LO IMPRESCINDIBLEMa la budda minhu lil-murid
MUHYI
D-DIN IBN AL ‘ARABI |
A Allah, el Altísimo, son debidas
todas las alabanzas y agradecimientos. Que sus bendiciones y salutaciones sean
sobre Su Mensajero, la descendencia de éste y sus compañeros.
Esta corta guía es una respuesta a
alguien que desea seguir el camino del Islam, la esperanza y el amor, para que
pueda llegar a ser completo y perfecto tal como fue creado. Fue escrita para
contestar a sus preguntas sobre lo que debe creer y lo que debe hacer al
principio, con prioridad a cualquier otra cosa.
A ti, que anhelas la belleza eterna,
viajero por la senda del deseo verdadero, que Allah te conceda que consigas
conocer cuál es el camino recto, lo encuentres y los sigas. Que te emplee a ti
ya nosotros en acciones que Le agraden y que se hagan por amor a Él. Pues el
comienzo, el fin y lo que se halla en medio, así como el éxito en todo ello,
Le pertenecen sólo a Él;
Primero, debes creer en la unidad y
singularidad del Uno, el Cual es antes del antes y después del después, Quien
nos creó a nosotros ya todas las otras cosas. No has de asociar .a Él nada que
no sea propio de la pureza de Su esencia. Él mismo nos dice en Su Libro
revelado:
«Si
hubiera habido en ellos [en los cielos y en la tierra
otros objetos de adoración distintos de Allah, se habrían corrompido
[cielos y tierra, pues se habría seguido el caos]». [Corán 21:22].
Las voluntades de muchos creadores
chocarían y' se anularían, no permitirían que nada existiese u ocurriese. Por
lo tanto, si nosotros y toda la existencia existimos, es porque Él, el Uno y Único
Creador, existe y no tiene a nadie asociado con Él.
Tú que tienes naturaleza bella y corazón
puro, no discutas, ni comentes, ni siquiera hables con las personas que Le
atribuyen iguales a Allah. No sirve de nada intentar convencerles. Hasta los que
niegan habrán de admitir al final:
«Si les preguntas: ¿ Quién ha creado los cielos y la tierra?, seguro que dicen: Allah». [Corán 31:25]
Ellos también admitirán finalmente
que una fuerza desconocida es el creador inicial de la creación; pero, agregarán
a Él más creadores. La diferencia con los creyentes es que ellos suponen que
otros, de entre los creados, pueden también crear. No tienes que demostrarles
la existencia de Allah: que demuestren, si pueden, la existencia de Sus socios.
Este consejo es suficiente para ti
sobre el tema de profesar la unicidad de Allah. El tiempo es valioso: no puedes
malgastarlo. Si la mente ha llegado a un estado en el que está libre de duda y
el corazón está a salvo y seguro, ,no tiene sentido perturbar esta paz con
pruebas superfluas.
La segunda cuestión de importancia
para alguien que desea aprender es creer que Allah, el Altísimo, está libre de
toda semejanza con cualquier cosa visible o invisible de la creación. Él está
libre de todo defecto.
Hay algunos que, queriendo contemplar
la imagen de su Creador, yerran y Lo comparan con un ser humano. Que Sus propias
palabras sean tu guía en esto, pues dice:
«Nada
es como Él".
Cualquier pensamiento, palabra, cualidad o atributo que no corresponda a este principio es una falsedad, algo indigno de ser atribuido a Allah. Por lo tanto, no busques más que el hecho de que ninguno es semejante o parecido a Él. Esa es Su realidad. Esto también está corroborado por la afirmación de Su Mensajero, quien dijo:
«Al principio fue Allah; ninguno
existía salvo Él. Sus seguidores agregaron a esta declaración: « T al
como era al principio, así es ahora » .
Como era antes de la creación es después
de ella. Desde el tiempo en que la materia estaba escondida bajo el velo de la
no existencia y no existía forma alguna, nada ha sido añadido o restado.
Aunque Él ha creado la creación, todavía no ha aparecido nadie como Él.
