PRISIONEROS PARA SER CANJEADOS POR MUSULMANES

 

        Salama ibn al-Akua relató: Combatimos contra los Fazara y Abu Bakr era nuestro jefe que había sido nombrado por el Mensajero de Allah (s.a.s.). Cuando estábamos a una hora del agua del enemigo Abu Bakr nos ordenó atacar. Entonces nos detuvimos al final de la noche para descansar y luego los atacamos por todos lados y llegamos a su provisión de agua donde se combatió. Algunos de los enemigos fueron matados y otros tomados prisioneros. Yo vi un grupo de personas la mayoría de ellas mujeres y niños y temiendo que llegasen a la montaña antes que yo, les disparé una flecha que pasó entre ellos y la montaña. Al ver la flecha se detuvieron. Entonces los llevé conduciéndolos. Entre ellos había una mujer de los Banu Fazara vestida con un saco de cuero y con ella estaba su hija que era una de las más bellas de Arabia. Y los conduje hasta que los llevé a Abu Bakr que me dio la joven como recompensa. Y fuimos a Medina y yo todavía no la había desvestido cuando me encontré con el Mensajero de Allah (s.a.s.) en el mercado. Me dijo: “¡Oh Salama! Dame esa joven”. Yo le dije: ¡Oh Mensajero de Allah! ¡Por Allah! Ella me encanta y todavía no la he desvestido. Al otro día me encontré nuevamente con el Mensajero de Allah (s.a.s.) en el mercado y me dijo: “¡Oh Salama! Dame esa joven. ¡Qué Allah bendiga a tu padre!”. Dije: Ella es tuya. ¡Por Allah! todavía no la he desvestido. Entonces el Mensajero de Allah (s.a.s.) la envió a Meca, entregándola a cambio de un número de musulmanes que estaban prisioneros en Meca.

 

 

XV

RESPECTO AL FA’I (BIENES TOMADOS A LOS QUE NO SON MUSULMANES SIN QUE HAYA UNA GUERRA)

 

        Abu Huraira relató: El Mensajero de Allah (s.a.s.) dijo: “Si llegáis a una ciudad (que se ha rendido sin combatir) y os quedáis allí tenéis derecho a una parte de ella. Y si una ciudad desobedece a Allah y a Su Mensajero (y combate contra los musulmanes) un quinto del botín es para Allah y Su Mensajero y el resto para vosotros”.

 

        Umar relató: Los bienes abandonados por los Banu Nadir son los que Allah otorgó a Su Mensajero por los que no hubo necesidad de combate de los musulmanes ni con caballos ni con camellos. Ellas fueron solo para el Profeta (s.a.s.). Con ellas cubría los gastos anuales de su familia y lo que quedaba lo usaba para comprar caballos y armamento para el combate por la causa de Allah.

        Este hadiz ha sido relatado por Zuhri con la misma cadena de transmisores.

 

        Zuhri relató que Malik ibn Aus narró que: Umar ibn al-Jattab me manó a llamar y yo fui al final del día. Lo encontré en su casa, sentado sobre un estera desnuda y reclinado sobre un almohadón de cuero. Y me dijo: ¡Oh Malik! Alguna gente de tu tribu ha venido apresuradamente a mi (a pedir ayuda), entonces he dispuesto un poco de dinero para ellos. Tómalo y distribúyelo entre ellos. Y yo dije: ¿Y si le encargas esto a otro? Dijo: Tómalo, ¡oh Malik! Entonces llegó Iarfa’ (su sirviente) y dijo: ¡Oh Emir de los Creyente! ¿Qué dices respecto de Uzmán, Abdu Rahman ibn Auf, Zubair y Sa’d (que te han pedido audiencia)? Y Umar dijo: Si. Entonces les dio permiso y ellos entraron. Luego vino (Iarfa’) y dijo: ¿Qué dices respecto a Abbas y Ali? Dijo: Si. Y les dio permiso a los dos (para que entrasen) Y Abbas dijo: ¡Oh Emir de los Creyentes! Decide entre mi y éste mentiroso, pecador, deshonesto y traicionero. La gente (presente) dijo: Si, ¡oh Emir de los Creyentes! Decide entre ellos y ten misericordia de ellos. (Malik ibn Aus dijo: Yo imagino que ellos (dos) los habían enviado (a los otros) antes para eso) Umar dijo: Esperad y sed pacientes. ¡Os suplico por Allah con Cuyo permiso se han levantado los cielos y la tierra! Sabéis que el Mensajero de Allah (s.a.s.) dijo: “Nosotros (los profetas) no dejamos herencia. Lo que dejamos es para caridad (sadaqa)”. Ellos dijeron: Si. Luego se dirigió a Abbas y Ali y les dijo: ¡Os suplico por Allah con Cuyo permiso se han levantado los cielos y la tierra! Sabéis que el Mensajero de Allah (s.a.s.) dijo: “Nosotros (los profetas) no dejamos herencia. Lo que dejamos es para caridad (sadaqa)”. Los dos dijeron: Si. Y dijo Umar: Ciertamente Allah, Exaltado y Majestuoso, ha concedido un favor especial al Mensajero de Allah (s.a.s.) que nunca ha concedido a otro. Y recitó: “Lo que Allah ha concedido a Su Mensajero, de la población de las ciudades, es para Allah y Su Mensajero”. (59:7) (El narrador dijo: no se si también recito la aleya que precede a ésta) El Mensajero de Allah (s.a.s.) distribuyó entre vosotros los bienes de los Banu Nadir. ¡Por Allah! El nunca se prefirió a si mismo sobre vosotros ni se apropió de algo excluyéndolos a vosotros. (Después de una distribución justa) quedó esta propiedad, con cuya producción el Mensajero de Allah (s.a.s.) solía afrontar sus gastos anuales y lo que quedaba lo depositaba en el Bait ul-Mal. Luego dijo: ¡Os suplico por Allah con Cuyo permiso se han levantado los cielos y la tierra! Sabéis todo esto. Dijeron: Si. Luego dirigió a Abbas y a Ali la misma súplica que había dirigido a los otros, diciéndoles: ¿Sabéis todo eso? Los dos dijeron: Si. Dijo: Cuando falleció el Mensajero de Allah (s.a.s.) Abu Bakr dijo: Yo soy el sucesor del Mensajero de Allah (s.a.s.). Y vosotros habéis venido tu (Abbas) pidiendo tu parte de la herencia de tu sobrino y tu (Ali) pidiendo parte de la herencia en nombre de tu esposa de la propiedad de su padre. Y Abu Bakr dijo: El Mensajero de Allah (s.a.s.) dijo: “Nosotros no dejamos herencia. Lo que dejamos es para caridad”. Entonces vosotros dos pensáis que él era un mentiroso, pecador, deshonesto y traicionero. Y Allah sabe que él era verídico, virtuoso, bien guiado y seguidor de la verdad. Luego Abu Bakr falleció. Y yo soy el sucesor del Mensajero de Allah (s.a.s.) y de Abu Bakr. Entonces vosotros pensáis que yo soy mentiroso, pecador, deshonesto y traicionero, pero Allah sabe que yo soy verídico, virtuoso, bien guiado y seguidor de la verdad. Y yo soy el guardián de esa propiedad. Y entonces tu y él habéis venido con el mismo propósito. Y habéis dicho: Confíanos la propiedad a nosotros. Y yo os dije: Si queréis que os confíe la propiedad a vosotros dos será con la condición de que os comprometáis por Allah a usarla como la usaba el Mensajero de Allah (s.a.s.). Y así la habéis conseguido. ¿Acaso no fue así? Los dos dijeron: Si, así fue. Dijo: Luego vinisteis (nuevamente) para que decidiera entre vosotros dos. Y no, ¡por Allah! que yo no tomaré otra decisión entre vosotros dos respecto a este asunto hasta que llegue la Hora. Y si no sois capaces de mantener la propiedad bajo esas condiciones devolvédmela a mi.

