AHMAD IBN HANBAL

VIDA Y OBRA

 

La Vida de Ahmad ibn Hanbal

164 - 241 de la hégira

 

índice

 

 

El Hadiz y el Fiqh de Ahmad

 

         En realidad este tema es el objetivo de nuestros estudios, porque tal y como ya hemos visto por los capítulos anteriores, el Imam Ahmad evitó siempre la disputa intelectual y racional con los diferentes grupos y movimientos de la época y en el plano político igualmente trató de mantenerse al margen de las tempestades políticas que soplaban en torno a la cuestión del califato en aquel tiempo, adhiriéndose al Fiqh y al Hadiz como el objetivo principal de su vida. Cuando conoció a ash-Shafi’i aprendió de éste las reglas necesarias para un correcto entendimiento del Libro, el estudio comparativo de los textos fuentes, el conocimiento de los textos abrogados y abrogantes, y en general como deducir y extrapolar las reglas derivadas a partir de las fuentes de la Shari’a.

         Ahmad comprendió que el Imam ash-Shafi’i fue un genio que no podía ser ignorado por nadie que buscara el conocimiento del Libro y la Sunna. Un sabio debe nutrirse de varias fuentes y el fruto de un conocimiento correcto es una sabiduría sincera. A través del estudio del Fiqh y de los métodos deductivos de ash-Shafi’i, fue capaz de estudiar la Sunna y las tradiciones de una forma correcta y elaborar su propio Fiqh en temas y asuntos particulares que no fueron tratados por los Compañeros o los Tabi’un.

         De esta forma vemos que Ahmad fue un Imam en Hadices y que a través de su liderazgo en los hadices y tradiciones, llegó a ser un Imam en Fiqh. Su Fiqh, en esencia, lógica, criterio, leyes, estructura y apariencia, estuvo basado en la Tradición. Este fue el motivo de que at-Tabari sostuviera que Ahmad fuese un alfaquí y de que Ibn Qutayba lo contara entre los eruditos del hadiz pero no entre los alfaquíes. Algunos otros autores sostuvieron también este punto de vista, no obstante, un análisis en profundidad de los estudios de Ahmad así como de sus Fatwas sobre determinadas cuestiones evidencia que él fue un alfaquí imbuido en la Tradición y en su metodología.

         Independientemente del veredicto de los eruditos acerca de si Ahmad fue o no un alfaquí, poseemos una colección de textos legales atribuidos a él y diferentes transmisiones con un isnad (cadena) sobre la cual discrepan los eruditos del Islam. La razón de esta controversia radica en que el propio Ahmad solía prohibir a sus alumnos y oyentes que escribieran nada excepto hadices. Al principio pensaba que escribir cualquiera otra cosa que no fueran hadices constituía una innovación: ¿cómo podían mezclarse las palabras del Mensajero con las palabras de otra gente?; también le preocupaba el hecho de que si permitía escribir cosas a sus alumnos que no fueran hadices, con el paso del tiempo la gente olvidara el estudio de los hadices y la tradiciones y se centrara tan solo en los veredictos de los alfaquíes. Solía decir, “No buscad en lo que escribiera Ishaq, Sufyan, ash-Shafi’i o Malik; tenéis la fuente.” Cuando se le preguntó acerca de alguna gente del hadiz que escribió los libros de ash-Shafi’i, dijo, “Pienso que no deberían hacerlo”. Se le preguntó acerca de los libros de Abu Zawr y dijo, “Un libro que es una innovación es una innovación. Los hadices son lo esencial.” Parece ser que al principio no permitió la transmisión de ningún libro salvo la Muwatta’ del Imam Malik, y ésta porque contenía muchos hadices.

