ÍNDICE

 

Periodo de Mec

570-622

El matrimonio de Muhammad

 

           Ya hemos hablado de su carácter, inteligencia y su manera serena y equilibrada de conducirse en la vida. Jadiÿa bint Juailid, viuda rica y noble, escuchó hablar de él. Esa mujer pertenecía a una de las mejores casas de la tribu de Quráish, y organizaba caravanas que iban a Siria en busca de mercancías para revenderlas en los mercados de Makka. Jadiÿa ofreció a Muhammad (s.a.s.) que se hiciera cargo de la dirección de sus negocios. Él consintió y partió hacia Siria, a la cabeza de una caravana. Máisara, esclavo de confianza de Jadiÿa, fue con él.

            Terminadas las transacciones y habiendo obtenido grandes beneficios, tomó el camino de vuelta, cargado de riquezas. El triunfo de su empresa la colmó de alegría e hizo nacer en ella el deseo de casarse con él y nombrarle administrador de su fortuna. Le ofreció su mano usando como intermediario a Máisara, su fiel servidor.

            Abu Talib, acompañado de algunos notables quraishíes hizo oficial el acto, pidiendo la mano de Jadiÿa para su sobrino al tío de ella. El matrimonio se produjo en el año 595 d.c. y Muhammad (s.a.s.) tan solo tenía veinticinco años de edad, mientras que Jadiÿa contaba cuarenta.

            La alianza con Jadiÿa sacó a Muhammad (s.a.s.) de la pobreza y le abrió la puerta de un futuro brillante. Pero nada de esto le confundió. Muhammad (s.a.s.) guardó siempre hacia su esposa un sólido afecto y un reconocimiento que no se ha puesto jamás en duda.

            El carácter de Muhammad (s.a.s.) no cambió. Aunque continuó realizando negocios comerciales, la prosperidad no aminoró su inquietud espiritual.

            Cuando su nodriza Halima vino a exponerle su indigencia, él solicitó para ella la generosidad de Jadiÿa, que le dio un rebaño de cuarenta ovejas y un camello. Cada vez que Halima visitó a Muhammad (s.a.s.) volvía satisfecha al desierto de los Banu Sa’d.

            Mucho más tarde el Qur-ân haría mención de estos cambios en la vida de Muhammad (s.a.s.): “¿Es que Allah no te encontró huérfano y te ofreció refugio? ¿No te encontró extraviado y te orientó? ¿No te encontró pobre y te enriqueció?”.

            La vida conyugal de Muhammad (s.a.s.) fue feliz en el espacio de diez años y Jadiÿa en el transcurso de los mismos tuvo varios hijos. Dos varones, Al-Qasim y Tahir (que murieron tempranamente), y cuatro niñas: Zainab, Ruqaya, Umm Kulzum y Fátima.

            Jadiÿa jamás perdió el respeto y la estima de Muhammad (s.a.s.). Bujari y Muslim recogieron Hadices en los que el Rasûl Muhammad (s.a.s.) afirmaba que Jadiÿa había sido la mejor mujer de su época. En cierta ocasión la comparó a María, la madre de Jesús. Jadiÿa tenía cuarenta años cuando se casó con Muhammad (s.a.s.) y murió con sesenta y cinco años, cuando Muhammad ya tenía cerca de cincuenta. Durante todo ese tiempo, él jamás pensó en tomar otra esposa, que hubiera sido lo normal en su entorno. Más tarde se casaría con varias mujeres, y ‘Aisha, la más bella y joven de todas, solo tuvo celos del recuerdo vivo que mantenía Muhammad (s.a.s.) de su primera esposa.

            Jadiÿa fue la primera persona en hacerse musulmana cuando a los quince años de su matrimonio, Muhammad (s.a.s.) tuvo la primera revelación y el Qur-ân (el Corán) comenzó a ser transmitido a la humanidad. Ella murió al cabo de los diez años, el mismo año en que murió Abu Talib, con apenas un mes de intervalo entre ambos sucesos. Muhammad (s.a.s.), afligido por esta doble pérdida, llamó a ese año, el “Año de la Tristeza”.

            Durante los primeros meses de matrimonio entre      Muhammad (s.a.s.) y Jadiÿa,  se sucedieron en Makka varios tumultos. Acabados los enfrentamientos tribales, los quraishíes emprendieron la reconstrucción de la Kaaba, a la que unas lluvias torrenciales habían afectado, derrumbando parte de sus paredes. La Kaaba fue demolida y reedificada sobre sus mismos cimientos. Cuando el edificio fue elevado hasta la altura en la que debía colocarse en una esquina la célebre Piedra Negra que constituye el elemento básico del edificio, surgieron discrepancias entre los distintos clanes. Cada familia quería el privilegio de ser la que pusiera en su sitio la famosa Piedra Negra. Tras fuertes discusiones, los notables llegaron a la conclusión de que dejarían al arbitrio del primero que llegara la decisión sobre el tema.

            El azar condujo allí a Muhammad (s.a.s.) en ese momento. Tendría entonces unos treinta años de edad. Su aparición alegró a los notables, pues siempre habían confiado en su buen juicio y ya tenía el sobrenombre de al-Amîn, es decir, persona en quién se puede depositar la confianza. Muhammad (s.a.s.) decidió que lo mejor era colocar la piedra sobre un manto extendido, y que un representante de cada clan sostuviera alguna de las extremidades, elevando juntos la piedra hasta su lugar. Cuando se hizo así, Muhammad (s.a.s.) cogió la piedra con sus propias manos y la emplazó.

                Esta anécdota alude a su carácter de mediador en los conflictos, y su actitud de buscar siempre soluciones que evitaran los enfrentamientos, lo que demuestra lo estimados que eran sus criterios por sus conciudadanos.