        El mismo hadiz ha sido relatado a través de diferentes cadenas de transmisores con pequeñas variaciones de palabras. Umar ibn al-Jattab me mandó a llamar y me dijo: algunas familias de tu tribu han venido a mi; y sigue el hadiz de Malik, excepto que en el dice: solía gastar de ello para mantener a su familia. Y a veces Ma’mar dice: El retenía para el sustento anual de su familia y lo que quedaba de ello lo gastaba por la causa de Allah, Exaltado y Majestuoso.

 

 

XVI

EL DICHO DEL PROFETA (s.a.s.): “NOSOTROS NO DEJAMOS HERENCIA. LO QUE DEJAMOS ES PARA CARIDAD”.

 

                A’isha relató: Cuando falleció el Profeta (s.a.s.) sus esposas querían enviar a Uzmán ibn Affan con Abu Bakr para que le pidiera la parte de la herencia del Profeta (s.a.s.) que les correspondía. Entonces A’isha les dijo: ¿Acaso el Mensajero de Allah (s.a.s.) no dijo: “Nosotros no dejamos herencia. Lo que dejamos es para caridad”.?

 

            Urua ibn Zubair relató que A’isha lo informó que Fátima, la hija del Mensajero de Allah (s.a.s.) mandó alguien a Abu Bakr as-Siddiq para pedirle su parte de la herencia del Mensajero de Allah (s.a.s.), de aquello que Allah le había otorgado en Medina y en Fadak y de lo que quedaba del quinto de las rentas de Jaibar. Abu Bakr dijo: Ciertamente el Mensajero de Allah (s.a.s.) dijo: “Nosotros no dejamos herencia, Lo que dejamos es para caridad”. La familia de Muhammad (s.a.s.) puede vivir de las rentas de esas propiedades. Pero, ¡por Allah!, ciertamente no cambiaré nada de la caridad del Mensajero de Allah (s.a.s.) y de como era en el tiempo del Mensajero de Allah (s.a.s.). Y no haremos con ella otra cosa que lo que hacía el Mensajero de Allah (s.a.s.). Entonces Abu Bakr no quiso darle nada a Fátima y ella se enojó con Abu Bakr por eso. Y lo abandonó y no le volvió a hablar hasta morir seis meses después de la muerte del Mensajero de Allah (s.a.s.). Cuando ella murió su esposo Ali ibn Abu Talib la enterró de noche, sin informar a Abu Bakr. Y Ali rezó la oración del funeral por ella. Mientras Fátima estaba con vida la gente tenía una consideración especial con Ali, pero cuando ella falleció Ali sintió indiferencia hacia él en los rostros de la gente. Entonces buscó hacer las paces con Abu Bakr y jurarle fidelidad (como Califa), ya que durante esos meses todavía no lo había hecho. Y envió un mensaje a Abu Bakr pidiéndole que lo visitase solo (no quería la presencia de Umar ibn al-Jattab). Y Umar le dijo a Abu Bakr: ¡Por Allah! No vayas solo con de ellos. Abu Bakr dijo: ¿Y qué me van a hacer? ¡Por Allah! Voy a visitarlos. Y Abu Bakr fue. Y Ali ibn Abu Talib recitó el tashahud (como se hace al inicio de un sermón) y luego dijo: ¡Oh Abu Bakr! Ciertamente nosotros reconocemos tu excelencia y lo que Allah te ha otorgado. Y no envidiamos el favor que Allah te ha concedido (el califato), pero tu lo has hecho solo (sin consultarnos) y pensamos que tenemos derechos por nuestro parentesco con el Mensajero de Allah (s.a.s.). Y continuó hablando a Abu Bakr de ese modo hasta que los ojos de este se llenaron de lágrimas. Luego habló Abu Bakr y dijo: ¡Por Aquel en cuyas manos está mi vida! Yo amo más a los parientes del Mensajero de Allah (s.a.s.) que a mis propios parientes. En cuanto a la disputa entre nosotros sobre esas propiedades yo no me he alejado de la verdad. Y no he dejado de hacer todo aquello que he visto hacer al Mensajero de Allah (s.a.s.). Entonces Ali le dijo a Abu Bakr: Esta tarde es el momento para hacer el juramento de fidelidad. Y cuando Abu Bakr terminó la oración del mediodía subió al minbar, recitó el tashahud y mencionó la posición de Ali, su retraso para hacer el juramento y la excusa que había dado. Luego pidió el perdón de Allah. Y Ali ibn Abu Talib recitó el tashahud, exaltó los méritos de Abu Bakr (y dijo) que él no sentía envidia de Abu Bakr y que no se oponía a la posición con la que Allah lo había honrado. Pero nosotros opinábamos que merecíamos parte del gobierno, pero el asunto se decidió sin tomarnos en cuenta y esto nos disgustó. (Esta es la razón de haber retrasado el juramento). Los musulmanes se alegraron (con esta explicación) y dijeron: Has hecho bien. Y los musulmanes volvieron a ser considerados con Ali cuando regresó a la acción correcta.

