AHMAD IBN HANBAL

VIDA Y OBRA

 

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Introducción

 

         Abu Zawr dijo acerca de Ahmad ibn Hanbal, “Si alguien dijera que Ahmad ibn Hanbal era uno de entre la gente del Jardín, no podría ser reprochado por semejante afirmación. Si fuerais a Jurasán escucharíais decir a la gente, Ahmad ibn Hanbal es un hombre recto.’ Lo mismo encontraríais si fuerais a Siria: dirían, ‘Ahmad ibn Hanbal es un hombre recto.’ Y lo mismo si fuerais a Iraq: dirían, ‘Ahmad es un hombre recto.’ Este es el consenso general, y por tanto si se le reprendiera por dicha afirmación sería como decir que el consenso general carece de validez.”

         Esta es la declaración de un erudito del hadiz contemporáneo del Imam Ahmad, expresando su opinión acerca del Imam a través de como era visto por todos sus contemporáneos. Los pueblos de todas las regiones de la Umma islámica estaban de acuerdo en que era un hombre recto y su rectitud, su temor a Allah, su escrupulosidad, su fortaleza en el Imán y su ascetismo eran bien conocidos y nadie dudaba de ello.

         De hecho, Ahmad fue puesto a prueba y pasó la prueba, y se purificó a sí mismo al soportar algunas difíciles y desagradables pruebas. Emergió de ellas como el oro que ha sido refinado por el fuego purificándolo de todo resto de impureza. Ahmad fue puesto a prueba por este mundo y sus placeres desapegándose del mismo. Aunque su ego deseaba las cosas buenas de la vida, abandonó sus apetitos, se apartó de todo lujo, y dejó todo lo que le resultaba dudoso por todo aquello de lo que poseía certeza. Rechazó todo confort y no se sintió atraído por ninguno de los lujos mundanales, de la misma forma en que la suciedad no puede adherirse a una superficie pulida. Ahmad fue puesto a prueba tanto con lo bueno como con lo malo, y la persecución no le hizo doblar su cuello ni la alegría le hizo perder su compostura.

         Cuatro califas intentaron ganárselo de diferentes maneras, pero salió de todas estas pruebas como un hombre recto. El califa Al-Ma’amun lo puso a prueba mediante el daño. El Imam fue presentado ante el califa encadenado por pesadas cadenas de hierro y sometido a un trato vejatorio. El califa Al-Mu’atasim lo puso a prueba encerrándolo en prisión y azotándolo. Al-Waziq lo puso a prueba prohibiéndole hablar. Ninguno consiguió doblegar sus convicciones. Después de estas aflicciones, el Imam fue puesto a prueba de modo diferente. Al-Mutawakkil le envió regalos los cuales rechazó, a pesar de pasar hambre, pero rechazaba todo aquello que dudaba de su licitud. Era especialmente escrupuloso en este sentido.

         Finalmente Ahmad fue puesto a prueba, después de todo esto, con la mayor prueba con la que puede ser probado un ser humano: la excesiva admiración de los demás, algo que fácilmente hace engañarse a sí mismo al ser humano y le seduce a caer en el orgullo. Pero se humilló a sí mismo ante la majestad de Allah y Shaytán fracasó en su intento de descarriarlo. Dijo en cierta ocasión, “Si pudiera encontrar una forma de no ser mencionado, la pondría en práctica”, y también dijo “¡Ojalá me encontrara en un barranco en Meca y así poder pasar desapercibido! He sido puesto a prueba por mi reputación a tal extremo que deseo la muerte día y noche.”

         El Imam Ahmad fue el alfaquí dominado por la rectitud hasta tal punto que su extrema rectitud le impidió desarrollar su fiqh hasta grados extremos. Dudaba cuando otros seguían adelante, y vacilaba cuando otros resolvían. Se detenía ante el significado cuando otros hablaban. Permaneció en silencio a la hora de dar fatwas cuando otros se atrevían a darlas. Esta es la razón de porque predominó en él el hadiz antes que el fiqh, lo cual ha llevado a muchos eruditos a ver en él a un hombre sabio en hadices antes que a un alfaquí.