Ninguno es como Él. Nada es Él, sino que todo procede de Él. La idea de que Él es sin semejanza cancela todos los demás pensamientos,
opiniones e interpretaciones.
También debes aceptar y creer, aunque
no los entiendas, los versículos alegóricos del Noble Corán y las
afirmaciones ambiguas del Mensajero de Allah referentes a la Unidad y la Causa
Última así como todas las declaraciones de los profetas que hayan llegado
hasta nosotros inalteradas. Debes considerar que el significado de tales
palabras forma parte del conocimiento divino y por ello las debes aceptar. Los
significados monumentales de estas expresiones sagradas son para ser entendidos
por quienes están suficientemente cerca de Allah como para ser capaces de ver
Sus bellos atributos.
No existe mejor argumento de la
perfección de Allah, que es Existente por Sí y Cuya existencia es una
necesidad para la existencia de todo lo demás, que el citado versículo: «Nada es como Él». Allah declara mediante esta
aya, Su
existencia, Su esencia, Su naturaleza divina, Su ilimitada grandeza, Su gloria.
Así pues, escribe en tu corazón y en
tu mente este principio básico del Islam.
Cree en el Profeta de Allah, en el
mensaje que trajo de parte de la Verdad y en las órdenes y justicia del
Altísimo. Cree, además, en las tradiciones verdaderas acerca de todos los
profetas, conocidos y desconocidos. Ama a sus compañeros; acepta la verdad de
su misión. No hables en su contra. No valores a uno por encima de otro. Piensa
en ellos en términos de alabanza, de acuerdo con el modo como están descritos
en el Generoso Corán y en los dichos de otros profetas, todo lo cual sólo puede
ser la verdad.
Muestra respeto, como hicieron los
profetas, por el carácter que distingue al hombre perfecto, y por los lugares
nobles. Acepta y cree en los hechos y dichos de los íntimos de Allah, incluso si no
entendieses su estado y los carismas que se les atribuyen.
Considera a toda la creación y, sobre
todo, a la humanidad con buena voluntad: aceptando, aprobando, perdonando,
sirviendo, amando. Que ello sea lo que te caracterice en tus relaciones con el
mundo. Escucha tu conciencia. Purifica tu corazón. En ese limpio corazón ten
siempre una súplica por tus hermanos creyentes.
Ayuda y sirve, en todo cuanto puedas, a
las personas que esconden su miseria, que están contentas con su pobreza, los
viajeros que caminan hacia la verdad. No te atribuyas virtud, bondad o gracia
por tu actitud de servicio a la Creación. Piensa que debes dar las gracias a
las demás personas por haber aceptado humildemente tu ayuda. Te incumbe a ti
aligerar la carga de quienes estén abrumados por su peso. Si las personas cuyo
dolor has ayudado a aliviar te causan dolor a cambio, si sus respuestas, sus
maneras, sus costumbres son oscuras y te cubren con sus sombras, da muestras de
paciencia e indulgencia. No olvides que Allah dice:
No malgastes tu vida en empeños hueros
ni tu tiempo en conversaciones vacías. En lugar de eso, reflexiona y recuerda a
Allah, lee el Corán, guía a los descarriados hacia el camino iluminado. Ayuda
a otros a dejar el mal ya empezar a hacer el bien. Recompón las amistades
rotas. Ayuda a otros a ayudar a otros.
Debes encontrar el amigo adecuado, que
te servirá de apoyo y será un buen compañero de viaje en el camino a la
verdad. La entrega es una semilla que crece y se hace árbol con el riego y el sol
benéficos de los amigos fieles. Ten cuidado y no te acerques a aquellos que no
distinguen entre el musulmán y el no musulmán (kafir). Al no conocer el Islam ni
a los musulmanes, todo
eso les da lo mismo; son o extraños o enemigos de la verdad en que crees.