 

            A’isha relató que Fátima y Abbas fueron a Abu Bakr a pedirle la herencia del Mensajero de Allah (s.a.s.). En ese momento pidieron las tierras de Fadak y su parte de Jaibar. Entonces Abu Bakr les dijo: Ciertamente escuché al Mensajero de Allah (s.a.s.) decir: Y el resto del hadiz tiene el mismo significado que el citado antes y que fue narrado por Uqail de Al-Zuhri. Excepto que en este dice: Luego Ali se levantó y exaltó las virtudes de Abu Bakr y mencionó su superioridad y su temprana aceptación del Islam. Luego caminó hacia Abu Bakr y le juró fidelidad. La gente se volvió hacia Ali y le dijeron: Has hecho lo correcto. Entonces cuando Ali hizo lo adecuado la gente volvió a estar cerca de él.

 

            Urua ibn Zubair relató que A’isha, la esposa del Profeta (s.a.s.), le contó que Fátima, la hija del Mensajero de Allah (s.a.s.), después del fallecimiento del Mensajero de Allah (s.a.s.) le pidió a Abu Bakr su parte de la herencia de lo que había dejado el Mensajero de Allah (s.a.s.), aquello que Allah le había otorgado. Y Abu Bakr le contestó: El Mensajero de Allah (s.a.s.) dijo: “Nosotros no dejamos herencia, Lo que dejamos es para caridad”. Ella vivió seis meses después del Mensajero de Allah (s.a.s.). Y lo que Fátima pedía a Abu Bakr era su parte de lo que el Mensajero de Allah (s.a.s.) había dejado de Jaibar y Fadak y de las fundaciones de caridad de Medina. Y Abu Bakr no aceptó esto. Y dijo: No dejaré de hacer nada de lo que el Mensajero de Allah (s.a.s.) hacía. Yo temo desviarme si dejo de hacer algo de lo que él hacía. En cuanto a las fundaciones de caridad de Medina Umar se las dio a Ali y Abbas, pero Ali obtuvo la mejor parte. Y en cuanto a Jaibar y Fadak, Umar se las quedó y dijo: Estas son sadaqas del Mensajero de Allah (s.a.s.) (para la Umma). Sus ganancias se gastaban en las responsabilidades y emergencias que él tenía que resolver. Y su administración estaba en las manos de quien se ocupaba de la administración. Y dijo (el narrador): Así ha sido hasta hoy.

 

            Abu Huraira relató que el Mensajero de Allah (s.a.s.) dijo: “Mis herederos no pueden tener ni un dinar (de mi herencia). Lo que yo deje, después de garantizar la manutención de mis esposas y el pago de mi administrador, es para caridad”.

        Un hadiz parecido ha sido relatado por Abu Zinad a través de una cadena de transmisión diferente.

 

            Abu Huraira relató que el Profeta (s.a.s.) dijo: “Nosotros no dejamos herencia, Lo que dejamos es para caridad” ([2]).

 

 

XVII

LA DISTRIBUCIÓN DEL BOTÍN ENTRE LOS COMBATIENTES

 

            Abdullah ibn Umar relató que el Mensajero de Allah (s.a.s.) repartió el botín (de esta forma): dos partes para los jinetes y una para los que iban de a pié.

            El mismo hadiz ha sido relatado por Ubaidullah con una cadena de transmisores diferentes que no mencionan la palabra: el botín.