         Pero junto con estas tradiciones en las que se nos relata la prohibición de escribir nada salvo hadices, también nos han llegado otras en las que se nos dice que a lo largo de su vida aceptó la transmisión tanto oral como escrita de sus enseñanzas. De hecho algunas veces consultaba algunos libros y luego hacia referencia a los mismos. Para conciliar las dos opiniones, podemos conjeturar que al principio de su enseñanza prohibió cualquier transmisión que no fuera de hadices, y no permitió que sus Fatwas se propagaran porque pensaba que dar una Fatua era una especie de desastre en la que caía el alfaquí cuando se veía forzado a pronunciarse sobre un tema acerca del cual no había un texto explícito del Profeta o alguna otra Fatwa de los Compañeros. Ahmad pensaba que las Fatwas personales eran algo a lo que se debía recurrir tan solo como último recurso, y por lo tanto no debían ser transmitidas porque las consideraba con un mal irremediable en el que no había ningún bien el propagarlas a pesar de que se consideraran aceptables si estaban fundamentadas en hadices o en tradiciones válidas. No obstante, al final de su vida, Ahmad se vio obligado a permitir que sus Fatwas se pusieran por escrito y se propagaran. No le gustaba en absoluto que sus opiniones personales se propagaran pero era demasiado retraído como para poder impedir que se pusieran por escrito. No obstante, la insistencia de sus compañeros hizo que aceptara finalmente que pudieran ser puestas por escrito sus opiniones legales. Se dice en el libro Kitabal-Minyah de Ishaq ibn Mansur a-Marwazi (m. 251 después de la Hégira) que el Imam Ahmad se retractó de algunas reglas que habían sido transmitidas provenientes de él. Ishaq compiló estas reglas en un libro, se las llevó a Bagdad y le mostró a Ahmad todas las cuestiones sobre las cuales había emitido una Fatwa; las confirmó por segunda vez y aprobó lo que aquel había hecho. De entre la gente fue la persona más adecuada a la hora de la aceptación de Fatwas ya que sus Fatwas provenían directamente de los hadices y su posición en cuanto al seguimiento del Salaf era clara, antes que adoptar razonamientos legales que no contuvieran una fuerte conexión con los hadices y la Tradición tal y como se caracterizaban sus Fatwas.

         En resumen, Ahmad el erudito del hadiz, nos ha transmitido su Musnad, el cual compiló y pasó a la posteridad en forma de libro. En cuanto al Ahmad el alfaquí, no escribió ni dictó a sus alumnos ningún libro relativo al Fiqh.

 

 

El Musnad

 

         El Musnad es la colección de hadices que Ahmad transmitió desplazándose a numerosos lugares para obtenerlos. El Musnad contiene aquellos hadices que Ahmad aprendió y grabó junto con sus isnad (cadenas de transmisión del hadiz). Comenzó su compilación cuando empezó a estudiar hadices a la edad de 16 años. Los eruditos de la Sunna están de acuerdo en que empezó a reunir hadices en el año 180 después de la Hégira al comienzo de su búsqueda del conocimiento.

         Aunque a Ahmad le desagradaba el escribir en términos generales, le gustaba no obstante escribir hadices y por ello fue que empezó bien pronto con su obra del Musnad. La razón hay que encontrarla en la respuesta que le dio a su hijo, ‘Abdullah, ante una pregunta de éste, quien dijo, “Pregunté a mi padre, ‘¿por qué te disgusta escribir libros cuando has escrito el Musnad?’, y él dijo, ‘Hice este libro como modelo para que la gente consulte cuando estén en desacuerdo acerca de la sunna del Mensajero de Allah, que Allah le de la paz y las bendiciones’”.

         Ahmad se impuso a sí mismo la tarea de coleccionar hadices de hombres de confianza, entrevistándolos y yendo a su encuentro, esforzándose para ello no importándoles las dificultades y penurias que tuviera que atravesar para lograr su objetivo. Continuó haciendo esto a lo largo de toda su vida. No se preocupó en dividir y organizar el texto en capítulos, sino que solo le preocupó registrar y reunir los hadices. Parece ser que reunió los hadices en páginas separadas hasta que sintió que su final estaba próximo, entonces reunió a sus hijos y a la élite de sus estudiantes y les dictó lo que había reunido y escrito. Ibn al-Yazari dice: “El Imam Ahmad empezó a compilar el Musnad y a escribirlo en páginas independientes, separándolo en partes diferentes, pero murió antes de terminar el proyecto. Lo había dictado oralmente a sus hijos y a la gente de su casa, pero murió antes de poder revisarlo y editarlo. La obra quedó así hasta que su hijo ‘Abdullah la aumentó con añadidos de lo que había oído.”

         Esto indicaría que el Imam Ahmad tan solo habría leído el Musnad a sus hijos y a la gente de su casa, lo cual está en contradicción con lo que sabemos acerca de él dictando hadices a todo aquel que le preguntaba por los mismos, aunque en realidad no hay contradicción alguna ya que en sus lecciones tan solo les leía a sus discípulos acerca de cosas específicas que éstos preguntaban, transmitiendo aquello que él consideraba necesario para el que le había formulado la pregunta, por lo que la afirmación de Ibn al-Yazari se refiere más bien a la transmisión en sí del Musnad.

