Comentario del Shayj Sidi Ahmad Ibn ‘Ayiba
a los “Hikam” de
Ibn ‘Ata Allah de Alejandría
Traducción de 'Abd l-Wahid Gutiérrez
Primera sentencia
“Signo
de que se depende de la acción, es la disminución de la esperanza cuando se
comete un error”
Comentario de Sidi Ahmad Ibn ‘Ayiba:
La
confianza en algo significa depositar nuestro apoyo y fundamento en ello, y la
acción es todo movimiento ya sea del cuerpo o del corazón. Si este movimiento
se produce de acuerdo a ley revelada, es decir la Shari’a del Islam, se
denomina obediencia por parte del sujeto que realiza la acción, mientras que si
dicho movimiento es contrario a la shari’a se denomina desobediencia o rebeldía
por parte del sujeto. La acción para la gente del sufismo pude ser dividida en
tres categorías:
-
la acción relacionada con la shari’a
-
la acción relacionada con la tariqa o vía interior
-
la acción relacionada con la Realidad
O
bien a estas tres acciones también las puedes denominar como la acción del Islam
(es decir, todas aquellas acciones llevadas a cabo en el ámbito corporal y
externo por el sujeto dentro del Islam), la acción del îmân (es decir, las
acciones que tienen lugar en el corazón del hombre que actúa según la acción
del Islam) y la acción del ihsan, (es decir, el ámbito de la pura Realidad).
Esto mismo también puede ser dicho de la siguiente manera, el ámbito de acción
de las ‘ibada (por ‘ibada se entiende dentro del Islam las prácticas que en
el mundo formal lleva a cabo cualquier musulmán), el ámbito de la acción de
la ‘ubudía (con ello se quiere significar la sujeción del hombre a su Señor
interior tornándose aquel en el completo esclavo del mismo) y el ámbito de
acción de la ‘ubuda (es la acción propia que resulta de la libertad total).
También puedes explicarlo como la acción de “la gente del comienzo”, la
acción de “la gente del medio” y la acción de “la gente del final”.
En cuanto a la
shari’a se puede decir que es la acción que compete a las ‘ibadas, a las prácticas
islámicas en sentido general; en cuanto a la tariqa, como senda o camino, tiene
lugar cuando el fin al que se dirige el ser humano es Allah exclusivamente y por
último en cuanto a la Realidad sucede cuando Lo contemplas.
Podemos decir que la
shari’a tiene como objetivo la depuración de las acciones del hombre en el
mundo exterior, mientras que la tariqa le depura su mundo interno, su conciencia
interior, y la Realidad le depura sus secretos interiores.
La depuración o
corrección externa tiene tres fundamentos: a) orientarse hacia Allah, b) la
conciencia de la presencia permanente de Allah y c) la rectitud.
La depuración o
corrección de los corazones también tiene tres fundamentos: a) la liberación,
b) la sinceridad y c) la calma.
Los fundamentos de la
depuración de los secretos interiores son, a) la vigilancia, b) la contemplación
y c) el conocimiento.
La corrección del
mundo exterior del hombre se obtiene apartándose de lo que el Islam prohíbe y
siguiendo sus enseñanzas. El mundo interior se corrige despojándose de las
cualidades innobles y revistiéndose de las cualidades nobles. En cuanto a la
corrección de los secretos interiores, entendiéndose aquí como los espíritus,
se obtiene humillándolos y destrozándolos ante Allah hasta que resulte de ello
un comportamiento humilde y bello.
Has
de saber que el tratado que aquí nos ocupa se ocupa de las acciones necesarias
para depurar los miembros, (es decir, el mundo exterior del ser humano), los
corazones y los espíritus.
Has de saber que las ciencias y los conocimientos son el fruto de la
depuración del ser humano, pues si los secretos (es decir, los espíritus) son
depurados, se llenan de ciencia, conocimientos y luces. No obstante, no se
alcanza un grado en el conocimiento hasta que se ha perfeccionado el grado que
le precede en la vía, pues aquel que resplandece en sus comienzos resplandece
en sus finales. No es apropiado emprender el camino de la ‘tariqa’ (la vía
sufi) hasta que se haya realizado el camino de la shari’a (es decir, todo lo
referente a la normativa que regula los actos externos del musulmán que en
definitiva no son otros que el cumplimiento de las distintas ‘ibadas), y a
través de la shari’a se domestique el ser exterior del ser humano, a través
de la orientación hacia Allah (tawba), el sentido de la presencia constante de
Allah (taqwâ) y la rectitud (istiqama), y todo ello no es otra cosa que el
seguimiento del Profeta (s.a.s.) tanto en sus dichos, como en sus actos como en
sus estados espirituales.
Cuando el ser humano depura su exterioridad embargado por la luz de la
shari’a, puede acometer el trabajo interior de la tariqa, o vía sufi, que
consiste en la depuración de las cualidades humanas revistiéndose de las
cualidades espirituales, que no es otra cosa que el trato adecuado con Allah en
sus manifestaciones (taÿÿaliat), es entonces cuando los miembros y todo el ser
humano en su exterioridad descansa de toda fatiga producto de la persecución de
sus deseos, y solo permanece la belleza del trato del hombre con la creación.