 

 

XVIII

LA AYUDA DE LOS ÁNGELES EN BADR Y LA AUTORIZACIÓN DE TOMAR EL BOTÍN DE GUERRA

 

                Umar ibn al-Jattab relató: El día de la batalla de Badr ([3]) el Mensajero de Allah (s.a.s.) miró a los idólatras y ellos eran mil mientras que sus Compañeros eran trescientos diecinueve hombres. Y el Profeta de Allah (s.a.s.) enfrentó la qibla, estiró sus manos y comenzó a suplicar a su Señor: “¡Oh Allah! Cumple lo que me has prometido. ¡Oh Allah! Dame lo que me has prometido. ¡Oh Allah! Si este pequeño grupo de musulmanes es destruido no habrá quien te adore sobre la tierra”. Continuó rogando a su Señor, estirando sus manos, frente a la qibla hasta que su manto se resbaló de sus hombros, entonces Abu Bakr fue tomó el manto y lo volvió a poner sobre sus hombros. Luego lo abrazó de atrás y le dijo: ¡Oh Profeta de Allah! Tus ruegos a tu Señor serán suficientes. El cumplirá lo que te prometió. Entonces Allah, Poderoso y Majestuoso, reveló: “Cuando pedisteis auxilio a vuestro Señor, El os escuchó. Os ayudaré con mil ángeles, uno tras otro”. (8:9) Y entonces Allah lo ayudó con ángeles. Abu Zumail relató: Ibn Abbas me dijo: Ese día cuando uno de los musulmanes perseguía a un idólatra que iba delante suyo escuchó por encima el sonido de un látigo y la voz del jinete que decía: Adelántate Haizum. Y miró al idólatra que había caído de espaldas y cuando lo miró (de cerca) vio que tenía una cicatriz en su nariz y en su rostro como si hubiera sido golpeado por un látigo y que se había vuelto verde por el veneno. Un Ansar fue al Mensajero de Allah (s.a.s.) y le relató esto y él dijo: “Has dicho la verdad. Eso fue la ayuda del tercer cielo”. Ese día (los musulmanes) mataron a setenta y capturaron setenta. El Mensajero de Allah (s.a.s.) le dijo a Abu Bakr y a Umar: “¿Cuál es vuestra opinión sobre los cautivos?”. Abu Bakr dijo: ¡Oh Profeta de Allah! Ellos son nuestros parientes y conocidos. Creo que habría que liberarlos a cambio de un rescate. Esto nos fortificará frente a los incrédulos y quizás Allah los guíe al Islam. Y dijo el Mensajero de Allah (s.a.s.): ¿Y cuál es tu opinión, oh Ibn al-Jattab? Dije: No, ¡por Allah! ¡Oh Mensajero de Allah! Yo no tengo la misma opinión que Abu Bakr. Sino que yo creo que tu nos los debes dejar a nosotros para que les cortemos sus cabezas. Deja que Ali le corte la cabeza a Aquil. Y deja que yo le corte la cabeza a fulano (uno de sus parientes). Ya que ellos son los jefes y los veteranos de los incrédulos. El Mensajero de Allah (s.a.s.) estuvo de acuerdo con la opinión de Abu Bakr y no con la mía. Al otro día cuando fui al Mensajero de Allah (s.a.s.) lo encontré a él y a Abu Bakr sentados y llorando. Yo dije: ¡Oh Mensajero de Allah! Dime que es lo que hace que tu y tu Compañero están llorando. Así yo (también) lloro y si no, por lo menos haré como que lloro para compartir vuestro llanto. Entonces el Mensajero de Allah (s.a.s.) dijo: “Yo lloro por lo que le sucedió a tus compañeros por haber tomado el rescate. Me fue mostrado su castigo tan cerca como ese árbol (y señaló un árbol que estaba cerca de él). Y Allah, Poderoso y Majestuoso, reveló: “No es digno de un profeta que tome cautivos sin antes haber combatido y triunfado en la tierra” hasta “Tomad del botín hecho lo lícito, lo bueno”. (8:67-69) Entonces Allah declaró el botín lícito para ellos.

 

 

XIX

ATAR Y AISLAR A LOS PRISIONEROS Y LA JUSTIFICACIÓN PARA DEJARLOS LIBRES SIN RESCATE

 

            Abu Huraira relató: El Mensajero de Allah (s.a.s.) envió unos jinetes al Nayd ([4]). Regresaron con un prisionero de los Banu Hanifa llamado Zumama ibn Uzal. El era el jefe de la gente de Iamama. Lo ataron a uno de los pilares de la mezquita. El Mensajero de Allah (s.a.s.) fue a él y le dijo: “¿Qué piensas, oh Zumama?”. Dijo: ¡Oh Muhammad! Yo tengo una buena opinión de ti. Si me matas matarás a alguien que ha derramado sangre. Y si me favoreces favorecerás a alguien agradecido. Y si quieres riquezas pide y tendrás lo que quieras. Y el Mensajero de Allah (s.a.s.) lo dejó por dos días y luego le dijo: “¿Qué piensas, oh Zumama?”. Dijo: Lo que ya te he dicho. Si me favoreces favorecerás a alguien agradecido. Y si me matas matarás a alguien que ha derramado sangre. Y si quieres riquezas pide y tendrás lo que quieras. El Mensajero de Allah (s.a.s.) lo dejó hasta el día siguiente y (luego) le dijo: “¿Qué piensas, oh Zumama?”. Dijo: Lo mismo que ya te he dicho. Si me favoreces favorecerás a alguien agradecido. Y si me matas matarás a alguien que ha derramado sangre. Y si quieres riquezas pide y tendrás lo que quieras. Entonces el Mensajero de Allah (s.a.s.) dijo: “Liberad a Zumama”. Entonces se fue a un palmeral cerca de la mezquita y tomó un baño. Luego entró en la mezquita y dijo: Atestiguo que no hay más dios que Allah y atestiguo que Muhammad es Su siervo y Su Mensajero. ¡Oh Muhammad! ¡Por Allah! No había sobre la faz de la tierra un rostro que odiase más que el tuyo y ahora tu rostro es el que más amo. ¡Por Allah! No había una religión más odiada para mi que tu religión y ahora tu religión es para mi la más amada. ¡Por Allah! No había una ciudad que yo odiase más que tu ciudad y ahora no hay una ciudad que yo ame más. Cuando tus jinetes me apresaron yo quería realizar una Umra. ¿Cuál es tu opinión? El Mensajero de Allah (s.a.s.) le dio buenas noticias y le dijo que hiciera la Umra. Cuando llegó a Meca, alguien le dijo: ¿Has cambiado de religión? Dijo: No. Pero he aceptado el Islam con el Mensajero de Allah (s.a.s.). Y, ¡Por Allah! No tendréis ni un grano de trigo de Iamama sin el permiso del Mensajero de Allah (s.a.s.).