Busca un maestro perfecto que te
conducirá por el recto camino. En tu búsqueda de un guía sé sincero, porque
la sinceridad distingue al verdadero buscador. Es seguro que si te aferras a la
sinceridad ya la veracidad, el Señor te mostrará Su atributo de Último Guía
y guiará tus pasos hacia un maestro cabal. La sinceridad es, en el que aspira a
la perfección, una bendición tal que, cuando esa sinceridad está presente,
Allah convertirá al mismísimo diablo y al demonio personal del aspirante (es
decir: su yo) en ángeles de inspiración que le servirán. La sinceridad es un
catalizador tal que convierte en oro el plomo y purifica cuanto toca.
Una cuestión de la mayor importancia,
una de tus mayores necesidades, es asegurarte de que el trozo de pan que te
llevas a la boca es legal, pues el sustento legal, la legalidad de todo cuanto
disfrutas en esta vida es la base de tu Islam. Sobre esta base tu senda puede
ser construida.
Para avanzar por esta senda, siguiendo
los pasos del Profeta (la paz y las bendiciones sean sobre él), tienes que
estar ligero: ligero de bienes terrenales, ligero de preocupaciones de este
mundo. Una señal inequívoca del peso que te impide avanzar es ser una carga
para la gente. En particular, no aceptes, ni para ti ni para otros, bienes ni
favores de las personas cuyo corazón está muerto, sumergido en el sueño de la
despreocupación.
En lo que Allah te permite ganar como
sustento, en todas tus acciones y palabras, en toda tu conducta, teme al Altísimo.
No busques la comodidad y el lujo, especialmente cuando no hayas trabajado duro
para conseguirlo. Se obtiene el sustento legal trabajando más duro de lo que te
exigen. Una clara señal de la legalidad de tu ganancia es que te permita no ser
ni tacaño ni derrochador .
Llévate cuidado, porque, si el amor de
este mundo echa raíces en tu corazón, lo atenazará y será demasiado difícil
extirparlo y arrojarlo. Este mundo es sólo un campo de pruebas. No busques
comodidad y riquezas en él.
Come menos. Eso dejará más espacio en tu corazón y aumentará tu deseo de recordar a Allah y de ser obediente. Te hará más activo y menos perezoso.
Purifica
y embellece tus días y tus noches con el culto. El generoso Señor te llama a
su presencia cinco veces al día. Rinde culto en esas cinco ocasiones en que
eres convocado, y en cada oración haz un recuento de tus actos desde la última
plegaria. Es de esperar que sólo obras buenas y acciones propias de un musulmán
serán efectuadas entre las horas de oración.
La
mayoría de la gente se queja de no disponer de suficiente tiempo para la
práctica del Islam por tener que emplearlo en las cosas de este mundo: el
trabajo para asegurarse el sustento y su labor como cabeza de familia. Debes
saber que el trabajo hecho a conciencia, con consideración para con los demás
de acuerdo con su propio comportamiento, y para agradar a Allah, también es
adoración.
El
Altísimo te ha concedido la bendición de tener mente, conocimiento, profesión,
fuerza y salud (¡toda gracia y poder son debidos a Él!). Utiliza estos dones
para reunir todo el sustento que puedas en el mínimo tiempo. Cuando sea
posible, asegúrate en un día el sustento de una semana. Sigue el ejemplo del
príncipe Ahmad as-Sabat, descendiente del califa "ab-Basi Harün ar-Rashid.
Empleaba al máximo sus talentos, su fuerza y su esfuerzo trabajando duramente
los sábados como obrero. Con lo que ganaba en una jornada podía vivir toda la
semana. Dedicaba. los otros seis días a trabajar para Allah ya venerarle.
Después
de efectuar tu oración matinal, quédate con tu Señor hasta la salida del sol;
y, después de tu Salât vespertino, quédate en Su presencia hasta el ocaso.
Son éstos dos momentos en que los poderes espirituales y de iluminación se
derraman en abundancia. Mantén tu corazón ligado a Allah en humildad y en paz.
Hay
gran virtud y mérito en realizar actos de devoción adicionales de veinte
ciclos de rakaas (postraciones) entre el de media tarde y el de la puesta
del sol, y entre este último y el de la noche. Haz Salât adicionales de cuatro
ciclos inmediatamente antes del Salât del mediodía, después y justo antes del
Salât de la media tarde, y tras el Salât de la puesta del sol. Haz otros diez
rakaas, agrupados de dos en dos, después del Salât obligatorio de la noche, y
las tres rakaas del Salât final (witr) como último acto de 'ibada del día.