Un hombre de conocimiento ha dicho: “Quien ha alcanzado la realidad del Islam
no puede ser remiso en la acción; quien ha alcanzado la realidad del îmân (la
dimensión interior del Islam que compete al corazón del musulmán) no puede
ser remiso en actuar solo por Allah; quien ha alcanzado la realidad del ihsan
(el dominio, reino, de la Realidad más absoluta) no puede dirigirse a otro que
no sea Allah”.
El murid, adepto o peregrino que sigue la vía sufi, no se apoya en el
seguimiento del camino de estos estados espirituales en su propio ego, ni en su
propia acción, ni en su propia fuerza, ni en su propio poder, sino que tan solo
se apoya en el favor que le concede su Señor, en la fuerza de su Señor, en la
guía de su Señor, en definitiva en los dones con los que lo colma su Señor.
Allah ha dicho en el Corán: “Y vuestro Señor crea lo que quiere y
elige para vosotros lo mejor”, y también ha dicho, “Si vuestro Señor
lo hubiera querido os hubiera hecho una sola nación, pues las diferencias no
son más que una misericordia de vuestro Señor”.
El Profeta (s.a.s.) dijo: “Ninguno de vosotros entrará en el Jardín
gracias vuestras acciones; ellos dijeron, ¿ni siquiera tú enviado de Allah?, y
él dijo, ni siquiera yo, a menos que Allah recubra mis errores con su
misericordia”.
Confiar en el ego es signo de desgracia y pobreza; confiar en la acción
es signo de no haberse dado cuenta de lo efímero de la existencia; confiar en
los poderes y prodigios es signo de no haber estado en compañía de los hombres
sabios y confiar solo en Allah es haber realizado el conocimiento de la Verdad.
Signo de confiar en Allah es que el ser humano no caiga en la desesperanza
cuando cometa un error y que tampoco aumente su autocomplacencia cuando él es
origen de un bien. También puedes expresar esto diciendo que no exacerbes tu
temor ante Él ante tus negligencias, como tampoco te auto complazcas cuando
tengas un momento de lucidez; nivela tu temor y tu esperanza ante Él, pues tu
temor crece ante la contemplación de la Majestad de Allah, mientras que tu
esperanza crece por la contemplación de su Belleza, pero tanto la Majestad como
la Belleza de Allah no sufren cambios, ni aumenta ni decrece. De igual forma el
temor y la esperanza del sabio ni aumenta ni disminuye, a diferencia de aquel
que confía en sus acciones, pues si estas son escasas, en igual medida son
escasas sus expectativas, y por el contrario si sus acciones son abundantes,
aumentan sus esperanzas, todo ello consecuencia de asociar “otros” a su Señor,
manifiesta expresión de su ignorancia.
Un Shayj completo es aquel que te procura el descanso de la fatiga
producto de la persecución de los anhelos y ansias del ego, y no aquel que te
señala el camino opuesto. Si el ser humano muere a su ego y permanece solo su
Señor, encuentra el descanso y realiza el conocimiento de aquel.
Pero es necesario para todo esto la presencia de un Maestro completo que
te conduzca desde las tribulaciones de tu ego hasta la calma y el sosiego a través
de la contemplación de tu Señor. Un Maestro completo es aquel que te libera de
toda fatiga proveniente del ego, y no el que te señala el camino de la
preocupación y el afán procedente del ego. Aquel que te indica o señala el
camino de las acciones originadas en el ego, acaba agotándote; aquel que te
muestra este mundo acaba velándote; aquel que indica el camino de Allah es el
que aconseja bien, tal como dijo el Maestro Ibn Mashishi (r.a.): “Prueba de la
presencia de Allah es el olvido del ego, pues si olvidas tu ego recuerdas a tu
Señor”. Allah (s.t.) ha dicho: “Tu aflicción se debe a tu olvido”.
El origen de toda tribulación es el recuerdo del ego y la preocupación
por sus asuntos y su suerte, pues quien se ausenta a su ego encuentra el
descanso.
Allah (s.t.) ha dicho: “En verdad hemos creado al hombre en tensión”,
es decir en tribulación, agotamiento, propio de la gente que permanece velada,
o lo que es lo mismo, de aquellos que viven por y para sus egos; para aquellos
que han muerto a sus egos, Allah (s.t.) ha dicho: “En cuanto a los que se
han acercado a Allah, para ellos hay descanso y arrayanes y un Jardín de
placer”, es decir, el descanso de la comunicación con Allah, el arrayán
de la belleza y el jardín de la majestad; Allah (s.t.) ha dicho de ellos: “La
fatiga no les alcanza”.
No obstante, el descanso, la paz, no se alcanza sino tras el esfuerzo, de la misma forma que la victoria no se consigue sino con la búsqueda de la misma; “El Jardín está rodeado de infortunios” (según sentencia un hadiz)
Oh,
tú, el enamorado de mi hermosura,
La
dote que exijo a quien pide mi mano es elevada:
Un
cuerpo pálido, un aliento agotado,
Párpados
que no hayan probado el sueño,
Un
corazón en el que solo Yo tenga cabida.