            El mismo hadiz ha sido transmitido a través de otra cadena de transmisores con una pequeña diferencia de palabras.

 

 

XX

LA EXPULSIÓN DE LOS JUDÍOS DEL HIYAZ ([5])

 

            Abu Huraira relató: Estábamos en la mezquita cuando el Mensajero de Allah (s.a.s.) vino a nosotros y dijo: “Vamos a los judíos”. Y salimos con él hasta llegar a lo de ellos. El Mensajero de Allah (s.a.s.) los llamó, diciendo: “¡Oh asamblea de judíos! ¡Aceptad el Islam y estaréis a salvo!”. Ellos dijeron: Ya nos lo has comunicado, ¡oh Abu Qasim! Y el Mensajero de Allah (s.a.s.) les dijo: “Eso es lo que quería, ¡aceptad el Islam y estaréis a salvo! !”. Ellos dijeron: Ya nos lo has comunicado, ¡oh Abu Qasim! Y el Mensajero de Allah (s.a.s.) les dijo: “Eso es lo que quería”. Y se los repitió por tercera vez. (Y al obtener la misma respuesta) les dijo: “Sabed que la tierra pertenece a Allah y a Su Mensajero. Y quiero que seáis desalojados de esta tierra, entonces el que tenga alguna propiedad que la venda y sino que sepa que la tierra pertenece a Allah y a Su Mensajero (y que deben partir dejando todo)”.

 

            Ibn Umar relató que los judíos de Banu Nadir y Banu Quraiza pelearon contra el Mensajero de Allah (s.a.s.), entonces él expulsó a los Banu Nadir y permitió a los Banu Quraiza quedarse hasta que estos (también) pelearon contra él. Entonces mató a sus hombres y distribuyó a sus mujeres, sus hijos y sus propiedades entre los musulmanes. Excepto algunos de ellos que se unieron al Mensajero de Allah (s.a.s.) y les garantizó su seguridad y aceptaron el Islam. El Mensajero de Allah (s.a.s.) expulsó a todos los judíos de Medina, a los Banu Qainuqa’ (ellos son la tribu de Abdullah ibn Salam), a los judíos de los Banu Hariza y a todos los judíos que había en Medina. ([6])

            Un hadiz similar a sido relatado a través de una cadena diferente de transmisores pero el transmitido por Ibn Yuraiy (el anterior) es más detallado y más completo.

 

            Umar ibn al-Jattab relató que escuchó al Mensajero de Allah (s.a.s.) decir: “Voy a expulsar a los judíos y a los cristianos de la península arábiga hasta que queden solo los musulmanes”.

            Este hadiz ha sido relatado por Zubair con la misma cadena de transmisores.

 

 

XXI

ESTÁ PERMITIDO MATAR A LOS QUE ROMPEN LOS PACTOS Y HACER QUE LA GENTE DE UN FUERTE SE RINDA POR EL ARBITRAJE DE UNA PERSONA JUSTA

 

            Abu Sa’id al-Judri relató: La gente de los Quraiza se rindió por el arbitraje de Sa’d ibn Mu’adh. Entonces el Mensajero de Allah (s.a.s.) mandó a llamar a Sa’d y él vino montado en un burro. Cuando se acercaba a la mezquita el Mensajero de Allah (s.a.s.) dijo a los Ansares: “Levantáos para recibir a vuestro jefe”. (O al mejor de vosotros). Luego dijo: “Ellos se han rendido aceptando tu juicio”. El dijo: Matad a sus combatientes y tomad prisioneras a sus familias. Y dijo el Profeta (s.a.s.): “Has decidido de acuerdo al juicio de Allah”. O quizás dijo: “Has tomado una decisión firme como la de un rey”. Ibn Muzanna en su versión no menciona estas dos alternativas.

 

            Shu’ba relató este hadiz a través de la misma cadena de transmisores. Y en este el Mensajero de Allah (s.a.s.) dice: “Ciertamente has decidido de acuerdo al juicio de Allah”. y una vez dice: “Ciertamente has tomado una decisión firme como la de un rey”.

 

            A’isha relató: Sa’d fue herido en la batalla del Foso. Un hombre de los Quraish llamado Ibn al-Ariqa le arrojó una flecha que perforó la arteria de su antebrazo. El Mensajero de Allah (s.a.s.) hizo que se le levantase una tienda en la mezquita y así poder seguir su estado de cerca. Cuando el Mensajero de Allah (s.a.s.) volvió de la batalla de Foso, dejó sus armas y tomó un baño. Y mientras se estaba sacando el polvo de su cabello apareció (el ángel) Gabriel y le dijo: ¿Has dejado las armas? ¡Por Allah! Nosotros aún no las hemos dejado. Sal contra ellos. Entonces el Mensajero de Allah (s.a.s.) dijo: “¿Hacia dónde?”. Y él señaló hacia los Banu Quraiza. Y el Mensajero de Allah (s.a.s.) peleó contra ellos y ellos se rindieron sometiéndose a su juicio. Pero él dejó la decisión sobre ellos a Sa’d. Y este dijo: Yo decido sobre ellos que todos los que puedan pelear sean matados, que sus mujeres e hijos sean tomados prisioneros y sus bienes repartidos (entre los musulmanes).