Échate a dormir solamente cuando ya no puedas seguir manteniéndote despierto. Come únicamente cuando tengas hambre. Vístete tan sólo para cubrirte el cuerpo y protegerlo del frío y del calor.
Acostúmbrate
a leer el Noble Corán todos los días. Cuando leas, sostén el Libro Generoso
con respeto. Mantenlo en tu mano izquierda a la altura de tu pecho y ve
desplazando tu mano derecha señalando las palabras que estés leyendo. Lee en
voz alta, pero sólo lo suficiente para que puedas oír tu propia voz.
Lee
sin prisas, pensando despacio en el significado de cada palabra. Invoca La
misericordia y benevolencia divinas cuando llegues a los versículos que
inspiran su Misericordia. Que te sirvan de lección las aleyas de amonestación
y, al leerlas, promete a tu Señor que estás determinado a actuar según Sus
mandamientos, arrepintiéndote, refugiándote en Su misericordia, buscando la
salvación. Cuando leas versículos que describen las cualidades loables de los
verdaderamente creyentes, piensa en tus propias cualidades. Sé agradecido y alábale
por tus cualidades buenas y siéntete avergonzado de las te falten, para que
puedas esperar encontrar las características del creyente en ti mismo, y cuando
leas acerca de los defectos de los no-creyentes y de los hipócritas que
esconden y distorsionan la verdad, pregúntate si no estarás tú también
aquejado de los mismos defectos. Si es así, intenta cortarlos, extirparlos,
eliminarlos. Si no los tienes, refúgiate en Él, da gracias y alábale.
Lo
primordial para ti es prestar atención en todo momento, estar atento a lo que
llega a tu mente ya tu corazón. Reflexiona sobre esos pensamientos y
sentimientos. Analízalos. Intenta controlarlos. Ten cuidado con los deseos de
tu ego; salda tus cuentas con él.
Ten
conciencia, vergüenza frente a Allah. Ello será un buen motivo para volverte
prudente, vigilante. Te preocuparás entonces por lo que estás haciendo,
diciendo y pensando, y los pensamientos y sentimientos que sean feos a los ojos
de Allah no podrán asentarse en tu corazón. Tu corazón estará así a salvo
de desear acciones que no estén acordes con la voluntad de Allah.
Valora
tu tiempo, vive en el presente. No vivas imaginariamente y malgastes el tiempo
de que dispones. Allah ha prescrito un deber, un acto, un culto para cada
momento. Aprende cuál es y apresúrate a hacerlo. Primero, lleva a cabo las
acciones que Él te ha establecido como obligatorias. Luego, realiza lo que ha
mandado hacer por medio del ejemplo de Su Profeta. Después, haz también las
acciones buenas y aceptables que Él ha dejado a tu libre decisión. Trabaja
para servir a quienes estén necesitados.
Todo
cuanto hagas, hazlo con el propósito de acercarte a tu Señor en tus actos de
adoración y en los Salât. Piensa que cada acción puede ser tu último acto,
que cada Salât puede ser tu última prosternación, que puede que no tengas
otra oportunidad. Si lo haces así, tendrás un nuevo motivo para mantenerte
vigilante y también para llegar a ser sincero y verídico. Allah valora menos
as buenas acciones hechas inconscientemente y sin sinceridad que las realizadas
consciente y sinceramente.
La
limpieza es un mandamiento de Allah. Mantén tu cuerpo y tu interior limpios en
todo momento Cada vez que hagas una ablución, haz dos rakaas después, excepto
cuando tengas que hacer una ablución en momentos en que no se permite el Salât:
a la salida del sol, al mediodía ya la puesta de sol. El viernes es una excepción
a esta regla, pues es permisible entonces hacer el Salât al mediodía.