         Su hijo ‘Abdullah fue su mejor y más grande transmisor, hecho que ya Ahmad había señalado en su memoria. Leemos en los Tabaqat de Abu Ya’la, “Salih (el otro hijo de Ahmad) escribió poco de su padre. En cuanto a ‘Abdullah, no hay nadie en el mundo que transmitiera de su padre más que él. Aprendió el Musnad y el Tafsir así como muchos otros libros”.

         Por tanto parece ser que se le debe a su hijo ‘Abdullah el Musnad tal y como nos ha llegado hasta hoy. Los hadices están ordenados según el Compañero que los había transmitido, y si eran hadices mursal, el Tabi’i que lo transmitía.

 

 

La transmisión del Fiqh de Ahmad

 

         Ya hemos dicho que en realidad Ahmad no escribió ningún libro que pudiera considerarse como la fuente y origen de la escuela de Fiqh que lleva su nombre, tan solo escribió hadices. Los eruditos, sin embargo, han mencionado algunos libros sobre temas legales atribuidos a él, incluido uno acerca de los rituales del Hayy (peregrinación mayor a Meca) y un pequeño tratado sobre el Salat (que in sha Allah esperamos pronto tener traducido para los lectores de nuestra página) que escribió a un Imam con el que había hecho el Salat dándose cuenta de los fallos que había cometido en el mismo el Imam. Estas obras adoptan la forma de tratados dividas en secciones que contienen muchas Tradiciones y en las que no se encuentran opiniones, analogía, o deducciones legales; por tanto, son en realidad libros mas bien de hadices, aunque pertenecen al ámbito del Fiqh por su objetivo en cuanto a explicación y aclaración.

         Por tanto y dado el hecho de que Ahmad no escribió sobre Fiqh, uno debe apoyarse en los trabajos de sus estudiantes para estudiar su Escuela. Encontramos, como ya hemos apuntado, que existe una enorme confusión en cuanto a la transmisión, lo cual se deriva de varios factores:

 

         -Como ya sabemos a Ahmad le disgustaba que sus Fatwas fueran transmitidas, escritas o publicadas en su nombre. A este respecto se dice que Ahmad ibn al-Husayn dijo, “Un hombre le dijo a ‘Abdullah, ‘Quiero escribir estas sentencias, porque temo olvidarlas.’ Y Ahmad dijo, ‘No las escribas. Me molesta que mis opiniones sean puestas por escrito.’ En cierta ocasión se percató de que alguien estaba escribiendo en secreto sus comentarios y le dijo, ‘No escribas mi opinión. Yo puedo decir algo hoy y retractarme mañana’”. Por tanto, todo lo que se escribía de él había de hacerse en secreto o con su desaprobación y por tanto de ahí la posibilidad de errores en la transmisión. Fueron muchas las opiniones que se le atribuyeron, y no menos que las que se le atribuyeron a Abu Hanifa y a Malik, y por ello debe haber numerosos errores en muchas de las opiniones atribuidas a estos Imames.

 

         -Algunos de los compañeros de Ahmad, que transmitieron muchas declaraciones de aquel y que fueron fuente importante del Fiqh atribuido a Ahmad, usan expresiones que indican que las opiniones de Ahmad las habían conocido antes de que lo conocieran personalmente, y así Harb al-Kirmani, quien transmitió mucho del Imam, ha mencionado que publicó 4000 sentencias de Ahmad que había escuchado antes de conocerle personalmente.

 

         -Es sabido que el Imam Ahmad no recurría a la opinión salvo en casos de extrema necesidad; y no obstante un gran número de sentencias les han sido atribuidas, muchas de ellas contradictorias entre sí. Tampoco recurrió a casos teóricos con el fin de deducir reglamentaciones secundarias a través del uso del razonamiento legal. A menudo solía decir, “No se”, y a este respecto imitó a Malik y a Ibn ‘Uyayna. Esta abundancia de opiniones, no es consistente con el sabido hecho de que a menudo dijera, “No se”, y como es bien sabido, no solía emitir Fatwas mediante opinión salvo casos de extrema necesidad.