 

            Hisham relató que su padre le dijo que el Mensajero de Allah (s.a.s.) dijo: “Ciertamente has juzgado sobre ellos con el juicio de Allah, Poderoso y Majestuoso”.

 

            A’isha relató que la herida de Sa’d se estaba secando y curando cuando él rogó: ¡Oh Allah! Ciertamente Tu sabes que no hay nada que yo quiera más que pelear contra la gente que ha desmentido al Mensajero (s.a.s.) y lo ha sacado (de su tierra natal). ¡Oh Allah! Si todavía queda algo de pelea contra los Quraish permíteme vivir para pelear contra ellos. ¡Oh Allah! Pero si como yo creo la guerra entre nosotros y ellos ha terminado abre mi herida para que sangre y me cause la muerte. Entonces su herida comenzó a sangrar de su cuello. Y la gente no se asustó hasta que la sangre comenzó a fluir hacia ellos (y junto a su tienda en la mezquita estaba la tienda de los Banu Ghifar) Ellos dijeron: ¡Oh gente de la tienda! ¡Qué es eso que está viniendo de vosotros! Era la herida de Sa’d que se estaba desangrando y murió por eso.

 

 

XXII

MOSTRAR RAPIDÉZ EN EL YIHAD Y ENTRE DOS ACCIONES DAR PRECEDENCIA A LA MÁS URGENTE DE ELLAS

 

            Abdullah relató: El día que el Mensajero de Allah (s.a.s.) venció a los Confederados dijo: “Que nadie rece la oración del mediodía hasta llegar allugar de los Banu Quraiza”. Algunos temiendo que pasase el tiempo de la oración rezaron antes de llegar a lo de los Banu Quraiza. Y otros dijeron: Nosotros no rezaremos sino donde nos ordenó el Mensajero de Allah (s.a.s.) aunque se pase el tiempo. (Cuando él supo de éstas diferencias) no criticó a ninguno de los dos grupos.

 

 

XXIII

LA DEVOLUCIÓN DE LOS REGALOS DE LOS ANSARES POR LOS EMIGRANTES CUANDO ESTOS SE ENRIQUECIERON CON LAS CONQUISTAS

 

            Anas ibn Malik relató: Cuando los Emigrantes llegaron de Meca a Medina, llegaron con las manos vacías. Mientras que los Ansares tenían tierras y palmerales. Los Ansares dividieron sus propiedades con los Emigrantes, con la condición de que estos le diesen la mitad de la cosecha anual de frutos de los huertos y los recompensasen trabajando con ellos y poniendo la mano de obra. La madre de Anas ibn Malik era llamada Umm Sulaim que era (también) la madre de Abdullah ibn Talha, por lo tanto él era hermano de Anas por parte de madre. Y la madre de Anas le dio su palmeral al Mensajero de Allah (s.a.s.). Y él se lo dio a Umm Aiman, que era su esclava liberada y la madre de Usama ibn Zaid. Cuando el Mensajero de Allah (s.a.s.) terminó la guerra con la gente de Jaibar y volvió a Medina los Emigrantes devolvieron a los Ansares todos los regalos que habían recibido de los frutos. (Anas) dijo: El Mensajero de Allah (s.a.s.) le devolvió el palmeral a mi madre. Y en su lugar le dio a Umm Aiman un palmeral de sus huertos. Ibn Shihab dijo: Umm Aiman era la madre de Usama ibn Zaid. Ella había sido la esclava de Abdullah ibn Abd ul-Muttalib y era oriunda de Abisinia. Cuando Amina dio a luz al Mensajero de Allah (s.a.s.) después de la muerte de su padre, Umm Aiman lo crió hasta que creció. Luego él la liberó y la casó con Zaid ibn Hariza. Ella murió cinco meses después de morir el Mensajero de Allah (s.a.s.).

 

            Anas relató que (después de emigrar a Medina) un hombre le dio al Profeta (s.a.s.) un palmeral de sus tierras hasta que se conquistasen las tierras de los Banu Quraiza y de los Banu Nadir. Luego de esto (de la conquista) le devolvió todo lo que le había dado. Y mi gente me dijo que fuese al Profeta (s.a.s.) y le pidiera todo o parte de lo que su gente le había dado. Pero el Profeta de Allah (s.a.s.) se lo había dado a Umm Aiman. Entonces fui al Profeta (s.a.s.) y él me lo regresó. Y Umm Aiman (también) fue y me puso una tela alrededor de mi cuello y dijo: ¡Por Allah! No te voy a dar lo que me han dado a mi. Y el Profeta de Allah (s.a.s.) dijo: “¡Oh Umm Aiman! Déjaselo que para ti es esto y esto otro”. Ella dijo: Nunca, ¡por Aquel que no hay más dios que El! Y siguió diciendo esto hasta que le dio diez veces o casi diez veces (lo que tenía antes).

 

 

XXIV

ESTÁ PERMITIDO TOMAR COMIDA EN TIERRA DEL ENEMIGO

 

            Abdullah ibn Mugaffal relató: El día de la batalla de Jaibar encontré un bolso de cuero con manteca y lo tomé. Y dije: Hoy no le voy a dar nada de esto a nadie. Luego me di vuelta y lo vi al Mensajero de Allah (s.a.s.) sonriendo.

            Este hadiz ha sido relatado por Ibn Muhaffal con otra cadena de transmisores y dice: Nos arrojaron un bolso con comida y mantequilla el día de la batalla de Jaibar y yo me arrastré para tomarlo. Luego me di vuelta y vi al Mensajero de Allah (s.a.s.) y me dio vergüenza de lo que había hecho.