Por
encima de todo, lo que necesitas es una alta moralidad, un buen carácter, una
conducta irreprochable. Has de averiguar cuáles son tus rasgos de carácter
negativos y librarte de ellos. Tu relación con aquellos con quienes entres en
contacto debe estar basada en la mejor de las conductas, aunque lo que esto
significa de hecho puede variar según condiciones y circunstancias.
Cualquiera que descuide un solo punto del buen comportamiento se considera que tiene mal carácter. Los hombres son creados diferentes unos de otros. Sus niveles son diferentes. El buen comportamiento y el buen carácter también están en niveles diferentes.
El comportamiento no es un formalismo. No es actuar de la misma manera en cada
ocasión, con respecto a todo el mundo. Has de considerar cada caso, cada
individuo, según la circunstancia y la necesidad de la persona. Aprende esta
regla: si una cosa se hace para traer la salvación, la verdad, la comodidad y
la paz a los demás, a uno mismo ya tanta gente como sea posible, protegiéndolos,
eliminando su dolor o su apuro, eso es un buen comportamiento, con la condición
de que no sea hecho para el beneficio personal, sino por amor a Allah.
¿Acaso no es el hombre esclavo del Altísimo? ¿ No dependen de la predestinación
su vida y sus acciones? Está en una estructura de cuyos límites no puede
salir. Su voluntad, su libertad de elección, el destino escrito en su frente
están en las manos del Todopoderoso, de Quien dependen todos los actos, todos
los movimientos.
El comportamiento correcto es el medio por el cual una intención se convierte
en acción meritoria. Por lo tanto, es el capital más grande en manos del
aspirante a la perfección. El argumento aducible para probar que ello es así
se halla en aquello que dijo aquel que fue enviado con el carácter más
hermoso, el último profeta, Mahoma (la paz y las bendiciones
sean
sobre él): «He sido
enviado para perfeccionar la buena conducta».
Dice Allah en el Sagrado Corán: «Quien
obre mal no será retribuido sino con una pena similar» [40:40]
Pero, la recompensa de quien perdona y enmienda está con Allah.
La Ley islámica dice que puedes escoger entre exigir tu derecho o renunciar a
él. Elige dejar lo que se te debe y, en vez de castigar, perdona, para que seas
contado entre los compasivos, los pacíficos, los rectos, cuyas recompensas están
prometidas por Allah.
También entra dentro del buen comportamiento el enfadarse y el promover el
castigo cuando está justificado por el código jurídico. La ira y sus
manifestaciones están entre los grandes ofensas si provienen de daños causados
a ti personalmente. Pero, es permisible y correcto, y es parte de la conducta
irreprochable y del buen carácter, el encolerizarse por algo hecho contra Allah
o Sus preceptos, manifestarlo y luchar por Su causa.
Es mejor que te apartes de las personas que no creen en lo que tú crees, que no
hacen lo que tú haces y que se manifiestan en contra de tu fe. Pero, a la vez,
no has de pensar mal de ellos ni condenarles por lo que Son. Tu intención al
ignorarles deberá ser que prefieres la compañía de creyentes. Pasa tu tiempo
recordando, glorificando y adorando a Allah, en vez de estar Con ellos.
Trata bien a quienes dependen de ti: personas que trabajan para ti, hijos,
mujeres, maridos, madres, hermanas, amigos..., así como los animales bajo tu
cuidado y las plantas de tu huerto. Allah los ha dejado en tus manos para
ponerte a prueba. Tú estás bajo su cuidado, trata, pues, a quienes están bajo
el tuyo Como quieres que Él, bajo cuyo cuidado te encuentras, te trate: El
Profeta dice: "Allah
tiene a Su cargo a todas las criaturas de la Creación».
Pues bien, Él ha dejado en tus manos a algunos de los que tiene a Su cargo,
Como tu familia. Por eso, Su Mensajero (que la paz y las bendiciones sean sobre
él) dice que quien es más amado por Él es aquel que trata mejor a las
personas a su cargo. Muestra amor, compasión, delicadeza, generosidad y
protección hacia aquellos que dependen de ti (en realidad, hacia todo el
mundo). Si deseas Su compasión y protección acuérdate de que tú mismo
dependes del Uno, el Señor y Dueño de todo y cada cosa.