 

         -Ahmad fue famoso por haber desautorizado muchas de las opiniones atribuidas a él en Jurasán, diciendo que no eran suyas. Por tanto, ¿cuánto se le habrá atribuido a lo cual el mismo hubiera negado ser su autor?

 

         -Mucho del Fiqh transmitido de Ahmad es contradictorio, y por tanto es difícil aceptar que todas las posturas que se le atribuyen son suyas. Solo hay que abrir algunos de los libros de los Hanbalíes ir a cualquier capítulo  y encontraremos que un determinado número de cuestiones tienen diferentes transmisiones, algunas afirmando una postura y otras negándolas.

 

         Estos puntos crean cierta inestabilidad en el Fiqh Hanbali, además algunos autores antiguos, como at-Tabari e Ibn Qutayba, han considerado a Ahmad como un erudito del hadiz mas que como un alfaquí. Si sus sentencias legales hubieran sido bien conocidas, no cabe duda de que Ahmad hubiese sido considerado como un alfaquí por aquellas autoridades. Por tanto y a pesar de la controversia que rodea a sus sentencias legales, las generaciones de eruditos posteriores han aceptado la adscripción de aquel Fiqh a Ahmad.

         Se podría decir que si aquellas autoridades antiguas no consideraron a Ahmad como un alfaquí fue debido a que sus Fatwas estaban basadas más en el hadiz que en la deducción legal. No se parecía a Malik, quien tenía un método legal particular a la luz del cual estudiaba los hadices, o como Abu Hanifa quien contemplaba la transmisión como un alfaquí, como fuente de la que deducir un regla para casos en los que no había precedentes, o como ash-Shafi’i quien desarrolló los principios del Fiqh y facilitó su estudio y sus técnicas, aunque basara su trabajo en los textos transmitidos. Ahmad, sin embargo, no estudió el hadiz con el objetivo de hacer extrapolaciones, para él el estudio del hadiz era un objetivo en sí mismo y no un medio para algo más. Llegó a ser un alfaquí cuando se vio forzado a emitir Fatwas y a responder ante las preguntas de la gente, y si había un texto sobre alguna cuestión, aunque fuera de un Compañero o de algún gran Tabi’i se remitía al texto, y si no había Fatwa de ninguno de ellos, derivaba a partir de lo que tenía sin recurrir a la analogía salvo que fuera totalmente imprescindible, y por tanto su Fiqh es un fiqh basado en la tradición.

         Los dos puntos que arrojan dudas sobre el cuerpo del Fiqh Hanbali, son su abundancia, a pesar del hecho conocido de ser muy reacio a transmitir algo, y al hecho de que algunos de sus compañeros transmitieron un gran número de sus Fatwas antes de conocerle personalmente. La verdad es que, tras el periodo de la Mihna y lo que tuvo que soportar en la misma, el Imam Ahmad llegó a ser muy famoso en todo el mundo musulmán por su conocimiento en todas las ramas del saber, ya fuera ‘aqida, hadiz o Fiqh. Vivió durante más de 20 años después de la Mihna, y mucha gente le consideró su Imam consultándole acerca de muchas cuestiones y aprendiendo de él.

         En cuanto a las diferencias en sus posturas que se le atribuye, lo miso puede decirse del resto de los Imames, pues en todas las Escuelas hay posturas contradictorias así como en sus fundadores, lo cual puede explicarse como un compromiso sincero en su búsqueda de la verdad, pues en ciertos momentos podían emitir una opinión basándose en lo que sabían pero más tarde alguien podía aclararles algo al respecto y dado su compromiso con la verdad rectificar sobre su primera opinión, y es por esto que alguien que escuchara una primer opinión del Imam Ahmad en lo referente a un tema no pudiera estar después al tanto sobre una posible rectificación que hubiera hecho a posteriori y como su Fiqh era eminentemente oral de ahí que pudiera existir contradicciones sobre un mismo punto, a diferencia del Imam ash-Shafi’i quien o bien dictaba o escribía su Fiqh, y aún así hay diferentes posturas atribuidas al mismo, y así por ejemplo, ar-Rabi’ ibn Sulayman, el transmisor de los libros de ash-Shafi’i en su versión final, transmite dos opiniones de él referentes a una cuestión particular, y esto no debe levantar ninguna sospecha acerca de la validez, pues algunas veces ash-Shafi’i mencionaba dos posibilidades sin decantarse por ninguna, como resultado de su escrupulosidad en la búsqueda de la verdad.    