            Shu’ba relató este hadiz a través de otra cadena de transmisores con una pequeña variación de palabras.

 

 

XXV

LA CARTA DEL PROFETA (s.a.s.) A HIRAQL (CESAR) INVITÁNDOLO AL ISLAM

 

            Ibn Abbas relató que Abu Sufian le contó personalmente esto: Yo salí (en un viaje de comercio) durante el tiempo de comercio entre el Mensajero de Allah (s.a.s.) y yo. Cuando estaba en Siria llegó una carta del Mensajero de Allah (s.a.s.) para Hiraql, el Emperador de Roma (que en ese momento visitaba Jerusalén). La carta fue llevada por Dhihia al-Kalbi que se la entregó al gobernador de Basra, quien a su vez se la entregó a Hiraql. Y Hiraql dijo: ¿Hay aquí alguna gente de ese hombre que cree ser un profeta? Dijeron: Si. Entonces yo fui llamado junto a otros de los Quraish. Y entramos con Hiraql y nos sentamos frente a él y dijo: ¿Quién de vosotros tiene un parentesco más cercano con el hombre que cree ser un profeta? Abu Sufian dijo: Yo dije: Yo. Y ellos me sentaron frente a él y sentaron a mis compañeros detrás mío. Y llamó a su interprete y le dijo: Diles que le voy a preguntarle sobre el hombre que cree ser un profeta. Si miente desmentidlo. Abu Sufian dijo (al narrador): ¡Por Allah! si no fuera porque me acusarían de mentiroso habría mentido. (Hiraql) dijo al intérprete: Pregúntale sobre sus antepasados. Dije: El es de buen linaje entre nosotros. Dijo: ¿Ha habido algún rey entre sus antepasados? Dije: No. Dijo: ¿Acaso vosotros lo habéis acusado de mentiroso antes de que diga lo que dice? Dije: No. Dijo: ¿Y quién lo sigue? ¿Los poderosos o los débiles? Yo dije: Los débiles. Dijo: ¿Ellos aumentan o disminuyen? Dije: Mas bien aumentan. Dijo: ¿Alguno ha abandonado su religión después de haberla aceptado? Dije: No. Dijo: ¿Vosotros le habéis hecho la guerra? Dije: Si. Dijo: ¿Y cómo ha ido la guerra con él? Dije: La guerra entre nosotros y él ha oscilado como un balde, a veces nos ha favorecido a nosotros y a veces a él. Dijo: ¿El ha roto los pactos? Dije: No, pero acaba de terminar un tratado de paz y no sabemos ahora que es lo que va a hacer. ¡Por Allah! No voy a introducir en este diálogo más que estas palabras. Dijo: ¿Antes de él hay alguno que se haya proclamado profeta? Dije: No. (Ahora) dijo a su intérprete: Dile: Le hemos preguntado sobre sus antepasados y contestó que él tiene el mejor linaje. Ese es el caso de los profetas que descienden de la mejor gente. Le hemos preguntado si hubo algún rey entre sus antepasados y contestó que no. Si lo hubiera habido pensaría que es un hombre reclamando el reino de sus antepasados. Y te pregunté sobre sus seguidores: ¿Si eran de los débiles o de los poderosos? Dijiste que son de los débiles. Y así son los seguidores de los profetas. Y te pregunté: ¿Acaso lo acusabais de mentiroso antes de que diga lo que dice? Dijiste que no. Entonces supe que si no mentía sobre la gente menos mentiría sobre Dios. Y te pregunté: ¿Si alguien había abandonado su religión después de haberla aceptado? Y contestaste que no. Así es la fe cuando entra en la profundidad del corazón. Y yo te pregunté si sus seguidores aumentaban o disminuían y tu dijiste que aumentaban. Así es la fe cuando se perfecciona. Y te pregunté si habías estado en guerra con él y tu contestaste que si y que la guerra entre él y vosotros había sido oscilante, a veces lo favorecía a él y a veces a vosotros. Así son probados los profetas antes de que llegue la victoria final. Y te pregunté si rompía sus pactos y tu dijiste que no. Así son los profetas, ellos nunca rompen sus pactos. Y te pregunté si antes de él alguien había dicho lo mismo y tu dijiste que no. Y yo dije: Si antes alguien hubiera dicho lo mismo que él, hubiera pensado que es un hombre que se deja llevar por lo que se dijo antes que él. Luego preguntó: ¿Qué os ordena? Yo dije: Nos ordena la oración , el Zakat, la consideración con los parientes y a abstenernos de las cosas prohibidas. Dijo: Si lo que has dicho es verdad, ciertamente él es un profeta. Y yo sabía que él iba a aparecer, pero no pensé que iba a ser uno de los vuestros. Y si supiera que yo podría alcanzarlo, me gustaría encontrarme con él y si estuviera con él le lavaría sus pies. Y su dominio se extenderá a lo que está bajo mis pies. Luego pidió la carta del Mensajero de Allah (s.a.s.) y la leyó. Ella decía: “En el nombre de Allah, el Clemente, el Misericordioso. De Muhammad, el Mensajero de Allah a Hiraql, el Emperador de los Romanos. La paz sea para el que sigue la guía. Y después de esto. Te invito a que aceptes el Islam. Acepta el Islam y estarás a salvo. Y si aceptas el Islam Allah te recompensará dos veces. Y si lo rechazas cargaras con el pecado de los que te siguen. Oh Gente del Libro, venid al mensaje que nos es común a nosotros y a vosotros, de no adorar a otro que no sea Allah, de no asociarle nada y de no tomar a ninguno de nosotros como Señor a otro que no sea Allah. Y si ellos lo rechazan decid: Atestiguamos de que somos musulmanes. (3:64) Cuando terminó de leer la carta se levantaron voces y clamores en torno a él y ordenó que nos retirásemos. Cuando nos retiramos dije a mis compañeros: Ibn Abu Kabsha ([8]) (refiriéndose sarcásticamente al Profeta) ha llegado a tener tal poder que hasta el Emperador de los Romanos le teme. Y seguí creyendo que la autoridad del Mensajero de Allah (s.a.s.) triunfaría hasta que Allah me hizo aceptar el Islam.