         Así por ejemplo, at-Tabari, no mencionó la escuela de Imam Ahmad cuando se refería a las polémicas entre los alfaquíes. Dijo acerca de él, “Fue un hombre de hadiz, no un hombre de fiqh, y así se le ha juzgado.” Algunos alfaquíes dedicados al estudio de los problemas relacionados con el fiqh, como por ejemplo at-Tahawi, ad-Dabusi, an-Nasafi, al-Asili, al-Maliki y al-Gazali, no lo mencionan entre los alfaquíes cuyas opiniones son tenidas en cuenta. En el libro al-Ma’arif  Ibn Qutayba no lo menciona entre los alfaquíes. Al-Maqdisi lo menciona dentro de la mejor categoría de los narradores de hadices.

         Qadi ‘Iyad dice de él en su obra al-Madarik: “No fue un hombre de fiqh aunque fue un excelente investigador de sus orígenes.” El punto de vista de aquellos que sostienen que el Imam Ahmad no fue un alfaquí viene sustentado por el hecho de que no se ha transmitido que hubiera dejado algún libro de fiqh. Durante su época se escribieron muchos tratados acerca del fiqh. Muhammad ash-Shaybani recopiló todo el fiqh iraquí. Abu Yusuf escribió libros relativos al fiqh, y ash-Shafi’i dictó o escribió el fiqh de su escuela. Ahmad, por su parte, tal como reconocen los historiadores, no hizo nada de esto.

         Esto demuestra que fue un muhaddiz (recopilador de hadices) y no un alfaquí, o al menos que los hadices dominaron su fiqh. No hay duda alguna de que algunos eruditos del hadiz sostuvieron opiniones en cuestiones de fiqh: al-Bujari entra dentro de esta categoría, así como Muslim. Esto no los convierte de ser eruditos en el hadiz en alfaquíes. Si alguien está absorbido por el estudio del hadiz y se especializa en ello, se trata entonces de un muhaddiz. Si alguien proclama muchas fatwas y se dedica a ello, entonces se trata de un alfaquí. No hemos encontrado a nadie que combine ambas cualidades tan admirablemente como el Imam Malik ibn Anas, quien fue único a este respecto.

         Ahmad ibn Hanbal fue tanto un alfaquí como un erudito del hadiz, aunque admitamos que su inclinación a los hadices fue más fuerte. No dejó ningún escrito relativo al fiqh pero sin embargo dejó su gran Musnad concerniente a los hadices. Llegó a ser un Imam en fiqh tras su muerte, debido a que sus estudiantes recopilaron todos sus pronunciamientos, fatwas y opiniones, formando un cuerpo legal que le fue adscrito. Algunas veces las transmisiones que se le atribuían variaban, como fue el caso en varias ocasiones, mientras que en otras ocasiones las diversas transmisiones a él atribuidas manifestaban unanimidad. Este fue el punto de vista de Ibn al-Qayyim, quien afirma en su I’lam al-Muwaqq’in: “La razón por la que Ahmad no escribió un solo libro era porque sentía una gran aversión a escribir libros sobre un tema que no fuera el hadiz, pero Allah sabe mejor sobre cuales eran sus verdaderas intenciones. Fueron sus estudiantes quienes se preocuparon de recoger sus dichos y sus fatwas.” En el mismo libro Ibn al-Qayyim también dice: “Al-Jallal recopiló todos los textos del Imam Ahmad en su obra Gran Colección que comprendía veinte o más volúmenes. Sus fatwas y sus preguntas se transmitieron generación tras generación. Llegó a ser un Imam y un modelo para la gente de la Sunna en las siguientes generaciones, hasta el punto de que incluso aquellos que se oponían a su escuela por medio del iytihad y la imitación, tuvieron en mucha estima sus textos y sus fatwas. Reconocieron su exactitud y proximidad a los textos y fatwas de los Compañeros. Cualquiera que compare sus fatwas con las de los Compañeros percibirá un gran paralelismo entre ambas. Todo el mundo puede ver como parecen provenir de la misma fuente.”

         Por tanto, Ahmad declinó escribir libros sobre fiqh y les prohibió a sus compañeros leer libros de esta materia por temor de que al hacerlo esto les dispensara de estudiar hadices, y así confió en la transmisión de sus compañeros de su propio fiqh. Las transmisiones fueron redactadas en diversos libros con variantes de unos a otros ya que ello se basaba en la transmisión oral. El propio Imam no puso ningún interés propio en dejar registrado su propio fiqh, y por tanto uno debe escoger entre las diferentes variantes disponibles.