Enseña a tus hijos las palabras de Allah contenidas en Su Noble Libro, así como
el correcto comportamiento islámico. Asegúrate de que dispongan de las
condiciones necesarias para poder ejercer mejor lo que tú les hayas enseñado.
Hazlo sin esperar recompensa. Desde el principio, enséñales a soportar la
dificultad, a tener paciencia ya pensar. No instales en sus corazones el amor al
mundo. Enséñales a despreciar las cosas terrenales que les volverían
orgullosos: lujos, ropa bella, delicadezas, exceso de ambición; porque todas
estas cosas, si se obtienen, les serán descontadas de lo que les correspondiere
en el Cielo. Que no se acostumbren a las cosas buenas; rompe sus hábitos. Ten
cuidado de que esto, que puede parecer austero, no haga que nazca en ti el feo
carácter de la mezquindad para con tus hijos. Hazlo como parte del respeto y
adhesión que debes al Islam.
No busques la compañía de los despreocupados, aquellos que son esclavos de los
deseos de su carne. Apartan de la luz de la verdad a los corazones y los arrojan
en el negro agujero de la despreocupación, igual que hicieron con sus propios
corazones. Si te encuentras en el mismo tiempo y espacio que éstos, enfréntate
entonces a ellos y aconséjales. Si te dan la espalda es porque no saben
distinguir su parte delantera de su parte trasera. No les apuñales por detrás.
Compórtate con ellos siempre del mismo modo, tanto si te dan la cara como si te
vuelven la espalda. Entonces puede que les agrades y te respe- ten, y tal vez
puedan unirse a ti y seguirte.
No te quedes satisfecho con tu estado espiritual:
avanza. Avanza sin descansar, sin detenerte. Con intención firme, ruega a
Allah, la Verdad última, que te eleve del estado en que te encuentres a un
estado ulterior. En cada estado, en cada movimiento, mientras estés haciendo
algo o estés inactivo, sé sincero y verídico. Permanece con la Verdad Última.
No te olvides nunca de Él. Siente siempre Su presencia.
Aprende a dar, tengas mucho o poco, estés contento o estés sufriendo. Ello será
una prueba de tu crecimiento en Allah. Intenta satisfacer las necesidades de los
necesitados. Eso es una afirmación de que Allah ha asignado su sustento a cada
uno y nada lo cambiará. Es una prueba de tu confianza en Él.
El mezquino es cobarde. El maldito diablo susurra en su oído que no existe la
muerte, que vivirá largo tiempo, que el mundo es hostil y que, por lo tanto, si
da, se quedará desprovisto de recursos, deshonrado y solo; y que no se deje
engañar por lo mucho que tiene ahora, ya que nadie sabe qué pasará mañana. y
lo que es peor: si el mezquino tiene poco, el diablo le dice que pronto tendrá
aún menos; que nadie le ayudará, que será una carga para los demás y que le
odiarán; que tiene que cuidarse a sí mismo. Si estas imaginaciones viles
cautivan el corazón, puede que lo conduzcan al borde del fuego del infierno.
En cambio, los que escuchan a Allah oyen Sus palabras benditas, como éstas que
leemos en el Noble Corán:
«Los que se guardan de su propia codicia, esos prosperarán» [59:9].
«Quien es avaro lo es en realidad en detrimento propio» [47:38].
Así pues, lo único que consigue un avaro es desposeerse a sí mismo. y la
advertencia final es: «Si
volvéis la espalda, hará que otro pueblo os sustituirá» [47:38].
Quiere decir esto que, después de haber sido adoctrinado y llevado al camino del Islam, si empiezas a ser o sigues siendo avaro, puedes perder tu puesto, tu rango y el favor de Allah. Otra persona que sea generosa y crea en la generosidad del Altísimo, será colocada en tu puesto. El avaro no se ha percatado del significado tremendo de las palabras de Allah: «¡Borra sus bienes y endurece sus corazones!» [10:88]