 

 

Los transmisores del Fiqh de Ahmad

 

         Ahmad tuvo muchos compañeros, de los cuales algunos solo transmitieron hadices, mientras que otros transmitieron hadices y fiqh, y otros fueron conocidos especialmente por la transmisión del fiqh. El autor de al-Minyah al-Ahmad ha mencionado y ordenado algunos de los mismos: “Algunos transmitieron mucho y otros muy poco. También eran diferentes en relación al Imam Ahmad, en cuanto a la cantidad de información que escucharon, en cuanto a su precisión y a su memoria. Entre aquellos que transmitieron mucho se encuentran Ibrahim al-Harbi, Ibrahim ibn Hani’ y su hijo Ishaq, Abu Talib al-Mishkati, Abu Bakr al-Marwazi, Abu Bakr al-Azram, Abu’l-Hariz Ahmad, Ishaq ibn Mansur al-Kawsanj, Ismail ash-Shaliji, Ahmad ibn Muhammad al-Kahhali, Abu’l-Muzaffar Ismail, Bishr ibn Musa, Bakr ibn Muhammad, Harb al-Kirmani, al-Hasan ibn Zawab, al-Hasan ibn Ziyad, Abu Dawd as-Sijistani, ‘Abdullah, Salih, y muchos otros.”

         El Imam Ahmad los ha mencionado en su libro, y son tan solo los hombres que transmitieron mucho de su Fiqh o, según la definición de los historiadores del Fiqh Hanbali, aquellos que transmitieron cuestiones legal mas bien que solo hadices. Sabemos que la persona que puso orden en todo este material fue uno de los eruditos de la segunda generación, Abu Bakr al-Jallal. En el Fiqh Hanbali él ocupa un lugar similar al que ocupa Muhammad ash-Shaybani en el Fiqh Hanafi, Sahnun en el Fiqh Maliki, y ar-Rabi’ ibn Sulayman en el Fiqh Shafi’i, aunque ash-Shaybani conoció a Abu Hanifa y transmitió de él, y ar-Rabi’ fue estudiante de ash-Shafi’i. A continuación haremos una breve reseña biográfica de los más destacados:

 

Salih ibn Ahmad ibn Hanbal

         Salih fue el hijo mayor del Imam Ahmad. Ahmad se mostró muy preocupado con su educación satisfecho de que fuese un asceta al igual que él. Lo educó de una manera ejemplar y llegó a ser un hombre muy escrupuloso y recto. Salih fue un hombre generoso y llegó a tener muchos hijos. A causa del tamaño de su familia se vio obligado a aceptar el cargo de Qadi de Tartus. Aprendió Fiqh y hadices de su padre y de otros sabios contemporáneos. Transmitió muchas sentencias legislativas sobre Fiqh que su padre había pronunciado. Abu Bakr al-Jallal dice: “Escuchó muchas preguntas y la gente solía escribirle desde Jursasán para preguntar a su padre ciertas cuestiones a las cuales el enviaría las respuestas. De esta forma se convirtió en un transmisor del Fiqh de su padre. Murió en el 266 de la Hégira.

 

‘Abdullah ibn Ahmad ibn Ahmad

         ‘Abdullah, el hijo de Ahmad, nació en el 213. Al igual que hiciera con su hermano Salih su padre puso mucha atención en su educación. ‘Abdullah se interesó fundamentalmente en el hadiz, mientras que su hermano Salih mostró más interés por el Fiqh. Murió en el 290 de la Hégira.

 

Ahmad ibn Muhamma ibn Hani’ al-Azram

         Al-Azram fue uno de los compañeros de Ahmad ibn Hanbal con quien estudió cuando el Imam era un hombre ya maduro. Estuvo interesado en el Fiqh y en la deducción legal. Una vez que encontró a Ahmad, se limitó al estudio de la Tradición. Se dedicó por completo al Imam Ahmad por la escrupulosidad y la rectitud de éste. Narró cuestiones de Fiqh de Ahmad así como numerosos hadices. Murió bien en el 260 o en el 261 de la Hégira.