            Ibn Shihab relató este hadiz con la misma cadena de transmisores, pero agrega: Cuando Allah derrotó a los ejércitos de Persia, Cesar se mudó de Homs a Aelia (Jerusalén) como agradecimiento a Allah por haberle otorgado la victoria. Y el hadiz dice: “De Muhammad, siervo de Allah y Su Mensajero”. Y dice: “el pecado de los que te siguen”. Y dice: “Te invito a que aceptes el Islam”.

 


 

[1] La palabra Yihad viene del verbo Yahada que significa: él se esforzó; en el sentido jurídico significa esforzarse al máximo de la capacidad propia por la causa de Allah. Entonces Yihad en Islam no es un acto de violencia dirigido contra los que no son musulmanes sino que es el gran lucha que todo musulmán debe realizar contra el mal dentro de si mismo y fuera de si, en cualquier forma que se manifieste. La lucha por la causa de Allah es uno de los aspectos del Yihad y esta lucha no es mera brutalidad sino que tiene sus reglas y su función de preservar el orden moral en el mundo.   

[2] El tema ha sido objeto de una vasta discusión. Otros hadices nos muestran a Ali jurando fidelidad a Abu Bakr en el Zaqifa Banu Sa’ida en el mismo día que lo hicieron los otros musulmanes y también otros señalan que Abu Bakr visitó a Fátima durante su enfermedad. Los restos de amargura que encontramos en los corazones de Fátima y Ali no era algo profundamente arraigado contra Abu Bakr sino que fue un sentimiento temporario causado por algunos malentendidos y dudas. Cuando los recelos fueron superados y aclarados los malentendidos las relaciones entre estas nobles almas volvieron a ser cordiales entre si y no quedaron vestigios de estos resentimientos en ninguno de ellos. No es posible que existiesen conflictos o desavenencias permanentes entre seres que habían sido educados y entrenados por el Profeta Muhammad (s.a.s.) en el conocimiento de Allah, en la piedad y en el sentido de responsabilidad. Si algo distinto de esto se manifestó fue debido a la debilidad natural del alma humana que fue rápidamente superada por la intensidad de la vida espiritual. 

[3] Badr está entre Meca y Medina, la batalla sucedió el 17 del mes de Ramadán en el segundo año de la Hégira. Fue la primera batalla entre los musulmanes y los incrédulos, una batalla decisiva en la que los musulmanes pese a la inferioridad de su número y a la escasez de sus recursos obtuvieron una brillante victoria que marcó el inicio de la expansión del Islam.

[4] Es el Este de la península arábiga donde está situada la actual capital de Arabia Saudita, Riad.

[5] El Hiyaz es la franja que es paralela al Mar Rojo al Oeste de la península arábiga y donde están situadas las ciudades sagradas de Meca y Medina.

[6] Los judíos de Banu Nadir vivieron durante cientos de años en Medina. Cuando el Profeta (s.a.s.) emigró a esta ciudad hizo un pacto de no agresión con ellos y con la otras tribus de judíos. Ellos rompieron este pacto en numerosas oportunidades aliándose con los Quraishitas y complotando con el recién nacido Estado Islámico e incluso atentaron contra la vida del Profeta (s.a.s.) en más de una oportunidad. El Profeta (s.a.s.) los advirtió en más de una oportunidad pero cuando su actitud se volvió intolerablemente peligrosa los sitió y cuando se rindieron le dio la oportunidad de partir hacia Siria con todo lo que sus camellos pudiesen llevar. Con los Banu Quraiza el caso es similar, tuvieron las mismas oportunidades de los Banu Nadir. Durante la batalla de los Confederados cuando los musulmanes estaban sitiados y pasando una situación muy difícil los judíos los traicionaron por la espalda. Al terminar la batalla con el triunfo de los musulmanes el Profeta (s.a.s.) los sitió y cuando ellos vieron que estaban en peligro pidieron que Sa’d ibn Mu’adh, que era su aliado, diese un veredicto de acuerdo a la Torá y no al Corán por lo que habían hecho. Su veredicto fue que se matasen a todos los hombre y que sus mujeres e hijos fuesen tomados prisioneros. En el tiempo de Umar se expulsó a los judíos de Jaibar por sus actividades sediciosas y su abierta rebelión. Lo mismo sucedió con los cristianos de Nayrán quienes habían firmado pactos de no agresión que fueron renovados durante el califato de Abu Bakr pero luego comenzaron a complotar y a preparar un ejército para luchar contra los musulmanes. Umar no los expulsó del Estado Islámico sino de la península arábiga y les dio tierras fértiles en Iraq y les facilitó los medios de transporte y otras como una remisión de la yizia por dos años.   

[7] Es Abdullah ibn Ubaii, el famoso hipócrita.

[8] Ibn Abu Kabsha era una persona que tenía una visión distinta de la que lo árabes de su época tenían. Adoraba la estrella del perro. Así Abu Sufian quiso compararlo irónicamente con el Profeta (s.a.s.).

 

 

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