         Encontramos que aquellos que compusieron colecciones de biografías hablan acerca de la transmisión de algunos de sus compañeros. En su Tabaqat, Ibn al-Farra’ transmitió de Abu Bakr al-Marwazi, al-Azram, Musaddad, Harb y otros. Hubo muchos hombres de confianza que transmitieron fiqh hanbali y se lo adscribieron al Imam. Pero también encontramos algunos de los transmisores diciendo: “Dos hombres rectos fueron puestos a prueba por seguidores pocos fiables: Ya’far ibn Muhammad y Ahmad ibn Hanbal.”

         Ya’far ibn Muhammad, conocido como Ya’far as-Sadiq, fue uno de los Imames shiitas y se le atribuyeron muchas palabras que pasaron posteriormente a formar parte del fiqh del Imam Ya’far. Algunos hanbalíes atribuyen puntos de vista dogmáticos a Ibn Hanbal de dudosa adscripción al mismo, pues caben dudas en cuanto a la sinceridad del transmisor que harían rechazar por poco fiable la veracidad de lo transmitido. Así pues, hay controversia a la hora de adscribir el fiqh hanbali al Imam Ahmad.

         Si queremos estudiar las escuelas legales de un modo sistemático sería suficiente con examinar la colección de fiqh que forma la escuela hanbali en la medida en que comprende un cuerpo legal con un método unificado, y un razonamiento y dirección único. Uno podría tener suficiente con el estudio del cuerpo legal sin investigar los orígenes. Sin embargo, desde el momento en que estamos estudiando al Imam y su fiqh, debemos estudiar hasta que punto es confiable aquello que se le ha adscrito y en que puntos surge la duda. Debemos estudiar, por tanto, estas materias sin saltar a las conclusiones. Nuestro método en este estudio está basado en aquello que los eruditos de diferentes épocas han aprobado, incluyendo la evidencia de la falsa adscripción. Los eruditos aceptan un texto cuando tiene apariencia de ser verdadero sobre la base de haber sido transmitido y aceptado por generaciones sucesivas. Cuando hay múltiples transmisiones cercanas al tiempo actual, no se rechazan a menos que haya una evidencia manifiesta que lo contradiga. Si la duda pudiera anular todos los hechos recibidos, no habría historia alguna. Por tanto aceptaremos la adscripción del fiqh al Imam Ahmad como un hecho válido y examinaremos las controversias al respecto.

         Cuando estudiamos el fiqh hanbali encontramos un fiqh maduro y vivo en el que pueden ser destacados dos elementos fortalecidos y cuyo alcance se extendió en el área de la conducta más que en otras áreas del fiqh: tradición y libertad.

 

-         El fiqh de Ahmad es un fiqh en el que la tradición se manifiesta de forma más fuerte y clara. Prefería la opinión de los Compañeros. Cuando se daban dos opiniones entre los Compañeros elegía entre los dos. Algunas veces optaba por uno de ellos, y otras sostenía dos opiniones acerca de la misma cuestión, cuando consideraba que no tenía el derecho de elegir entre las opiniones de aquellas nobles gentes sin un texto que justificara dicha elección y contradecir a uno de los dos. Cuando no existiera texto o tradición sobre un asunto determinado proveniente de los Compañeros, ejercía el iytihad.

-         En el área de las transacciones sociales, cuando no había texto ni tradición ni analogía posible, dejaba al asunto apoyarse sobre la base de su permisibilidad. Es por esto que en el campo de los contratos y precondiciones, su fiqh es aquel con un alcance o posibilidades más amplias y extensas porque considera los contratos y las precondiciones básicamente como aceptables a menos que exista clara evidencia que los invaliden. Ninguna evidencia de validez es necesaria. La evidencia tan solo se requiere para demostrar la invalidez.

 

        Al estudiar esta gran escuela, dos importantes asuntos deben ser tenidos en cuenta: la base del razonamiento legal y como sus ramas,  derivaciones y reglas secundarias se deducen de sus premisas principales, y las reglas precisas para establecer las ramas de investigación de los diversos problemas en los cuales es necesario ejercer el iytihad. Las reglas y los fundamentos no provienen todos del Imam Aahmad, ni los detalles han sido transmitidos a partir de él. Los detalles se desarrollaron con posterioridad al Imam, deduciéndose de reglas secundarias y de extrapolaciones.