Cuando
quieras paga el precio.
Muere,
si quieres, una muerte eterna:
Sólo
la muerte te acercará a mi espacio.
Despréndete de las sandalias si vienes
A
esta morada, pues en ella está mi santuario.
Despójate
de los dos mundos
Y
retira de entre nosotros lo que nos separa.
Y
cuando se te diga, ¿a quién amas?, responde
Yo
soy quien ama, y a quien amo es Yo.
Y el autor del poema, Al-‘Içç Ibn As-Salam, escribió en su libro Hall Ar-Rumuç:
“Has de saber que no llegarás a la morada de la proximidad hasta que
superes seis cuestas:
La primera, conseguir que tus miembros, es decir tu cuerpo, deje de
contravenir lo ordenado por la Shari’a.
La segunda, romper con las rutinas del ego.
La tercera, alejar el corazón de las estupideces de la naturaleza
humana.
La cuarta, alejar el ego de las turbiedades de la Naturaleza.
La quinta, alejar el espíritu de los influjos del mundo físico.
La sexta, alejar la inteligencia de las imaginaciones fantasmagóricas.
Al final de la primera cuesta te asomarás a los manantiales de las
sabidurías que emanan del corazón.
Al final de la segunda te arrimarás a los secretos de las ciencias místicas.
Al final de la tercera ondearán para ti los estandartes de los secretos
del mundo intermedio.
Al final de la cuarta brillarán para ti las luces que descienden desde
la proximidad de la Verdad.
Al final de la quinta se alzarán ante ti la luces de las contemplaciones
amorosas.
Al final de la sexta descenderás hasta los arriates de la Presencia
Inefable, y ahí gracias a las sutilezas íntimas que contemplarás, dejarás de
percibir las densidades materiales. Y si Él te quiere para su Intimidad, para
ser uno de los Escogidos, entonces te dará a beber de la Copa de su Amor un
sorbo que aumentará tu sed, y con su saboreo crecerá tu deseo, con la cercanía
se intensificará tu búsqueda y con la embriaguez se hará mayor tu
inquietud”.
Algunos hombres virtuosos se ha sentido confusos ante el versículo coránico
que dice: “Entrad en el Jardín de acuerdo a vuestras acciones”,
considerando que contradice el hadiz en el que el Profeta (s.a.s.) dice:
“Ninguno de vosotros entrará en el Jardín gracias a sus actos”. Y la
respuesta es que: unas veces el Corán legisla para un determinado asunto que es
contemplado desde el ámbito de la Realidad en la sunna, mientras que otras
ocurre lo contrario, el Corán habla desde la Realidad y la sunna legisla para
este asunto. El Profeta (s.a.s.) era aclarador de lo que Allah le revelaba, tal
como dice el Corán: “Hemos hecho descender sobre ti el Recuerdo para que
aclares a la gente lo que se les revela”. Y así, cuando el Corán dice: “Entrad
en el jardín según vuestras acciones”, se está dirigiendo a la gente de
la ciencia exterior, la gente de la sahri’a; y cuando le Profeta (s.a.s.)
dice: “Ninguno de vosotros entrará en el Jardín por medios de sus
acciones”, está hablando desde el punto de vista de la Realidad, dirigiéndose
a la gente de la ciencia interior. Del mismo modo las palabras de Allah, “No
queréis hasta que Allah quiere” son pronunciadas desde el ámbito de la
Realidad, mientras que las palabras del Profeta (s.a.s.) cuando dijo, “Cuando
alguno de vosotros tiene la intención de realizar algo bueno, su deseo es
registrado como acción buena”, están referidas al ámbito de la shari’a.
En resumen, el Corán es explicado por la sunna, y la sunna es explicada
por el Corán. Por ello es necesario que el ser humano posea dos ojos, con uno
de ellos mira a la Realidad, mientras que con el otro mira a la shari’a. Si el
Corán legisla sobre determinado asunto en un lugar, es necesario que en otro
punto aborde el tema desde el ámbito de la Realidad, o bien que sea la sunna
quien lo haga. Esto mismo es aplicable a la sunna, es decir, que si legisla en
un momento dado, es necesario que este mismo asunto sea abordado desde el ámbito
de la Realidad, ya sea en la propia sunna o en el Corán. Por tanto no hay
contradicción alguna entre la aya coránica y el hadiz.
Otra respuesta al conflicto planteado puede ser: Allah ha convocado a las
gentes al tawhid (el sentido de la unidad de la existencia) para que accedan al
mismo gracias a su esfuerzo personal prometiéndoles una recompensa en función
del mismo, para que después cuando los pies del hombre ya estén bien asentados
en el Islam, el Profeta (s.a.s.) lo alce de ese primer estadio hasta el rango
espiritual de la Sinceridad, y es entonces cuando encuentran sentido sus
palabras, “Ninguno de vosotros entrará en el Jardín a través de sus
acciones”. Pero Allah sabe más.