 

‘Abdu’l-Malik ibn ‘Abdi’l-Hamid Mahran al-Maymuni

         ‘Abdu’l-Malik escuchó a Ahmad y a otros sabios contemporáneos. Al-Jallal admiró su transmisión de Ahmad y a menudo se basaba en él para su transmisión. Puso por escrito las sentencias legales de Ahmad; a causa de su conocimiento a Ahmad le fue muy difícil prohibirle que las recogiera por escrito. Le recomendó a Ahmad que pusiera por escrito sus sentencias porque venían derivadas de la Sunna y no añadían nada a la misma. Se mantuvo en su compañía durante más de 20 años hasta el año 227 de la Hégira. Murió en el 274.

         Abu Bakr al-Jallal dice de él: “Era el Imam más estimado entre los compañeros de Ahmad, y Ahmad le dispensó un gran honor. Se comportó con él como no se había comportado con otros. Me dijo, ‘He acompañado a Abu ‘Abdullah con devoción desde el 205 al 227 de la Hégira, y después solía ir y venir para verlo. Abu ‘Abdullah solía compararme con Ibn Jurayh ibn ‘Ata’ por la gran cantidad de preguntas que le hacía. Me dijo, ‘A nadie he tratado como te he tratado a ti’”. Tenía muchas sentencia legales de Ahmad en una colección de alrededor de 20 secciones y dos grandes secciones de más de 100 páginas. No he escuchado de nadie algo similar a esto.”

 

Ahmad ibn Muhammad ibn al-Hayyaj al-Marwazi

         Al-Marwazi fue el más íntimo de los compañeros de Ahmad y fue quien le lavó cuando el Imam murió. Fue muy estimado por Ahmad y transmitió el Libro de la Escrupulosidad de aquel. Era un hombre de confianza y Ahmad confiaba plenamente en él. Murió en el 275 de la Hégira.

 

Harb ibn Isma’il al-Hanzali al-Kirmani

         Harb empezó siendo Sufi, algo común en aquel tiempo. Conoció a Ahmad mas bien tarde. Se dice que al-Jallal le preguntó por qué había conocido tan tarde a Ahmad y él contestó, “Antes era un Sufi y no estudiaba”. Era amigo de al-Marwazi y estaba en su casa cuando fue a conocer a Ahmad. Fue al-Marwazi quien animó a al-Jallal, su estudiante, que fuera a ver a Harb y le escuchara y transmitiera las sentencias legales de él y le que le ayudara en su tarea. Harb transmitió mucho de Ahmad, pero no escuchó de él directamente todo lo que transmitió. Mencionó que Ahmad dijo, “La gente necesita el conocimiento tanto como necesitan el pan y el agua.” Murió probablemente en el 280 de la Hégira.

 

Ibrahim ibn Ishaq al-Harbi

         Abu Ya’la lo describe de la siguiente manera: “Fue un Imam en conocimiento, un líder en ascetismo, con conocimiento del Fiqh, una visión penetrante en las sentencias legales y una gran memoria en hadices. Escribió muchos libros.”

         Ibrahim, que transmitió el Fiqh y los hadices de Ahmad, murió en el 285 de la Hégira.

 

Ahmad ibn Muhammad Abu Bakr al-Jallal

         Se considera como el mayor compilador y transmisor de Fiqh Hanbali. Se mantuvo en la compañía de al-Marwazi hasta su muerte. Parece ser que prefirió transmitir el Fiqh de Ahmad y en ello puso toda su energía. Viajó extraordinariamente en su búsqueda, recogiendo mucho de los hijos y del tío del Imam Ahmad, de Harb al-Kirmani, al-Maymuni y otros. Al-‘Alimi dijo, “Recogió de tantas fuentes que es imposible mencionarlas todas. Viajó a las regiones más remotas para oír y recoger las enseñanzas de Ahmad.”

         Después de que hubo recogido las transmisiones de Ahmad, al-Jallal las enseñó a sus estudiantes en la Mezquita Mahdi de Bagdad, donde se formaría el círculo de Fiqh Hanbali que difundiría la Escuela. Compuso una colección legal de sentencias de unos 20 volúmenes.

         Los alfaquíes están de acuerdo en que recogió todas las sentencias legales atribuidas a Ahmad.

         Ibn al-Yawzi dice, “Escribió varios libros, incluido La Gran Colección en 200 partes.” Es evidente que esta colección constituye la base de todo el Fiqh Hanbali. También tiene libros sobre otras materias. Ibn al-Qayyim dijo, “Al-Jallal reunió sus textos en La Gran Colección, compuesta de 20 o más volúmenes.” Al-Jallal murió en 311 de la Hégira.